Llegó el momento tan temido por algunos: la Copa del Rey arranca en el calendario de la Real (jueves, 19.00 horas, El Arcángel, sin televisión). El equipo txuri urdin se enfrenta al Córdoba en una situación complicada, sin haber arrancado en realidad en la Liga y con muchas bajas en su expedición, tantas que, sin regresar a San Sebastián desde Valladolid por los demenciales horarios del fútbol español, ha tenido que incorporar sobre la marcha a dos jugadores del Sanse. La eliminatoria contra el equipo cordobés es, a priori, el único duelo con ventaja que disfrutaría la Real en el hipotético camino hacia la final. Hay pocas dudas de que el vencedor de este enfrentamiento se verá las caras contra el Barcelona, que ya ganó 0-3 en la ida de su duelo contra el Alavés. Teniendo en cuenta ese futuro a corto plazo y el lamentable historial que tiene el conjunto realista en el torneo del KO en las dos últimas décadas, toca decidir si se quiere mostrar competitividad o si la Copa es una molestia de la que hay que librarse cuanto antes. Pero, ojo, que los ridículos tienen un precio y la Real de Montanier arrastra uno inmenso en esta competición.
La convocatoria de 18 jugadores para el partido se conocerá horas antes del partido, pero lo que está claro es que Montanier se ha quedado sin demasiado margen para elegir. A las ya conocidas bajas de Bravo, Cadamuro, Elustondo y Zurutuza se suma Agirretxe, por molestias derivadas del partido en Valladolid. También acabaron tocados Vela y Griezmann, de ahí sus cambios durante la segunda mitad de ese encuentro liguero, aunque lo más probable es que ambos estén en la lista definitiva. Al grupo se han tenido que incorporar dos jugadores del Sanse, Fuchs (que ya estuvo en el partido contra el Zaragoza junto a Nanizayamo) y Hervías, uno de los jóvenes de los que más y mejor se viene hablando en los últimos tiempos. Si se confirma la ausencia de Agirretxe, Montanier tendrá que descartar a dos jugadores del grupo que tiene ahora mismo a su disposición.
Poco se sabe con certeza del once, más allá de que los no habituales serán titulares. Parece que, en vista de la pronta recuperación de Bravo, será Zubikarai quien de nuevo defienda la portería en la Copa esta temporada. José Ángel debutaría como lateral izquierdo por fin y Carlos Martínez podría disfrutar de una nueva oportunidad en el derecho. Ansotegi estará en el centro, y el otro puesto de la defensa se lo disputan Iñigo Martínez y Mikel González. Markel descansará, lo que deja a Montanier con poco margen para elegir. Lo normal es que jueguen Illarramendi, Pardo y Ros. En la línea de ataque, parece seguro que estarán Xabi Prieto e Ifrán, y la otra plaza podría ser para Chory Castro, que acumularía así su segundo partido como titular. Si Montanier quiere completar la lista solo con jugadores del primer equipo, quedarían en la reserva un central, Estrada, De la Bella, Markel, Griezmann y Vela. Dependiendo del estado físico de los tocados tendrán sus opciones Fuchs y Hervías.
Debuta la Real en la Copa y es difícil saber cómo va a responder. La pasada temporada se rompió un maleficio de 22 temporadas cuando los de Montanier consiguieron eliminar a un equipo de Primera División, el Granada. El precedente era el Real Madrid en las semifinales de la temporada 1987-1988. En esas dos décadas, incontables equipos de inferior categoría pudieron con el conjunto txuri urdin: Numancia, Mirandés, Logroñés, Hospitalet, Beasain, Osasuna, Zaragoza (ambos jugando en Segunda)... Más de veinte años de desdichas que aún no han tenido fin, tras el vergonzoso batacazo de la temporada pasada en Mallorca. En caso de pasar, el camino más temido, y en parte previsible, hasta la final lo formarían Barcelona, Athletic y Real Madrid. Eso ya ha hecho desfallecer las pocas esperanzas de muchos en ver una actuación digna en este torneo. El Córdoba ha tenido que pasar ya dos rondas en esta Copa de mentira que nada tiene que ver con el espectáculo de la inglesa, superando a partido único al Elche en casa y al Sabadell fuera, ambas eliminatorias con el mismo resultado, 1-0 a favor de los andaluces.
