martes, febrero 17, 2009

Las quejas de Lillo... y de Coleman

Que la Real es ahora mismo un club como todos los demás es algo que pocos realistas podrán negar. Parte de lo que nos ha hecho especiales durante tantas décadas ha ido desapareciendo con el tiempo. Entre lo que hemos perdido está el apoyo incondicional al equipo, no exento de crítica, por supuesto pero incondicional siempre. Me resulta curioso comprobar que dos de los tres últimos entrenadores que han pasado por la Real han puesto el dedo en la llaga, sin que mucha gente se pare a pensar en la razón que podían tener. Chris Coleman se mostró continuamente asombrado del pesimismo que rodeaba al equipo. Incluso cuando los resultados comenzaron a acompañarle la pasada temporada, siempre había algo negativo. Si se perdía, las críticas se desbordaban contra un equipo que no podía llegar al ascenso en ningún caso. Si se empataba, es que así no se subía. Si se ganaba, es que el juego era mediocre. Los puestos de ascenso estaban a un solo punto, pero nadie del entorno realista lanzó una palabra elogiosa hacia la Real de Coleman hasta que el técnico galés decidió marcharse. Entonces, cualquier tiempo pasado ya era mejor. Más oportunismo.

La queja de Lillo ha sido distinta, pero es obligado trazar un paralelismo. Ahora todos los análisis a la Real se le hacen en función de un único criterio: el resultado. Por descontado, eso es lo más importante cuando el único objetivo posible es el ascenso, pero lo que no es de recibo es que el resultado, sólo el resultado y nada más que el resultado, marque el análisis futbolístico. Hoy, después del desastre de Murcia (sí, fue un desastre, decirlo no es el problema) y de que los seis primeros clasificados ganaran sus partidos, el ascenso está a cuatro puntos. Y es el momento de darse latigazos en la espalda, de proclamar a los cuatro vientos que todo lo que hace el equipo es horrible, que tal y cual puestos no están bien cubiertos y que las carencias son éstas y aquellas. A la Real no se le ha reprochado que no ganara en Murcia, sino la forma en que perdió. Y Lillo se queja, con razón, de que todos sacamos las conclusiones en función del resultado y a conveniencia. De fútbol no habla nadie sin tener en cuenta lo que dicta el marcador. La victoria silencia los análisis y la derrota los convierte en puñaladas directas al corazón.

Y, claro, los análisis con cero puntos se olvidan de lo que sucedió cuando se consiguieron tres. Ahora se pide a Lillo que juegue con dos delanteros. Se olvida quien lo dice que los mayores elogios de la temporada se cosecharon en partidos como el de Copa en Zaragoza. Aquel día la Real jugó sin delantero, con Marcos como hombre más adelantado. Ni Díaz de Cerio, ni Necati, ni Agirretxe, ni mucho menos un Abreu que entonces estaba todavía en Argentina. ¿Se criticó? No, porque ganamos. Se critica que el equipo no dominara el encuentro en Murcia, incluso antes de encajar los dos postreros goles. Pero ese dominio que tanto se pide fue una cuestión ajena al análisis de la victoria ante Las Palmas (quizá de las dos victorias ante los canarios), o de la derrota en Albacete, donde ese dominio fue aplastante a favor de los de Lillo. Se censura la nula concentración del equipo en los últimos minutos. Y, sí, el tramo final de los encuentros ha costado más puntos de los que dado al casillero realista, pero nadie analizó el triunfo en Tarragona, el logrado ante el Salamanca en Anoeta o el empate en Tenerife como una falta de concentración del equipo rival.

