La Real ganó el derbi por 2-0 y el marcador se quedó corto, muy corto, para plasmar lo que sucedió sobre el terreno de juego. Si había alguien preocupado (o esperanzado en el otro lado) por la ausencia de Bravo y la titularidad de Zubikarai, el Athletic no probó siquiera al guardameta txuri urdin. Lo que durante algún tramo del encuentro pudo ser un dominio alterno en el juego no se tradujo en absoluto ni en las ocasiones de gol ni en los disparos a puerta, que tuvieron solo un dueño: la Real Sociedad. No es que de repente la Real se haya convertido en una máquina de hacer fútbol, de hecho el partido reflejó durante muchos momentos los defectos más habituales de su juego y de su técnico, que sería un error obviar por el hecho de haber ganado el derbi, pero el peligro que llevan en sus botas los futbolistas realistas más ofensivos siempre invita a pensar en un desarrollo como el que ha tenido el partido de hoy. La Real tiene grandes jugadores y lo que resulta inverosímil es que se lancen mensajes tan conservadores y miedosos con lo que tiene este equipo. Y con lo que tenía en el banquillo. Y con lo que se dejó en la grada por uno u otro motivo. El derbi vuelve a ser txuri urdin. Con toda justicia y sin necesidad de que el árbitro colabore. Como tiene que ser.
Tal y como estaba previsto, la única novedad del equipo en su entramado defensivo estaba en la portería y por obligación. En el ataque, Montaneir se decantó por colocar a Griezmann en la izquierda, a Xabi Prieto por la derecha y a Agirretxe por el centro. Vela fue, en esta ocasión, quien ocupó el banquillo junto a, ojo, los otros dos fichajes realistas de este verano. Por otro lado, y no cabe pasarlo por alto, en el derbi vasco la Real jugó con diez jugadores de su cantera. Diez. Y ganó. Los del rival, que los cuenten otros que tan fácil tienen el elogio cuando el resultado es distinto. Montanier, en este encuentro, ha dado la primera señal de que sí puede aprender de sus errores, y eso es una buena noticia. En el derbi del año pasado se vio una Real al paso, sin intensidad, muy lejos de lo que exige un derbi. Hoy no. Hoy la intensidad desde el primer instante fue grande, notable, la única con la que se tendría que jugar un partido de fútbol pero mucho más en el caso de un derbi. Y solo eso, sin necesidad de poner mucho fútbol, ya da ventaja a la Real, porque es mejor equipo, insisto, de lo que mucha gente cree, incluso dentro de su vestuario.
Esa intensidad es la que permitió a la Real robar bastantes balones cerca del área de Iraizoz, en disposición de poner a prueba al portero del Athletic o de forzar algunas jugadas que acabaron en tarjeta para jugadores visitantes. Fue Griezmann quien más probó a Iraizoz en la primera parte, casi siempre descolgándose hacia el centro. Esa es, seguramente, la decisión más desacertada de Montanier en este partido, la de llevar al francés a la banda izquierda cuando sigue pidiendo a gritos la posición centrada en la que bordó el fútbol contra el Celta... y en la que acabó decidiendo también este derbi. Zurutuza e Illarramendi también probaron fortuna con disparos fuertes y Agirretxe de forma mucho menos inofensiva, encontrándose todos ellos al portero visitante. ¿Y el Athletic? Un par de disparos que no cogieron portería. Zubikarai se fue a los vestuarios sin estrenarse y la Real con la sensación de que el Athletic se empezaba a marchar vivo de un partido en el que el equipo txuri urdin tenía mucho más que decir.
A pesar del intenso y elogiable ritmo con el que jugó, en esa primera parte la Real evidenció algunos de los problemas que tiene en este arranque de campeonato, continuación del pasado ejercicio y todavía sin resolver. La estrategia sigue siendo un quebradero de cabeza importante. El Athletic no estuvo lejos de provocar peligro en los escasos saques de esquina de que dispuso, pero sobre todo en ataque se generaron más de una docena de córners sin generar la más mínima inquietud en la defensa bilbaína. También faltaba fútbol y salida desde atrás, imposible de conseguir con Markel como salida. Porque Markel no es un mal stopper en determinadas circunstancias, y hoy mismo lo enseñó, pero a veces parece que se le coloca en posición de tener que hacer más cosas que no domina. Por eso, el balón encontró salida por las bandas y con los constantes apoyos de Illarramendi, Zurutuza y Griezmann. Sigue quedando la duda de cuánto fútbol podría generar esta Real con un cuatro como Illarra, pero parece evidente que Montanier, salvo cambio radical u obligado, seguirá apostando por Markel y Elustondo para ese puesto.
