Rizando el rizo, la Real hace cada vez más difícil evaluar sus partidos. Que es mejor que el Eibar lo sabemos todos. Pero durante buena parte de la segunda mitad, el equipo txuri urdin se ha empeñado en demostrar que no lo es y ha vivido asediada en su área. Hasta que ha empatado el conjunto eibarrés y la Real se ha quedado con diez. Porque entonces, y sólo entonces, los de Lillo se han puesto manos a la obra para demostrar que eran los mejores sobre el campo, por mucho que fueran uno menos. Y en el descuento, en apenas cuatro minutos, la Real ha tenido tres llegadas de gol, dos de las cuales han sido clarísimas ocasiones. Esa era la Real que tenía que haber jugado todo el partido pero no lo ha hecho. No es una cuestión física porque hemos terminado mejor incluso con uno menos. Y aunque el empate suponga un jarro de agua fría, no deja de ser menos cierto que los puestos de ascenso están hoy un punto más cerca. ¿Inexplicable o previsible? Un poco de las dos cosas.
Lo que ha hecho hoy la Real en Ipurúa se puede entender casi como un suicidio. Cuánto le cuesta a este equipo mantener las ventajas tempraneras. En el minuto 8, Aranburu puso por delante el conjunto txuri urdin tras una buena dejada de Abreu. La Real dominaba, pero con el gol se acabó el fútbol y comenzó la batalla. El Eibar decidió meter toda la fuerza que tenía en el partido. Y ahí comenzó el suicidio. Primero porque la Real no ha tenido el balón y ha dejado que un equipo como el Eibar, sin argumentos futbolísticos, se creciera. No acabar el partido con el segundo gol espoleó a los locales. Y el gol llegó. Lillo, que tardó bastante en realizar los cambios (y ni siquiera los agotó, lo que hubiera venido bien aunque sólo fuera para frenar el ímpetu local), explicó que eso se produjo justo cuando cambió el sistema y recuperó la defensa de cuatro. Probablemente daba igual y el gol llegó porque tenía que llegar. Cuando uno se suicida, acaba irremediablemente muerto. Y el empate mató a la Real.
Pero como lo inexplicable marca esta temporada, a esa muerte le siguió la resurrección. Cual Ave Fénix, la Real sacó carácter (y el técnico también lo puso sobre el campo metiendo a un Necati que necesita ya marcar pero aporta más que eso) y acabó el partido en el área rival, a pesar de tener un jugador menos. ¿Inexplicable? No, esto es previsible. La Real es mejor que el Eibar y que la amplia mayoría de los equipos de Segunda División, incluso en inferioridad, pero no lo demuestra tantas veces como sería deseable. Hoy el 0-1 ha sido un botín goloso para el equipo, que coincidiendo con el empuje eibarrés parece que ha optado por parapetarse atrás para mantener el resultado antes que buscar el 0-2. Ni un solo contraataque decente en toda la segunda parte, una asignatura que sigue pendiente desde el principio de la temporada. ¿Se puede entender esto? No. Y como el empate no se ha movido, eso enfada. Porque todos sabemos que la Real es mejor que lo que muestra. Y se agotan las oportunidades de que lo veamos.
Para aumentar lo inexplicable, tres debates han encontrado nuevos argumentos hoy. En primer lugar, el de la defensa de tres. No ha funcionado porque la superioridad en el centro del campo no ha producido efecto de control alguno, a pesar de contar con Diego Rivas, Markel Bergara y Aranburu en esa franja. Echo de menos las subidas de Carlos Martínez y Castillo y puede que Abreu también. En segundo lugar, sobre el capitán. Aranburu, además del gol, ha realizado hoy un partido bastante completo, sobre todo en la primera parte. Es un jugador muy necesario para esta Real y así debiéramos entenderlo. Y en tercer lugar, el ataque. Marcos y Xabi Prieto son los jugadores de más talento pero a veces demasiado intermitentes. Hoy no han aparecido. Abreu es el que es y no vamos a cambiar su forma de jugar, pero los ocho minutos que han coincidido sobre el campo Necati y el uruguayo han sido los mejores. En ocho minutos, en apenas ocho minutos, tres ocasiones clarísimas y una cuarta anulada por fuera de juego. Quizá la Real tenga que empezar a ser el equipo que se espera, el grande de la categoría y el que tiene que subir a Primera.
