La Real no merecía perder la cuarta plaza. Desde que se permitió ser ambiciosa, su fútbol, su coraje y su ilusión han estado muy por encima de las cualidades que han demostrado todos los rivales que en algún momento optaron a esa plaza. Y eso incluye al Valencia, que es quien arrancó la jornada final en la cuarta posición y quien ya se veía ocupándola al final de la Liga. Pero los partidos hay que jugarlos y el dios del fútbol ha querido ser generoso con la entrega txuri urdin, haciendojusticia de tal manera que incluso ha sobrado el emotivo gol de Xabi Prieto en el descuento ante el Real Madrid de hace una semana. Entonces, Anoeta lloró. Y hoy toda la afición realista ha sonreído, ha gritado de felicidad, ha logrado un sueño impensable no hace tanto tiempo porque la ambición estaba escondida. La Real jugará la previa de la Champions League gracias a un gol de Griezmann en Riazor y a que Negredo hizo el partido de su vida ante el Valencia cuando pocos apostaban por el Sevilla. Justicia. Esa es la palabra que define las emociones de esta noche. Y felicidad. Absoluta.
En realidad, poco importa hoy hablar de tácticas, de modos de juego, de actuaciones individuales o gestión del partido. Porque, seamos sinceros, a pesar de la victoria, la octava que el equipo ha logrado a domicilio en la temporada que acaba de finalizar, no ha sido el mejor partido de la Real. Y no lo ha sido por mucho. El gran aliado de los de Montanier, que dispuso su once de gala sobre el césped de Riazor tal y como estaba previsto, ha sido el nerviosismo de un Deportivo que se jugaba la temporada a cara o cruz. Y salió cruz, porque no consiguió subirse a la ola que generaba su público ni aprovechó las ocasiones de gol que tuvo. Más allá del disparo de Bruno Gama en el primer minuto de juego, el Deportivo fue un equipo con corazón pero sin cabeza. Incluso sin suerte, sobre todo en una segunda mitad en la que llegó a parecer algo increíble que no acertara con la portería de Bravo. No es nada fácil jugar con la guillotina sobre el futuro del equipo en la élite y parece evidente que lo pagaron.
Ante las dudas del Depor, la Real quiso tomar la iniciativa del partido en cuanto vio que podía hacerlo. Vela adquirió protagonismo, pero no estuvo nada afortunado. La temporada del mexicano, sensacional, se le ha hecho algo larga. Mientras deportivistas y realistas todavía no habían definido qué clase de partido querían jugar, llegó la primera bofetada para el equipo txuri urdin: gol del Valencia en Sevilla. Con el 0-1 del Pizjuán, ya daba igual lo que hiciera la Real. Los de Montanier, no obstante, hicieron oídos sordos y siguieron dentro del partido, alejando el mayor miedo de la afición txuri urdin, que los sucesos del Sevilla-Valencia acabaran por decantar el partido de Riazor. Otra muestra más de la inquebrantable fe que ha movido al conjunto txuri urdin en los últimos meses. Sólo cuatro minutos después, en el 16, el Celta marcaba, lo que colocaba al Depor en puestos de descenso. Entre ambas noticias procedentes del transistor, Griezmann pudo marcar para la Real y Bruno Gama para el Depor, en una ocasión desbaratada por una valiente salida de Bravo que el árbitro, un Ferández Borbalán empecinado en pitar inexistentes faltas en ataque a Agirretxe, no estimó como córner aunque lo era.
Y entonces llegó el gol que pasará a la historia. Minuto 22. Agirretxe recibe el balón dentro del área y caracolea en dos ocasiones hasta abrirse hueco para el disparo, Aranzubía despeja hacia su izquierda, donde aparece Griezmann para colocar el balón en el palo contrario. El gol, coronación final a una magnífica campaña del francés, rubricaba la fe que mueve a este equipo, una fe que le llevó a seguir pensando en que era posible conseguir la cuarta plaza cuando el marcador desde Sevilla invitaba a bajar los brazos. Y es que la situación casi recordaba a aquel último partido de la primera temporada en Segunda, cuando los jugadores del Córdoba suplicaron a los de la Real que bajaran los brazos para poder mantener la categoría, como finalmente hicieron. Pero de repente, el partido cambió. Con el 0-1 y la victoria del Celta, el Depor se vio en Segunda y sobrepasado por los acontecimientos. La Real empezó a encontrar espacios en ataque. Marcó un segundo gol, pero fue bien anulado por fuera de juego de Griezmann tras un paradón descomunal de Aranzubía, en un disparo que sí habría sido válido. Con el partido franco para el 0-2, Vela mandó a las nubes un disparo a puerta vacía.
