Hoy sí. Hoy la Real ha dado vergüenza. Hoy no ha demostrado estar a la altura de lo que exige su escudo, su camiseta y su afición. No, no es que no haya estado a la altura. Es que ha estado muy lejos de lo necesario ante un rival mediocre. Hoy la Real ha tenido la forma de un equipo pequeño, incapaz de hacer nada sobre el campo, ni por fútbol ni por corazón. Ha dejado que un Alavés menor le remonte un partido con dos goles a balón parado. Hoy ha fallado el entrenador, que pasa por una seria crisis y que ahora mismo no parece capaz de motivar a este equipo. Hoy ha fallado la defensa, que ha encajado dos goles imposibles en un equipo con la experiencia de la Real. Hoy ha fallado, como siempre, el centro del campo, incapaz de sacar balones jugados. Y hoy ha fallado el ataque. Porque, a pesar del golazo de Abreu, no ha sido capaz de crear ni rematar nada. Hoy ha fallado todo. Hoy han dado vergüenza. En el peor escenario posible para hacerlo, porque supone una cuchillada más al corazón de una afición ejemplar, maravillosa y digna del mejor equipo del mundo.
¿Por qué ha perdido la Real hoy? Pura y simplemente por desidia. Nada ha tenido que ver la remontada de aquella inolvidable tarde de febrero con la tristísima tarde de junio del año pasado. Aquel día la Real fue mejor que un Alavés que derrochó corazón, y fue ese corazón, junto con enormes dosis de suerte, lo que propicio la remontada. Hoy no. Hoy el Alavés ha sido un equipo insulso. No ha demostrado absolutamente nada, es un mal equipo que no ha tenido apenas ocasiones de gol, pero que, pese a todo, se ha entregado. No llega a más pero es honesto, y eso tiene el valor que tiene. Hoy la Real no ha sido honesta con lo que le exige su escudo. Hoy la derrota ha llegado porque la Real ha naufragado en todo. Si fútbol no tiene, la camiseta que llevan les obliga a demostrar raza, coraje, corazón y entusiasmo. Y hoy no ha habido nada de eso. Hasta ahora la Real tenía dos fortalezas innegables. La primera, la defensiva. Y esa ha saltado por los aires en los tres últimos partidos. La segunda, saber recuperarse de todos los golpes que ha recibido. Y eso se hizo añicos con el prevaricador penalti ante el Zaragoza. Desde entonces, la Real ya no reacciona.
Ahora mismo son demasiados los elementos de esta Real que no carburan y a las que no se consigue poner solución. Lillo no encuentra esas soluciones. ¿Puede encontrarlas? Él mismo es quien tiene que decírnoslo. Pero la responsabilidad no hay que buscarla sólo en el técnico. Es más, me atrevería a decir que no hay que buscarla en primer lugar en el técnico. Sigo convencido de que la Real tiene plantilla más que de sobra para luchar hasta el final por estar entre los tres primeros. Pero los jugadores no dan el nivel exigido. Ni los que tienen que tirar del carro, ni los que tienen que que arrimar el hombro. Ni los de la cantera, ni los de fuera. Nadie salvo Bravo (hoy vendido en los dos goles) está demostrando nivel para jugar en Primera. Detalles sí, algún balón de Xabi Prieto, alguna internada de Marcos, algún detalle de control de Sergio, algún corte de Ansotegi. Pero para subir hace falta mucho más que iniciar las jugadas con pases inanes entre los defensas, cesiones a Bravo para que inicie las jugadas en largo y balonazos arriba imposibles para los delanteros. Porque hasta para pegar balonazos ha naufragado la Real, que no ha conseguido dar ventaja nunca a sus atacantes.
El Alavés ha entrado mejor que la Real en el partido, pero sin crear verdadero peligro y de forma muy efímera. Al cuarto de hora, el dominio del encuentro era ya del equipo donostiarra. Y en esos minutos el mejor jugador del partido fue el portero del Alavés. Otra vez la falta de gol se apoderó de la Real. Llegó por calidad, por esa calidad que tiene este equipo aunque ni los mismos jugadores parecen creérselo. Dejada de Sergio, internada de Marcos por la banda y remate espléndido de cabeza de Abreu. Tercer gol del uruguayo. La solución a nuestros males, se decía antes de que llegara, era encontrar un hombre gol. Pero no. Abreu ha traído tres goles en los menos de dos meses que lleva en San Sebastián, pero por desgracia no ha solucionado los males de este equipo. Pese a todo, la Real de la primera parte ha sido resultona. No domina como debiera a equipos inferiores, no golea en absoluto, pero demuestra cosas que, mantenidas en el tiempo, pueden dar resultado, como dio en el tramo final del año pasado, en la racha de las victorias por la mínima en Anoeta.