No hay precedentes en la Copa entre Córdoba y Real Sociedad, pero estos dos equipos sí se han medido una vez en una eliminatoria a vida o muerte. Fue en la temporada 1959-1960, en la promoción. El equipo txuri urdin buscaba la permanencia en Primera y el verdiblanco el ascenso. Ganó la Real 2-1 en Atotxa y perdió 1-0 en El Arcángel, por lo que hubo que disputar un partido de desempate en el Santiago Bernabéu. Un solitario gol de Rivera le dio el triunfo a la Real. En Liga, el conjunto donostiarra ha visitado Córdoba en ocho ocasiones, y solo en una de ellas ha conseguido la victoria. Fue en Segunda División, en la temporada 2007-2008 y por 1-3, goles de Garitano y dos de Díaz de Cerio. En esa categoría de plata, la Real jugó en Córdoba en cinco ocasiones y solo logró aquel triunfo y un empate (2-2 en la 2008-2009), por tres victorias de los locales, la más abultada el 3-0 de la temporada 45-46. En Primera son tres los partidos disputados por la Real en la ciudad andaluza, con dos derrotas y un empate, a uno, en la temporada 1968-1969.
La última vez que el conjunto txuri urdin visitó El Arcángel fue en la temporada 2009-2010, la del ascenso a Primera, pero este fue uno de los peores días de aquella exitosa campaña. Y eso que el partido, aun con mal juego de los de Martín Lasarte, que vio el partido desde la grada por estar sancionado tras la tarjeta roja que vio en Anoeta contra el Levante, comenzó con una espléndida noticia. Bravo paró un penalti, siete años después de que un guardaemta realista protagonizara una acción como esa, Westerveld en el Vicente Calderón. Xabi Prieto fue objeto también de un penalti clarísimo, pero el árbitro decidió sacarle la segunda amarilla y expulsarle. Para entonces, la Real ya perdía. Encajó el primer gol antes del descanso, durmiéndose en una falta que sacó rápidamente el Córdoba. Para colmo, Bravo se tuvo que retirar lesionado de gravedad en su rodilla y se despidió de la Liga, por la lesión y porque se marchó con la selección chilena al Mundial de Sudáfrica. Con Zubikarai ya bajo palos, la Real encajó el definitivo 2-0 y firmó el peor recuerdo de aquel gran año.
miércoles, octubre 31, 2012
martes, octubre 30, 2012
VALLADOLID 2 - REAL SOCIEDAD 2 Esto no es un equipo
La Real no es un equipo. Ya puntúa fuera de casa, aunque sigue sin ganar, pero no es un equipo. Sus goles no han llegado como producto de un plan de juego. No han llegado por conocer al rival. Tampoco como producto del trabajo de la semana, a pesar de que hoy se marcó en el primer córner de que se dispuso. La Real marcó por un error arbitral y por la calidad de sus jugadores. Porque los jugadores de la Real sí tienen calidad, los que juegan y a los que se desprecia, dando ventajas que ningún rival necesita para pintarnos la cara con muy poquito. Hoy la Real ha encajado dos goles sin que se sepa muy bien cómo, ha empatado un partido a dos goles cuando el nivel del mismo no demandaba más que un triste 0-0 y ha podido ganar nada menos que con tres ocasiones en los minutos de descuento. Y es lo que pasa cuando no se tiene un equipo, cuando no se juega con la intensidad que requiere la competición, que las sensaciones son siempre pobres y que queda la impresión en casi todos los partidos de que este grupo tiene muchas más posibilidades de las que realmente explota.
Montanier es un técnico extraño. Después de marginar (es el verbo más suave que puede definir la situación de tener a un jugador fuera de todas las convocatorias salvo de una) a Carlos Martínez durante las ocho primeras jornadas de Liga, hoy le colocó de titular y escogió a Estrada para ser el descartado de la lista de 19. Raro. Charly no estuvo mal, no desentonó en el equipo, pero sí es verdad que le costaron algunas cosas y no consiguió acertar en los centros. También optó Montanier por colocar a Agirretxe en punta, raro en el francés jugando fuera de casa, y a tres zurdos en la línea de centrocampistas, Vela y Chory Castro en las bandas con Griezmann por el centro. Y la desconexión entre extremos y laterales, ya visible normalmente, fue en Valladolid absoluta, con muy poca implicación en defensa de Chory y Vela. A Xabi Prieto le tocó banquillo precisamente cuando jugaba Carlos Martínez, que sigo convencido de que es una de las circunstancias que hará recuperar al mejor capitán txuri urdin. Será mala suerte. Como el hecho de que Pardo no juegue en este equipo, pero a eso volveremos más tarde.
