Cuando uno piensa en un jugador que haya vestido las camisetas de la Real Sociedad y del Fútbol Club Barcelona el nombre que viene a la mente de forma irremediable es el de Urruti. El de Francisco Javier Urruticoetxea. Y no porque sean sus actuaciones con la camiseta txuri urdin las que le hicieron pasar a la historia, porque eso le sucedió más con el Barça que con la Real, sobre todo con aquel penalti que paró en Valladolid en la temporada 1984-1985, dándo así la Liga a su equipo. Fue el día en que el periodista Joaquim Maria Puyal gritó aquello de "Urruti, t'estimo". En aquel momento, el guardameta cumplía su cuarta temporada defendiendo la portería blaugrana, tras haber pasado otras tres en la del Espanyol (cuando era Español). Allí había llegado después de cinco campañas formando parte de la primera plantilla de la Real. El cromo corresponde a la temporada 1974-1975. ¿Y por qué es tan importante la figura de este portero como para recordarla aquí y ahora? Porque es uno de los grandes ejemplos de cómo debe avanzar la Real.
Urruti era un gran portero, un ejemplo de la maravillosa factoría de guardametas que durante años fue la cantera de la Real. Pero tuvo que salir del club porque llegó un chaval más joven y con más cualidades que él. Un tal Luis Miguel Arconada. Y por eso Urruti fue traspasado al Espanyol. Antes de eso había jugado la nada despreciable cantidad de 79 partidos defendiendo la portería txuri urdin, compartiéndola nada menos que con Pello Artola. Con Urruti bajo palos, la Real se clasificó por primera vez para la Copa de la UEFA en la temporda 72-73. Y con él en esa posición jugó su primera eliminatoria europea, en la campaña siguiente, contra el Banik Ostrava. No deja de ser irónico que fuera en la UEFA, contra el Liverpool, cuando Andoni Elizondo decidió dar la alternativa a Arconada en el lugar que venía ocupando Urruti hasta entonces. Urruti llegó a la internacionalidad cuando ya jugaba en el Espanyol y sólo jugó cinco partidos con la selección española. ¿Quién le cerró el paso? Arconada, por supuesto. Estuvo en tres Mundiales, como suplente del realista (en España 82), antes de Miguel Ángel (en Argentina 78) y después de Zubizarreta (México 86). Zubi fue, de hecho, el guardameta que le suplió en el Barça al retirarse.
Cuando la tragedia se llevó la vida de Urruti a los 49 años, lloró más el barcelonismo que el realismo, pues allí, en la Ciudad Condal, fue se convirtió en leyenda. Perdió la vida el 24 de mayo de 2001, en un accidente de tráfico que sufrió volviendo a casa después de ver con unos amigos la final de la Champions que disputaron el Bayern y el Valencia. Sólo unos días después, el 4 de junio, Real Sociedad, Barcelona y Espanyol jugaron un torneo triangular de carácter amistoso para recordar al guardameta donostiarra. El Barça fue el triunfador. La Real empató a cero sus dos partidos de 45 minutos cada uno y su portero, ironías de la vida, fue Asper, el primer extranjero que se situó bajo palos con la camiseta txuri urdin. Urruti, pese a ser parte importante de la historia del Barcelona, también lo es de la trayectoria de la Real. Es un ejemplo de cuando el territorio guipuzcoano era en aquellos años el mejor y mayor vivero de porteros de la Liga española y de cómo la cantera de Zubieta debe funcionar, dando paso a sus jóvenes talentos aún quitándole el sitio a jugadores muy buenos. Como era el caso de Urruti, quien supo triunfar lejos de la Real.
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