Con el descanso, la Real ha desaparecido por completo. En absoluto por el empuje del Alavés, sino por la absoluta desidia del equipo. Con el gol del Alavés se vio un instante de rabia, que acabó con la segunda jugada de calidad de todo el partido, que acabó con un centro chut de Marcos que se paseó por la línea de gol sin encontrar rematador. Así se acabó todo. El segundo gol fue la puntilla que demuestra que esta Real ya ni siquiera provoca el respeto que tendría que generar su camiseta. A los rivales desde luego que no, y la semana que viene para recordarlo llega el Sevilla Atlético, que sólo ha ganado un partido: a la Real. Y tampoco a los árbitros. El descuento en Córdoba se prolongó para que los locales sacaran un corner. Y marcaron. Hoy la Real forzó un corner con el tiempo cumplido. Y se pitó el final aunque se había perdido más tiempo. Se podrían mirar también las tarjetas que para un lado sí se sacan y para el otro no, o incluso algún agarrón dentro del área que Abreu reclamó tímidamente como penalti. Pero la clave ya no está en lo que nos quiten, que hasta ahora ha sido muchísimo, sino en el nulo respeto que despierta la Real. La excelencia sólo la demuestra lo mejor que tiene el club: su afición.
La derrota de hoy duele por todo. Por los tres puntos con los que se contaba ya. Por la distancia con los puestos de ascenso que sigue aumentando. Por producirse en el escenario que más tristeza ha provocado en la reciente historia de la Real (volver a Mendizorroza tendría que haber sacado lo mejor de quienes vivieron el varapalo del año pasado, siquiera por vergüenza torera). Estamos incluso peor que el año pasado cuando la Real sumó sus tres derrotas consecutivas, porque entonces el ascenso estaba a tres puntos y hoy se aleja hasta los ocho (que mañana podrían ser nueve si el Tenerife puntúa en casa ante el Celta). Tres partidos. Un mundo. O más de uno. Ahora que la tercera plaza está a la misma distancia que la 18ª, sí es necesaria una machada para llegar a la tercera posición y volver a Primera. La Real de hoy jamás podría estar en disposición de realizar ese asalto. ¿Hay otra Real? La pregunta hay que contestarla ya. Y sólo hay un lugar en el que se puede contestar: sobre el césped. Donde la Real está obligada, por historia y por afición, a darlo todo. Hoy no lo han dado. Y por eso me han dado vergüenza. Pese a todo, yo no doy el ascenso por perdido. ¿Lo dan los jugadores? La respuesta, ya.
5 comentarios:
Cada dia mas complicado pero no podemos derrotarnos ,haber si cambian de chip y nos dan un alegron. un abrazo
punto y final, para mi hemos dicho adiós al ascenso en el mismo lugar que el año pasado, estamos mas cerca del descenso que del ascenso y eso es lamentable.
Miedo me da la visita del Sevilla At. donde podemos hacer el ridiculo total, llevamos bastante tiempo sin jugar a nada y la solidez defensiva ha desaparecido por completo.
Estoy muy quemado y eso que ha ganado el Huesca, que por cierto esta delante de la Real, ver para creer.
Solo una palabra para expresar lo que siento: SEGUIMOS
Yo lo siento mucho, pero no puedo sino ser pesimista en estos momentos. Es que, lo que te digo siempre, posibilidades sigue habiendo porque hay puntos, pero con este equipo, no se sube ni de coña. Es imposible.
Salvo en el primer mes de competición, la Real, arbitrajes aparte, no ha parecido nunca un equipo capacitado para el ascenso. Ni por imagen, ni por autoridad, ni por resultados. Y sin ser capaces de ganar dos partidos seguidos, es imposible tener opciones de nada. Es más, en una temporada normal, la Real estaría más abajo de lo que lo está ahora.
Aperribay ha dicho nada más terminar el partido que se tomarán las medidas que sean posibles a modo de revulsivo. A mi sólo se me ocurre una, porque no hay más. ¿Cambiar a Lillo es la solución? Yo creo que no tendría el más mínimo sentido. De donde no hay, no se puede sacar esté quien esté en el banquillo.
Saludos!
Pues yo también soy bastante pesimista... cada vez me cuesta más identificar el carácter y los valores que hicieron grande a la Real.
Yo tampoco creo que el cambio de Lillo vaya a funcionar, pero lo haremos, a lo mejor juegan bien un par de partidos y a dormirse otra vez. Tengo la sensación de una falta de ambición total en el equipo.
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