La estadística dirá que la Real ha cumplido. Ha ganado su partido ante el Albacete. El modo en el que se ha producido la victoria ha sido poco menos que surrealista, con un gol en propia puerta, en el tiempo de descuento y jugando contra diez jugadores manchegos. Ya es surrealista sin profundizar mucho en lo que ha sucedido durante el partido, pero haber visto los 90 minutos que se han disputado hoy en Anoeta hace además que la sensación que deje este triunfo sea de tristeza. Tristeza por las cosas que ha hecho y las que no ha hecho la Real sobre el cesped. Y tristeza porque han ganado los tres equipos que preceden en la tabla al conjunto, por lo que la victoria no sirve para recortar ni un punto al tercer clasificado. La Real se queda a ocho puntos del ascenso. Quedan quince en juego. Lo posible se ha alejado hoy de lo probable a pesar de que los tres puntos se han quedado donde debían para soñar más con el objetivo final. ¿Los imposibles existen? Como poco, una semana más de sufrimiento.
El análisis racional del partido comienza con el planteamiento de Lillo, cuatro defensas otra vez, como en Alicante, con Carlos Martínez y Castillo en las bandas, y Abreu como único delantero. Ni el gol de Agirretxe hace una semana ni el deseo de tantos de ver jugar juntos al uruguayo y a Necati alteraron el plan preferido por el técnico desde que Aranburu es baja: Xabi Prieto por el centro como mediapunta y Marcos y Moha por las bandas. Hasta el análisis racional se inunda de surrealismo, y ese planteamiento se le cayó en parte a Lillo cuando a la media hora Carlos Martínez se tuvo que marchar tras recibir un golpe en la cabeza en un salto. El plan no varió mucho, puesto que su sustituto fue Gerardo. El resultado al descanso, en todo caso, el mismo de casi siempre en Anoeta: 0-0. Tampoco varió el plan del técnico cuando Mikel González (el único de los apercibidos que vio una amarilla y no podrá estar en Salamanca) también pidió el cambio por lesión: apareció Ansotegi sobre el cesped. Hasta ahí el análisis racional, porque lo sucedido en Anoeta obedece mucho más a lo irracional.
La Real hizo la primera parte habitual, anodina, con pocas ocasiones de gol y poco fútbol, algo atropellada en el centro del campo y sin claridad arriba. Lo que hemos visto en tantas ocasiones, pero esta vez con el grado surrealista de ver al equipo txuri urdin fallando incluso sin portero bajo los palos. Hasta en dos ocasiones salió lejos de su área el meta albaceteño y en las dos los jugadores realistas no fueron capaces de disparar a puerta. El análisis, en todo caso, similar al de siempre: a los puntos, la Real fue superior a su rival, tuvo ocasiones y el Albacete no, y eso le hizo acreedor a un gol que le diera ventaja. Pero la sensación general es de que los jugadores realistas no se imponían a los manchegos, no demostraban la superioridad que les supone e incluso demostraban cierta apatía que a más de uno le llevó a pensar que el equipo pensaba ya en las vacaciones. Los goles que iban cayendo en los partidos de los rivales por el ascenso aumentaban esa sensación. Nadie cedía y sólo la Real era incapaz de ir ganando su partido.
Pasaban cositas positivas, detallitos que demuestran que este equipo tiene capacidad de hacer su trabajo bien (y la primera fue una gran combinación nada más comenzar el partido entre Moha, Xabi Prieto y Carlos Martínez) pero nunca parece bastar para ganar o cerrar partidos. En la segunda parte, el partido adquirió un tono alocado que acercó más al Albacete a la victoria. Bastante más. Bravo tuvo que sacar una buena mano y Diego Rivas (quizá el mejor del partido porque fue el único que cumplió por completo con su cometido sobre el campo) tuvo que despejar un remate que ya había batido al chileno desde la misma línea. ¿Mejoró el Albacete tanto como para poner en aprietos a la Real? En absoluto. Los visitantes no demostraron prácticamente nada y su táctica quedó limitado a lanzar balones a Diego Costa para ver qué hacía. Y Diego Costa solito creó una sensación de zozobra en la defensa realista absolutamente inusitada e injustificada. Cada jugada del Albacete parecía tener mucho más peligro del que en realidad llevaba. El dominio del balón seguía siendo de la Real pero no parecía que los jugadores de Lillo supieran qué hacer con él.