¿El partido? Infumable. El primer problema del equipo estuvo donde siempre, en el centro del campo. Con Illarramendi protagonizando su peor partido de la temporada, la salida de balón fue inexistente de forma que los atacantes realistas nunca pudieron tener ventaja. Markel siempre abusa de los balones horizontales y fueron muchas las jugadas en las que se vio a la línea defensiva pasándose la pelota sin profundidad y a la espera de que la presión del Valladolid obligara al voleón. Los balones largos desde atrás fueron una constante y Agirretxe se desesperó saltando a por esos envíos. Y el patrón de juego ofensivo no consistía más que en carreras de cualquier jugador en la confianza de penetrar en las líneas enemigas. Podía ser Carlos Martínez, Vela, Chory Castro o Illarramendi, pero esa era toda la táctica a seguir. A correr y a tener suerte. La del Chory, en el minuto 3 de partido, fue la ocasión más clara de la primera mitad, pero finalizó la jugada con un disparo muy malo en una situación en la que parecía tener más fácil coger portería. Cada partido que pasa es más difícil creer que con Montanier este equipo puede crecer o a aspirar a algo más que a la mitad de la tabla.
Pasado el tristísimo comienzo de partido, propio del frío ambiente del partido (térmico por la época y futbolístico por cortesía de los demenciales horarios de esta la supuesta mejor Liga del mundo), en el que ninguno de los dos equipos hizo nada por dominar el juego, fue el Valladolid el que dio un paso adelante. Y eso permitió que Zubikarai se convirtiera en el mejor jugador del encuentro, con cuatro intervenciones de mérito, especialmente atrapando en dos tiempos un disparo de Elbert y con una formidable estirada a tiro de Javi Guerra. Cuando peor parecía estar el partido para los de Montanier, llegó el primer gol de la Real. Y, ojo, noticia, de córner. Tras el saque desde la esquina, Agirretxe toca la pelota de cabeza, no de forma limpia pero sí efectiva, y el balón lo caza Griezmann y marco el primer. En un fuera de juego clamoroso, por cierto. La Real se ponía en ventaja con ayuda arbitral y sacando partido a su primer córner del choque. No sé cuál de las dos circunstancias es menos habitual en el conjunto txuri urdin. No obstante, la Real solo mantuvo su ventaja siete minutos, con un disparo lejano de Elbert que Zubikarai tuvo la mala suerte de que le botara justo delante. Después de lo que paró, no seré yo quien culpe al guardameta del empate.
Nos vamos al descanso con cara de tontos. No es la primera vez, para qué engañarnos, aunque normalmente suele ser con un 0-0 y 45 minutos desperdiciados. En Valladolid fueron solo 44, separados por el gol de Griezmann. Y algo sí reacciona el equipo en la segunda mitad. Algo, tampoco se pueden echar las campanas al vuelo con un juego flojo y de escasa preparación, pero el Valladolid sufre en esos minutos. Griezmann mandó un tiro al larguero nada más reanudarse el juego y fue el propio Antoine quien hizo el 1-2 a los once minutos de la segunda mitad, en un buen disparo desde fuera del área ante una lentísima salida de la salida del Valladolid. Griezmann marcó los dos goles del partido y mostró el carácter resolutivo que se espera de él. Pero no participó del fútbol del equipo, entre otras cosas porque no hubo fútbol. La Real se puso por delante por calidad, porque ahí hay un abismo entre la Real y el Valladolid. Pero nunca por fútbol. Montanier no sabe dar fútbol a este equipo y si en casa ya se ve, fuera de casa se hace tan evidente que parece imposible no verlo.
