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Xabi Prieto, protagonista con dos goles. |
Puede que muchos corazones no soporten el tren de vida que les proporciona la Real, pero cualquier sufrimiento compensa cuando el final es tan feliz como el de esta jornada. El equipo txuri urdin firmó ante el Sevilla una victoria grande y épica, no sólo por el resultado, un poco habitual 4-3 tan formidable como necesario, sino por la forma en que se consiguió, remontando el 2-3 que campeaba en el marcador de Anoeta a sólo diez minutos del final. Resulta increíble que un equipo capaz de sufrir, de sobrevivir y de empujar como lo ha hecho ante el Sevilla, un equipo que casi siempre se mostró superior al txuri urdin, incluso ante la mejor versión del conjunto realista en la era Moyes, después languidezca ante rivales inferiores. Pero es así, esta es la Real, una que esta temporada se ha especializado en sobreponerse a todo ante los equipos punteros para después vivir en el alambre con los de la zona baja. Y aunque eso a lo largo de una temporada equivale al sufrimiento, también deja momentos cargados de épica, emoción y simbolismo como el memorable triunfo que selló Xabi Prieto al filo del minuto 90 con un magnífico testarazo.
Y el caso es que durante muchos minutos parecía que la mejor Real con el técnico escocés no iba a ser suficiente ni siquiera para sumar un punto. Anoeta vio ante el Sevilla la versión más parecida a lo que Moyes quiere de su equipo, pero también a un conjunto que sufre muchísimo en varios aspectos del juego. Si la Real hubiera mostrado lo que mostró contra el Sevilla ante Rayo, Eibar, Almería o Getafe, tendría muchos más puntos de los que tiene. Pero quedó claro que, al margen del resultado, esta es la apuesta de Moyes. Y a veces el dios del fútbol hace que las cosas salgan bien cuando de verdad se cree en lo que se hace. Lo que está claro es que el técnico escocés tiene ya un once tipo en el que no tienen cabida Elustondo, ni como central ni como mediocentro, ni tampoco Markel Bergara, donde las únicas dudas están en los laterales, en el derecho por las continuas lesiones que han tenido Zaldua, otra vez inmenso ante el Sevilla, y Carlos Martínez, y en el izquierdo porque ni De la Bella ni Yuri están rindiendo a la altura esperada, y en la línea de mediapuntas, donde cinco jugadores se juegan tres puestos en el once inicial, pero que con las ausencias de Vela y Zurutuza están más que claros.
Es bastante obvio que a la Real le falta mucho camino por recorrer para alcanzar lo que su técnico pretende, y que el lastre del primer tramo de la temporada todavía afecta a su despliegue, pero el equipo, sobre todo en la primera parte, dejó ante el Sevilla las pinceladas más claras de lo que Moyes quiere que sea, un equipo que busque el juego en corto, que tenga un doble pivote de constantes ayudas en la salida del balón, que domine la posesión del balón en tramos largos, que busque el desborde por las bandas y que tenga un delantero centro fuerte que remate y que provoque segundas jugadas, algo que Agirretxe ofrece al equipo y que indudablemente ayuda a que haya un salto de calidad. Así, la Real comenzó tocando bien la pelota y cogiendo el mando del partido ante un Sevilla que no parecía saber cómo reaccionar a esta forma de jugar de su rival. Aún así, al equipo de Moyes le cuesta generar ocasiones, y no transformó su buena puesta en escena en opciones claras de gol, más que un balón que Sergio Rico dejó botar en el área y que Agirretxe no pudo cazar. Ese comienzo esperanzador se diluyó de la forma más previsible: a balón parado. Esa es una de las cruces de la Real esta temporada y Moyes no ha conseguido solucionar ese problema todavía.
En el primer córner lanzado por el Sevilla el balón se paseó botando por toda el área pequeña de forma inexplicable sin que nadie acertara a rematarlo, y después Deulofeu intentó el gol olímpico en dos ocasiones. En la primera el balón se le fue largo y en el segundo se le quedó corto. Pero el sufrimiento que estaban provocando estas acciones a la defensa zonal realista sin jugadores en los palos estaba más que claro. Cuando el Sevilla comenzó también a aprovechar su velocidad es cuando el partido cogió un color mucho más oscuro para la Real. Un mal saque de Rulli que De la Bella no pudo controlar sirvió en bandeja una contra a Aleix Vidal, aunque Zaldua pudo cortar in extremis su pase a Deulofeu para que Rulli lo acabara atrapando. Daba la impresión de que el inicio de la Real se iba a evaporar cuando Agirretxe hizo el 1-0. Un buen pase de Zaldua desde la derecha, alcanzando casi la línea de fondo, encontró un sensacional desmarque del 9 realista, que volvió literalmente loco a Arribas y fusiló a Rico. Agirretxe rompía así el primer maleficio, marcando por primera vez en tres jornadas consecutivas.
