La Real logró en Alicante tres puntos que prolongan el sueño y la agonía. El sueño porque sigue vivo el objetivo de ganar los siete últimos partidos de Liga que aúpen al equipo hasta los 75 puntos. La agonía porque la victoria no ha servido para recortar nada a los equipos que le preceden en la tabla, los que luchan por lograr el ascenso a Primera. Pero lo segundo hace que lo primero se vea cada vez más complicado. El sueño sobrevive a duras penas. Hoy es uno de esos días en los que es difícil describir lo que uno siente. Se ha ganado, sí, pero aparentemente no ha servido para mucho en la larga y agónica carrera de 42 jornadas que es la Segunda División. Quedan 18 puntos en juego y la desventaja es de ocho, más los posibles averages que la Real no tiene demasiado a su favor. Hoy no ha habido casi nada destacable más allá de los nombres propios fundamentales y mínimos para lograr los res puntos: el del portero y el de los dos goleadores.
Lillo volvió a sorprender y a romper todos los pronósticos de la prensa. Optó por regresar al sistema de cuatro defensas, con Carlos Martínez y Castillo en los laterales. Labaka fue el central que se quedó en el banquillo. Con un centrocampista defensivo menos sobre el campo, el hombre sacrificado fue Gerardo (que tuvo minutos en la segunda parte sustituyendo a Carlos Martínez en la banda derecha). Completaron el once Diego Rivas y Markel en la contención, una línea de tres formada por Moha en la derecha, Xabi Prieto por el centro y Marcos en la izquierda, y Abreu en punta. Parece obvio, y así lo reconoció Lillo en la rueda de prensa, que al técnico realista le condicionó sobre todo el hecho de contar con ocho jugadores apercibidos de sanción. Tres se quedaron de salida en el banquillo, Labaka, Estrada y Necati, y dos de ellos probablemente por el cambio de sistema, ya que tanto el central como el delantero podrían haber tenido cabida en el 3-4-3 de las últimas semanas. Sólo Necati tuvo minutos al final.
Qué difícil es destacar algo de la Real en el día de hoy. Una nefasta primera parte, aprietos finales ante un equipo que ocupa puestos de descenso a Segunda B y el mismo fútbol de tantos otros días, es decir ninguno. Pero sí hay cosas positivas. Para empezar, es imprescindible seguir hablando bien de Abreu. El uruguayo ha tenido que escuchar bastantes críticas por su forma de jugar, por su aparente pasividad en el juego y en la presión, pero creo que ya nadie puede dudar sobre su importancia en este equipo. Hoy ha marcado su décimo gol (a pase de Moha, que estaba haciendo un mal partido). Es inevitable soltar un suspiro de tristeza si se piensa dónde podría estar la Real ahora si hubiera contado con él desde septiembre. Sus goles se echaron de menos en la primera vuelta. También hay que hablar bien de Bravo. Llevaba tiempo sin ser demasiado determinante y hoy ha salvado los tres puntos con dos o tres intervenciones de mérito con el 0-1 en el marcador. El chileno sigue siendo un seguro. Y de Agirretxe. Otros pocos minutos y otro gol más para su cuenta. El canterano ya lleva seis tantos en menos minutos de los que jugó Díaz de Cerio hasta su lesión (y se quedó en cuatro goles). Valorémoslo.
Hasta el minuto 41 de la primera parte no llegó la primera ocasión clara de la Real. La tuvo Ansotegi tras un barrullo que se formó en el área alicantina en un corner. Marcos, a los seis minutos de la segunda parte, realizó el primer disparo entre los tres palos. Y pocos instantes después Abreu adelantó a la Real. Después, la entrada de Gerardo reactivó la estrategia y se creó cierto peligro en una falta directa y en algún que otro corner. Así llegó el gol de Agirretxe. Gol que pareció sentenciar el encuentro. Ni siquiera el postrero gol del Alicante provocó demasiado sufrimiento. Lo que sucedió antes, en la primera parte, mejor ni contarlo. Después hubo más control, pero sin eliminar la sensación de que el partido fue malo. Sólo pasará a la Historia por la curiosidad estadística que supone ser el primer triunfo realista en el Rico Pérez de Alicante. Bien es verdad que delante no estaba el Hércules, no. Estaba un equipo que apenas arrastra seguidores a su estadio (la impresión fue parecida a la de jugar en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla Atlético), que pasa por momentos muy delicados en lo institucional y que, pese a ser un conjunto honesto, tiene su futuro en la Segunda B.