El caso es que la Real se había puesto en ventaja por segunda vez en un partido fuera de casa y, por algún motivo que el técnico txuri urdin no acierta a entender, explicar o solucionar, la sensación era que caía el empate más pronto o más tarde. Como en Levante. Como en Sevilla. Como en Barcelona. Los cambios de Djukic fueron relativamente efectivos, porque sirvieron para que el Valladolid tuviera más balón y la Real se asustara sola, porque los pucelanos no llegaron nunca a disparar sobre la portería de Zubikarai. Hasta que lo hizo y, cómo no, empató. Balón de Ebert al centro del área que Óscar introdujo en la portería con la cabeza ante la desesperada salida de Eñaut. Es difícil señalar a algún jugador que estuviera bien posicionado o acertara en esa jugada. Para entonces, cosa extraña también, Montanier había hecho dos cambios. Había sustituido a sus dos desacertadísimos extremos, Vela y Chory, para dar entrada a Xabi Prieto y a José Ángel. Sí, otra vez jugando de extremo. Menos mal que Montanier tenía claro que su puesto es de lateral, porque entramos ya en noviembre y no ha jugado ni un minuto en ese puesto.
Con el tercer cambio, Montanier evidenció que no entiende los problemas de la Real. Sin centro del campo en todo el partido, es un lujo absurdo que Rubén Pardo no juegue en este equipo. Fue el último en entrar al partido y lo hizo por Griezmann, que parecía tener molestias. El caso es que, contagiados incluso los recién entrados en el campo de la sensación de apatía que da jugar a trompicones y sin plan alguno, a pesar de tener a sus jugadores más técnicos y con más capacidad de darle pausa al fútbol, fue cuando menos balón tuvo y cuando más arriba se echó el Valladolid buscando la victoria. Y, curiosamente, fue entonces, ya en el descuento, cuando la Real debió ganar con tres ocasiones descomunales. La primera, el rechace de una falta botada por Pardo que el propio canterano disparó con potencia y el portero adivinó su trayectoria casi por designio divino. Después con un balón bombeado desde unos 30 metros que Iñigo Martínez mandó muy cerca del poste. Y finalmente con un disparo de José Ángel desde su propio campo que a punto estuvo de convertirse en la repetición del gol de Iñigo en el Villamarín de la temporada pasada. Pero los milagros no suelen repetirse.
Y pita el final el árbitro y a uno se le queda cara de idiota otra vez, ahora ya de forma definitiva. No puede ser de otra manera cuando se palpa que la Real tiene mucho mejor equipo que su rival de hoy y sin embargo no sabe jugar al fútbol en ninguna circunstancia. Ni cuando tiene esa superioridad en el campo, ni cuando la tiene en el marcador, ni con sus cambios casi siempre inútiles para el desarrollo del partido, ni con el inexistente plan de juego. Hoy la Real tendría que haber salido con los tres puntos del José Zorrilla. Pero no salió a por el partido, algo que tantas y tantas primeras partes de estas dos últimas temporadas han acabado por convertir en una marca de fábrica de la Real de Montanier. No supo administrarlo, ni en defensa ni en ataque, con marcas tardías, pases erróneos, movimientos equivocados y un completo desaguisado en el conjunto. Los cambios, como siempre, no ayudaron. Y así tenemos una otra jornada más sin ganar fuera de casa y un tristón decimocuarto puesto que evidencia a qué aspira la Real si no espabila, a estar tres puntos por encima del descenso porque tiene calidad de sobra para no sufrir y a seis puntos de Europa porque el conformismo que exuda este equipo con esta dirección técnica es desesperante. Y ahora la Copa.
Montanier es un técnico extraño. Después de marginar (es el verbo más suave que puede definir la situación de tener a un jugador fuera de todas las convocatorias salvo de una) a Carlos Martínez durante las ocho primeras jornadas de Liga, hoy le colocó de titular y escogió a Estrada para ser el descartado de la lista de 19. Raro. Charly no estuvo mal, no desentonó en el equipo, pero sí es verdad que le costaron algunas cosas y no consiguió acertar en los centros. También optó Montanier por colocar a Agirretxe en punta, raro en el francés jugando fuera de casa, y a tres zurdos en la línea de centrocampistas, Vela y Chory Castro en las bandas con Griezmann por el centro. Y la desconexión entre extremos y laterales, ya visible normalmente, fue en Valladolid absoluta, con muy poca implicación en defensa de Chory y Vela. A Xabi Prieto le tocó banquillo precisamente cuando jugaba Carlos Martínez, que sigo convencido de que es una de las circunstancias que hará recuperar al mejor capitán txuri urdin. Será mala suerte. Como el hecho de que Pardo no juegue en este equipo, pero a eso volveremos más tarde.
