La Real se ha convertido en una domadora de elementos. Porque da igual el reto, este equipo sueña con conseguirlo. Y para llegar a las cotas más altas, hay que soñar. Por eso la Real es octava y está muy cerca de Europa. Ese es el gran mérito que tiene este equipo txuri urdin. Doma a los rivales, que todos parecen inferiores en Anoeta. Todos. Sin excepción. Aunque algunos se hayan llevado la victoria. Doma a la lluvia. Porque diluvió contra el Almería y ganó, y diluviaba hoy, con mucho más viento y caos, y la Real volvió a ganar. Martín Lasarte es el domador, y sus jugadores las auténticas fieras que deben temer los rivales. Porque Tamudo está saliéndose de las tablas. Como los jugadores que debutaban en Primera, aquellos que suscitaban dudas a comienzos de la temporada en los más agoreros. El del Mallorca no ha sido el mejor partido de la Real, pero ha sido una nueva exhibición de garra, de saber estar, de conocer exactamente a lo que se juega. Tres puntos de oro que colocan a la Real, ya sí, sin excusas posibles, pensando en la lucha por volver a Europa. Y en la temporada en que regresó a Primera División. ¡Qué inmenso mérito tiene esta Real!
Lasarte sigue siendo amigo de la continuidad, nada nuevo en el horizonte. El único cambio en el once que derrotó hace una semana al Osasuna ha sido el regreso de Xabi Prieto, devolviendo a Sarpong al banquillo. El resto, los mismos. Y el resultado, el mismo de siempre. Después de unos diez primeros minutos dubitativos, quizá propiciados por el constante y cambiante viento que azotó San Sebastián en esta noche de lunes y la lluvia incesante, el equipo txuri urdin despertó. Lo hizo gracias a un cabezazo desviado de Demidov, que convirtió una entrada en el área rival con una fuerza inemnsa en un despeje involuntario, cuando Aouate ya se había tragado el balón en su salida. A continuación, Tamudo estuvo cerca de rematar dos centros desde la derecha, ambos despejados por la defensa, y Griezmann estuvo a punto de hacer lo propio con el tacón, pero su remate fue blandito. A Aouate se le veía poco preciso en estas condiciones climatológicas, y si algo se podía reprochar a la Real en estos minutos es que no le probara desde lejos. En las salidas estaba claro que no medía bien.
Y así llegó la gran ocasión de la Real en la primera mitad. Xabi Prieto, tras un jugadón, centró a Tamudo y el remate de éste se lo encontró el portero mallorquinista en su salida, casi por casualidad. El rechace lo lanzó Zurutuza contra la defensa. En esta primera mitad, la Real propuso y el Mallorca, con trivote y atrincherado atrás, se limitó a intentar salidas rápidas con Webo y Nsue. Los dos atacantes estuvieron desacertados, por lo que Bravo sólo tuvo que detener un disparo lejano de De Guzmán. En el otro área, la Real llegaba pero no terminaba de golpear. Llegaba siempre por la derecha, en las puntuales pero escasas apariciones de Xabi Prieto, muy bien ayudado en ataque por Estrada, y en las jugadas que armaba un notable Zurutuza, de nuevo castigadísimo por las faltas sin sacar nada en claro. Y fue con Zurutuza con quien llegó la jugada polémica del partido. Polémica por decir algo. Otros sacan listas, otros cuentan cuántos penaltis han fallado. A Zurutuza le pisaron dentro del área y, por descontado, no se señaló nada. Como en la mano de la semana pasada o las tres jugadas conflictivias ante el Almería. Cómo cuesta pitar algo hacia un lado.
La primera parte dejó una victoria a los puntos para la Real, que no se materializó por la escasa precisión en los toques de sus atacantes. La segunda parte, directamente le dio los tres puntos con una ambición descomunal, un trabajo sobresaliente y una calidad más que destacable. Porque la Real que salió de los vestuarios fue incisiva, fue ofensiva, fue entusiasta. Y eso, arrastrando 45 minutos con unas condiciones climatológicas tan adversas, tiene mucho mérito. En los primeros dos minutos, el equipo txuri urdin botó tres corners consecutivos (todos, hasta ese momento, lanzados por un muy voluntarioso pero fallón Griezmann). En uno de ellos, Aouate estuvo muy cerquita de marcar en su propia puerta. No le acompañó la suerte a la Real en la carambola. Esta vez el sufrimiento del partido no estuvo en que se acercara el final con el empate a cero en el marcador. En absoluto. Porque en el minuto 55, Tamudo marcó para la Real. Xabi Prieto y Estrtada combinaron por la banda derecha, hoy siempre todo el peligro por la banda derecha, y Tamudo cabeceó a gol. Lo de Tamudo es impresionante. Qué forma de despejar todas las dudas que podía suscitar en la ya lejana pretemporada. Tres goles y la jugada del gol en propia puerta de Arbeloa en el Bernabéu en los cuatro últimos encuentros. Desde que se lesionó Llorente. Desde que algunos se echaron a temblar.