Se podrían seguir añadiendo situaciones, porque esta temporada está dando para muchas cosas. Pero la conclusión es la misma. Nos ensañamos con el equipo cuando las cosas van mal. Y antes eso no era así. Antes teníamos claro que los once jugadores que saltaban al campo cada fin de semana eran intocables, salvo hecatombe. Ya no. Ahora nos gusta más el ataque indiscriminado y, en ocasiones, injustificado. Y eso es así hasta el punto de que lo que hace una semana era un atraco descomunal, lo del Zaragoza, ésta ha pasado inadvertido. Agirretxe marca en Murcia un gol legal que lo más probable es que le hubiera dado los tres puntos a la Real. Pero, a pesar de eso, en radio y prensa (¡del entorno realista!) hemos visto como había burlas a las quejas de hace pocos días. Incluso cuando el árbitro ha perjudicado severamente a la Real. Ver para creer. El triste argumento de que como jugamos mal no podemos reclamar lo que es justo siempre me ha parecido perverso. Y, además, hipócrita, porque desmontaría todas las críticas anteriores. Porque la Real jugaría igual de mal (o de bien), pero con justicia podría tener diez puntos más. Sería segunda o primera en la clasificación. Ya dudo que, con esos resultados, las críticas de esta semana se hubieran oído de la misma forma.

Todo esto me asusta que sea así por dos motivos. Primero, porque nada se ha perdido hasta ahora y da la sensación de que muchos consideran el ascenso una quimera. Los cuatro puntos que nos saca el tercer clasificado no me parece una diferencia insalvable, y muchos menos en esta Segunda División en la que todos los equipos pinchan con cierta habitualidad, porque si pensamos que los seis primeros van a ganar todas las jornadas, mejor retirarnos y acabamos antes con el sufrimiento... Y segundo, porque esa falta de paciencia es lo que para mí marca la historia moderna de la Real, o lo que es lo mismo, su declive. Las críticas al equipo de Krauss, las que acabaron con el cese del alemán, son el punto de inflexión de la historia moderna del club y el comienzo de la etapa más negra que hemos conocido. ¿Queremos que se repitan los errores del pasado? Pues me da que estamos bordeando otra vez ese camino...

3 comentarios:

PatiodeCaballos dijo...

Completamente de acuerdo. Yo siempre lo comento cuando hablo de futbol, y sobre todo cuando la gente pregunta por que Barkero vale para el numancia y no para la real, entre otros ejemplos. Creo que la gente no sabe apreciar lo que tenemos, si labaka es muy bueno de cabeza, entonces decimos que no sale con el balon jugado, si Iñigol, tiene 6 ocasiones que se las busca el, y solo marca una entonces decimos que cuanto falla, y asi un largo ect.
Ni tan buenos son los de fuera ni tna malos son los de aqui. COn respecto al pesismismo que rodea a la real, en el que solo importa ganar, ya lo dijo Lillo cuando llegó, si a la gente solo le interesa el "que" (resultado), que vaya al campo cuando ha terminado el partido y que mire el resultado.
Si esta todo perdido como dicen los mas pesimistas, lo que habria que hacer es jugar al ataque, sin contemplaciones, aunque luego nos metan tres, si total ya no subimos, pues nos damos el gustazo. En fin, la cosa es quejarse, como el año pasado después del partido de Vitoria, que se les dijo de todo a los futbolistas, pues bien, todos esos que les criticaban no se acuerdan o no se querian acordar que la real de Arconada y compañia, perdió una liga en Sevilla, ganando dos cero, pero encima jugando contra nueve.
Estos jugadores, independientemente de su calidad, y en algunos momentos supuesta apatia, tienen un merito tremendo y lo tendras mas si encima subimos.

Anónimo dijo...

Hola, tienes algo por ahi tirado que no te sirve para nada?
Me lo cambias?
He abierto un blog llamado "Fomenta el Trueque".
Ya tengo varias ofertas, se te ocurre alguna mejor?
Gracias y hasta pronto!!!

http://fomentaeltrueque.blogspot.com/

Luis dijo...

Esto me recuerda a lo que pasa con las Neskas, nuestras jugadoras del equipo de futbol femenino. Que cierto periódico, ya sabes de antemano como titulara las crónicas, y solo en función del resultado. Creó que ni tan siquiera van a verlo.

Y es una pena, porque usan palabras como decepción, y nadie que haya visto a Punki, la defensa del número 3 a Aintzane la número 20 delantera, a Larra la capitana con el 10, o a cualquier otra jugadora, puede decir eso después de todo lo que se esfuerzan.

Recordaremos siempre Valencia, que se aplaudió a todos como se merecían, mucho.