Cada vez veo más paralelismos entre la Real de esta temporada y la que dirigió Javier Irureta en la temporada 1996-1997. Y viendo la clasificación de aquella Liga a estas mismas alturas, los paralelismos se multiplican. Resulta que, jugados 25 partidos, aquella Real sumaba 44 puntos, cuatro más de los que tiene hoy la de Philippe Montanier, gracias a que había ganado dos partidos más y empatado dos menos, y ocupaba la quinta posición. Con una buena generación de jugadores de casa (De Pedro, Aranzabal, Idiákez...) y extranjeros capaces de marcar diferencias (Kovacevic, Craioveanu...). Aquella Real ganó en Mestalla, en San Mamés, en Tenerife, y empató en el Calderón. Pero su juego no terminaba de convencer a todo el mundo y se fueron puntos en partidos insospechados, y perdió, por ejemplo, en los campos de tres de los últimos cuatro clasificados (Extremadura, Logroñés y Hércules). En la jornada 38 de una Liga de 42 partidos la Real ya era octava cuando siete equipos iban a Europa. Y esa fue la posición que ocupó al final, quedando a un punto de clasificarse para la Copa de la UEFA.
En la presentación de aquel año, Luis Uranga, dijo: "debemos adquirir un compromiso firme de ambición" para "evitar los dientes de sierra de la clasificación". No se pedía Europa, pero se anhelaba. Incluso antes del final de la Liga y de que se supiera si el equipo llegaría a la UEFA, Uranga decidió no renovar el contrato a Irureta, a pesar de que el equipo había luchado por Europa después de dos temporadas en las que se tuvo que recurrir al cese del técnico (primero Toshack, después Iriarte) para sacar a la Real de la parte baja de la tabla. Y fichó a Bernd Krauss. Por si hace falta recordarlo, la Real que dirigió el alemán, prácticamente con la misma plantilla de la que disfrutó Irureta (con los únicos fichajes de Kühbauer y Sarriegi, más conocidos por sus lesiones que por su fútbol), acabó en tercera posición, se clasificó para la UEFA, luchó por la Champions (entonces sólo había dos plazas) hasta el último segundo de la Liga, soñó por momentos incluso por disputar el título.
Es un precedente bastante claro como para censurar tan a la ligera como se está haciendo las críticas razonadas que hoy se esgrimen sobre Philippe Montanier. Tengo que dejar claro que nunca he sido muy resultadista. No mido el éxito de un equipo, mucho menos el de un entrenador, atendiendo exclusivamente a los resultados, y no creo que los mejores técnicos del mundo sean los que presentan un palmarés más abultado. Ganar motiva la felicidad del aficionado, pero no argumenta las posiciones que un analista defiende. La Real ganó en San Mamés 1-3 y, por supuesto, eso me llenó de felicidad. Daba saltos con los goles y me relamía ante el hecho de haber dejado para siempre el nombre del conjunto txuri urdin como el vencedor del último derbi en ese estadio. Eso no nos lo quita nadie a ningún aficionado realista. Pero eso no me impide tener una posición crítica sobre lo que sucedió el sábado, por lo que no acabo de entender que quienes defienden la gestión de Montanier, cuyas razones si las tienen las respeto y si puedo las rebato con argumentos, se agarren a eso, a las victorias, para atacar a los críticos.
Irureta, por seguir con el paralelismo que apuntaba al inicio, ganó en su debut con la Real 0-1 en Mestalla. El Valencia tuvo una docena de oportunidades clarísimas de gol, incluyendo dos tiros a los palos y cuantiosos paradones de Alberto. La Real marcó en un contragolpe. "Me he quedado con cara de gilipollas. Hemos hecho todo lo que hay que hacer para ganar un partido y aún no me puedo explicar por qué no lo hemos conseguido", dijo Luis Aragonés, el entonces entrenador del Valencia. No tiene nada que ver aquel partido del Valencia con el que planteó el Athletic el sábado a la Real, eso es evidente, pero Irureta podría haber sacado pecho y decir que el partido salió como se lo había imaginado, con los locales dominando y marcando a la contra. Desde luego, no lo hizo. A mí me sorprende que haya habido lecturas en ese sentido sobre lo que pasó en San Mamés. Que el partido salió tal y como lo había planteado Montanier, dicen algunos. Que qué se puede criticar después de un 1-3 en Bilbao, señalan otros.