¿El partido? Infumable. El primer problema del equipo estuvo donde siempre, en el centro del campo. Con Illarramendi protagonizando su peor partido de la temporada, la salida de balón fue inexistente de forma que los atacantes realistas nunca pudieron tener ventaja. Markel siempre abusa de los balones horizontales y fueron muchas las jugadas en las que se vio a la línea defensiva pasándose la pelota sin profundidad y a la espera de que la presión del Valladolid obligara al voleón. Los balones largos desde atrás fueron una constante y Agirretxe se desesperó saltando a por esos envíos. Y el patrón de juego ofensivo no consistía más que en carreras de cualquier jugador en la confianza de penetrar en las líneas enemigas. Podía ser Carlos Martínez, Vela, Chory Castro o Illarramendi, pero esa era toda la táctica a seguir. A correr y a tener suerte. La del Chory, en el minuto 3 de partido, fue la ocasión más clara de la primera mitad, pero finalizó la jugada con un disparo muy malo en una situación en la que parecía tener más fácil coger portería. Cada partido que pasa es más difícil creer que con Montanier este equipo puede crecer o a aspirar a algo más que a la mitad de la tabla.
Pasado el tristísimo comienzo de partido, propio del frío ambiente del partido (térmico por la época y futbolístico por cortesía de los demenciales horarios de esta la supuesta mejor Liga del mundo), en el que ninguno de los dos equipos hizo nada por dominar el juego, fue el Valladolid el que dio un paso adelante. Y eso permitió que Zubikarai se convirtiera en el mejor jugador del encuentro, con cuatro intervenciones de mérito, especialmente atrapando en dos tiempos un disparo de Elbert y con una formidable estirada a tiro de Javi Guerra. Cuando peor parecía estar el partido para los de Montanier, llegó el primer gol de la Real. Y, ojo, noticia, de córner. Tras el saque desde la esquina, Agirretxe toca la pelota de cabeza, no de forma limpia pero sí efectiva, y el balón lo caza Griezmann y marco el primer. En un fuera de juego clamoroso, por cierto. La Real se ponía en ventaja con ayuda arbitral y sacando partido a su primer córner del choque. No sé cuál de las dos circunstancias es menos habitual en el conjunto txuri urdin. No obstante, la Real solo mantuvo su ventaja siete minutos, con un disparo lejano de Elbert que Zubikarai tuvo la mala suerte de que le botara justo delante. Después de lo que paró, no seré yo quien culpe al guardameta del empate.
Nos vamos al descanso con cara de tontos. No es la primera vez, para qué engañarnos, aunque normalmente suele ser con un 0-0 y 45 minutos desperdiciados. En Valladolid fueron solo 44, separados por el gol de Griezmann. Y algo sí reacciona el equipo en la segunda mitad. Algo, tampoco se pueden echar las campanas al vuelo con un juego flojo y de escasa preparación, pero el Valladolid sufre en esos minutos. Griezmann mandó un tiro al larguero nada más reanudarse el juego y fue el propio Antoine quien hizo el 1-2 a los once minutos de la segunda mitad, en un buen disparo desde fuera del área ante una lentísima salida de la salida del Valladolid. Griezmann marcó los dos goles del partido y mostró el carácter resolutivo que se espera de él. Pero no participó del fútbol del equipo, entre otras cosas porque no hubo fútbol. La Real se puso por delante por calidad, porque ahí hay un abismo entre la Real y el Valladolid. Pero nunca por fútbol. Montanier no sabe dar fútbol a este equipo y si en casa ya se ve, fuera de casa se hace tan evidente que parece imposible no verlo.
