No puede ser que cualquiera tenga ya los arrestos y la capacidad de faltar al respeto a la Real de una forma tan flagrante. Ya no es que se pierdan dos puntos por un penalti en el descuento. Es la falta de respeto. Es que Diamé no vea la segunda tarjeta amarilla en una jugada muy clara, y en la siguiente Gerardo sí vea tarjeta amarilla. Es que el árbitro le dice a los realistas "tranquilos, que vais ganando" para no expulsar al rayista. Es que mantenga a Markel Bergara fuera del terreno de juego, después de ser atendido por un golpe en la cara, sin dejarle entrar a pesar del clamor de los más de 17.000 espectadores, valientes, que estuvieron hoy en Anoeta. Es que el descuento de cuatro minutos cuando vas ganando parezca excesivo y que no se alargue un solo segundo más cuando estás empatando, con todo el tiempo que se ha perdido con el penalti y con el gol. Y es, sí, que te piten un penalti en el descuento. Ya no es que sea o no penalti, es que se tiene la seguridad de que en un área se va a pitar y en la otra no. Será penalti, como confesó Markel después, pero como dice Lillo "es la actitud" del árbitro lo que motiva las quejas. Una falta de respeto más. Una de las muchísimas que ha sufrido la Real.
Lillo aseguró que en el minuto 31 de la primera parte, la Real desapareció, y aunque en el descanso ajustó algunas cosas, lo cierto es que el juego del equipo no mejoró demasiado, no para alcanzar el nivel de la primera mitad. Y no mejoró por la ansiedad, por el sufrimiento, por la emotividad que preside los partidos de la Real de forma irremediable, en parte por ser éste un equipo de marcadores muy cortos. Este equipo necesita tranquilidad durante los partidos, la que sí tuvo en general en los marcadores cortos de los tres anteriores partidos en casa, la que hoy no ha tenido. Quizá esa emotividad también hace que el escudo y la camiseta de la Real no impresionen a los árbitros como si parecen impresionar otros. A Lillo se le escapó la ironía al final de la rueda de prensa, y recordó esa manida frase de que la balanza se compensa al final de la temporada, que los árbitros te dan más o menos lo mismo que te quitan. "Estoy deseando que empiece la segunda vuelta, porque no van a dejar de darnos hasta el final", dijo el técnico realista. Son demasiados partidos ya en los que el árbitro condiciona el resultado y malogra el trabajo de la Real. Demasiados. Y, como decía durante la semana, no creo en las casualidades.
Arbitraje y emotividad al margen, el empate se puede considerar justo. La Real jugó una primera media hora brillante, muy cercana al fantástico fútbol que ofreció en los primeros partidos de la temporada, antes de que la plaga de lesiones mermara su capacidad. Probablemente, los mejores minutos de esta campaña. Tuvo bastantes acercamientos peligrosos pero faltó lo de casi siempre: ocasiones claras de gol. Aunque, por mirar el lado positivo, la más clara acabó dentro. Y la metió Agirretxe, jugador que cada vez progresa más, que marca por segunda semana consecutiva, pero al que el destino no le deja cantar un gol ganador. Casualidades de la vida, a Iñigo Díaz de Cerio le pasó lo mismo en su primera temporada con el primer equipo. El canterano, que hizo un muy buen partido, dejó a Necati en el banquillo. Ambos coincidieron sobre el campo apenas unos minutos y entonces Agirretxe le arrebató el puesto de delantero al turco, que se quedó en la mediapunta. Muy significativo y, por qué no decirlo, un justo premio al trabajo del chaval, que ya lleva tres goles esta temporada.
