Estoy atónito. Así me ha dejado la esperada y retrasada comparecencia del nuevo presidente de la Real, Jokin Aperribay. Digo atónito por no decir asustado. Porque después de escuchar la rueda de prensa y de leer todo lo que se publica hoy en los medios sobre ella es imposible sentirse de otra forma. La presentación pública de Aperribay no despejó apenas incógnitas, no dejó nada claro, no anunció qué se va a hacer para que la Real no desaparezca. No aportó ideas, no detalló planes. No es la hora de los discursos vacíos y el de ayer de Aperribay lo pareció. Grandes palabras, grandes ideales. Unidad y cosas así. ¿Pero qué dijo que no supiéramos? Sólo una cosa. Que no tiene intención de vender jugadores en enero (cuando acabe el mes me quedaré tranquilo, antes no) y que el expediente de regulación de empleo sólo se hará la próxima temporada si la situación no se ha enderezado (pero lo ve inevitable si los trabajadores no se reducen sus sueldos). Y ya está.
Atónito me quedé porque, insisto, aparte de esos detalles, no hay en la rueda de prensa nada que no supiéramos. Lo que se nos ofreció es una repetición de lo que hizo Miguel Fuentes cuando llegó a la Presidencia. Miedo al futuro con leves gotas del optimismo que se desprende del lema "nosotros podemos salvar a la Real". Eso ya lo dijo Fuentes, y no hay más que ver dónde y cómo estamos para llegar a la conclusión de que era o bien una falsedad o bien un propósito imposible de cumplir. Los planes de Aperribay pasan por un plan de austeridad del que no dio ningún detalle porque no podía darlos (ni hay acuerdos con los jugadores, puesto que se dio a conocer al vestuario un día antes, ni los hay con los trabajadores del club, puesto que no ha habido reuniones con el comité de empresa, dijo, por las vacaciones navideñas) y recorte sustancial de gastos (tampoco dijo en qué partidas). Y si no hay detalles, el anuncio no pasa de ser una declaración de buenas intenciones, en el mejor de los casos, o humo, en el peor.
Lo que más lamento de la intervención de Aperribay es que el aficionado, el que verdaderamente sufre con este equipo y le apoyará siempre, no forma parte de su discurso. Lo dejó claro en la Junta, pero ayer se ratificó en esa triste sensación. No se refirió al aficionado en toda su intervención inicial, ni siquiera cuando apeló a la unidad de "todos". Al socio se le pide que pague su cuota de abonado (y no se han planteado la posibilidad de que el socio les dé la espalda en el proceso de renovación de abonos que se inicia mañana. Es más, ni siquiera lo han estudiado; ojalá no suceda, aunque yo sí me temo que el número de socios caerá). Al accionista que calle en las juntas. Y al aficionado en general que no proteste en Anoeta o siquiera en Intrnet (foro cerrado con la pretensión de reabrirlo cuando se pueda; ¿no es eso mismo lo que dijo Denon y el foro no se reabrió hasta que llegó Badiola?). Porque, dicen, hay que apoyar al equipo. Y no se quieren dar cuenta de que eso está garantizado, porque todos nosotros queremos a la Real y queremos verla en Primera por encima de todo. Pero lo peligroso vuelve a ser, una vez más, que el presidente de la Real cree que la crítica a su persona o a su gestión es un ataque al club. Y No lo es.
Dicen que la Real debe 32 millones de euros. Quizá habría que preguntarse por qué esa cantidad nos ha llevado a esta situación cuando en Primera anda el Deportivo con una deuda reconocida de más de 150 millones o el Valencia con una de 250, pero habrá que centrarse en lo nuestro que bastante tentemos. Quizá habría que preguntarse cómo es posible que el nuevo presidente no incluya entre sus planes de rescate la posibilidad de que la Fiscalía Anticorrupción entienda como delictivo el proceso abierto por la confesión de Jesuli (no lo incluyen, sólo hubo palabras tan aparentemente firmes como en realidad huecas a preguntas de los periodistas). Pero hay que abrir los ojos. El horizonte de viabilidad de la Real pasa por subir a Primera. Ni más ni menos. Hay un desfase de diez millones entre los ingresos y los gastos de este club. Y eso es más o menos lo que ganará la Real por derechos televisivos si sube a Primera. Ya está. Desfase solucionado. Ni mucho menos la deuda, pero sí la viabilidad económica de la entidad. Para eso da igual quién sea el presidente, es el equipo el que puede hcaernos a todos un servicio impagable.
Después de lo escuchado, y después de leer el documento en PDF de siete páginas que ha colgado el Consejo en la web oficial sobre la situación económica del club (una es la portada, dos desarrollan lo que ya conocíamos del proceso concursal y la última deja un mensaje de "muchas gracias" que sólo hace que esté aún más atónito en estos momentos), uno se pregunta por qué han esperado diez días para convocar esta rueda de prensa. No hay nada que ofrecieran que justifique toda esa espera. Absolutamente nada. Y no hay ningún plan elaborado. Hay que confiar a ciegas. Dicen que pueden salvar a la Real, pero no dan ningún argumento que dé tranquilidad. Ni uno solo. Bueno, uno sí. Que no van a cobrar por su trabajo en el Consejo. Qué menos, por otra parte, para un salvador, ¿no? Lo único que puedo hacer es desear suerte a Aperribay y a su Consejo, porque tengo la sensación, la triste y desasosegante sensación, de que de verdad la van a necesitar.
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