El caso es que la Real se había puesto en ventaja por segunda vez en un partido fuera de casa y, por algún motivo que el técnico txuri urdin no acierta a entender, explicar o solucionar, la sensación era que caía el empate más pronto o más tarde. Como en Levante. Como en Sevilla. Como en Barcelona. Los cambios de Djukic fueron relativamente efectivos, porque sirvieron para que el Valladolid tuviera más balón y la Real se asustara sola, porque los pucelanos no llegaron nunca a disparar sobre la portería de Zubikarai. Hasta que lo hizo y, cómo no, empató. Balón de Ebert al centro del área que Óscar introdujo en la portería con la cabeza ante la desesperada salida de Eñaut. Es difícil señalar a algún jugador que estuviera bien posicionado o acertara en esa jugada. Para entonces, cosa extraña también, Montanier había hecho dos cambios. Había sustituido a sus dos desacertadísimos extremos, Vela y Chory, para dar entrada a Xabi Prieto y a José Ángel. Sí, otra vez jugando de extremo. Menos mal que Montanier tenía claro que su puesto es de lateral, porque entramos ya en noviembre y no ha jugado ni un minuto en ese puesto.
Con el tercer cambio, Montanier evidenció que no entiende los problemas de la Real. Sin centro del campo en todo el partido, es un lujo absurdo que Rubén Pardo no juegue en este equipo. Fue el último en entrar al partido y lo hizo por Griezmann, que parecía tener molestias. El caso es que, contagiados incluso los recién entrados en el campo de la sensación de apatía que da jugar a trompicones y sin plan alguno, a pesar de tener a sus jugadores más técnicos y con más capacidad de darle pausa al fútbol, fue cuando menos balón tuvo y cuando más arriba se echó el Valladolid buscando la victoria. Y, curiosamente, fue entonces, ya en el descuento, cuando la Real debió ganar con tres ocasiones descomunales. La primera, el rechace de una falta botada por Pardo que el propio canterano disparó con potencia y el portero adivinó su trayectoria casi por designio divino. Después con un balón bombeado desde unos 30 metros que Iñigo Martínez mandó muy cerca del poste. Y finalmente con un disparo de José Ángel desde su propio campo que a punto estuvo de convertirse en la repetición del gol de Iñigo en el Villamarín de la temporada pasada. Pero los milagros no suelen repetirse.
Y pita el final el árbitro y a uno se le queda cara de idiota otra vez, ahora ya de forma definitiva. No puede ser de otra manera cuando se palpa que la Real tiene mucho mejor equipo que su rival de hoy y sin embargo no sabe jugar al fútbol en ninguna circunstancia. Ni cuando tiene esa superioridad en el campo, ni cuando la tiene en el marcador, ni con sus cambios casi siempre inútiles para el desarrollo del partido, ni con el inexistente plan de juego. Hoy la Real tendría que haber salido con los tres puntos del José Zorrilla. Pero no salió a por el partido, algo que tantas y tantas primeras partes de estas dos últimas temporadas han acabado por convertir en una marca de fábrica de la Real de Montanier. No supo administrarlo, ni en defensa ni en ataque, con marcas tardías, pases erróneos, movimientos equivocados y un completo desaguisado en el conjunto. Los cambios, como siempre, no ayudaron. Y así tenemos una otra jornada más sin ganar fuera de casa y un tristón decimocuarto puesto que evidencia a qué aspira la Real si no espabila, a estar tres puntos por encima del descenso porque tiene calidad de sobra para no sufrir y a seis puntos de Europa porque el conformismo que exuda este equipo con esta dirección técnica es desesperante. Y ahora la Copa.
domingo, octubre 28, 2012
PREVIA Valladolid - Real Sociedad. La misma historia de cada dos semanas
La misma historia se repite cada dos semanas: toca ganar fuera (lunes, 21.30 horas, José Zorrila, Canal + Liga, Gol TV). Y toca ganar, dicen, porque la racha de victorias en casa se truncó con el 0-1 que consiguió el Atlético de Madrid. El planteamiento, lejos de la ambición y del crecimiento que se buscaba, es una respuesta más cercana al cansancio de tener que arriesgar siempre en situaciones límite. Pensar que la Real tiene que ganar fuera porque ha perdido en Anoeta es resignarse a que el puesto del equipo txuri urdin transite y acabe la temporada en la anodina zona media de la clasificación. Y no tendría que ser así. Hay que ganar porque la Real tiene capacidad para hacerlo, en casa, fuera y ante cualquier rival. Pero en cualquier caso es verdad que toca ganar, porque la Real viene de dos derrotas consecutivas en Liga sin haber marcado un gol, porque se inicia una semana con tres partidos en poco más de cinco días de esas que tan mal suelen sentarle a los nuestros y porque ninguna de las dos competiciones espera a nadie.
