La Real logró en La Romareda una victoria aplastante que viene a confirmar que era delirante no admitir que este equipo estaba llamado a luchar por las plazas europeas. Porque el equipo txuri urdin ha ganado hoy en Zaragoza, en realidad, jugando a medio gas. Tal cual. Y le ha sobrado Obviamente, se ha beneficiado de ese asombroso y estratosférico récord de jugar por séptima jugada consecutiva contra diez rivales por una justa tarjeta roja que ha terminado de desnivelar la balanza. Y, obviamente, sigue saliendo la Real a los campos de fútbol sin sacar a su mejor once posible, algo que no se puede obviar a pesar de los triunfos. Pero es que este equipo tiene una calidad inmensa, recursos ilimitados y un presente maravilloso. Los realistas se sobrepusieron a un inicio tibio en el que el Zaragoza no fue capaz de generar peligro y después jugaron a placer con un Illarramendi de nuevo imperial. El marcador no refleja la enorme superioridad de la Real, que está en un momento de dulce, incluso para lo que no depende de su trabajo.
Era un partido marcado en rojo en el calendario para dar un golpe sobre la mesa, lo era tras la victoria en casa ante el Mallorca y mucho más tras la dura y polémica semana que hemos vivido, y la Real respondió. Y eso que el partido comenzó con el ya habitual debate que genera la suplencia de Pardo cada vez que Montanier tiene algo donde elegir. Sin Elustondo y Zurutuza y con Ros reintegrado a la convocatoria pero sin opciones de jugar, Pardo fue el centrocampista que se quedó fuera del once. Difícil de entender, por mucho que el martes jugara con la selección española sub-21. El partido de Markel evidenció que el fútbol de la Real exige a sus mejores artesanos. Pero en Zaragoza la absoluta intrascendencia de Markel en el juego (apenas tres balones robados y un penalti cometido) encontró la compensación perfecta: Illarramendi se multiplicó, aprovechó las carencias del Zaragoza y jugó por dos. Como dijo alguien en Twitter, él solo jugó de doble pivote. Viene a ser demencial que este pedazo de futbolista no entre en los planes de Vicente del Bosque, que incluso con las bajas de Xavi y Xabi Alonso prefirió decantarse por Mario Suárez.
La Real arrancó con nerviosismo, dejándose echar atrás por el ímpetu de un Zaragoza que parecía dispuesto a romper su nefasta racha en casa. Pero su rendimiento se fue diluyendo cual gaseosa sin que en realidad llegara a provocar ninguna ocasión de gol clara. La respuesta txuri urdin fue contundente. Casi en la primera ocasión en la que cruzó el centro del campo, sin duda en su primera llegada al área de un Roberto inédito en los primeros diez minutos, marcó gol. Y el mérito del gol hay que repartirlo. No se habría producido sin la pelea de Agirretxe, que con esa jugada demuestra las bondades de tener un nueve en el campo. Su lucha permitió a Vela llevarse el balón y, de nuevo, demostrar su carácter decisivo, esté más o menos conectado con el juego del resto del equipo. Su pase cruzado a Griezmann fue espléndido. Y el remate a puerta del francés, preciso. Griezmann, a pesar de que estaba al límite del fuera de juego, quizá incluso en posición ilegal, vuelve a ser noticia por algo positivo, y eso es una de las mejores conclusiones del partido.
Con el gol de la Real, y como fútbol no llegó a tener, al Zaragoza se le fue la cabeza. En menos de diez minutos, Héctor cometió dos faltas muy claras, muy justamente sancionadas con tarjeta amarilla, y se fue a la calle. Vela fue quien forzó las dos tarjetas, reafirmando ese carácter decisivo que convierte al mexicano en un jugador de valor incalculable. De esta forma, la Real agranda un récord ya difícil de creer, y más con los antecedentes y los malos recuerdos que tenía desde su regreso a Primera: suma ya siete jornadas consecutivas con una tarjeta roja para un jugador rival. Y ahí, en realidad, se acabó el partido. El Zaragoza pensó que la mejor forma que tenía de igualar el partido era conseguir una expulsión de su rival y puso todas sus energías en esa labor. Cuando el colegiado, Gil Manzano, omitió una clara tarjeta amarilla a Illarramendi que casi todo el Zaragoza reclamó con exagerada insistencia, se acabó toda posibilidad de que la igualada que nunca llegó comenzara ahí.
La Real comenzó a manejar el partido ya con una tranquilidad impresionante y con un Illarramendi que empezó a crecer sin que se vea su techo. Cuando, diez minutos después de la expulsión, Agirretxe se sacó de la bota derecha un magnífico disparo para hacer el 0-2, la victoria txuri urdin se convirtió en la única opción posible. Agirretxe se hizo hueco y concluyó la jugada con una enorme calidad. Media hora y todo parecía finiquitado. Tanto, que la primera parte concluyó con placidez. La Real se sabía muy superior, y lo que es más importante, el Zaragoza se sentía muy inferior. El arranque de la segunda parte se asemejó al de la primera, pero el conjunto maño impuso un ritmo mucho menos feroz que en el inicio del encuentro, lo que permitió que mucho más pronto todavía el control del juego fuera absoluto por parte de los visitantes, hoy de naranja. Y eso teniendo en cuenta que los laterales no tuvieron ni la proyección ni el acierto de sus mejores días y que el centro del campo tenía un jugador creativo menos. Pero Xabi Prieto entendió muy el partido y se multiplicó en las ayudas.
