miércoles, abril 13, 2011

Soluciones para una final

Es asombroso, pero es cierto. La jornada 32 de Liga, la que llevará al Sporting de Gijón a Anoeta, es una final para la Real. Lo malo no es que lo sea, porque entra dentro de toda lógica que un equipo recién ascendido no tenga la temporada cerrada a estas alturas de campeonato. Lo malo es que no estemos seguros de que tenemos los argumentos necesarios para ganarla, sensación que ha provocado con empeño el mal hacer del equipo en demasiados partidos, el último el pasado domingo. Hay una escena que se produjo en el césped del Calderón que pasó bastanta desapercibida y que a mí me dio que pensar. Al pita el colegiado el final del primer tiempo, los dos últimos jugadores que se retiraron fueron Demidov y Bravo. El primero esperó al segundo en el centro del campo me imagino que para comentar el desaguisado defensivo que había provocado el 2-0 en esos primeros 45 minutos y, al mismo tiempo, que todos pudiéramos comprobar que Bravo ha recuperado su mejor nivel bajo los palos. Me llamó la atención por ser una escena inusual, pero también por sus protagonistas.

Me explico. Todos asumimos que la Real es un equipo de cantera. Que debe serlo. En Zubieta y en sus productos hacemos descansar todas nuestras oraciones para el futuro. Asumimos que una de las causas que hacen especial a este equipo es que la amplia mayoría de sus jugadores sienten los colores desde niños. Pero resulta que la imagen del Vicente Calderón es que Demidov y Bravo, dos jugadores que no han salido precisamente de Zubieta, son los que se quedan en el césped dándole vueltas a lo sucedido en una caótica y desastrosa primera mitad. Que Demidov busca a Bravo. Con esto no quiero decir que los demás no sufrieran. Tampoco quiero restar valor a la reunión de todos en el vestuario del Calderón, en el viaje de vuelta o ya en Zubieta para tratar de remontar el vuelo. Ni siquiera, ni mucho menos, estoy apuntando una posible desunión en el equipo. Pero me resulta curioso. Hace cuatro años, cuando la Real se jugaba la vida y la perdió, vi a Savio ser el que más sufría en Getafe por el anunciado descenso de la Real. Hace cinco, era Mark González quien se dejaba la piel más que nadie sobre el mismo campo para lograr, ese año sí, la salvación.

El caso es que al Vicente Calderón saltaron nueve jugadores formados en Zubieta y cinco que no lo son. En ese segundo grupo hay que encontrar no sólo a los más destacados del partido, sino también los que parecieron estar más motivados. Lo primero no me preocupa, al fin y al cabo se les ficha precisamente para eso, para que marquen las diferencias y ayuden en el aprendizaje de los de casa. Lo segundo es lo que me molesta. No entiendo que Sutil, Ifrán, Bravo o Demidov den la sensación de sufrir y correr más por la Real que los de casa. Creo que es el momento de exigir a los nuestros que lo sean de verdad. Siempre me ha parecido un motivo de orgullo que los que llegan de fuera aprendan a querer a la Real como los de casa. Pero ahora sí creo más que necesario apelar al sentimiento txuri urdin para que sea los jugadores nacidos en Zubieta los que asuman la responsabilidad de dejar al equipo de sus amores en el sitio que le corresponde. Si nosotros mismos no velamos por nuestro futuro, no podremos esperar que nadie venga a rescatarnos. Anoeta jugará el domingo. Pero sobre todo jugarán los que lleven la camiseta sobre el césped. Y más aún los que la han llevado desde infantiles.

Sigo sin creer que haya opciones de bajar a Segunda, aunque el rendimiento del equipo en varios partidos (y en este último más que en muchos otros, me da igual el rival que tuviera enfrente) sea un motivo de peso para replantearme mis creencias. Sigo creyendo que hay fútbol de sobra en todos los jugadores de la Real (sí, también en los de casa, en los de Segunda, en Zurutuza, en Xabi Prieto, en Aranburu, en Griezmann, en Carlos Martínez, en Mikel González...) como para ganar los dos partidos que faltan para certificar la permanencia. Sigo mantiendo que Lasarte merece un crédito que ya hasta sus propios jugadores se están empeñando en destrozar con actuaciones impresentables e impropias de su nivel. Sigo convencido, como lo estaba la semana pasada, de que la reacción tenía que llegar en el Calderón o en Anoeta contra el Sporting. Desperdiciada la bala del equipo madrileño, queda la del asturiano. Será el día en que los que lleven la camiseta de la Real demuestren si quieren seguir en Primera o si les da igual. Si tienen el nivel para defender ese escudo en la máxima categoría o si es preciso una revolución en verano. Las soluciones tienen que aparecer en las finales. Aunque se jueguen en la jornada 32.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué buen artículo Juan, escrito con el corazón imagino, a mí me has tocado la fibra, ojalá esto lo lean los jugadores que jueguen el Domingo.
Estaremos todos detrás del equipo, apoyando por encima de los cánticos de los aficionados del Sporting.
Hay que ganar, como sea dentro de la legalidad, eso incluye que el árbitro, por una vez en la Liga, respete a la Real en Anoeta.
Aupa txuri-urdiñak!