Philippe Montanier ha decidido desplazar a Valladolid a toda la plantilla, porque el equipo no volverá a San Sebastián tras el encuentro en Pucela dada la cercanía con el partido de Copa que tendrá que jugar el jueves en Córdoba. No hay, de todos modos, mucho margen para que el técnico francés sorprenda con la convocatoria porque solo tiene 19 jugadores disponibles y, por tiene, solo habrá uno que no estará en el campo o en el banquillo. Son cuatro los jugadores lesionados con los que no puede contar, y todos presentan dolencias que impedirán su concurso en ninguno de los tres partidos de la semana. Bravo, Cadamuro, Elustondo y Zurutuza son esos cuatro jugadores y el más cercano a reaparecer parece el guardameta chileno. El descartado de la convocatoria se conocerá ya en el José Zorrilla. La baja de Cadamuro da alguna opción más a Carlos Martínez de no ser esta semana, otra vez, ese descarte.
El once que Montanier opondrá al del Valladolid de Mendilíbar no registrará muchas novedades con respecto al que se midió al Atlético. Zubikarai seguirá bajo los palos y nada hace pensar que haya cambios en la defensa, donde formarán Estrada por la derecha, Iñigo Martínez y Mikel González en el centro y De la Bella en la izquierda. Ansotegi y José Ángel esperarán en el banquillo. Tampoco habrá variaciones en el doble pivote, con Markel Bergara e Illarramendi. Pardo y Ros tienen opciones si hay terna de medios, pero parecen más suplentes que titulares. Y en el ataque es donde se concentran las dudas por los hombres y por el esquema. Griezmann, como centrocampista o más adelante, y Vela parecen indiscutibles y los otros dos jugadores dependerán de cómo quiera jugar Montanier. Agirretxe fuera de casa no es imprescindible para el francés, Xabi Prieto pasa por un bajo momento de forma y Chory Castro, que no es titular desde la primera jornada, podría tener sus opciones. Ifrán no parece estar en la misma disposición.
La Real comenzó la jornada en la posición decimoquinta, con los nueve puntos que le reportaron sus tres triunfos en casa. El equipo de Montanier, con cuatro derrotas en otros tantos partidos como visitante, busca su primera victoria lejos de Anoeta desde que el pasado mes de enero venciera en Valencia por 0-1. Van trece partidos sin ganar. Tal es a igualdad de la zona media de la Liga que en caso de derrota los puestos de descenso podrían acercarse hasta solo un punto y en caso de victoria los europeos podrían quedarse a dos. El Valladolid inició esta novena jornada de Liga en la décima posición, con un punto más que el equipo txuri urdin. Como local, el conjunto pucelano ha ganado la mitad de los cuatro partidos que ha disputado, a Levante y Rayo, perdió con el Betis y empató con el Espanyol. Desde que regresó a Primera, a la Real no suelen salirle muy bien las semanas con tres partidos, y esta tiene el inconveniente de los atípicos y vergonzosos horarios que le han tocado en suerte. Jugará tres partidos en seis días en este que dicen que es el mejor fútbol del mundo.
Valladolid no es una plaza históricamente cómoda para la Real. Ha jugado allí en 38 ocasiones, 35 de ellas en Primera División. En la máxima categoría, el balance es de 19 victorias locales, cinco de los realistas, la última de ellas el 1-3 de la temporada 2001-2002 (Aranburu, Idiakez y Kovacevic de penalti) y once empates. La mayor goleada txuri urdin en Valladolid es el 0-4 de la temporada 1997-1998, con goles de Rekarte, Kovacevic y De Paula en dos ocasiones. El mejor resultado logrado por los pucelanos es un 4-1, repetido hasta en cuatro ocasiones, en las campañas 1951-1952, 1959-1960, 1983-1984 y 1985-1986. La Real estuvo catorce partidos consecutivos sin conocer allí la victoria entre las temporadas 1953-1954 y 1986-1987, hasta que rompió la racha en el play off de esta última Liga. En Segunda son dos los duelos con una victoria para cada equipo, y además se cruzaron en la fase de promoción de la temporada 1942-1943, ganando entonces la Real por 1-3, consiguiendo el equipo txuri urdin el ascenso a Primera.