Pues yo vi muchas cosas que no salieron bien. No sé si es suerte, si es la ya famosa flor de Montanier o cualquier otra cosa, pero si ese es el partido que imaginó el técnico francés, mal vamos. Fue un error clamoroso dejar a Vela en el banquillo que aún no entiendo cómo se ha podido llegar a justificar, con 1-3 o sin él. En los partidos grandes juegan los futbolistas trascendentes. Si los realistas decimos que no es casualidad que jugáramos ocho jornadas seguidas contra diez, aplicadlo ahora a que el Athletic acabara con once. La Real estuvo 70 minutos sin Vela, razón suficiente para entenderlo. No creo que Momtanier imaginara que los seis o siete cabezazos en jugadas de estrategia del Athletic se marcharan todos fuera. O que el que se colaba en la portería lo sacara Bravo con un paradón. O que la Real empataría en su único tiro a puerto de los primeros 45 minutos. O que Aduriz tiraría fuera la ocasión que le regaló Markel por sacar rápidamente una falta sin prestar atención a la situación del partido. O que el propio Markel, en un despeje temerario, no llegaría a cometer el penalti que se jugó. O que el mismo jugador no fuera expulsado por el manotazo a Herrera.
Que la Real ha mejorado en los últimos meses es evidente, y podríamos analizar si es o no a causa de los aciertos de Montanier. Ya lo creo que podríamos. Pero lo que está fuera de toda duda es que siguen ahí las trazas de todo aquello hizo general la crítica al entrenador francés. Ocultas para quien quiera por la situación clasificatoria, pero ahí. Y como yo no tengo tan claro que el técnico haya aprendido de los errores, sino que más bien los parches le han demostrado lo equivocado que estaba (y en algunos casos sigue sin dar su brazo a torcer, véase la tozudez de que Pardo sea la sexta elección para los tres puestos del centro del campo cuando los siete jugadores posibles están disponibles), no tengo tan claro aquello de que lograr un objetivo europeo le haga merecedor de una renovación. Si este Consejo vio de una forma tan evidente que cumplir el objetivo no garantizaba el puesto a Martín Lasarte, es de suponer que ahora tendría que aplicar el mismo criterio con Montanier y renovarle sólo si de verdad cree que el equipo crecerá con él.
Yo, a día de hoy, sigo pensando que no. Que con otros entrenadores, esto que vemos hoy podría haber llegado el año pasado y en éste la Real podría haber mirado incluso más arriba. Salvando las distancias, a mí me da miedo que nos pase lo que al Chelsea de esta misma temporada, que renovó a Di Matteo teniendo millones de dudas simplemente (póngase entre comillas ese simplemente, por supuesto) porque había ganado la Champions. Y esta temporada le echaron, ya fuera de Europa y sin opciones de ganar la Premier. Montanier va a clasificar a la Real para Europa, yo ahora mismo estoy bastante convencido de ello, y más si la Europa League llega hasta la octava plaza. Lo que no sé es si jugaremos la Europa League o si, con la ambición suficiente, escucharemos de nuevo el himno de la Champions. Pero sigo dudando. En la Real, a Irureta le siguió Krauss. Y eso sigue resonando en mi memoria.
1 comentario:
Javi, el debate es bienvenido en cualquier sitio, no te preocupes... A mí me pareció grave, y el hecho de que el árbitro no le expulsara no tendría que hacer que infravalorásemos la acción de Markel. Pudo salir muy cara y habría sido el colofón a un partido francamente malo del mediocentro. Me apuesto contigo lo que quieras a que el domingo es titular de todos modos...
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