Todo eso no puede ocultar que el de la Real fue un partido muy malo. Es cierto que se hizo lo justo, lo que se pedía antes del encuentro. Se ganó, se sumaron los tres puntos que se necesitaban. Pero se astisbó cierta desidia sobre el césped. El calor, el terreno de juego, los resultados de los equipos que encabezan la tabla, las ocho horas de autocar, el tren del ascenso que se va poco a poco... Explicaciones (o excusas) habrá muchas, pero no pueden valer. Si los conjuntos que mandan no cejan en su espectacular ritmo, el ascenso a Primera será pronto imposible con la calculadora en la mano. Y la Real no se puede permitir el lujo de pasear con desgana su escudo por los campos de Segunda División. Aunque no haya nada en juego. La camiseta del centenario tiene dos estrellas que exigen. Son estrellas que los aficionados llevamos siempre con orgullo. Y los jugadores no pueden ser menos. Si lo son, no merecen esta camiseta. Y hoy ese partido se ha acercado peligrosamente a esa sensación en algunos minutos.
Lillo mantuvo el discurso sobre ls posibilidades de acabar entre los tres primeros. "Hoy podría haber ocurrido que el partido del Albacete no fuera importante", explicó. Y es verdad. No ganar hoy habría supuesto el fin. Cuando el árbitro señaló el comienzo del partido, la Real estaba a once puntos. Ahora sigue a ocho. "¿Y si les toca ahora perder a los demás? Que nosotros estemos lo más cerquita posible", aseguró. El técnico admitió que el equipo no estuvo agresivo cerca del área contraria, pero destacó la tranquilidad con la que ha jugado desde el minuto 20 de la primera parte hasta el gol de Abreu, y se mostró convencido de que en otro estadio, con un ambiente al menos de Segunda División, la percepción sería otra. Quizá. Pero el espectador acaba descontento porque, acabando ya su segundo año en la categoría de plata, ve cómo su equipo no termina de ser tan superior como se podía esperar en ciertos campos. Y el de hoy, con este rival, es uno de ellos. "No había dejación, había conciencia de jugar de una forma determinada", añadió Lillo.
La Real cerró la jornada sabiendo lo que habían hecho los demás equipos, que dejaron poco margen para la alegría txuri urdin. Si acaso, haber adelantado al Salamanca en la tabla. Pero los cinco primeros clasificados ganaron sus partidos, lo que impide recortar aunque sólo fuera un triste punto a la distancia que nos separa de los puestos que dan el billete a Primera. La oportunidad de la semana pasada, en la que sí pincharon los de arriba, no ha tenido continuidad, lo que dificulta aún más (si eso es posible) la empresa que tiene por delante el equipo txuri urdin. Lo cierto es que la Real sólo tenía y sigue teniendo una opción: ganar los siete partidos que le restaban a la Liga y esperar que los demás fallen. Lo único que se puede hacer es ganar, ganar y ganar hasta el 21 de junio. Ya serán los demás los que dicten si eso sirve para algo. Eran siete y llevamos uno. Quedan seis. La próxima estación, de nuevo en el temido Anoeta que tan pocas alegrías ha vivido en lo que llevamos de 2009, ante el Albacete. Serán otra vez tres puntos imprescindibles para que el imposible que perseguimos parezca un poco más posible.
4 comentarios:
Voy a tener que dejar de escuchar o seguir via online los partidos de la Real. Parece que los fines de semana se me hacen más largos, y con lo cual los aprovecha uno mejor.
Uno de siete, y subiendo.
Seguro.
Anoeta y Salamanca( por fin volver a poder animar desde la grada)
Al menos ganamos a uno de los de abajo, el partido debió ser malo de solemnidad pero nos llevamos los tres puntos, ¿servirán para algo?, lo dudo pero mientras hay vida hay esperanza.
Jugar bien con Markel y Rivas de mediocentros es casi una utopía, siguen marcando Abreu y sobre todo Aguirretxe que puede ser un jugador importantisimo en nuestro futuro.
Los resultados fuera de casa están siendo bastante buenos, lastima que en Anoeta hayan volado tantos puntos, para la temporada próxima si queremos subir hay que hacerse fuertes en casa.
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Saludos
Iván, la verdad es que se echa de menos cuando se pasa tiempo sin estar en la grada, ¿verdad...? A ver si la racha sigue para entonces.
Cityground, tú lo has dicho. Anoeta nos ha hundido. En cuanto a lo de los mediocentros, nunca sabremos el daño que nos ha hecho la baja de Elustondo. Mira que yo no confiaba demasiado en él, pero había empezado bien. Y cuando nos faltó, no hemos encontrado soluciones.
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