En esa segunda mitad siempre dio la impresión de que meter una marcha más aseguraba una goleada de escándalo, pero la Real se ha acostumbrado a jugar sin meter esa marcha. Eso es lo que ha provocado que se queden tantos puntos en el camino, sin ir más lejos los dos que se dejó en Balaídos o los tres del Santiago Bernabéu, en ambas ocasiones jugando también contra diez jugadores. Con el marcador a favor, eso sí, se convierte en una arma poderosa. El resultado final habría sido más abultado si un precioso cabezazo de Agirretxe hubiera encontrado puerta ante la desesperada estirada de Roberto, si Vela hubiera disparado mejor en un mano a mano con el arquero zaragocista con el que culminó un espléndido pase de Illarra o si una maravillosa volea de Griezmann, tras un buen centro de Agirretxe, no se hubiera topado con el mejor jugador local, Roberto. Incluso De la Bella pudo marcar su tercer gol de la temporada en una de sus pocas subidas claras, pero también se topó con el guardameta local.
El Zaragoza apenas pudo crear una ocasión de gol, un disparo de Rochina que Bravo, ante la duda de que cogiera portería, despejó con seguridad a córner. La Real siempre lo tuvo todo controlado, pero jugó con un ritmo demasiado pausado como para aprovechar los huecos en el centro del campo que había dejado Manolo Jiménez con sus cambios tratando de poner toda la pólvora en el ataque. Eso es lo bueno y lo malo del partido. A pesar de todo, las ocasiones fueron cayendo por inercia. Y aunque la victoria es plenamente satisfactoria, sigue despertando dudas la gestión de Montanier desde el banquillo. Sus cambios, como siempre tardíos, llegaron cuando el Zaragoza ya había realizado sus tres sustituciones. Y sacar del campo a Illarra, aunque eso permitió nuevas gotas de clase de Pardo, supuso un doble error. En primer lugar, se marchaba el mejor jugador de un encuentro que aún no estaba acabado. Y en segundo lugar, y sin tener en cuenta su escaso acierto y su constante tendencia a retrasar balones, Markel parecía mucho más cansado.
Quedó en evidencia este doble error cuando, ya en tiempo de descuento, Markel combinó una mala colocación, ese aparente cansancio y un resbalón para cometer un penalti absurdo y claro. El 1-2 final no empaña una victoria aplastante, aunque sí hace que parezca mucho más ajustada de lo que fue. Porque, ojo, la Real sólo ha perdido un partido de los últimos trece que ha disputado, es el cuarto equipo más goleador de la Primera División y ocupa, a falta de los partidos de Betis y Rayo, la sexta posición en la tabla, una que sí da acceso a Europa. Montanier ha tenido que rectificar muchas ideas para dar con la tecla adecuada. Sigue empeñado en algunos vicios, pero las correcciones hacia el modelo que muchos veíamos factible es lo que ha colocado a la Real en la senda del éxito. Recuperar a Griezmann del todo ahora que los delanteros han marcados en dos jornadas seguidas se antoja vital para continuar con la buena racha. Vela, Illarra, Pardo, Xabi Prieto o la majestuosidad de los centrales garantizan que la Real estará, por fin, en la pelea en la que tiene que estar. Y otros que sigan pensando que la Real se dopa. Este es su dopaje, el fútbol.
3 comentarios:
Hacia tiempo que no veia un partido con tanta superioridad sobre el campo. Espectaculares casi todos los jugadores, con momentos de gran fútbol. Pero como bien apuntas, falta ese instinto asesino, esa marcha de mas, para poder finiquitar los partidos y no estar pendientes de reloj. Si ese penalty lo cometemos 10 minutos antes, aun hubiésemos tenido algun susto, algo imperdonable viendo el desarrollo del juego. Por fin una victoria en Zgz, por fin he visto jugar bien a mi equipo en La Romareda (ni me acordaba la última vez que ocurrió eso). Ahora, a seguir luchando y a soñar. Dificil destacar a alguno por encima de los demás, pero lo de Illarra ya empieza a ser impresionante. Saludos desde Zgz
Alucinante lo de la Real. ¿Es posible el sueño de la Champions si se mantiene el nivel?
Unknown, o incluso si el árbitro hubiera puesto algo más de esos dos minutos de descuento. Un solo balón a la olla basta para perder puntos, mira lo que le pasó a Osasuna en Mallorca ya en el descuento... Illarra está haciendo un temporadón. Gracias por comentar.
Javi, esa ocurrencia de Markel por delante de Pardo me parece una de las cosas más inexplicables de la temporada, y creo que está haciendo que la afición de la Real tenga de Markel una peor percepción de la que debería tener en realidad. Es lo que es, pero el talento de Pardo es incontenible.
Edgar, a mí, de verdad, no me parece tan increíble. Confiaba mucho en esta plantilla y pensaba que sólo su entrenador podría frenar sus posibilidades. Y ni eso. Claro que es posible la Champions. Si el Málaga tiene finalmente que cumplir su sanción, está a un punto.
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