Asombroso ejercicio de irresponsabilidad el que ha perpetrado hoy la Real en Cornellá-El Prat. Una espléndida primera mitad quedó emborronada por una nefasta segunda mitad. Un equipo muy competitivo, superior a su rival, notable en todas las líneas fue el que mostró la Real en la primera mitad. Un equipo desgastado, blando, carente de chispa e inexplicablemente indefenso es lo que se vio en la segunda, con condicionantes en forma de lesiones y cuestiones arbitrales, sí, pero demasiado indefenso. El Espanyol no necesitó demasiado para golear, aunque lo que hizo lo hizo bien. Pero lo que queda es un partido complicado de entender, en el que las dos caras que ha mostrado el conjunto txuri urdin han costado una severa e inmerecida goleada. Todo lo bueno se ha hundido por esos indecentes 45 minutos finales. Hay explicaciones a los goles y a la derrota, pero todo quedará escondido por un resultado contundente que deja como principal conclusión que la Real no ha sido capaz de pensar en el futuro. No ha pensado en Europa y, por el contrario, parece haber creído que no pasaba nada por perder hoy. Y ha pasado. Ya lo creo que ha pasado. Lo que está claro es que así es casi imposible ganar un partido que no se debió de perder.
Lasarte sorprendió en su alineación. Las bajas de Aranburu y Elustondo ponían a Illarramendi en una situación inmejorable para debutar como titular en el primer equipo de la Real. Él era el pivote de condiciones más ofensivas que le quedaba al técnico uruguayo y, con valentía, le puso en el once. La sorpresa vino en su acompañante. Diego Rivas se quedó en el banquillo y jugó Markel. Ni tiene suerte ni termina de buscarla como debe el canterano. No tiene suerte porque la derrota le señalará como uno de los puntos débiles del equipo. Y con razón. Pero no termina de buscarla, porque hoy tenía una oportunidad espléndida. Estuvo bien en la primera mitad, pero se hundió en la segunda. Como todo el equipo, pero su puesto fue clave para entender el resultado final porque el Espanyol ganó en el centro del campo. Quizá el mal fue el mismo que afectó en Pamplona en la primera vuelta, con la salvedad de que entonces se extendió a los 90 minutos. El cambio del doble pivote de golpe no es fiable. Bien es cierto que en la primera mitad la cosa funcionó, y eso hay que agradecérselo a un Illarramendi que ha empezado bien su andadura en el primer equipo. Ha aportado cosas que no se veían en este equipo y merece más oportunidades.
Con esa base, la Real de la primera mitad fue... la Real. Ni más ni menos. Con sus defectos pero con sus muchas virtudes. Hizo lo que se espera de ella. Buena presión arriba, mucha solidez atrás (volvió Mikel González y jugo una primera mitad a un espéndido nivel junto a Demidov) y apariciones destacadas de sus hombres de más calidad. Así es como la Real gana partidos y así salió al césped de Cornellá-El Prat. Daba la impresión de que hablar tanto de la lucha por Europa había calado en el equipo. De que la confianza mostrada en tantos partidos de esta temporada bastaba para luchar por cotas más ambiciosas que las previstas en agosto. Bravo fue un espectador durante los primeros 45 minutos y, en la otra portería, Kameni tuvo que hacer dos grandes paradas, una a Zurutuza y otra a Tamudo. Griezmann también tuvo el gol en sus botas, pero realizó un disparo incomprensible que casi se marcha fuera de banda cuando encaraba en solitario al portero espanyolista. La ocasión fue más clara del miedo que finalmente sembró en la grada del estadio perico. Las opciones realistas de marcar fueron el claro reflejo de cómo estaban jugando ambos equipos. La Real era mucho mejor que el Espanyol.
Pero a esta Real, al margen de todas las críticas que se le quieran o se le puedan hacer, le falta suerte. Mucha suerte. Y no lo digo sólo por hoy, sino por demasiados partisos de esta campaña. Cuando lo que merecía era ganar, se puso por detrás en el marcador. Y con una suerte esquiva. Suerte y algo más. Ayza Gámez es un mal árbitro. Hoy demostró además que es casero. El primer gol viene de una falta inexistente que el Espanyol saca rápido, recibe Álvaro Vázquez y su disparo, que no cogía portería, rebota en la pierna de Estrada y se introduce en la portería de Bravo sin que el chileno tenga la más mínima posibilidad de evitar el gol. 1-0 totalmente inmerecido. Muy inmerecido. Y era el minuto 42 de la primera mitad. Pero la Real, otra noticia que se veía como muy positiva en ese momento, tiró de casta. Mantuvo el dominio del balón y así provocó un corner. Griezmann lo botó con maestría al segundo palo, donde Demidov se lanzó con una potencia descomunal y su cesión cayó en los pies de Estrada, que compensó su gol en propia puerta convirtiendo su primer tanto con la camiseta del primer equipo. Maldición rota, y por eso lo celebró con rabia, por eso y por el gol en propia puerta, pero de una forma amarga puesto que al final no sirvió para nada.