El siguiente reto de la Real parecía obvio: aguantar el 1-0. Pero el partido se convirtió en uno muy movido. Lo que el equipo txuri urdin quería hacer, y de hecho estaba haciendo bien, lo mantuvo. Pero sería absurdo no negar que también hubo sufrimiento atrás. De hecho, la respuesta sevillista fue inmediata y sirvió para superar el rendimiento realista. Diogo pudo marcar con un cabezazo cruzado que no se envenenó lo suficiente y Carriço probó a un seguro Rulli desde la frontal. El propio Iborra tuvo otra ocasión de cabeza, tras una falta botada desde la banda izquierda, pero remató en fuera de juego. La Real también reaccionó y tuvo sus ocasiones, aflorando el problema de siempre, su incapacidad para matar los partidos. Chory pudo marcar desde la frontal con un buen disparo que se le marchó fuera y Agirretxe, desde una posición escorada, puso a prueba la buena colocación de Rico. De la Bella culminó con un disparo horrible una buena acción de ataque de la Real, y finalmente Canales desperdició la ocasión del partido, un uno contra uno ante Rico después de que Chory le lanzara en una contra perfecta, una que raras veces se ve en la Real.
Fue un error de esos que pasan factura. Debió ser el 2-0 y el partido habría cambiado radicalmente, pero el equipo txuri urdin no aprovechó sus opciones y se condenó en la estrategia, como se podía haber previsto. Al filo del descanso, el Sevilla hizo el empate de esa previsible forma, en un córner. Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, dice el saber popular, y en este caso eso penalizó a la Real con merecimiento. Es verdad que el Sevilla no había conseguido remates claros en esa suerte futbolística, pero era la octava intentona desde la esquina y Kolo no la desperdició, cabeceando el balón en el primer palo, adelantándose con facilidad a De la Bella y sorprendiendo a Rulli. Viendo las muchas cosas que había hecho bien la Real pero también la sensación de peligro que daba el Sevilla, sobre todo a balón parado pero no sólo en esas jugadas, el empate al descanso se podía considerar justo. Pero lo que seguramente nadie podía anticipar es lo que sucedió en una segunda parte vibrante en la que se acabaron viendo nada menos que cinco goles y que dejó una de las mejores sensaciones de la temporada en el aficionado txuri urdin.
La Real salió dispuesta a mandar. Casi en su primera jugada de ataque forzó un córner, el primero del partido para el conjunto txuri urdin. Ironías de la vida, lo que más hizo sufrir a los de Moyes acabó siendo crucial para el desenlace del encuentro. En esa lanzamiento hubo una doble infracción sevillista, tanto Canales como Ansotegi fueron agarrados en su intento de alcanzar el balón, y dio la impresión de que Teixeira Vitienes, un árbitro bastante malo como volvió a demostrar en Anoeta, pareció señalar el segundo. Sin Vela sobre el césped, Xabi Prieto volvió a convertirse en el encargado de coger la responsabilidad y sumó un penalti más a su sensacional estadística en esa suerte, habiendo fallado únicamente un lanzamiento desde el punto fatídico, hace ya nada menos que ocho años. La Real disfrutaba así de su segunda ventaja en el partido, conseguía marcar dos goles por segunda jornada consecutiva y por primera en Anoeta desde la ya lejanísima victoria por 3-0 ante el Elche, en el segundo partido que dirigió Moyes. Y la pregunta era obvia: aguantaría la Real esta ventaja o sufriría a partir de ese fatídico minuto 60 en el que le fallan las fuerzas?
La reacción del Sevilla no invitaba a dar una respuesta optimista a esa pregunta. Antes incluso de ese tan temido minuto 60, Rulli detuvo un disparo de Bacca y el conjunto hispalense se topó dos veces con la madera. En la primera, Arribas estrelló el balón en la parte superior del larguero remantando en el segundo palo y con comodidad una falta botada por Banega, demostrando que a Moyes le queda aún mucho trabajo en su defensa para frenar la estrategia a balón parado de los rivales. Y después Carriço enganchó un brutal zapatazo desde la frontal que repelió con violencia el poste a la derecha de Rulli. Emery buscaba el gol con sus cambios, primero Vitolo en el descanso y después Denis Suárez, y encontró el premio en el gran agujero de la Real, esa defensa de las jugadas a balón parado que tanta incertidumbre genera. Banega de nuevo botó una falta lateral y Bacca marcó de cabeza adelantándose a toda la defensa realista. Dos ventajas de la Real se esfumaron a balón parado, un dato que tiene que hacer reflexionar ya al cuerpo técnico realista. Tanto sufrimiento para marcar goles no se puede desperdiciar en algo que sí se puede entrenar.
