La Real fue un desaguisado en el Vicente Calderón. Se puede usar ese o cualquier otro adjetivo negativo que ronde por las mentes de los muchísimos realistas desencantados que hay ahora mismo en todas partes. Porque sólo se puede estar desencantado después de ya siete jornadas sin ganar y ante la pobrísima actuación que ha ofrecido el equipo de Martín Lasarte ante el Atlético de Madrid. Uno de los más longevos debates del fútbol tendrá en este partido un nuevo episodio: ¿el 3-0 final fue mérito del Atlético o demérito de la Real? La mayoría va a optar por lo primero, sin duda. Yo me quedo mucho más con lo segundo con menos dudas todavía. Porque es asombrosa la desidia que ha demostrado el equipo, sobre todo en una primera parte infame, en la que conectar dos pases seguidos parecía imposible y siquiera estorbar las acometidas del Atlético una titánica e imposible tarea. Hablamos de un equipo que con esta victoria ha conseguido las mismas que la Real en Anoeta y parecían aviones al lado de unos desbordados jugadores realistas. ¿Por qué? Tan difícil de decir como los motivos por los que dos colistas han ganado consecutivamente en San Sebastián. Pero desaguisado es un adjetivo que se acerca a lo visto.
Lasarte cambió cosas. Normal, después de la inesperada debacle de hace una semana. Optó por mantener la defensa de cuatro y dio la impresión de que Quique se tragó el anzuelo, pues dio orden al Kun de jugar algo más retrasado y no metido entre la defensa formada por Ansotegi y Demidov (buen regreso al once el suyo, dentro del mediocre nivel general). Pero ahí fracasó miserablemente la Real. El entrenador uruguayo colocó en el doble pivote a Elustondo y Markel Bergara, y ambos volvieron a pasar absolutamente desapercibidos, sin influencia alguna en el desarrollo del partido. Ahí comenzó a ganar el Atlético, con un Kun libre y feliz. Por delante del doble pivote jugó Aranburu y no Zurutuza, lo que en teoría debía dar a la Real una mayor capacidad de contención aún sacrificando algo del potencial ofensivo del equipo. Y lo segundo se cumplió, dejando de nuevo a Tamudo perdido como una isla, pero lo primero también fue un fracaso. En defensa, y para suplir la ausencia de De la Bella, Lasarte apostó por colocar a Dani Estrada en la banda izquierda. Sería lo lógico en condiciones normales, pero era lo menos esperado porque es la única opción que Lasarte no había probado. Mikel González en partidos oficiales y Sutil en amistosos sí jugaron ahí. Pero el técnico decidió innovar y apenas se vio a Estrada.
Si todos los cambios fracasan, lo normal es que la derrota sea inevitable. Desde el pitido inicial se vio que el Atlético iba a campar a sus anchas por el centro del campo y que la zona de creatividad realista tenía las luces apagadas. Mal en defensa y mal en ataque. Para cuando el Atlético se adelantó en el minuto 12, ya había dispuesto de dos clarísimas ocasiones de gol que desbarató Bravo, sin duda el mejor realista sobre el césped. No sólo el mejor, seguramente también el único que mantuvo el nivel exigible para disputar un encuentro de Primera División. Y el partido acabó 3-0, con eso se dice todo. El primer gol es producto de dos cuestiones fácilmente evitables con trabajo pero que la Real no termina de solventar. Un corner a favor horriblemente ejecutado, como casi todos hoy y toda la temporada, acabó en un contraataque atlético. El caso es que hubo falta táctica para cortarlo, pero no inteligencia para que esa falta sirviera de algo, con lo que el contraataque se produjo igualmente. Taconazo de Diego Costa ante la mirada de hasta cinco realistas y gol de Filipe Luis entrando desde atrás. Bravo, fusilado. El 1-0 pareció evitable, por mucho vendaval colchonero que quieran ver algunos y por mucho que de eso hubiera algo.
Triste es decirlo, pero lo mejor que tenía la Real en esos momentos era el 1-0, después de que Bravo sacara dos balones de gol más, en especial uno con el pie a disparo de Diego Costa que acabó estrellándose contra el palo izquierdo del meta chileno. Pero ni ese pírrico premio consiguió llevarse el equipo txuri urdin al descanso. ¿Por qué? De nuevo por la desidia del centro del campo. Seguro que muchos verán en el gol de Diego Costa un defecto de calidad de Carlos Martínez en la marca a Reyes. Y es verdad que se traga los tres amagos del atacante colchonero. Pero es descorazonador ver cómo nadie es capaz de echar un cable al bravo lateral realista, que sí es cierto que hoy protagonizó un partido horrible, muy lejos del entusiasmo que ha demostrado durante toda la temporada. Hasta cuatro jugadores realistas miran desde el interior del área cómo Reyes juega a su antojo con Carlos Martínez. Nadie ayuda y nadie cubre a Diego Costa. ¿Conclusión? Que Reyes se va como quiere de Carlos Martínez y Diego Costa empuja a placer. El cabreo de Bravo fue tan comprensible como evidente. Era el minuto 45 y se rompía la ya mínima ilusión que quedaba por sacar algo del Calderón.