En cualquier caso, y aunque más por empuje y ganas que por fútbol, al descanso ya merecía ir ganando la Real. La segunda mitad fue el fiel reflejo de tantos otros partidos del equipo de Montanier en Anoeta, mejorando bastante el nivel y sentenciando con bastante facilidad. ¿Por qué? Porque como ya hiciera hace un año, entonces sin la misma fortuna, en la segunda mitad metió una marcha más. La presión a los centrocampistas y a los defensas del Athletic fue un punto más fuerte y unos metros más arriba, los robos de balón ya directamente generaban ocasiones de gol. Griezmann centró totalmente su posición, dejando la banda izquierda como una autopista que De la Bella supo aprovechar posicionalmente aunque más de un centro se fuera bastante lejos de las zonas de remate. Xabi Prieto no terminó de arrancar, y en un partido como el de hoy podría haber forzado muchas más jugadas y alguna amarilla más, pero de sus botas nació la primera ocasión de la segunda parte, un magnífico centro que Agirretxe, en su peor partido de esta temporada, solo pudo rozar. Ahí ya se estaba viendo que el gol era cuestión de tiempo.
Bielsa ya se olía el final de la película e intentó poner remedio. Eso, por muy loco que se le considere, no se le puede reprochar. Primero, estuvo presto apagando el fuego que más claro parecía. Se olía una expulsión de los visitantes y Anoeta pidió la segunda tarjeta amarilla para Iturraspe. En la jugada siguiente fue sustituido por el técnico argentino, que metió a San José de mediocentro. A renglón seguido fue Illarramendi quien estuvo a punto de marcar después de una portentosa escapada, pero De Marcos le quitó el balón por detrás cuando ya encaraba a Iraizoz. Clos Gómez no señaló el claro córner, tan incomprensiblemente como había perdonado una amarilla a De Marcos tras una patada a Zurutuza pitando el final de la primera mitad en lugar de la falta. Bielsa hizo a continuación el segundo cambio, Ibai Gómez por Isma López. En aquel momento, casi había que darle las gracias por no meter a Llorente en el campo. Pero por mucho que moviera Bielsa, la Real se merecía todas las miradas en esos minutos. Todo lo estaba haciendo bien. El Athletic ni olía la pelota. No llegaba al campo contrario. Y la Real generaba peligro y se veía ambiciosa. El gol, sí, era cuestión de minutos.
Y llegó como tenía que llegar, lo cual es un gran motivo de satisfacción. En una jugada fulminante de las que tanto le gustan a la Real, con Griezmann descaradamente volcado hacia el centro, con la imprescindible colaboración de Zurutuza y con un espléndido movimiento de Agirretxe, que supo levantar la cabeza para ponerle el balón al francés. Incluso con un mal control, mantuvo la ventaja para disparar. Y aunque pasara desapercibido en la jugada, que Zurutuza mantuviera la carrera hacia la portería fue importante para que Gurpegi no pudiera despejar el disparo de Griezmann. El gol era un premio justo a la manifiesta superioridad de la Real. Y la ventaja en el marcador llegó porque la Real de Montanier estaba haciendo las cosas muy, muy bien. Que llegara el segundo volvía a ser cuestión de tiempo. Y llegó en una jugada bastante parecida a la del primer gol, de nuevo con disparo de Griezmann que sacó Iraizoz. El rechace cayó en pies de Xabi Prieto y su disparo lo sacó con una espléndida zamorana Amorebieta, un defensa sobrevaloradísimo que vio así la segunda tarjeta amarilla y sumó una nueva y justa expulsión a sus estadísticas, que debió ser por roja directa pero que el colegiado, cómodo, aprovechó que ya tenía una para mostrarle solo amarilla.