Antes del descanso llegaron noticias desde Sevilla. Muchas y muy buenas. Gol de Negredo. La Real, con ese empate, era en ese momento equipo de Champions. Pero la cosa no quedó ahí. En apenas cinco minutos, Negredo marcó el segundo, dando la vuelta al partido, y Jonas vio la tarjeta roja directa. La pelota volvía a estar en el tejado de la Real, algo impensable cuando finalizó el partido contra el Real Madrid de hace una semana. Pero la Real creyó y en ese momento estaba encontrando su premio. Y si al Deportivo le había podido la presión hasta ese instante, el equipo txuri urdin se mostró igualmente vulnerable a esa sensación en la segunda mitad. La fortaleza defensiva de los de Montanier desapareció y cada balón colgado se convertía en una agonía, sin que en realidad hubiera demasiado motivo para ello por la gran diferencia de calidad que hay entre la Real y el Depor. Vela pudo marcar con un buen disparo de rosca, pero ahí acabaron las jugadas que la Real finalizaba. A partir de ahí, a sufrir.
Y se sufrió. Mucho. Fernando Vázquez se jugó el todo por el todo, ya que necesitaba dos goles para lograr la permanencia. Quitó defensas, puso delanteros, subió a sus laterales y tocó la corneta. En Sevilla, Soldado empató para el Valencia, aún con diez jugadores, pero en la jugada siguiente Negredo hizo el 3-2. Y casi sin solución de continuidad, el cuarto, ganándose la gratitud eterna de la hinchada txuri urdin por su memorable noche y por aplacar cualquier rumor de dejadez en el Sevilla. Emery, que también ha escuchado lo suyo de la hinchada txuri urdin, tiene también ganado ese reconocimiento. En Riazor, la Real comenzó a defender mal, a dejar que balones desde las bandas se pasearan por el interior del área sin encontrar despeje y con remates defectuosos, algunos incluso sin portero. Bravo dudaba en sus salidas. Iñigo Martínez estrelló un despeje en su propio palo. Y el larguero salvó igualmente del empate deportivista en la siguiente jugada. Fueron unos minutos de sufrimiento intenso en defensa, con un titánico Mikel González despejándolo todo, y de nulos intentos de montar contragolpes que alejaran al Depor de la portería de Bravo. Los espacios estaban ahí, pero ningún realista los supo aprovechar.
La agonía se prolongó porque Montanier, una vez más, no acertó con sus cambios. La Real necesitaba el balón y sosiego en el centro del campo, y el técnico francés pareció lanzar ese mensaje retirando a un desacertado Vela para colocar en el centro del campo a Zurutuza. Pero, aún sin estar haciendo un gran partido, alejando a Xabi Prieto de la zona central se notó la pérdida del control, algo que se acentuó cuando el técnico txuri urdin decidió retirar a Illarramendi para colocar a Chory Castro sobre el césped. La Real no sólo tuvo menos balón todavía sino que además seguía sin conectar contragolpes. En el minuto 84, Markel cometió la enésima temeridad de la temporada y puso en peligro la victoria al ver la segunda tarjeta amarilla. La primera la vio en el primer acto por una mano absurda y la segunda por cometer una falta innecesaria en el centro del campo, muy similar a aquella con la que Vela consiguió expulsar a Piqué en Anoeta. Justas las dos. La respuesta de Montanier sembró también inquietud, pues decidió colocar a Ansotegi y una defensa de cinco, esa que siempre ha funciona horriblemente mal en la Real de Montanier.
Pero el dios del fútbol, como decía, hoy no quiso prestar atención a estos detalles. Le dio igual que la Real jugara bien o mal, que los cambios fueran acertados o equivocados o que los mejores jugadores realistas estuvieran hoy lejos de su mejor versión. El pundonor del 3-3 ante el Real Madrid convenció a la divinidad futbolera de que la cuarta plaza sólo podía tener un dueño, la Real. Y con el sufrimiento con el que siempre consigue este equipo sus metas, logró esa merecidísima cuarta posición. El partido acabó con una celebración contenida, porque el Depor descendió. Hasta en eso los jugadores realistas mostraron un merecimiento más para que la fortuna les sonriera. Con esta victoria por la mínima se cierra una temporada sensacional por muchas razones. Y la principal la veremos durante el verano, con una dura pero hermosísima eliminatoria que puede llevar a la Champions League a este equipo del que todo seguidor realista, diría que todo amante del buen fútbol, debe sentirse orgulloso. Es un triunfo ejemplar de una forma de ver la vida y este deporte, tantas veces injusto, que ha dado tantos palos a este equipo en los últimos tiempo y que hoy, por fin, le ha hecho justicia.
4 comentarios:
Felicidades.
Enhorabuena. Nos vemos en semifinales de Champions. O en la final.
Doctora, ¡muchas gracias!
Impenitente, ¡muchas gracias! Eso, o en la final si la UEFA no amaña el sorteo...
aupaaaaa!!! Txuriurdin Roma!
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