Y llegamos al árbitro. El penalti de Mikel González que ha pitado es clarísimo. No hay discusión alguna. Pero hay más. Ha habido otras dos infracciones dentro del área realista que el colegiado no señaló. Y lo digo con absoluta claridad porque así hay que decirlo, cuando beneficia y cuando perjudica. Sin aspavientos y sin esconderme. Desde el lado txuri urdin se podrá argumentar que en la primera parte el Eibar se ha mostrado con excesiva dureza (lo cual es lógico dada la situación del equipo azulgrana en la tabla, pero, al mismo tiempo, no deja de ser sorprendente teniendo en cuenta lo que la dureza dejó en el partido de Anoeta...), que es increíble que fuera la Real el equipo que al final se quedara con diez (aunque fueran justas las tarjetas) y que Abreu ha podido sufrir más de un agarrón en el área eibarresa. Eso, probablemente, sea consecuencia del nefasto nivel arbitral. Pero lo que hay, lo que se sabe y lo que se ha visto es que dos penaltis cometidos por la Real se quedaron sin pitar. En el caos arbitral, hoy fuimos afortunados. Y aquí entra otra reflexión. La semana pasada también salimos beneficiados con el penalti que falló Abreu. Y no hemos ganado ninguno de esos dos partidos. Los demás aprovechan los errores arbitrales y nosotros no. Malo.
Y para terminar con lo inexplicable de este partido, con un resultado decepcionante y habiendo perdido dos puntos, es paradójico que la Real haya recortado un punto al tercer clasificado. Hoy el Xerez se ha escapado a diez puntos y mañana el Salamanca podría adelantar al conjunto txuri urdin, pero el empate del Zaragoza y la derrota del Hércules ante el líder hacen que el ascenso esté ahora más cerca que ayer. Lejos todavía, pero algo más cerca. ¿Inexplicable? ¿Previsible? Ya no lo sé. Mañana el Tenerife recibe al Levante y el Rayo visita al Huesca. Pase lo que pase en esos dos partidos, y teniendo en cuenta que quedan diez jornadas, la próxima es determinante en la lucha por volver a Primera División. El Real Sociedad - Tenerife del próximo sábado es EL partido de la temporada. Lloremos un minuto por los dos puntos que se nos han ido hoy, en una jornada muy propicia para recortar distancias, y a pensar en el Tenerife. Ese es el día. Que Anoeta, la Real, los jugadores, Lillo y los aficionados lo sientan así. Y que lo sufra el equipo canario.
3 comentarios:
Gran crónica del partido, sí señor.
El partido fue como para hacer volver a los jugadores andando de Eibar a Donosti. Es que son ya muchos encuentros en los que se ha permitido que los rivales nos coman la tostada.
Y lo del final es indescrpitible. Mal la que falla Necati (en fuera de juego no pitado, pero ya da igual), era difícil engancharla sin que botara el balón, pero la última de Abreu... si eso lo falla el turco, hoy todo el mundo le daría palos, pero como ha sido Sebastián no pasa nada.
Me lo parece a mi, ó, ¿Castillo está sufriendo un castigo porque no va a continuar la temporada que viene?
Saludos!
Una pena este empate porque nos podíamos haber puesto a 4 puntos, que mal se nos dan los derbis.
El sábado ante el Tenerife solo vale ganar, es la última oportunidad de pelear el ascenso aunque lo veo muy complicado.
Rubén, muchas gracias. Es una pena que la Real falle cuando más fácil parece todo, pero bueno... Hay que seguir adelante. Ya sabes que yo no soy muy partidario de dar palos a quien puede ayudar a la Real, pero es cierto que Abreu debió meter al menos una de las dos que tuvo. Lo de Castillo la verdad es que no lo sé. Lillo dice que no y es verdad que su suplencia coincide con el cambio de sistema.
Cityground, pues sí que fue una pena, sí. Pero que no se nos olvide que lo importante es el 21 de junio. Complicado está, sin duda. ¿Última opción ante el Tenerife? No sé yo si diría tanto, pero sí creo que es una final.
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