Decía que el empate es justo porque, al final, el Rayo ha dispuesto de más y mejores ocasiones de gol (aunque sobre todo en el tramo final de la primera parte, mucho más que en la segunda, angustiosa y al final triste, mitad). Bravo se ha erigido entonces en el portero que todos esperamos, sacando unos cuantos balones de gol e impidiendo el empate del equipo madrileño. El Rayo mereció marcar, sí, pero también es verdad que en las contras la Real pudo hacerlo igualmente (y en una falta que Castillo envió al larguero) y sentenciar el partido, sobre todo en una que llevaron Necati y Agirretxe que inexplicablemente no llegó a buen puerto. El empate en Albacete, y muy probablemente el gol del descuento, se cobró dos víctimas en el once de Lillo: Carlos Martínez y Labaka. La ausencia del lateral se notó sobre todo en la segunda parte, cuando el equipo de Lillo se encerró demasiado en su área y ninguno de los dos laterales contribuyó demasiado a sacar al conjunto de su área.
La clave de que a la media hora desapareciera el equipo, como dijo Lillo, pudo estar en una cierta relajación en la presión. El Rayo, que en los primeros minutos se veía sin respuestas ante el juego de la Real y ante el buen trabajo de robo de balón, comenzó a salir con tranquilidad de su campo. Y sin demasiado juego, llegó con mucha claridad al área de Bravo en esos minutos. A la calma tensa de la segunda parte contribuyó el cambio de dibujo que Lillo aportó con los cambios. Xabi Prieto se metió dentro, dejando las bandas para Moha y Estrada, con un doble pivote formado por Markel y Aranburu en los minutos finales. En realidad, el gol del Rayo llegó cuando menos ocasiones tenía y cuando con menos claridad alcanzaba el área de la Real. Y esa es la moraleja triste que deja el partido. Porque sucedió exactamente igual en Córdoba y en Albacete. Cuando el rival menos creía ya en el gol, llegó. Son seis puntos que la Real debió sumar y que se han perdido en el limbo. Seis puntos que hoy colocarían a la Real como líder, con un punto de ventaja con respecto al hoy líder, el Xerez.
Como hace una semana, a la Real le han quitado el caramelo de la boca. En el minuto 91 era cuarta, a dos puntos del ascenso y a tres del líder. Y otra vez en el descuento se le han ido dos puntos vitales. Se le han ido y se los han quitado. Los árbitros juegan con la escasa memoria que tiene la fría estadística, que es, al final, la que determina vencedores y vencidos en este juego del fútbol. El equipo txuri urdin se queda con 28 puntos en novena posición. El liderato y la decimotercerta plaza, la que ocupa precisamente el Rayo, están separadas por tan solo seis puntos. Dos o tres victorias consecutivas pueden meter a cualquier equipo en lo más alto. Y seguimos esperándolas. Pero para la Real, el equipo que menos partidos ha perdido y que menos goles ha encajado de la categoría, no llegan esas dos noticias consecutivas. Y con arbitrajes como el de hoy parece difícil que suceda. Menos mal que la "nueva etapa" en la Real propició la visita de Villar a Anoeta. Menos mal. ¿Qué hubiera pasado hoy sin la "cordial reunión" con el presidente de la Federación...?
2 comentarios:
Más y más de lo mismo. Por cada punto que la Real gana en el descuento, pierde...
No sé, no logro entender qué pasa con los árbitros. Ya comienzo a pensar que aquéllo de que Villar es del Ahletic, tiene algo que ver. Sé que es un argumento de lo más pueril, pero es que no hay otra cosa, o no debería haberla, porque la Real nunca ha sido un equipo polémico o algo por el estilo.
Y estamos a seis puntos porque los rivales no nos pueden sonreir más. A lo mejor, otra temporada, estaríamos más abajo que arriba.
Saludos!
Creo que esta vez fue mas culpa nuestra que del arbitro, que dos semanas seguidas te empaten en el descuento es para hacérselo mirar.
No sabemos matar los partidos y ganando solo por la mínima te arriesgas a que suceda esto, no puede ser que solo hayamos ganado por mas de un gol al Murcia, en Vitoria el año pasado nos paso lo mismo, hay que saber machacar al contrario, no se si es falta de ambición pero nos pasa muy a menudo.
A levantarse una vez mas del mazazo y a intentar ganar al Levante, una pena tanta oportunidad perdida.
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