Nunca he entendido por qué la cuestión arbitral genera tanta hipocresía. No hablar de los árbitros significa que no se habla cuando beneficia. Quejarte de la actuación del cuarteto que se supone debe impartir justicia supone sistemáticamente justificar y desviar la atención de una derrota. Se usa el término "polémica" cuando no se quiere hablar abiertamente de un error que ha beneficiado a los tuyos. Muy triste. Las medias tintas son tristes. Así lo único que hacemos es perpetuar el error y eso es precisamente lo que hace daño al fútbol. No el error humano, no, sino el error subsanable con una mejor preparación y disposición de los árbitros. Lo que ahora mismo no existe. Lo que permite pitar con tanta facilidad un fuera de juego inexistente como el de Nsue en Las Palmas o dar como gol el tiro de Bueno en Tarragona.
Teniendo en cuenta los incontables errores en contra que ha sufrido la Real en los últimos años (por mucho que algunos no quieran oírlo o lo entiendan como una burda justificación, parte esencial de las complejas explicaciones que requieren los resultados de temporadas como la que acabó en el descenso de hace tres años o la del no ascenso de hace dos) no me gusta adoptar una actitud defensiva cuando hay un error a favor de la Real. En la prensa guipuzcoana de estos dos últimos días hemos visto que se hacía hincapié en que el linier era el mejor colocado para ver si el tiro de Bueno traspasaba la línea de gol en lugar de admitir abiertamente que no pudo ver que el balón jamás entró. También hemos visto una recopilación de todos los calamitosos arbitrajes que sufrió el equipo txuri urdin la temporada pasada, como si tuviéramos que decir "¡eh, que a nosotros ya nos han robado bastante, no os quejéis ahora los demás!".
Y no es así. No puede ser así. Hevia Obras cometió un error imperdonable en Tarragona y dio un gol que no existió. Rompe una tendencia muy negativa en la Historia reciente de la Real, eso está claro, pero no deja de ser un error. Y hay que decirlo. Porque, insisto, si estas cosas no se dicen, el efecto pernicioso es doble. Por un lado, perdemos toda la legitimidad moral para quejarnos cuando nos suceda en contra (y nos va a suceder, como ya nos ha sucedido en el pasado). Por otro, seguimos perpetuando el error, ya que no hacemos nada para solucionarlo. Y ese debiera ser el trabajo de todos los equipos, por su propio beneficio. Los árbitros no dan la talla, cometen errores inverosímiles y deciden en contra de los principios que ellos mismos se marcan. Eso es subsanable.
En esta línea, me tengo que poner del lado de Tote. Resulta que el Hércules se encuentra tras esta jornada como estaba la Real hace una semana, quejándose de dos arbitrajes nefastos en su contra. "El problema de estos arbitrajes es que no podemos hacer nada porque todos los árbitros son así. Siempre es la misma historia, hacen lo que quieren en cada partido, pero no sólo con nosotros, sino con todos los equipos. Van contra todos, no hay un equipo que salga beneficiado. A mí me da pena por el público, pero no podemos hacer nada". Esta es la explicación de Tote. Y estoy de acuerdo.
Las teorías de la conspiración pueden encontrar acomodo en algunos momentos. Los propios árbitros contribuyen a veces a ello, con designaciones reiterativas como las de González González a la Real durante la teporada pasada (el ascenso a Primera de tan mal árbitro da también argumentos a los más paranoicos) o afirmaciones como aquella de Iturralde González refiriéndose al Athletic de Bilbao en primera persona. Pero lo que se ve semana tras semana, en casi todos los campos de Primera y Segunda División, es que casi todos los arbitrajes son poco presentables. Y no sólo cuando deciden el resultado con decisiones equivocadas como la de Tarragona.
No se trata de mantener una predisposición negativa hacia los árbitros, sino de que hagan su trabajo lo mejor posible, que es exactamente lo mismo que le exigimos al futbolista. Ahora mismo, los colegiados tienen un margen de mejora demasiado amplio para un fútbol que se quiere considerar a sí mismo como el mejor del mundo. Nosotros también podemos contribuir diciendo las cosas como son y no escondiéndonos en subterfugios, lugares comunes y eufemismos. El gol de Bueno no entró. El árbitro, con la colaboración del asistente, permitió con su notable equivocación que la Real ganara el sábado. ¿Cuesta tanto reconocerlo? A mí no, desde luego.
3 comentarios:
Así No.
Que lo que nos han quitado a nosotros no nos lo devuelvan quitándoselo a otros.
Totalmente de acuerdo.
Tenemos que ser coherentes, y todos hemos podido ver que no fue gol.
No entra totalmente el balón y es un error grave. Estoy contigo en que hay mucha hipocresía en el fútbol, cuando nos perjudican nos cabreamos todos pero cuando nos benefician miramos para otro lado, un error sea a favor o en contra sigue siendo un error.
Luis, eso es, coherencia ante todo. La mejor noticia sería que al final de la temporada pudiéramos decir que ni nos han quitado ni nos han regalado puntos.
Cityground, es un error e insisto en lo que digo en la entrada: hay que decirlo con claridad. Lo malo es que cuando es en contra siempre hay alguien que dice que lloramos, o que no podemos quejarnos porque a lo mejor hemos jugado mal o algo parecido. No, hay que decirlo siempre porque es parte del juego. Y una parte muy mejorable, además.
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