Tenía que llegar y sólo ha tardado un mes de competición. Dado el paupérrimo nivel de los árbitros españoles, y encima viviendo en la caverna de la Segunda División, era cuestión de tiempo que uno de estos nefastos colegiados privara a la Real de una victoria. Hoy lo ha hecho. Hernández Hernández decidió pitar un inexistente penalti en el tramo final del partido en el área txuri urdin. Y Bravo lo paró. Ya se sabe, penalti injusto, penalti que no se marca. Pero cuando se suma una nueva injusticia, la repetición del penalti en cuestión, ya es muy difícil salir indemne de semejante atropello. El empate final, inducido claramente por este despropósito arbitral no tiene hoy más efecto que dejar a la Real sin el liderato de la Segunda División. Y a efectos más sentimentales, de la primera victoria que podría haber conseguido la Real en Alicante frente al Hércules.
El nivel arbitral sigue siendo un drama y hay que seguir denunciándolo, más aún cuando se pone tanto empeño en perseverar en el error (parece que ha sido el asistente quien ha decidido la repetición del penalti). "Hay que aceptar las cosas como son", se limitó a decir Lillo, aunque después alertó de que "el penal clama al cielo". Bravo por su deportividad (y por la de todos los jugadores, la Real sigue siendo un ejemplo en este sentido, por muy maltratada que se pueda sentir) y por dejar el cabreo por dentro. La labor de denuncia es nuestra. Más cabreo demostró el técnico con la repetición del penalti, y llegó a mostrarse convencido de que si Bravo lo hubiera parado otra vez, se habría visto un tercer lanzamiento. Eso es duro de oír, aunque se pierda en la vorágine de una competición que devora las polémicas cada día. El caso es que siempre pasa algo en Alicante para que no se rompa al mal fario que arrastra la Real contra el Hércules como visitante.
El análisis del partido, obviamente, no se queda ahí. De hecho, hay muchos detalles a los que prestar atención, muchas lecciones que sacar y, sobre todo, mucho de lo que aprender. Y todo partiendo de una alineación, la de Lillo, que ha causado sorpresa. Lógicamente, es fácil hablar después del partido, pero lo cierto es que fue inesperada la revolución que planteó el técnico. Si se hubiera ganado, el entrenador habría recibido halagos. Como no se ha ganado, lo mismo alguien busca en los cambios la explicación. Pero se han visto buenas cosas que permiten estar satisfechos. El regreso a la línea de tres se intuyó durante la semana, pero era mucho más difícil prever la suplencia de uno de los hombres más en forma del equipo, de Castillo, y más teniendo en cuenta que su único recambio en la primera plantilla, Dramé, se había quedado en San Sebastián. Labaka, Ansotegi y Mikel González formaron la línea de tres y Diego Rivas fue titular por primera vez, junto a un Aranburu que volvía al once después de su lesión.
Los planes de Lillo se vieron trastocados por la lesión de Prieto, y probablemente también el torrente ofensivo que ha demostrado la Real hasta ahora en la competición. Lo suyo es una recaída de la lesión que le impidió entrenar con normalidad durante la semana. Es decir, que la violencia con la que se empleó el Murcia de Javier Clemente hace una semana en Anoeta ha tenido sus lamentables frutos. Por descontado, también hay que darle el mérito de ésto, además de a los jugadores murcianos, a un estamento arbitral que siempre está más pendiente de pitar penaltis absurdos o de mandarlos repetir que de frenar el uso de las patadas con saña como argumento futbolístico. El comienzo de la Real fue serio y solvente, la Real fue un equipo sólido que, eso sí, marcó en su primera llegada clara a gol. Una falta de Elustondo (bienvenida la pluralidad de lanzadores de esta plantilla) fue rematada a gol por Labaka, aunque al principio se dudó si había sido Díaz de Cerio, Ansotegi o incluso un jugador del Hércules en propia puerta.
Tras unos minutos de cierta comodidad, el Hércules se lanzó al ataque. Y ahí se erigió Bravo en protagonista del partido. Dos grandes paradas a Tuni (jugador pretendido por la Real hace no tanto tiempo). Siguió siendo el protagonista incluso con el penalti que, al final, el árbitro no le dejó detener. Una lástima, porque el partido era la confirmación de que este equipo tiene dos grandísimos porteros que pueden responder en cualquier situación. La Real, en todo caso, no ha sido la Real que gustó en muchas fases del partido frente al Murcia y que deslumbró en la segunda mitad de Zaragoza. Faltó mucha posesión de balón y se concedieron demasiadas ocasiones al rival. Eso provoca la sensación de que el empate puede ser justo, aunque no la forma en la que ha llegado. Sobre todo porque había, como dijo Lillo, sensación de que podía llegar el 0-2 y porque el fatídico penalti se produjo cuando el Hércules menos se aproximaba a la portería de Bravo.
El caso es que la Real, sin esa acción arbitral irresponsable, podría haber salido airosa de un partido tenso, con muchas llegadas del Hércules al área y sin jugar un futbol magnífico. La falta de balón ha impedido una victoria más clara. El equipo txuri urdin, en todo caso, puede salir contento porque se mantiene invicto, suma su segundo empate fuera de casa y mantiene la famosa media inglesa (victoria en casa, empate fuera) que, no lo olvidemos, garantiza el ascenso a final de temporada. La plantilla sigue demostrando que tiene mucho que ofrecer, que hay recambio incluso cuando faltan jugadores como Xabi Prieto (por lesión), Gerardo (que no ha entrado en el once para no forzar) o los dos últimos fichajes, Necati (que entró al final e incluso forzó una expulsión que ya no alteró el resultado en el marcador) y Dramé. Eso sigue valiendo mucho. Y con eso hay que quedarse. Porque va a ser muy difícil que esta Real pierda un partido. Alguno perderá, por supuesto, pero los rivales van a tener que sudar mucho para lograrlo.
Hoy acabamos con un cabreo importante porque, en la cuarta jornada de la temporada, ya podemos sumar dos puntos en ese ficticio casillero de puntos que se llevan volando las decisiones arbitrales (aunque el penalti a favor de la pasada semana ante el Murcia tampoco fue, la Real ganó con dos goles de ventaja). Pero, pese a todo, la jornada es positiva. El equipo txuri urdin sigue en puestos de ascenso, donde merece y donde debe estar, e incluso asciendo una posición. La Real es segunda la tabla, sólo por detrás de este Hércules que hoy, con méritos futbolísticos para puntuar, sólo lo ha podido conseguir gracias al árbitro. Y eso siempre deja sensación de impotencia.
1 comentario:
La verdad es que es bastante diferente dormir segundo que lider, pero bueno, la trayectoria va en sentido positivo, estamos en puestos de ascenso y eso es lo que se tiene que mantener.
Vale que el arbitro pitó un penalty inexistente, pero creo que la Real no debería de tener problemas en todos los partidos si ocurren estas situaciones. Creo que deberiamos de tener marcadores más olgados para así poder hacer frente a este tipo de situaciones. Si en vez de o-1 hubieramos ido 0-2 o 0-3, estos fallos arbitrales no tendrian tanto problema. Pero bueno mientras tanto a aguantar, y disfrutar con nuestro equipazo.
Lo peor que vi del partido aparte del empate fue la acumulación de tarjetas amarillas, en eso tambien habrá que tener cuidado. Una vez que el arbitro pita, por mucho que se proteste no se va a solucionar nada, al contrario lo que se puede hacer es conseguir alguna tarjetita que en esta plantilla tan corta, puede darnos algún que otro apuro.
Ahora a Anoeta a resarcirnos del partido del año pasado y de paso mostrar a GAritano, que se equivocó dejando marchar el tren txuri urdn hacia primera.
Un saludo
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