En la segunda parte cambió la decoración levemente. Levamente porque el 2-0 adulteraba ya por completo cualquier análisis por separado de los segundos 45 minutos. El caso es que la Real salió con nuevos bríos, sólo faltaba, y en los primeros minutos tuvo algunos acercamientos peligrosos, los que no había tenido en toda la primera mitad (en la que su única llegada fue un desviadísimo cabezazo de Griezmann). El partido, no obstante, estaba perfecto para el Atlético, convencido de que lo mataría aprovehcnaod los espacios. Y los aprovechó Kun Agüero, tras un error de Carlos Martínez, que midió fatal un salto y dejó claro el contraataque. 3-0 y a otra cosa cuando quedaban todavía doce minutos por jugarse. Bravo seguía siendo para entonces el único realista entero sobre el campo, el único que protagonizó acciones de auténtico mérito, el único que hizo lo imposible por sacar algo del Calderón. Los demás fueron espectadores de lujo vestidos de futbolista que sacaron de sus casillas a cualquier aficionado realista que viera el encuentro in situ o por televisión y que apenas sí creyeron en una remontada que no han conseguido en toda la temporada (salvo en Gijón).
Lasarte no arriesgó demasiado. No suele hacerlo, y hoy tampoco varió el guión. Sus cambios sí consolidaron la pequeña reacción de la Real, que en la segunda mitad consiguió equilibrar el juego, la posesión e incluso las ocasiones de gol (aunque las colchoneras fueron más claras), porque fueron cambios lógicos. Elustondo abandonó el terreno de juego sin dejar huella alguna y entró Zurutuza, con lo que Aranburu retrasó su posición. Ifrán ocupó el lugar en punta de Tamudo. Y Sutil reemplazó a Griezmann. Los tres aportaron movilidad en ataque. Cierto es que el Atlético vivía ya en un estado de comodidad tal que es difícil evaluar si realmente tuvieron efecto en el juego los cambios, pero lo cierto es que los tres sustitutos le dieron algo al ataque txuri urdin que no tuvo en los minutos anteriores, ante la apatía de Griezmann y el bajísimo nivel de un Xabi Prieto que ha perdido la valentía que le convirtió en uno de los mejores extremos de la Liga en la primera mitad del campeonato. Ifrán, como en Santander, demostró que es un gran lanzador de faltas en el descuento, pero el gol se le resiste en esta suerte. Esta vez fue De Gea quien evitó el tanto con un paradón. Perder 3-0 o 3-1 ya no importa, porque aquí hay que sumar.
¿ Y ahora qué? Pues difícil de decir. El desánimo es una sensación muy difícil de revertir. Quizá convenga más apelar a la suerte que al trabajo, y eso si hablamos de la Real es casi un sacrilegio, porque el trabajo es la única receta. Lo curioso es que después de siete jornadas sin ganar, de un punto de 21 posibles, de haberse convertido ya en el equipo que más partidos ha perdido en la Liga, de ser el segundo que más goles encaja... resulta que el descenso sigue estando a cinco puntos, uno menos que la jornada pasada, y no parece probable que haga falta sumar demasiado para certificar la salvación. Pero algo sí, por supuesto. Habrá que seguir apelando a que las malas rachas no pueden durar eternamente. Habrá que asumir que el partido contra el Sporting, que ha sumado seis puntos seguidos haciendo los deberes cuando tenía que hacerlos, sí es una final. La final. El día más importante de una temporada que llevaba camino de ser ilusionante y ahora enfila su tramo final convirtiéndose en una pesadilla apática e inenarrable. Lo bueno de todo esto es que sigue estando en manos de la Real. Lo malo es que es la propia Real la que lleva siete jornadas consecutivas demostrando que se le puede escapar de las manos algo que ya era sencillo. Con apatía desgana y desaguisados no se conseguirán las dos victorias que faltan. Eso seguro.
2 comentarios:
Que conste que ser crítico con el equipo o el entrenador no te convierte en opositor o contrario a la Real. Cuando se hacen las cosas bien, se elogia y cuando se hacen las cosas mal, se critica, creo que es algo normal,¿no?. Cada uno tiene su opinión, la mía es que la imagen de la Real ayer fue de tocar fondo, aún más si cabe, y en parte gracias al planteamiento ultradefensivo de Lasarte, con Markel y Elustondo de doble pivote, ni defensivo ni ofensivo, simplemente nulo. El patapumparriba funciona en equipos que juegan a eso, pero es que la Real no juega ni al patadón, pero es más, ¿a qué juega?.Quedan 7 partidos, los mismos en los que hemos sacado 1 punto, y seguimos en la línea descendente de juego y moral. ¿Seguimos esperando a que Lasarte cambie esto o es momento de que alguien trate de cambiar algo y conseguir la salvación?. Si nos aferramos al clavo ardiendo puede que nos acabemos quemando. El próximo partido contra el Sporting, que encima vendrás unos miles a apoyarles. Decisivo es poco. Si no sacamos éste y el del Zaragoza, puede que el de Getafe ya no tengamos ni opciones. Doy por hecho que si seguimos igual, del resto de partidos no sacamos nada. Estamos teniendo suerte con el resto de resultados de lo que se cuece por abajo de la tabla, pero la suerte y la Real no suelen ser buenas amigas. Seguiremos apoyando al equipo, seguiremos esperando un cambio que nos haga recordar al equipo que hemos sido esta Liga, pero cuidado que si la espera es larga,tal vez nos veamos en segunda y entonces nos tengamos que lamentar el haber esperado tanto sin hacer nada.
Era dificil puntuar en el calderón pero la imagen que dimos fue lamentable, parece que no se dan cuenta que estamos en riesgo de descender. Tras los empates de Malaga y Hercules que fueron buenos esperaba una Real mas agresiva y mas ofensiva, un horror es lo que vi.
Si no ganamos al Sporting creo que nos vamos para el pozo, la falta de agresividad en el equipo es tremenda, somos demasiado blandos y ahora que ha desaparecido el buen juego (que lo hubo y bueno) de la 1ª parte de la temporada el equipo se ha derrumbado.
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