El mundo realista anda ya convencido de que hay una conspiración, una mano negra, aunque le digan lo contrario insistentemente. El comunicado del club, las reacciones de la gente a la salida de Anoeta, los comentarios en los foros, hasta los jugadores hablan de ello. Hay que ser claro, algo tiene que haber, por mucho que todo el mundo con algo de poder esté negándolo. No es normal lo que está sucediendo con la Real. Son tres años ya en los que el aficionado realista está padeciendo muy malos arbitrajes, sospechosamente malos. Y son tres años en los que hemos tenido que vivir un descenso a Segunda División y un no ascenso a Primera, lo que agudiza el sentimiento de frustración del aficionado realista. Nunca reduciré los males de la Real a esta cuestión, pero negar la importancia que tienen las decisiones arbitrales y federativas en el desarrollo de la competición sería una ingenuidad.
Aceptemos el error humano. No entenderé jamás que no se use la tecnología como en otros deportes para eliminarlo, por ejemplo, de los fueras de juego o de los goles fantasma (en ambos casos la efectividad sería del 100 por 100), pero lo aceptamos. Aceptamos que te señalen un penalti que no es. Lo que no se puede aceptar de ninguna de las formas es la prepotencia, la chulería y la incompetencia. Y eso es lo que está viviendo la Real. El penalti del sábado no fue la causa de la indignación realista. Fue la gota que colmó el vaso. En ese partido, el árbitro Bernabé García ya había mostrado un increíble doble rasero en las tarjetas, ya había expulsado al masajista txuri urdin sin que mediara insulto alguno. En el penalti, no duele tanto la señalización como la chulería de no consultar a un linier que tenía mejor visión y que, además, reconoce a los jugadores de la Real que él ha visto que no hay infracción. Y esto llega después de demasiados arbitrajes similares.
¿Conspiración? Ni idea. Pero vamos a imaginar por un momento que sí existe una conspiración. ¿Podría ser la Federación el origen de la mano negra? Claro que podría, que para eso controla a los árbitros. Ángel María Villar es el presidente de la Federación y no es un secreto su vinculación al Athletic de Bilbao. Que la Real esté en Segunda puede beneficiar deportivamente al Athletic, sin ninguna duda. Esa tesitura ya ha provocado que se tuviera que traspasar a Balenciaga y podría dar con Díaz de Cerio en el club rojiblanco. Eso no habría pasado en Primera y con una economía más o menos saneada. La Federación podría tener un segundo motivo, y es la cruzada de Iñaki Badiola contra la compra de partidos que, supuestamente, ya conocería Villar (se le mencionaba en la famosa conversación en la que desde el Levante se admitía que se dejaron perder, precisamente, ante el Athletic). Este argumento quedaría desbaratado, no obstante, porque Badiola ya no es presidente de la Real y la cuestión de la compra de partidos, salvo que la Fiscalía lo reanime, parece nuevamente muerta.
Entran en juego los árbitros. ¿Puede tener algo en contra de la Real el colectivo arbitral? Desde el club nunca se han fomentado protestas organizadas contra ellos, más bien al contrario, y en los últimos 16 años, los que lleva en pie Anoeta, sólo ha habido dos incidentes de relevancia (y uno esta misma temporada, después del esperpento arbitral ante el Eibar). "Existen decisiones más o menos afortunadas, actuaciones de mayor o menor nivel, pero lo que no hay seguro es campaña contra ningún equipo. Repito, contra ninguno", dice López Nieto, uno de los miembros del comité designador, en una entrevista que hoy publica Noticias de Gipuzkoa. Pero también dice que "cuando un árbitro tiene problemas con un equipo intentamos que no vuelvan a coincidir en una temporada para proteger al árbitro y al equipo". La experiencia con González González desmiente esa afirmación e invalida todo lo que pueda argumentar. Poco han intentado que no vuelva a pitar a la Real. A ver cuánto tardamos en volver a ver a Bernabé García. Esa sería una buena prueba.
La Liga cuenta con un presidente sobre el que también algunos dejan caer sospechas. En condiciones normales, que un ex presidente de la Real dirigiera la competición tendría que ser positivo, y si las decisiones arbitrales estuvieran cayendo del lado del conjunto txuri urdin seguro que más de uno se agarraría a este argumento para justificarlo. Pero, por paradójico que parezca, muchos realistas creen que es justo lo contrario. Que Astizarán se podría estar cobrando venganza desde la Liga de Fútbol Profesional por lo mal que salió de la Real, por las críticas que se han instalado contra él en el ideario del realista, por la investigación primero a través de la due diligence y después por vía judicial de su mandato. Pero la Liga no controla a los árbitros, lo que invalida el supuesto de que Astiazarán esté usando a este colectivo en contra de la Real.
Y queda una última posibilidad: los equipos agraviados por aquellos dos partidos en los que el equipo txuri urdin no hizo todo lo posible y permitió que primero Alavés y después Osasuna siguieran en Primera (partidos que hoy casi todos lamentamos). En el primero de los casos, Extremadura y Villarreal tuvieron que jugar la promoción en lugar de los vitorianos, en el segundo, Zaragoza y Oviedo tuvieron que jugar esa eliminatoria (los maños la ganaron, los asturianos no) de la que se libraron los navarros. ¿Pero tanto poder puede tener alguno de esos damnificados? Hoy sólo el Villarreal sigue en la élite, y la presencia del Zaragoza en la pelea actual por volver a Primera no parece excusa suficiente para que la Real sea sistemáticamente perjudicia y menospreciada.
Así llegamos al final de esta ficción, sabiendo lo mismo que sabíamos después del partido del sábado. Nada en absoluto. Sabemos que algo pasa, pero no sabemos quién lo provoca ni por qué. Lo único que sé es que tres años persiguiendo un objetivo que alguien quiere hacer imposible de antemano son demasiados para el corazón de cualquier realista. Ojalá que no sea así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario