Es extraño que, año tras año, Europa sea el sueño de la Real, ese objetivo a perseguir de una manera incansable y que la pasada temporada se logró de en los últimos minutos de la Liga, con el gol de Januzaj en el Wanda Metroplitano, y que en la anterior ocasión de viajar por el Viejo Continente fue como resultado del aún más agónico tanto de Juanmi en Vigo. Y es extraño que, siendo ese el sueño permanente, haya dejado tan pocos éxitos agradables en la historia reciente del equipo txuri Urdin. Al contrario, recordamos noches negras. No podemos olvidar Krasnodar, el gol del Salzburgo en el último minuto en Anoeta, la Champions a la que fuimos a disfrutar y nos pasó por encima o, mirando un poco más atrás, el gol en propia puerta Schürrer o incluso, lo peor de todo, el asesinato de Aitor Zabaleta en una noche europea que se llevó por delante los méritos de la que seguramente ha sido la mejor andadura europea de la Real en los últimos 25 años. Y hace ya demasiado tiempo de aquello.
Europa, efectivamente sigue siendo un sueño que no se cumple para el equipo txuri urdin. Se llega, cada vez con más frecuencia, y el hecho de que esta Real haya logrado dos clasificaciones consecurivas a través de la Liga para las competiciones continentales es algo que no podemos pasar por alto y debemos considerar como un éxito. Pero precisamente esta temporada, cuando la Real tenía el sueño de convertirse en el undécimo equipo español que juega una final europea, ese sueño se lo ha quedado el Villarreal. Y es que la Europa League de la temporada que acaba de finalizar para la Real no se va a llevar por delante los malos recuerdos, no. Esta será ya para siempre la Europa League de la debacle de Turín ante una máquina británica que parecía imparable, la del Manchester United. En los libros de historia habrá que buscar la explicación de que la Real tuviera que jugar en la ciudad italiana sin que la Juventus fuera su rival, y que además lo hiciera como local, como una de esas locas consecuencias de los días extraños que el coronavirus nos ha hecho vivir, pero lo que quedará será el resultado.
Empezando por ese final de la aventura europea de la Real, esta acabo en dieciseisavos de final, con la sensación, sea falsa o no, de que se podría haber aspirado a más. El Manchester United aplastó a la Real en Turín, 0-4, probablemente en la noche más aciaga que ha vivido el equipo de Imanol desde que es técnico de la Real por su trascendencia. Fue fiel a su idea, sí, pero la ejecución de la misma fue tan deficiente que ninguno de los valores del equipo se vio aquel día. El United, además, se mostró implacable y hasta brillante, físicamente poderoso. Un equipo Champions, que era de donde venía, que no tuvo miramientos y que convirtió el partido de vuelta en un trámite sin aire competitivo pero en el que al menos la Real supo reencontrarse. ¿Habría sido la eliminatoria diferente de haber llegado en otro momento de la temporada o, incluso, en otra temporada en la que las dificultades no hubieran sido tan grandes? Ese es el clavo al que se tiene que seguir agarrando el sueño de la Real para mantenerlo vivo, la próxima temporada y mucho más allá.Si miramos un poco más atrás, veremos que el hecho de tener que enfrentarse a un rival como el Manchester United en el primer cruce eliminatorio fue la consecuencia de que la Real, siendo con diferencia el mejor equipo de su grupo, pagará su ineficacia anotadora hasta el punto de clasificarse con un gol en el descuento del sexto y último partido, el que jugó en Nápoles. Cuando en la Liga se le caían los goles con una facilidad inusitada, cada partido europeo era una oda a la impotencia durante muchos minutos en los que se acumulaban ocasiones clamorosas, una detrás de otra, sin que el premio llegara. Sucedió en Rijeka, donde un gol salvador de Bautista sobre la bocina dio los tres primeros puntos, en Anoeta ante un AZ Alkmar aplastado en el juego de una manera soberbia y con un marcador mínimo gracias a Portu, también la visita del equipo serbio al estadio donostiarra, en la que dos errores a balón parado obligaron a marcar en otras tantas ocasiones, siempre remontando, para lograr un exiguo empate, y finalmente en el mencionado partido en Nápoles. La visita de los italianos a Anoeta también fue un partido de color txuri urdin a los puntos, una derrota que escoció por llegar con un gol de rebote, y quizá también se pudo ganar en Holanda, aunque aquel día la Real aprendió a sufrir para sumar.
El gol de Willian José en el descuento del partido de Nápoles es la imagen feliz que quedará para el recuerdo de quienes no quieran quedarse con Turín. Su gol fue una explosión de júbilo, expresión sincera y absoluta de que este equipo está preparado para las grandes noches europeas, de que las anhela y debe seguir luchando para vivirlas. Pero Europa sigue siendo esa gran frontera que la Real aún no ha sido capaz de traspasar. Por historia y por presencias en las competiciones europeas (recordemos, la Real es de los pocos que ha jugado en Copa de Europa, Champions, Recopa, Copa de la UEFA y Europa League), el Viejo Continente ya tendría que habernos dado alguna alegría que reprodujera al menos la brillante trayectoria que llevo al equipo hasta las puertas de una final de Copa de Europa en 1983, aquella que el robo de Hamburgo se llevó por delante. Pero no llega. Y año tras año, los trenes pasan. Otros los cogen, pero la Real no. Algo falla, algo falta.Eso es trabajo para los despachos de Anoeta, donde tendrán que ver la tecla que hay que tocar para que este equipo joven y de talento no tenga que seguir llorando amargas derrotas como el obligado peaje para aprender y competir. Materia prima hay, pero hay que explotarla en este escenario también. una vez que la Real ha recuperado la etiqueta de equipo campeón. Lo que está claro es que la Real lo busca con ambición. Tras lograr la clasificación en Nápoles, Olabe abrazó con fuerza a Imanol y le dijo que nos quedaban muchas noches como esa por vivir. Y sí, nos queda vivirlas en el Viejo Continente. ¿Pero acaso la Real no ha logrado ya en algún momento de su historia todo aquello que había soñado? ¿Por qué Europa va a ser distinta? Lo lograremos. Mientras sigamos peleando por ello con ahínco y corazón, lo lograremos. Aunque no haya sido en esta su última participación en la Europa League hasta la fecha, este escudo lo merece ya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario