sábado, noviembre 08, 2008

REAL SOCIEDAD 0 - EIBAR 0. ¿Qué más nos tienen que hacer?


Ya sólo hay una pregunta posible: ¿qué más le tienen que hacer a la Real para que hablemos claramente de lo que le está sucediendo a este equipo? Hoy un árbitro, uno más, ha decidido que la Real sea un equipo perjudicado, vilipendiado, ninguneado y despreciado. Hoy se ha visto en Anoeta una de esas imágenes terribles, que uno no quiere ver. A Díaz de Cerio le han roto la pierna. Corría para interceptar una mala cesión de la defensa eibarresa a su portero y éste le ha dado una patada (buscando el balón, involuntaria por tanto y no hay nada que achacar al meta visitante, pero patada al fin y al cabo que se debe arbitrar) con el dramático resultado que se puede ver en la imagen. El despreciable árbitro del partido, y me contengo para no escribir nada peor, ni siquiera ha detenido el partido para ver cómo estaba. Los médicos de la Real han saltado al campo incluso con el balón en juego. Todo el mundo ha visto la gravedad de la situación. El miserable árbitro del encuentro no. No me importa que sea penalti o no. Me importa lo que ha hecho el árbitro. Y lo que ha hecho sólo merece ese calificativo: miserable.

A mí se han saltado las lágrimas al ver las imágenes de Iñigo pidiendo, a gritos, desesperado, que alguien saliera a atendarle. Se me han saltado las lágrimas por lo duro que es que un profesional ejemplar pase por un trance tan duro como éste, pero también porque esto empieza a no ser el deporte que a todos nos ilusionó de críos. Insisto, no lo digo porque sea penalti o no la jugada, que todavía no he visto bien. Lo digo por la actitud. Hoy he terminado de perder toda la inocencia que tenía. Toda la que no perdí cuando a la Real se le privó de ganar su tercer título de Liga con demasiadas decisiones discutibles en contra a las que hubo que poner buena cara. Toda la inocencia que no perdí cuando a Aranburu le destrozaron la rodilla en Santander y el árbitro no señaló ni siquiera una miserable falta. Toda la que no perdí cuando se machacaba a la Real en la primera vuelta de la temporada en la que descendió a Segunda. Y toda la que no perdí cuando ni siquiera con una conversación en la que se hablaba de la compra de un partido se quiso investigar en los lodazales del fútbol español. Hoy he perdido toda la que me restaba.

Y el partido ya me da igual. No me importa si la Real ha jugado bien o mal. Si el Eibar ha podido ganar o no. Si el resultado es justo o injusto. Lo único que me importa es que el deporte que yo quería no es ya el que veo sobre el césped. Llevamos una temporada en la que ya habían lesionado a un jugador realista en el campo, a Xabi Prieto. Y a nadie le importó. Lo de hoy es todavía más grave. Y ni me he enterado siquiera si la jugada ha sido dentro o fuera del área, si hay infracción o no. Es que el árbitro ni siquiera he tenido la dignidad humana y profesional de detener el partido. ¿A qué esperaba? ¿A que tiraran el balón fuera alguno de los 21 jugadores que todavía estaban sobre el campo en perfectas condiciones? ¿Es para eso para lo que están los árbitros en el campo? Ya está bien de jugar con el trabajo de un equipo que ya no tiene capacidad para aguantar más reveses e injusticias. Ya está bien.

Incluso cuando escribo esto, hago un esfuerzo titánico para contener las lágrimas, porque no es normal lo que sucede con este equipo. Ni siquiera es normal el esperpento con el que ha finalizado el encuentro. Cuando estábamos ya en el tiempo de descuento, un soberano imbécil ha lanzado algo al terreno de juego, no ha podido identificar siquiera qué tipo de objeto era. Y ha alcanzado a Lillo, que incluso tenía una brecha que han tenido que atender los médicos. Y el árbitro, de forma cobarde y rastrera, sin hablar siquiera con los capitanes de ambos equipos, ha huído a los vestuarios, dando el encuentro por finalizado. Como nos sucedió en Vitoria el año pasado sin que a nadie le importara aquel triste partido no había acabado todavía. Y ha huído porque no tiene la conciencia tranquila. No le ha importado si Lillo estaba bien o mal. Sólo le importa lo suyo. Y lo suyo no es sólo lo que le pueda pasar hoy en Anoeta, porque si no es difícil encontrar otra explicación.

Algunos querrán mirar para otro lado ante estos hechos, que incluso podrían acabar con el cierre de Anoeta (¿por qué no?; seguro que tendremos otro agravio comparativo en contra de la Real, después de que en Málaga un botellazo a Lillo no tuviera la más mínima sanción). Pero lo que está claro es que el energümeno que ha tirado el objeto apuntaba al árbitro, que en este momento estaba junto a Lillo, después de expulsar a Carlos Martínez todavía no sabemos por qué, un jugador que ni siquiera estaba jugando y desde luego no le ha roto la pierna a nadie. Yo hace tiempo que tengo claro que hay árbitros que generan violencia en los terrenos de juego. Nadie más parecer querer verlo en esa burbuja de cristal en la que queremos meter nuestro fútbol, ajenos a lo que sucede en el resto del mundo. Hay violencia en nuestra Liga y una de las causas, una, insisto, son algunos arbitrajes. ¿Que no queremos verlo? Pues nada, hasta la siguiente que vivimos como la de hoy.

