Tiene un mérito terrible acudir a un partido en el que demasiada gente decía no creer con sólo 14 jugadores del primer equipo, sufrir tres lesiones más durante los 90 minutos, y saltar al cesped a ganar. Porque la Real salió a ganar. Con los problemas habituales, con la ausencia de un fútbol vistoso (aunque esta vez sí pareció haber mucho más control que de constumbre) y con la omnipresente falta de acierto ante la portería contraria. Lillo colocó a Gerardo como ese falso lateral derecho que tantos problemas le ha generado en Anoeta pero que tan bien parece resultarle lejos del estadio donostiarra. Los dos centrales disponibles, Labaka y Ansotegi, y Castillo completaron la zaga. Rivas y Markel, como era esperado, iniciaban la zona media del terreno de juego, y a partir de ahí es cuando el técnico se guardó su sorpresa. La pregunta antes del partido era si iba a jugar Necati o si lo iba a hacer Agirretxe. Lo hicieron los dos, con el turco algo más retrasado a la mediapunta y dejando a Marcos en el banquillo.
La primera parte fue igualada. El Salamanca, a pesar de la fortaleza mostrada durante toda la temporada sobre todo como local, no dejó gran sensación de equipo, y mostró un fútbol alejado de los resultados que en la primera vuelta le llevaron al liderato. Con la derrota, los salmantinos enterraron toda opción de volver a Primera en junio. El gol de Agirretxe les dejó sin opciones. Gol no, golazo. Estos son los goles que debe buscar la Real. Una gran conexión por banda entre Gerardo y Xabi Prieto, una espléndida asistencia del extremo a Agirretxe, un magnífico movimiento del delantero hacia atrás para desmarcarse y un remate ajustado a la escuadra. Golazo, insisto. Golazo que demuestra, como el resto del partido, que el jugador de más jerarquía y talento de esta Real es Xabi Prieto, y que Agirretxe ha hecho que nos olvidemos de Díaz de Cerio antes incluso de que deje de ser jugador txuri urdin.
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Siete tantos lleva y la misma media que Abreu. Si hace unas semanas la pregunta era dónde estaríamos si el uruguayo hubiera venido en verano, asusta pensar dónde nos habrían colocado Abreu y Agirretxe de haber tenido toda la temporada para jugar juntos, algo que no ha sido posible por el momento de la llegada del primero y por la edad y condición de jugador del Sanse del segundo. ¿En el futuro lo veremos? Porque la palabra clave del partido es esa: futuro. La Real que saltó al campo en Salamanca ofreció la base de lo que puede ser el equipo txuri urdin en el futuro. Buenos mimbres de salida para sobrevivir en las peores condiciones imaginables, talento para la competición incluso en campos complicados como el Helmántico y la necesidad de dos o tres refuerzos que le otorguen a esta plantilla un salto de calidad.
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En la primera parte también se produjo la irrupción del otro nombre propio del partido: Ros. El juvenil tuvo que saltar al campo para hacer frente al enésimo contratiempo al que tenía que hacer frente Lillo, la lesión de Markel Bergara. En los primeros minutos sobre el campo pareció algo nervioso y perdió algún balón de esos que no se deben perder, esos que propician una ocasión de gol del rival. Pero se relajço, empezó a hacerlo fácil y bien y acabó con un magnífico detalle de clase, un pase al espacio que Marcos debió convertir en el 0-2. Su debut es una magnífica noticia en unos tiempos de sufrimiento. Y más teniendo en cuenta los problemas que ha tenido la Real durante toda la temporada en la creación de juego. Con un Diego Rivas como el que jugó en Salamanca, las cosas parecen más fáciles.