Vela, que acababa de entrar al campo en sustitución de Agirretxe y al que se vio antes de coger el balón dialogando con Xabi Prieto, hasta ahora lanzador de los penaltis de la Real, marcó desde los once metros, a pesar de que Iraizoz le adivinó el lado del lanzamiento. Antes de que llegara ese gol, Bielsa ya se había jugado el todo por el todo, poniendo en el campo a Llorente (al que secó por completo Mikel González completando su gran partido; hasta ahora, a mejor nivel incluso que Iñigo Martínez, y eso es digno de resaltarse) y agotando sus tres cambios. De nuevo un rival hacía todas sus sustituciones sin mediar lesiones antes de que Montanier hiciera siquiera la primera. Hoy se ha ganado y el detalle caerá en el olvido, pero es posible que más de uno se estuviera ya desgañitando en Anoeta o frente al televisor viendo que el partido se iba a ganar colocando a Griezmann en el centro y con un extremo zurdo de refresco. El segundo gol hacía incluso más justo el resultado del partido, pero parecía corto para los méritos de uno y otro. ¿Zubikarai? Lomejor, verle sonreír al final, porque no hizo falta que interviniera.
La Real hoy podría haber buscado un resultado más amplio, pero no lo hizo. Quedó claro que iba a ser otro de esos días, como por ejemplo el del Zaragoza de la temporada pasada, cuando el primer ataque txuri urdin desde el 2-0 se frustra por un toque frívolo de espuela de Vela, que sigue sin encontrar su mejor forma, como la pasada campaña. Supongo que no hay que decir qué habría pasado si es la Real la que afronta veinte minutos con diez jugadores y dos goles de desventaja en San Mamés. Esos detalles también hacen grande a un equipo y hoy es, de largo, en lo que más ha fallado la Real. Montanier contribuyó a esa sensación de conformismo con otro de esos cambios incomprensibles, que dejan frío al espectador y que seguro que llevan a más de un jugador a darle vueltas a la cabeza, en este caso, por ejemplo, a Javi Ros. El técnico francés retiró a Illarra, que se llevó una merecidísima ovación (como un espléndido Zurutuza cuando dejó su puesto a Chory Castro), para colocar a Cadamuro en el centro del campo y sumar otra nueva posición a su tránsito por el campo, que le han llevado ya a jugar de lateral y de extremo, pero no de central, que se supone que es su posición natural. Curioso, como poco.
De ahí al final apenas se generaron llegadas. Xabi Prieto forzó de cabeza la última intervención de Iraizoz, el único jugador del Athletic que estuvo al nivel que requiere la Primera División, pero ya estaba todo vendido por ambas partes. La Real explotó sus armas de una manera estupenda, pero incluso dejó la sensación de que puede hacerlo mejor. Illara y Griezmann estuvieron espléndidos sin necesidad de ocupar las demarcaciones que mejor se adecuan a sus características y a su momento de forma. Y se consiguió una brutal superioridad ante el Athletic sin que Agirretxe y Prieto dieran su mejor nivel, con Vela, Chory Castro y José Ángel (los tres fichajes de este verano) en el banquillo, con Ifrán y Pardo en la grada y con Bravo lesionado. La Real duerme en la sexta posición y yo sigo preguntándome por qué demonios hay que cortarle las alas a este equipo en lugar de explotar sus condiciones y permitir que se sueñe con las cotas que puede alcanzar. Lo de hoy no tendría que ser casualidad y, si se gestionan adecuadamente los recursos que tiene, podría ser la norma. Pensemos en ello, aunque solo sea cinco minutos. Y mientras tanto, a disfrutar de la supremacía en el derbi.
1 comentario:
Javi, para mí, fundamental. Y creo que podría seguir creciendo en algunos partidos sin necesidad de compañía en el pivote, lo que daría más potencial ofensivo al equipo. Es que lo de salir a morder era algo que se tenía que echar en falta sí o sí... Y se nota cuando el equipo sale así, ya lo creo que se nota...
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