Si José Luis Orbegozo quedó en el subconsciente de todos como un gran presidente de la Real, quizá como el gran presidente de su historia, no fue porque durante su mandato se consiguieron dos Ligas. Puede que muchos lo vean así, seguramente por no haber vivido o no haber leído sobre aquel periodo, pero ese no es el auténtico motivo. La historia obliga a hablar bien de Orbegozo porque siempre defendió los intereses de la Real, aunque eso supusiera enfrentarse con los poderosos, como de hecho tuvo que hacer en más de una ocasión. Aquel presidente txuri urdin lucho por su club, luchó contra viento y marea, contra molinos y contra gigantes, y lo hizo siempre pensando en la Real y en sus gentes. La Real se empezó a torcer cuando los pensamientos dejaron de ir por ese lado. La gestión de José Luis Astiazarán quiso colocar a la Real donde no tenía que estar, en un mundo alternativo en el que nos convertíamos en unos nuevos ricos alejados de nuestra esencia. Y así comenzó el declive económico del club que supuso la causa fundamental de su hundimiento en el pozo de la Segunda División y del proceso concursal.
Astiazarán ahora está en el otro lado. En el de los ricos, en el de los poderosos, en el de los que manejan o quieren manejar los hilos de todo. Es el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, por méritos que desconozco. Desde allí se ha urdido una huelga que, afortunadamente, ha fracasado. Y ha fracasado por la oposición de varios clubes, que han forzado a la Justicia a intervenir. Entre ellos, la Real. Para mí es un gozo saber que el club está donde tiene que estar, y en este asunto lo ha estado. Bien por el presidente, Jokin Aperribay, que en este tema y en la negociación del reparto del dinero que generen los derechos televisivos, cuestión que está muy relacionada con este abortado paro, se está mostrando como un rector muy serio, abierto al diálogo pero consciente de que nuestros intereses no coinciden con los de quienes mandan. Este paro convocado desde la patronal era tan absurdo que nadie se ha atrevido a defenderlo en público. Nadie salvo Astiazarán. Pero han sido seis los clubes, sólo seis, que han dado la cara y se han colocado a la vanguardia de la resistencia. Los clubes rebeldes, les llamaba la prensa. Qué curioso, ahora resulta que todo el mundo quería jugar pero sólo seis levantaron la voz. Y la Real, como debe de ser, estaba entre ellos.
Objetivamente, a la Real le venía muy bien jugar este fin de semana sin más demora. Primero, porque el Hércules viene con entrenador nuevo y era absurdo darle una semana más para preparar el partido. Segundo, porque el encuentro más complicado que le resta en Anoeta, el del Barcelona, coincide con unas fechas golosas, justo antes del primer partido de semifinales de la Champions, por lo que presumiblemente Guardiola dará descanso a algún titular. Y tercero, porque con el paro el final de la Liga se hubiera retrasado tres semanas (¿a alguien le cabe en la cabeza semejante parón con cuestiones como Europa o el descenso, quizá incluso el propio título de Liga, en juego?) y la Real se habría quedado sin el concurso, probablemente, de Griezmann e Illarramendi, que estarían jugando el Europeo Sub-21 con sus selecciones. Pero ahí no están las razones de la posición de la Real. Las auténticas razones están y deben estar siempre en el fondo de los debates. Más dinero por los derechos televisivos, sí. Chantajes, no. Y esto era un chantaje de la Liga al Gobierno, quizá por mandato de los dueños de los derechos televisivos, para eliminar el partido en abierto y, así, ganar más dinero.
Ahí la Real podrá defender lo que quiera, y lo hará cuando el debate esté sobre la mesa, no ahora. Eso sí, yo tengo claro que estamos desorbitando el precio del fútbol. Estamos pagando demasiado por un espectáculo que defrauda muy a menudo, y no lo digo sólo (ni principalmente) por lo que sucede en el terreno de juego. La Liga de Fútbol Profesional tiene de profesional sólo el nombre y se está viendo en demasiadas cuestiones, como ha quedado en evidencia con esta huelga. ¿En qué cabeza cabe que hasta hoy no se haya sabido si habrá jornada de Liga? ¿Cómo es posible frustrar desde la LFP la que quisieron hacer los jugadores apelando a la inviolabilidad del calendario y ahora defender este paro sin tener en cuenta que estamos en el momento decisivo de la temporada y ya sin fechas libres para acomodar los partidos suspendidos? ¿Por qué los clubes mantienen al frente de la Liga a un dirigente que no cuenta con el respeto ni el respaldo de la gran mayoría de los aficionados del club al que dirigió y que le sirvió como trampolín para acceder a ese cargo? ¿Cuándo se va a tener en cuenta la opinión del aficionado a la hora de colocar los horarios de los partidos?
Si esto fuera profesional, los horarios se sabrían desde hace mucho tiempo, permitiendo a los clubes y a los aficionados planificar su trabajo y sus viajes. Pero esto no es profesional. Astiazarán es el responsable de una Liga que corre el peligro de ser el hazmerreír de Europa con cuestiones como esta huelga. Que su nombre esté ligado a la historia de la Real tendría que hacernos pensar mucho, pensar en cosas en las que realmente no hemos pensado por la vorágine de los acontecimientos que rodearon al club en los últimos y convulsos años. Con Aperribay de presidente, ahora reina la tranquilidad. No sé si toda la responsabilidad de este estado de bienestar se le puede achacar a él, porque es imposible olvidar la extraña forma en la que accedió a la Presidencia. Aquel fue el momento álgido de una Real oscura que comenzó con Astiazarán, ironías de la vida, precisamente quien negoció en nombre del club el primer contrato televisivo cuando llegaron a España las plataformas digitales. Pero ahora parece haber sentido común detrás de lo que se hace, al menos en debates como éste. Y eso hay que aplaudírselo a Aperribay. Porque en esto ha colocado a la Real donde tiene que estar.
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