En ese escenario surgió el, hoy por hoy, único jugador capaz de desequilibrar: Xabi Prieto. Casi todas las jugadas de ataque de la Real pasaron por sus botas, tanto en la primera parte cuando jugó por el centro como en la segunda cuando acabó en su costado natural, el derecho. Sí, Xabi es un jugador inconstante, y sí, no está marcando las diferencias que cabría esperar de él. Pero hoy por hoy debiera ser el jugador al que nos tenemos que agarrar para esperar algo diferente. Pero ni siquiera sus acciones brillantes bastaron para que la Real diera la sensación de poder llevarse el partido. A doce minutos del final, el Albacete se quedó con diez jugadores en una jugada absolutamente surrealista, otra más, que jamás debió acabar con una tarjeta roja, aunque no se notó que el Albacete tuviera un jugador menos. Labaka acabó casi de delantero centro esperando balones que nadie colgaba. Pero ni así. Es difícil encontrar en esos doce minutos alguna ocasión clara de gol, casi ni disparos a puerta, aunque antes Abreu sí tuvo una buena oportunidad que sacó con una buena mano abajo el meta visitante.
Cuando casi todo el mundo pensaba ya en el final, en cerrar el partido y probablemente la temporada, llegó el gol. Y todavía nadie sabe cómo. Pasaba ya minuto y medio del 90. La Real inició un contraataque producto de la mala gestión del Albacete de los últimos minutos, y acabó en gol. Necati intentó meter un balón cruzado para propiciar un uno contra uno, Mainz se lanzó al suelo para cortar el centro y el cuero cogió dirección hacia la portería. Mainz estaba como a treinta metros de la portería, pero el meta se había adelantado y el despeje le pillo a contrapie. El balón entró llorando. La fortuna, que tantas veces le ha sido esquiva a la Real esta temporada, esta vez sonrió a los realistas, y trajo algo de equilibrio al sopapo que recibió este equipo en el descuento precisamente en Albacete. Gol. Hubo quien lo cantó con una explosión de alegría inusitada. A mí me costó por el surrealismo que rodeó al partido. A los puntos la Real merecerá la victoria, como dijo Lillo en la rueda de prensa, no lo dudo, pero la sensación que estaba dejando el partido era de tristeza, de desazón, de impotencia. Y con los resultados que se estaban dando en otros campos directamente era un canto fúnebre para la temporada y las opciones de ascender. El gol permite seguir con vida. Menos vida, pero vida al fin y al cabo.
La distancia con respecto al objetivo es la misma que hace dos horas, pero con un partido menos. La Real sigue teniendo la posibilidad de llegar a 75 puntos gracias a que ha roto una racha de dos meses sin ganar en Anoeta y suma de nuevo dos victorias consecutivas. Pero la sensación ha sido horrible. Y no sólo por el hecho de que todos los equipos que aspiran a subir ganen con facilidad sus partidos, incluso goleen, mientras que la Real sufre lo indecible para lograr triunfos. Lo cierto es que el equipo txuri urdin tiene hoy los mismos puntos que hace un año a estas alturas, pero el escenario es radicalmente distinto. El ascenso está muy lejos. Pero las matemáticas, la ingenuidad del soñador y el realismo absoluto obligan a pensar que todavía es posible. La siguiente estación, Salamanca. Si de allí no sale la Real con un recorte de puntos con respecto al tercero, será muy difícil seguir creyendo. Quedarían doce puntos en juego, y ocho de desventaja con tres equipos por adelantar. Pero hay que seguir. La camiseta obliga. Y debiera obligar hasta un punto en que la Real ofreciera algo más que hoy. Porque lo de hoy ha sido surrealista y un tanto triste.
3 comentarios:
Bueno,te seré sincera,dudo mucho que este año la Real ascienda.La distancia no es tanta,pero por el juego de tu equipo y sobretodo por el de los que están arriba parece poco probable.La Real Sociedad debería estar siempre en Primera división,pero en el fútbol de hoy en dia debería estar sancionado que los equipos salgan con un solo delantero y mas jugando en casa.
Doctora, muchas gracias por tu visita a este rincón. Yo también dudo que subamos, se junta todo, el endiablado ritmo de los de arriba, la desventaja que tenemos y las pocas jornadas que faltan. Pero soñar es gratis. Lo que dices, en todo caso, es algo que habría que tener en cuenta: a la Real le ha faltado ese punto de grandeza de salir, sobre todo en Anoeta, a demostrar que el equipo centenario y bicampeón de Liga está sobre el césped.
Otro partido malo y van.... al menos ganamos con la suerte que nos falto otros días.
¿es imposible jugar con dos delanteros en Anoeta?, Lillo me tiene cansado, no es el único culpable de no subir pero cada jornada me decepciona mas.
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