"Si te dijera realmente lo que pienso...". "Estos son de los que se cobran la vendetta si lo dices". "Si lo de Mikel en Santander no fue ni falta, ¿cómo vamos a esperar que hoy nos pite penalti?". "Menos mal que hablé la semana pasada ganada, la hostira, menos mal que hablé la semana pasada ganando, joder". "Se ha hecho el campeón y p'alante, y se ha marchado del campo sin saber cómo estaba yo". Todo esto lo ha dicho Lillo en la rueda de prensa, notándose toda la rabia que ha tenido que ocultar en su interior. Más claro el agua. Y ya está bien. Porque si a todas las brechas que se han generado desde dentro en este barco desgraciado que es la Real le sumamos las que nos están haciendo desde fuera, el naufragio es difícil de evitar. Y yo no sé si merece la pena.

Creo que nunca me ha costado tanto ponerme a escribir después de un partido de la Real. Y de verdad que no tengo ganas de analizar nada. Lo único que me preocupa es lo que he visto, lo de Iñigo, al que mando desde aquí y seguro que en nombre de todos los que pasáis por aquí un inmenso abrazo y todo el ánimo del mundo. También me preocupa lo que le están haciendo a esta Real. Y eso hace que tenga que haber un replanteamiento total. Porque yo ya no sé si esto merece la pena. Hoy tengo la sensación de que todo está en contra de la Real. Los accidentes que nos tienen ya muy mermada una plantilla de por sí corta. Los balones que no entran, los partidos que no se ganan. Pero desde luego también está en nuestra contra lo que está por encima de la Real, la justicia deportiva, las instancias que tienen que velar por la integridad de la competición. Ya no se puede decir de otra forma porque los ejemplos nos sobran. Nos estafaron en Alicante. Nos perjudicaron con el Castellón. Nos escamotearon dos penaltis contra el Alavés. ¿Dónde estaría la Real con todo esto? ¿Y con los goles que Iñigo tenía que marcar en lo que quedaba de temporada? Hoy sólo siento rabia y ganas de llorar.

6 comentarios:

PatiodeCaballos dijo...

En primer lugar, quiero desear una pronta recuperación a IñiGol Diaz de Cerio. ¿De que nos sireve que el presidente de la federación guipuzcoana y un expresidente de la real sean directivos de la federación si luego nos tocan estos arbitrajes?, o esque hay un trasfondo politico detras de todo esto?, alguien quiere fastidiar mas a la real? de que sirve habalr con Sanchez Arminio si luego todo sigue igual?
Lillo tiene razon, en que si las lesiones siguen asi, al final le echaran a el.
Ojalá Loren y Lillo encuentren un jugador capaz de sustituir al por algunos criticado IñiGol. Aupa Iñigo, Aupa Lillo y Aupa Real

Rubén dijo...

Bufff, qué decir. Lo he visto en directo y... mejor no decir nada porque es sobrecogedor. Es para verlo una vez y ninguna más. Indescriptible. Y ni siquiera dio paso a las asistencias. Pensé que nunca volvería a pasar nada como lo de Aranburu, pero veo que sigue habiendo seres igual de despreciables. Sólo espero que el árbitro pueda dormir bien y no sufra pesadillas por su mala conciencia.

Mira, yo lo tengo asumido desde hace tiempo. El fútbol, como deporte, desapareció. Lo que queda, no es más que mierda. Es una forma de engañar, sacar dinero y mentir. No hay más.

En el resto de deportes, existe la caballerosidad, la educación, el respeto, el honor... Entre los propios compañeros, aunque sean de equipos rivales, se ayudan. En el tenis, en el boxeo (he visto a amigos darse palizas y luego comentarlo como si tal cosa), en el billar... menos en el fútbol, donde al que engaña, se le llama pícaro, no tramposo. Es bochornoso y deleznable.

Lo único que me gustaría que me explicasen es, el por qué de la fijación que hay con nosotros. ¿Tanto interés hay en que no subamos? ¿Por qué? ¿Qué hemos hecho? Dan ganas de mandar la afición por el fútbol a tomar por saco.

Un abrazo!

cityground dijo...

Vaya putada, este año nos pasa de todo, pobre Iñigo, mucho animo y a recuperarse lo antes posible. Habra que confiar en Necati y Aguirreche, no queda otra.

Lo del botellazo ya el colmo, ese tío que no vuelva a Anoeta, no creo que nos cierren el campo si al Malaga por lo mismo no le paso nada de nada.

El empate me ha dejado frío, y los arbitros de juzgado de guardia.

Luis dijo...

Solo se me ocurre decir una cosa, desearle mucho animo a Iñigo. Mucho animo amigo. Tu afición, tu público siempre estaremos aquí para que te recuperes muy pronto, ya veras como en breve todo esto, solo nos parecerá un mal sueño.

Unknown dijo...

Ánimo Iñigo, ánimo Juan y ánimo a todos los realistas.

No nos merecemos esta falta de respeto.

Edu dijo...

definitivamente lo de la real es una maldición, porque otra explicación no le encuentro.
Lo de los mamoneos arbitrales?? pues puede ser que algo oscuro haya, véase el atraco a mano armada que recibió el Malaga en el bernabeu( y lo mas patetico es que en malaga casi q nos lo esperabamos). Eso de hablar con sanchez Herminio creo que no lleva a inguna parte. A principio de temporada se les dice a los arbitros quién tiene que ganar y quien tiene que perder y a quien ayudar y a quien hundir, desgraciadamente este futbol esta podrido.