En una de las huelgas del fútbol español, jugadores juveniles solventaron la ausencia de los profesionales. Fue el 9 de septiembre de 1984, en la primera de las dos jornadas de paro que decretaron los jugadores españoles. En la segunda de esas jornadas en las que no tendría que haber habido fútbol, un juez impidió que los juveniles volvieran a jugar. Pero quedó un día para la historia, un día en el que la Real, como todos los equipos de Primera División, saltó al campo para jugar un partido oficial de la máxima categoría sin sus jugadores profesionales. Sin la mayoría de ellos, al menos. Dos sí estuvieron sobre el césped, el portero Elduayen y Txiki Begiristain. Ambos tenían una circunstancia muy peculiar, y es que contaban con permiso del servicio militar, por lo que no tenían capacidad de hacer huelga. Alberto Ormaetxea, con la ayuda de Carmelo Amas, decidió alinearles por ese motivo. Ellos fueron los únicos profesionales de la Real sobre el verde de Atotxa aquel día, y ellos arroparon a un equipo formado por jugadores del Sanse y del juvenil que se enfrentó a los integrantes del Atlético Malagueño, entonces disfrazado de Málaga para esta única ocasión.
De entre los que jugaron, además de los dos que ya eran jugadores del primer equipo, destacan dos nombres. Loren se enfundó por primera vez la camiseta del primer equipo, la primera de las 411 que lo haría a lo largo de su carrera, desde que en la temporada 1986-1987 se convirtiera por derecho en miembro de la plantilla. El otro debut más o menos destacado fue el de Martín Begiristain. No es que hiciera una gran carrera en la Real, pero jugó 19 partidos con el primer equipo hasta la temporada 88-89, en la que abandonó el club. Uno de esos partidos fue la final de Copa de 1987, donde marcó uno de los penaltis de la tanda que dio el título al equipo txuri urdin. Además, aquel día debutó con la Real Alberto Albistegi, aunque después se marchó a La Coruña para hacer carrera en el Depor, para acabar volviendo a la Real en el verano de 1993. Ese fue el mismo destino de José Luis Ribera. Este encuentro con el Málaga fue el único que jugó con el primer equipo, al que regresó como segundo entrenador con Miguel Ángel Lotina, en la temporada del descenso a Segunda.
Según la crónica de Mundo Deportivo, sólo 250 aficionados pagaron una entrada por ver este partido. El resto, hasta los 6.000, fueron socios. Y encima el árbitro no estuvo, digamos, afortunado. Un día extraño, pero un día histórico.
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