Fue marcar la Real, y el Mallorca abandonó su plan inicial. El cambio que unas cuantas veces hemos visto ya en Anoeta en el equipo rival, se va un mediocentro y entra un atacante. Y sin embargo, el equipo de Lasarte siguió mandando durante unos minutos largos, siguió llegando a la portería del Mallorca. Merecía el 2-0, y pudo marcarle en muchas ocasiones, la más clara un disparo de Xabi Prieto desde la banda y de primeras que se estrelló, sin portero, en la cruceta. Xabi Prieto no fue del todo constante, pero es un jugadorazo. Merecía ese gol, porque hoy fue el artífice de buena parte del peligro realista. No entró, y tocó sufrir como siempre. No porque la Real se echara atrás, no lo necesitaba gracias a que Demidov y Ansotegi atrás y Rivas por delante cortaron infinidad de balones. Aranburu se salió en la presión. Hubo constantes muy positivas, siempre hubo acierto en la lectura del partido, en la búsqueda de los puntos débiles del Mallorca, en los robos de balón en campo contrario. Sólo el ataque a la desesperada del Mallorca le dio alguna opción, pero Bravo sólo tuvo que hacer una parada (en una jugada que debió ser anulada por un placaje a Estrada en el desmarque). Lo demás, una enorme demostración de su seguridad por alto.
Ojo, tiene mucho valor con el campo como estaba, pero no hubo nada para que el Mallorca mereciera empatar. En cambio, la Real sí debió de cerrar el partido, pero se marcharon ocasiones increíbles, como la que Agirretxe lanzó arriba sin portero o el sensacional contraataque que Aranburu lanzó fuera confirmando su leyenda de que le van los goles complicados y no tanto los más sencillos en apariencia. Es increíble que esta Real gane tantos partidos 1-0 cuando merece irse a casa con marcadores más holgados. Pero, al mismo tiempo, es una nueva demostración de que el equipo de Martín Lasarte sabe manejar con mucho oficio, con mucho trabajo y con mucha profesionalidad, marcadores así de cortos. Decía Martín Lasarte que se marchó satisfecho con el rendimiento de los suyos, que fue uno de los partidos que le dejó esa sensación con mayor claridad. Y no le falta razón. Por la lluvia y el viento, por el rival, por la gran cantidad de ocasiones de gol, por el trabajo, por el esfuerzo. Por todo. Porque este equipo sólo tiene el límite que quiera ponerse.
¿Y dónde está ese límite? En la jornada 24, la Real es octava. Suma 34 puntos. Ha ganado ya once partidos, ocho de ellos en Anoeta. Admiro la prudencia de Lasarte, pero no creo que queden muchos aficionados que piensen que el equipo va a sufrir para mantener la categoría. Suma los mismos puntos que el Sevilla, séptimo, y sólo un gol le aleja esta noche de esa posición. Pero es que está a tres puntos del sexto y a cuatro del quinto, ese Athletic del que ETB siempre dice que busca la Champions. Pues está sólo al encuentro de San Mamés y un empate más cuando ya llevamos casi dos tercios del campeonto. Nada de sacar pecho, pero a seguir disfrutando. Porque la Real juega más de lo que muchos creen. No ha habido rival que haya sido mejor en Anoeta. Ni uno solo. Dos victorias seguidas en casa, por mucho miedo que se tuviera a eso. Somos conscientes de que este equipo ha merecido más puntos por su fútbol y que también le falta algún otro por las decisiones arbitrales. ¿Qué más nos hace falta para disfrutar? Pues lo de siempre, tres puntos más. Los de Cornellá, porque el Espanyol es el rival de la próxima semana y ganar mete ya a la Real en posición europea. "Si llegamos a los 42 puntos, aquí nadie va a parar", decía Ansotegi. Pues a seguir así. Mirando hacia arriba. Y soñando, siempre soñando.
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