jueves, junio 17, 2010

Imágenes de una fiesta (y 3)

Para mí, Gorka Reizabal es uno de los nombres de oro del periodismo deportivo relacionado con la Real. Le vi sobre el césped de Atotxa con un micrófono de TVE en la mano, en aquellos viejos partidos de la UEFA que acostumbrábamos a jugar en los 80. Escuché emocionado sus palabras sobre la Historia del equipo en los vídeos que hizo en los años 90. Le seguí en la radio, cuando era el hombre en San Sebastián de la Cadena SER. Y tuve la enorme suerte de conocerle y, con el tiempo, entablar una amistad. El domingo estuvo en Anoeta con una camiseta muy especial, la que vistió Periko Alonso en su último partido con la Real, en la temporada 81-82, aquel encuentro que dio a la Real en Atotxa su segundo título de Liga. Qué envidia me dio por tener ese tesoro. Y qué alegría al ver que alguien como él la luce tan orgulloso. El lunes no le vi pero hablamos. "Un poco más contentos que ayer, fíjate la diferencia", me dijo. Y es verdad. El domingo estábamos en Segunda y el lunes en Primera. En la fiesta del lunes, yo le pillé desde abajo, pero él tuvo un lugar privilegiado dentro del Ayuntamiento y se ofreció a enviarme estas fotos.

La bandera y la gente. La Real, en definitiva. "Gente entusiasmada", me dice Gorka. Y es verdad, lo estábamos. Todos. ¿Por qué convertimos en su día a la Real en el centro de todas las polémicas? ¿Cuándo olvidamos que nuestro corazón, el de todos, es txuri urdin? Ojalá ya no lo olvidemos más.

Gorka con Mikel Aranburu. El capitán es el único jugador que queda en la plantilla de aquellos que lograron el subcampeonato y el único que permanece de los tiempos de Gorka como informador de la Real. "Me alegro especialmente por él, por su fidelidad, por recuperar lo que era suyo y nuestro tras una travesía del desierto, a veces sin cantimplora", explica Gorka. Yo también me alegré mucho por Aranburu, yo también. Se merecía una alegría un jugador que vivió palos como no ganar la Liga, el descenso, el no ascenso de Vitoria o la gravísima lesión que sufrió en Santander.

"Un hombre sensato, con un discurso lleno de contenido, sin apenas tópicos, brillante, que rezuma liderazgo. Aterrizó sano, sin esa enfermedad mental colectiva que había desgarrado a la Real durante ya demasiado tiempo. Un singular psiquiatra que sublimó y encauzó todas las demás devastadoras locuras para volvernos locos pero de alegría". Lo dice Gorka, lo suscribo yo. Bravo, Martín, bravo.

La misma imagen del ascenso de 1967, de las Ligas de 1981 y 1982 y de la Copa de 1987. En Alderdi Eder y con miles de realistas ahí abajo. "Con otros protagonistas, pero todos de la Real", me dice Gorka. Y es verdad también. Esa es también la grandeza de este equipo, que en el fondo no es más que un legado que se va transmitiendo. No queda más remedio, pensaréis algunos. Pero no es verdad. Se puede trabajar en la Real sin quererla. Se pueden cantar los goles de la Real sin sentirlos tanto. Pero no es lo mismo.

Una curiosidad que me destaca Gorka. El portero de Puertollano fue Zubiarrain. El de este ascenso, Zubikarai. Zubi, en los dos casos, aunque no sea así como les conocemos. Y zubi, en euskera, significa puente. "En este gran puente de 43 años la Real ha disfrutado de grandes y míticos pilares, o sea, porteros que primero dieron gran rendimiento y luego fueron el maná pues ayudaron a cuadrar presupuestos", afirma. Arconada, "el más grande", claro. Y ahora una duda y un deseo: "¿Volverá la portería de la Real a ser como antaño el portal de los prodigios?". Yo creo que sí. El año que viene habrá dos porteros de Zubieta en Primera y veremos si Bravo juega aquí o en otro equipo. En la Real siempre habrá grandes guardametas. Y una anécdota interna de la fiesta. Martín Lasarte le decía a Zubikarai que, con su txapela, parecía el Celedón de las fiestas de Vitoria.

Y estas dos fotos son especiales. Son especiales porque en ellas aparecen los dos hijos de Gorka, pero son especiales también porque hablan del futuro. Ellos son el futuro. El de la Real y de otras muchas cosas. En esas fotos a lo mejor hay algún periodista deportivo que dentro de unos años nos cuenta las hazañas del equipo txuri urdin. A lo mejor hay algún peñista que dedica su ocio a seguir a la Real por los campos de la Liga española. A lo mejor, por qué no soñar, hay algún futuro jugador de la Real, ya sea del primer equipo masculino o del femenino. Pero lo que seguro que hay es un montón de jóvenes aficionados que ya han tenido su primera gran alegría con la Real. Ellos, y sobre todo ellas porque el mundo del fútbol ha estado mucho tiempo alejado de ellas, tienen mucho que decir en el futuro. Pero para ello hay algo que no pueden olvidarse de hacer: soñar. Con la Real y con lo que deseen.

2 comentarios:

cityground dijo...

Muy buenas las fotos y las reflexiones, joder que ganas tengo que empiece la liga de 1ª.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Cityground, soy de la opinión de que hay que escuchar todas las reflexiones, y más si vienen de un realista de los grandes, de los de verdad, como Gorka. Yo también tengo muchas ganas.