Trece jugadores de la plantilla de la Real 2012-2013 que se ha clasificado para la previa de la Champions League ya estaban en la temporada 2009-2010, la del ascenso a Primera. Ocho de los que forman el equipo ideal de esta gran Liga estuvieron en la pelea por regresar a la máxima categoría del fútbol español. Y seis de esos ocho ya formaron parte de ese once tipo durante la última de las tres temporadas que el conjunto txuri urdin estuvo en Segunda División. Esta no es, en absoluto, una cuestión menor, aunque haya quedado en un segundo o tercer plano en casi todos los análisis que se han hecho de la espectacular campaña de la Real, sin duda de todos los que se han hecho desde fuera del entorno realista. Y no lo es porque evidencia que durante estos años hemos tenido una joya que se ha ido puliendo poco a poco sin que, en realidad, mucha gente lo estuviera viendo.
Bravo, Carlos Martínez, Mikel González, De la Bella, Xabi Prieto y Griezmann son los seis que están en ambos onces. En el equipo ideal de esta campaña se suman Markel y Agirretxe. Y de aquella plantilla en Segunda hay que añadir a Zubikarai, Elustondo, Estrada Ansotegi y Zurutuza, siendo estos dos últimos además integrantes del once ideal de la temporada del ascenso (también Estrada, que se repartió los minutos con Charly). Lo primero que cabe deducir de estos datos es, como decía, que la calidad siempre ha estado ahí. Si son buenos ahora, algo de calidad ya tendrían hace cuatro años. Y, al mismo tiempo, se puede decir sin temor a equivocarse que, en general, al equipo no se le ha dado, desde todos los estamentos que componemos la Real, la confianza que merecía esa calidad. Es un mal que azota habitualmente a la Real, tanto en el análisis como en los pronósticos y, a pesar de los magníficos resultados de hace sólo unas pocas semanas, está sucediendo ahora mismo con el nombramiento de Jagoba Arrasate. Nada nuevo, ha sucedido en todos los años recientes.
El once en Segunda, 2009-2010, contra el Levante. |
Cuando Martín Lasarte cogió el equipo en Segunda, el ánimo estaba por los suelos. Pocos pensaban que el ascenso se iba a lograr con la contundencia con la que se hizo, logrando la Real el título de Segunda, y todo nació de la confianza que dio aquel gran triunfo en Soria. Y pocos apostaban por la calidad de algunos de sus jugadores. Le sucedió a los mejores, como Xabi Prieto, a quien siempre se ha infravalorado por su carácter; a los canteranos, como Carlos Martínez, de cuya calidad siempre se ha dudado en términos generales; y a los fichajes, porque casi nadie consideró precisamente ilusionantes a De la Bella por venir rebotado de varios filiales o a Carlos Bueno, por la forma en que llegó al equipo, tarde y fuera de forma. Sucedió lo mismo en Primera, cuando se han frenado las ilusiones por llegar a Europa de forma sistemática, con posibilidades reales y equipo para ello. En las tres temporadas, la de Lasarte y las dos de Montanier, incluso en ésta, con palabras del propio entrenador francés en ese sentido.
Otra de las razones del éxito es que el equipo ideal ha ido progresando de forma natural. La irrupción de Iñigo Martínez provocó la suplencia de Ansotegi y la marcha de Labaka. La de Illarramendi sirve para explicar la salida de Diego Rivas y la retirada de Aranburu casi por igual. La eclosión de Agirretxe suplió a tres delanteros que sólo estuvieron un año en el equipo (Bueno, Tamudo y Llorente, aunque éste sigue con contrato en vigor). El cambio de posición de Xabi Prieto abre el hueco a Vela en un lugar mucho más adecuado para sus características y suple las ausencias por lesión de Zurutuza. No hay grandes traumas en el desarrollo del once tipo, a pesar de que mediática y socialmente sí ha habido muchas polémicas, debates e informaciones en torno a los protagonistas de esos cambios, como el ninguneo a Pardo, la lesión de Llorente, la no renovación de Rivas o la retirada de Aranburu. Y esa naturalidad obedece a un claro modelo: mayoría de cantera y fichajes de calidad. Iñigo, Illarra, Markel, Vela y Agirretxe, los cinco jugadores que completan el once tipo junto a los seis que formaron el del último año en Segunda responden a ese modelo.
Que la Real haya llegado a Champions no es una casualidad y me atrevo a decir que seguramente tampoco será flor de un día. Es consecuencia de ir puliendo los detalles y los defectos. Pero sobre todo de la confianza. Confiar en lo que hace grande a la Real es el camino al éxito. La evolución de estos cuatro años, los que han pasado entre el gozoso camino de Segunda a Primera y el regreso a las competiciones europeas muestra que lo que más añoraba el equipo txuri urdin era la confianza y tenerla ha supuesto un espaldarazo que no se sentía desde hace diez años. Por supuesto, tener fútbol en las botas es esencial siempre, pero con confianza la Real siempre ha llegado más lejos. ¿Otro detalle que ha pasado desapercibido y que lo demuestra? En el vídeo de la celebración que hizo público la Real, ya famoso por la conga de Montanier, se escucha al presidente, Jokin Aperribay, decir a sus jugadores que le deben una cena porque les había dicho que la Real sería tercera. Él lo vio. No era el único, pero sí uno de los pocos. Confianza, sí.
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