Hablan de los goles psicológicos, pero la Real se mueve al margen de casi todas las leyes lógicas de demasiadas disciplinas y el cambio operado en el descanso fue de lo más negativo que ha enseñado el equipo txuri urdin en toda la temporada. El bajón realista fue proporcional a la mejora del Espanyol, y viceversa. ¿Ganó el partido el Espanyol o lo perdió la Real? Que cada cual se quede con lo que quiera. El caso es que el partido se acabó en el minuto 54, con el 2-1. Sergio García marcó un golazo, con un espléndido control orientado que descolocó por completo a Demidov y marcó a placer el segundo del equipo local. Si la Real ya había salido mal tras el descanso, el gol terminó de cercenar sus posibilidades de sacar algo del partido. La misma casta que se empleó tras el 1-0 hubiera bastado, probablemente, para puntuar. Pero no apareció. La Real no reaccionó. Ni siquiera intentó reaccionar, y eso es lo más doloroso. El Espanyol campaba a sus anchas por el centro del campo pero ni así era capaz de generar ocasiones de gol. Revisando la actuación de Bravo, sólo tuvo que hacer una parada de mérito. Kameni, eso sí, fue ahora el espectador de lujo, con un único disparo fuera de Sarpong casi al final y un cabezazo muy alejado de la portería a cargo de Mikel González.
Pero lo peor de la segunda mitad estuvo en los jugadores que desaparecieron. Demasiados. Casi todos. Y empezando por los de más calidad. Dijo Lasarte que los tres mediapuntas tenían problemas físicos que condicionaron el partido y sus propios cambios. Xabi Prieto, Zurutuza y Griezmann, de hecho, fueron los tres cambios y dejaron su lugar a Sarpong, Sutil y Agirretxe. A esas molestias tiene que contribuir necesariamente el golpeo continuo que sufren por parte de los rivales. Ayza Gámez, decía antes, demostró ser casero. Lo demostró cuando a la media hora de la primera mitad una alevosa, muy alevosa y criminal patada a Zurutuza, se quedó en tarjeta amarilla. Sigue la Real sin jugar en superioridad más que un minuto y medio en toda la temporada, y eso teniendo a dos de los jugadores más castigados por los rivales casi parece una burla. No creo que haya mucha gente que pueda negar que ya es una estrategia establecida por todos los rivales cortar todo avance de Zurutuza y Xabi Prieto en falta. ¡Si hoy esa situación la sufrió hasta Markel Bergara! ¿Tarjetas? Una para cada equipo. Que la de la Real fuera para Illarramendi da una idea muy clara del carácter y de las intenciones del árbitro.
Es doloroso ver un partido acabado cuando quedan tantos minutos por jugar, porque lo único que puede pasar en estos casos es agravar la impotencia que generan derrotas así. La sangría aumentó en dos goles más. El tercero puede ser en fuera de juego. Pero si lo es forma parte de los disculpables, de jugadas rápidas, en carrera, y con posiciones muy ajustadas. Las cosas como son. Pero, desde luego, no hubo sombreado en la retransmisión televisiva para aclarar la duda, por si alguien lo había pensado. En cualquier caso, es un golazo de Callejón. El 3-1 tenía un daño añadido para la Real, en el que nadie ha reparado porque hoy el equipo txuri urdin no quiso pensar en Europa, y es que el average particular se queda en manos del Espanyol gracias a ese tanto. El 4-1, de Javi Márquez, fue tan doloroso como anecdótico. Menos anecdótico parecía que Bravo se comiera ese gol por su palo o que procediera de una nueva falta inexistente. Habrá quien piense que la derrota es justa, y la culpa de eso la tiene el bajón brutal que ha experimentado el equipo en la segunda mitad. De eso toca hacer autocrítica. Y seria. Pero no creo que alguien crea que el 4-1 ha sido un fiel reflejo de lo que se ha visto en el campo.
Tamudo no tuvo la opción de marcar un gol a su ex equipo, y eso será para muchos la noticia del partido, como lo había sido antes de que se jugara. Mirando la clasificación, hay que tirarse de los pelos. El descenso, por si alguien quiere seguir mirándolo, recorta un punto y se queda a diez. El duelo directo entre Atlético de Madrid y Sevilla acabó en empate, lo que hace que la séptima plaza sólo se escape en un punto, aunque los colchoneros pasan a la Real gracias al muy doloroso detalle de que el equipo txuri urdin se convierte en el segundo equipo más goleado de la Liga, sólo superado por el colista, el Málaga. Habrá que esperar al partido de mañana del Athletic para saber a cuántos puntos se queda la sexta plaza, pero duele que el Espanyol se escape a seis puntos, siete con el gol average directo, cuando en realidad no es tan superior al conjunto de Lasarte. Duele mucho. Para quien quiera seguir mirando la Europa League sigue estando muy a tiro. Partido a partido, pero miremos la clasificación. Decía el técnico que se corre el riesgo de no valorar la permanencia si pensamos en Europa. Yo creo que ahora mismo el peligro es el contrario. Que por saber que la permanencia es un éxito no nos demos cuenta de que somos capaces de lograr mucho más. Eso, con todos los inconvenientes arbitrales, de lesiones, de fortuna o de méritos que se quiera, es lo que ha demostrado la Real hoy.
3 comentarios:
Alguien me puede explicar como hemos dejado que nos marque 4 el Espanyol? Aun estoy cabreada.....
Un resultado demasiado abultado a tenor de los méritos demostrados por unos y otros, en todo caso justa la victoria del Espanyol. Un precioso campo, el de Cornellà, donde la gente además presiona mucho, y es dificil sacar tajada si no demuestras ser realmente superior al equipo local...
Era un rival directo para estar en Europa la temporada que viene, era el momento de dar el golpe. No pudo ser...
Saludos.-
Campanilla, pues sí, yo también. Hay atenuantes, pero creo que debimos hacer más.
Krust, estoy contigo, era el momento de dar el golpe, y sobre todo de poner en juego tres plazas europeas y no sólo una. Pero aún queda Liga...
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