Hace no tanto tiempo, cuando uno iba a San Sebastián a ver a la Real, había algo que despertaba en nuestro interior el inconfundible aroma a partido. Cuando uno salía a la calle veía montones de camisetas blanquiazules que le recordaban que ese día jugaba la Real. Niños y no tan niños, todos ellos aficionados txuri urdin, lucían sus colores orgullosos por la calle. No importa que fueran o no a Anoeta. Era día de partido y eso era suficiente para ponerse la camiseta y lucir con orgullo su escudo sobre sus corazones.
Pero las cosas cambian. El pasado sábado no había camisetas de la Real por las calles de San Sebastián. Y era día de partido en Anoeta. Me paseé toda la mañana por la ciudad. Desde Gros hasta el Peine del Viento, pasando por lo Viejo, el Boulervard, la bahía de la Concha y Ondarreta. Nada. Ni una sola camiseta. Vi alguna incluso del Tenerife, pero ni una sola de la Real. Esas no las vi hasta las cinco de la tarde, a hora y media del partido, y en las inmediaciones de Anoeta. Casi se ven más camisetas blanquiazules en los partidos que juega la Real fuera de Donosti que en los que juega como local.
“Es que estamos en Segunda”, me argumentaban cuando lo comenté con tristeza. Ya, ya lo sé. Estamos en Segunda. Y bien que duele. Pero justo por eso, con muchas más ganas que nunca, me puse mi camiseta blanquiazul, esperando contagiar a alguien ese pequeño entusiasmo que todavía siento cada tarde de partido. ¡Qué le vamos a hacer, yo soy así! Cuando me dirigía al campo, un hombre mayor, de unos 70 años, miró la camiseta y me dijo: “¡A ver si ganamos hoy!”. Me gustó que utilizara la primera persona del plural. La Real sigue siendo de todos en nuestros corazones. Pero siguen sin verse camisetas.
Todo cambia, supongo. La ilusión que teníamos todos en el no tan lejano verano de 2003, cuando la Real estuvo a punto de proclamarse campeona de Liga por tercera vez, parece haber muerto. Y por eso las camisetas están encerradas en el armario. ¿Todo cambia? No, todo no. Sigue habiendo un lugar en el que lucen orgullosas las camisetas blanquiazules. La Concha. Allí todo sigue siendo posible. Incluso que una camiseta de la Real regatee a otra del Barcelona. No, no todo cambia. Por eso seguimos siendo de la Real. En Primera o en Segunda.
2 comentarios:
Hola Juan! Me gustò mucho tu comentario sobre el aire que se respira en Donosti... Un saludo y aupa Real!
aupa juan, soy un socio de la real que ha dejado de serlo, no por estar en segunda, sino por esos hijos de puta que manejan el club esperemos que hasta el 3 de enero.
es una berguenza haber estado vendiendo las camisetas del año pasado hasta noviembre, y la del este año no haberla cambiado(unico equipo de segunda), e igual con el resto de merchandaising.
Del tema de jugadores mas bien podiamos escribir un libro:fitxajes de risa y los que se han ido obligaos se estan saliendo(aupa darko), y para que se va a incentibar a los socios con las cuotas o entradas, nada, mejor sangrarles a ver si no vuelven.Y el circo acaba con dimisiones sorpresa y consejos que no saben ni el puesto que tienen...
con todo esto y mas se llega a lo que has visto en donosti, pero si quieres ver el sentimiento txuri urdin, vete a pueblos de gipuzkoa como el mio,zizurkil, que en donosti hace tiempo que no se habla euskera y se vota a los fascistas del psoe...
Gora euskal herria ta gora erreala
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