Con el comienzo de la segunda parte, la Real disfrutó de los mejores minutos del partido, los más tranquilos y los que generó las ocasiones que debieron otorgar al conjunto txuri urdin una mayor renta en el marcador. Xabi Prieto tuvo buena culpa de ello también, y se notó mucho en el bajón que sufrió el juego realista cuando tuvo que marcharse del campo lesionado. Forzó para jugar el partido después de una semana con molestias y el equipo lo agradeció mucho. Pero eran ya minutos para aguantar el resultado, y la Real lo hizo de maravilla. Cierto que el Salamanca no demostró demasiado peligro (Bravo tuvo que solventar un par de jugadas mano a mano con un delantero charro), cierto que este fútbol aparece extremadamente aburrido a ojos del espectador, pero igualmente cierto es que los tres puntos no parecieron estar en peligro en ningún momento. Y eso es lo más valioso que dejó la Real que jugó en Salamanca.
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Y es que los condicionantes eran muchos: muchas bajas (habrá que ver durante la semana si se puede recuperar a algún jugador y si los tres que salieron lesionados del Helmántico pueden jugar el domingo que viene ante el Córdoba), muchos jugadores apercibidos (todos ellos tuvieron la suficiente profesionalidad y el buen hacer necesario como para evitar la amonestación y el consiguiente partido de sanción) y, lo más importante de todo, la enorme distancia que había con respecto al tercer clasificado antes de empezar el partido. La Real no se rinde. No ofrece un fútbol acorde con lo que mucha gente espera, tiene lagunas y mil cosas por mejorar. No seré yo quien lo niegue. Pero a lo que me niego es a restarle valor a lo que está haciendo el equipo. Los 90 minutos fueron una pequeña tortura, pero sólo si lo vemos como un partido de fútbol aislado. Pero lo de Salamanca fue algo más. Fue un nuevo ejercicio de fe que recibió la recompensa de los tres puntos.
Como siempre, la botella estará medio vacía para muchos y medio llena para algunos. Los primeros destacarán que Necati un partido más se quedó sin marcar, que Castillo está desconectado del equipo, que Markel Bergara estaba sufriendo mucho antes de marcharse lesionado, que con Rivas este equipo no puede construir un fútbol fluido, que Marcos está lejos de su mejor forma. Y es lícito. Pero, insisto, hay que ver los condicionantes. Con más de medio equipo titular de baja, con otro medo apercibido de sanción, en un campo difícil y con muchos realistas pensando que la temporada puede haber acabado ya (sensación que se acentuó con los goles del Zaragoza en el marcador del campo charro). Con todo eso, la Real ganó. Los de Lillo, gran culpable de que el ejercicio de fe se esté prolongando más de lo que muchos pensaban, encadenan tres victorias consecutivas y una racha de trece puntos de los últimos quince en juego. Si la tarde del domingo trae alegrías, el sueño seguirá vivo. Una semana más. Cuatro para llegar. ¿Y si el final le devuelve a la Real todo lo que ha sufrido en los últimos tres años...? Que la fe aguante un poco más.
3 comentarios:
Bueno, pues tres puntitos más.
Yo creo que es casi imposible el ascenso, pero quiero que mi equipo siga peleando incluso cuando sea matemáticamente imposible.
Un saludo y gracias por tus crónicas.
Miki, sí, es hora de pensar que es casi imposible. Pero estoy contigo, hay que pelear cada punto y quedar lo más arriba posible. ¿Que eso es el cuarto puesto? Pues que sea el cuarto. Pero ganando y haciendo todo lo posible. Gracias a ti (y a todos los que pasáis por aquí) por leerlas.
El ascenso esta casi imposible pero hay que valorar positivamente este final de liga del equipo, con todos los problemas del mundo pero están sacando los partidos adelante con mucho merito. Me alegro del debut de Ros y del nuevo gol de Aguirreche que debe ser un delantero importante para la temporada próxima.
Muy grandes los que fueron a Salamanca como lo que vi en Huesca hace un mes, ayer el Hercules con muchas opciones mas de subir trajo a Huesca poco mas de 100 aficionados y de le Real hubo mas de 500, un orgullo de ser del mismo equipo que esa gran afición.
Este año no ascendemos pero tengo muy buenas vibraciones para la temporada que viene, hay una buena base de gente joven y con algún refuerzo bueno se puede aspirar al ascenso.
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