En una semana de celebraciones que empezó con el día de San Sebastián y que continuó con el comienzo de nuestro centenario, nos falta todavía una fiesta más: el partido del sábado. Porque sigo convencido de que el objetivo tiene que ser ese, convertir el fútbol de cada fin de semana en una fiesta que culmine, como decía Aranburu ayer en sala de prensa, en una celebración como la del día 20 pero con el ascenso en la mano. Hasta ahora, todos han disfrutado de las dos fiestas de esta semana. Todos los invitados eran del agrado de los organizadores (si acaso, molestó esa lluvia que recortó algo la Tamborrada infantil), pero el sábado en Anoeta, en la tercera de las celebraciones de esta semana, sí tenemos un invitado de esos que todos nos preguntamos a qué viene: el árbitro. González González. El del Eibar. El de Albacete.
Y aunque las fiestas son ocasiones felices, siempre puede haber detalles que las enturbien. Llevo toda la semana preguntándome cómo es posible que el Comité arbitral haya decidido, con los precedentes que tiene este árbitro con la Real y las quejas lanzadas por Lillo, que este fin de semana arbitre al equipo por ¡tercera vez! en esta primera vuelta. Hay colegiados que no te llegan a pitar en toda una temporada. Éste ya lleva tres designaciones, y, por desgracia, las que nos quedan. Después de la designación, comencé también a preguntarme si la cuestión arbitral estuvo sobre la mesa en la reunión que mantuvo el presidente realista, Jokin Aperribay, con el presidente de la Federación, Ángel María Villar, que al fin y al cabo es el presidente también de los árbitros. Y hay una pregunta más que me llevó haciendo toda la semana. ¿Vendrá González González a Anoeta para celebrar algo...?
Pero no son estas las únicas preguntas de la semana, claro. Las otras me surgen del nuevo Consejo, del que salió hace ya más de un mes de aquella inolvidable Junta de Accionistas. Y me surgen porque creo que no se está obrando con justicia. Al nuevo presidente sólo le hemos escuchado en dos comparecencias públicas, la de su presentación (que fue tan decepcionante como poco relevante para evaluar al presidente, ya que hablaron mucho más los otros directivos presentes) y la de Abreu. De la primera comparecencia sólo quedó el anuncio de un plan de choque del que no hemos vuelto a conocer novedad alguna. Y creo que merecemos saber algo más. Algo, en realidad, de lo que supone ese plan de choque. Lo único que sabemos es que se ha pedido a los jugadores que se bajen el sueldo, y eso fue una idea que Iñaki Badiola ya intentó poner en práctica (y que puso, de hecho, con Diego Rivas).
De la segunda comparecencia, queda otro mensaje. Dice Aperribay que el fichaje de Abreu fue posible gracias a la aplicación del plan de choque. Dio las gracias a los jugadores por su esfuerzo que, añadió, permite la llegada del delantero uruguayo. Pero resulta que no hay acuerdos cerrados con ningún jugador para rebajarse la ficha y liberar al club de cierta carga salarial, tal y como ha reconocido Aranburu. "Lo diría en plan general", señaló el capitán, que precisamente por ser el capitán sabe mantener el sitio que le corresponde. Él quiere que de esto se hable dentro del club y no en los medios. Normal. Pero también es normal que los aficionados queramos saber quién tiene gestos que ayuden a la Real, a su Real, a nuestra Real, en los momentos de necesidad. Es difícil que ambos deseos se encuentren, pero hay que hacer lo posible por que así sea.
Pero, claro, después de lo dicho por Aperribay y de lo matizado por Aranburu, uno podría preguntarse qué habría pasado si es Iñaki Badiola quien hace una afirmación como esa. Y resulta que no hace falta la pregunta, porque ya ha sucedido algo parecido. ¿Os acordáis de todas las críticas que se le hicieron a Badiola por anunciar la inminente renovación de Iñigo Díaz de Cerio cuando no estaba cerrada? Pues eso. Actuemos con rigor y con justicia. Si la prensa no informa, pierde toda credibilidad. Si minimiza o exagera determinadas cuestiones, no merece esa confianza. Si directamente se alinéa con el poder por interés, lo que merece es el desprecio del aficionado y del lector. Y, por desgracia, no se está informando de muchas cosas que con Iñaki Badiola en la Presidencia ocupaban portadas en prensa y minutos en radio y televisión.
¿Por qué no sabemos qué dijeron los administradores concursales del fichaje de Abreu cuando a Badiola casi le obligan a despedir a Moha (mucho más barato) incluso después de haberlo presentado? ¿Por qué no sabemos nada de los trámites para inscribir a Abreu en la Liga (la normativa FIFA impide a un jugador militar en tres equipos por temporada, aunque si uno es sudamericano se suelen conceder permisos especiales)? Y ya que estamos con preguntas, ¿por qué Aperribay todavía no nos ha contado nada de las celebraciones del centenario? Lo que sabemos, lo sabemos por Badiola. Y la Real tiene nuevo presidente. Va siendo ya hora de que demuestre que ocupa el cargo.
3 comentarios:
Que bien huele la plataforma del 5%
Parece que los de vocento ya no tienen tanto de que hablar.
Un saludo
La campaña de Lillo contra el estamento arbitral en general es lamentable. Focalizar su ira o disulión es despiadado. ¿En qué ánimo irá el colegiado el sábado a pitar a Anoeta?. Hay que saber perdonar una mala actuación y no generalizar.
La designación de este tipo es una provocación, nos la ha liado en los dos partidos que nos ha pitado, espero que los jugadores estén centrados y se olviden en lo que puedan de ese impresentable arbitro.
P.D.: Lillo hace muy bien, sino se queja el ¿quién lo hace en la Real?, con arbitrajes justos iríamos primeros, nos han quitado mas que nos han dado.
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