Era el minuto 68, y con el depósito de la Real ya en la reserva como de costumbre, el partido se enfilaba más hacia una derrota que hacia cualquier otro resultado. Cada ataque del Sevilla era un sufrimiento descomunal para los realistas. Ansotegi sacó el balón bajo palos ya sin portero, en una jugada en la que Rulli había cometido un penalti clamoroso que el terrible Teixeira Vitienes no señaló. Y como no indicó entonces la pena máxima, lo que hizo, como mal árbitro que es, es aprovechar la primera media ocasión que tuvo para compensar. Una mano difícilmente sancionable de Iñigo Martínez, que tampoco encontró demasiadas protestas realistas como es habitual por mucho que sepan que casi nunca se castiga una jugada así, colocó a Gameiro en los once metros y ante Rulli. El guardameta argentino estuvo muy cerca de parar el penalti, pero lo lanzó muy bien el delantero sevillista, que había suplido a Bacca por una brecha que se hizo en la jugada del empate a dos. El 2-3 parecía la sentencia para la Real, no sólo por la pesada losa que suponía en el marcador o el escaso tiempo que quedaba para el final, apenas doce minutos, sino por las sensaciones que dejaba el partido en ese momento.
Pero la Real reaccionó con ese carácter que a veces tanto la cuesta sacar pero que ya tendría que ser indudable que posee. Moyes había introducido su primer cambio, Hervías por Canales (tremendo esfuerzo el suyo, jugando otra vez después de una lesión), justo antes del tercer gol sevillista, y con todo perdido se la jugó de forma salvaje, introduciendo a Finnbogason por De la Bella, pasando a jugar con una defensa de tres, casi de dos porque Zaldua era más un extremo que un lateral. Aunque el islandés volviera a sumar una actuación inane e intrascendente, la Real se desbocó. Chory reapareció con una magnífica galopada que sirvió para forzar una falta en el flanco izquierdo del ataque realista. Pardo lanzó un maravilloso centro chut que no rompió la racha de ya más de cinco años sin marcar de libre directo porque Rico la sacó a córner. Y en ese córner, después de tres intentos y varios rebotes, en una jugada de esas que tiene que acabar en gol porque sí, Arribas introdujo el balón en su propia portería. 3-3 y quedaban siete minutos por jugar. Real y Sevilla, un Sevilla que por cierto no sabe lo que es empatar a domicilio, decidieron que el punto no les bastaba y se lanzaron como locos a por la victoria.
El partido entró en una fase completamente infartante, en la que Banega pudo adelantar de nuevo al Sevilla y Rico evitó el gol del triunfo realista en dos ocasiones, a disparos de Chory y Hervías. El vértigo era tal que Moyes decidió reequilibrar el partido sacando a Markel por Chory. Pero daba igual, su equipo quería ganar a toda costa. Y lo hizo de la manera más irónica, a balón parado. En ese mismo córner que había provocado el disparo de Hervías, Prieto conectó un maravilloso cabezazo, en un movimiento muy parecido al de Kolo en el empate a uno y desató la locura en Anoeta. 4-3, una remontada épica y sensacional que llegó en esos minutos en los que dicen, con razón, que la Real está muerta y con el protagonismo de un jugador que se ha llevado, con razón, muchas críticas esta temporada. Y lo que es aún mejor, la Real supo gestionar esos minutos finales de descuento para que prácticamente no sucediera nada, en los que Rulli se llevó una amarilla por perder tiempo, y haciendo que el partido muriera en el campo del Sevilla. El final supuso la continuación de la explosión de alegría que había provocado el segundo gol de Prieto.
La Real firmó así una victoria grande, que le ha permitido sumar ya trece puntos ante los cinco equipos que comandan la tabla, los que no son de "su Liga", y que se ha llevado por delante algunos de los aspectos más negativos que venía arrastrando el equipo. Cuatro goles, que no se marcaban desde la victoria ante el Real Madrid de la segunda jornada, tres seguidos de Agirretxe que no había hecho nunca, y además con remontada exprés que condujo a la primera victoria en el horario matinal desde el ascenso de 2010. Y con un juego que, gracias a Pardo y Granero, se acerca cada vez más a lo que quiere Moyes. Con el carácter tantas veces oculto y que ante el Sevilla mostraron por ejemplo Canales para rehacerse de su fallo imperdonable antes del descanso y Prieto para hacer dos goles en su peor momento. La victoria era imprescindible y supone un balón de oxígeno impresionante, que aleja el descenso y acerca al equipo a esa zona tranquila en la que al menos tendría que transitar hasta el final de la temporada. Pero lo más importante es que estos tres puntos se han conseguido por carácter, el que tantas veces ha faltado en los jugadores realistas esta temporada.