Siete temporadas en blanco ha tenido el duelo entre Valladolid y Real Sociedad, que se jugó por última vez en Primera División en la temporada 2003-2004. Y no es aquel un partido del que pueda guardar un buen recuerdo el conjunto txuri urdin. Marcó Gabilondo en el minuto 18, aprovechando una cantada de Bizarri. Cuatro minutos después Megía Dávila se sumó al esperpento en que acabó convertido el choque pitando un penalti inexistente, que el propio guardameta pucelano quiso tirar y falló, aunque Sales empató en el rechace. Se quedó el Valladolid con diez a la media hora, por roja directa a Peña y Nihat puso el 1-2 antes del descanso. Con uno menos, la Real se dejó empatar en una segunda parte paupérrima, y de nuevo Sales hizo el segundo de su equipo. El conjunto txuri urdin, demostrando una vergonzosa incapacidad, no pudo ponerse de nuevo en ventaja. Pero fue aún peor. Megía echó a Chema en el 82 y a la Ricchetti en el 86. Y la Real, jugando contra ocho jugadores, fue tristemente incapaz de hacer un gol.
Philippe Montanier ha decidido desplazar a Valladolid a toda la plantilla, porque el equipo no volverá a San Sebastián tras el encuentro en Pucela dada la cercanía con el partido de Copa que tendrá que jugar el jueves en Córdoba. No hay, de todos modos, mucho margen para que el técnico francés sorprenda con la convocatoria porque solo tiene 19 jugadores disponibles y, por tiene, solo habrá uno que no estará en el campo o en el banquillo. Son cuatro los jugadores lesionados con los que no puede contar, y todos presentan dolencias que impedirán su concurso en ninguno de los tres partidos de la semana. Bravo, Cadamuro, Elustondo y Zurutuza son esos cuatro jugadores y el más cercano a reaparecer parece el guardameta chileno. El descartado de la convocatoria se conocerá ya en el José Zorrilla. La baja de Cadamuro da alguna opción más a Carlos Martínez de no ser esta semana, otra vez, ese descarte.
El once que Montanier opondrá al del Valladolid de Mendilíbar no registrará muchas novedades con respecto al que se midió al Atlético. Zubikarai seguirá bajo los palos y nada hace pensar que haya cambios en la defensa, donde formarán Estrada por la derecha, Iñigo Martínez y Mikel González en el centro y De la Bella en la izquierda. Ansotegi y José Ángel esperarán en el banquillo. Tampoco habrá variaciones en el doble pivote, con Markel Bergara e Illarramendi. Pardo y Ros tienen opciones si hay terna de medios, pero parecen más suplentes que titulares. Y en el ataque es donde se concentran las dudas por los hombres y por el esquema. Griezmann, como centrocampista o más adelante, y Vela parecen indiscutibles y los otros dos jugadores dependerán de cómo quiera jugar Montanier. Agirretxe fuera de casa no es imprescindible para el francés, Xabi Prieto pasa por un bajo momento de forma y Chory Castro, que no es titular desde la primera jornada, podría tener sus opciones. Ifrán no parece estar en la misma disposición.
La Real comenzó la jornada en la posición decimoquinta, con los nueve puntos que le reportaron sus tres triunfos en casa. El equipo de Montanier, con cuatro derrotas en otros tantos partidos como visitante, busca su primera victoria lejos de Anoeta desde que el pasado mes de enero venciera en Valencia por 0-1. Van trece partidos sin ganar. Tal es a igualdad de la zona media de la Liga que en caso de derrota los puestos de descenso podrían acercarse hasta solo un punto y en caso de victoria los europeos podrían quedarse a dos. El Valladolid inició esta novena jornada de Liga en la décima posición, con un punto más que el equipo txuri urdin. Como local, el conjunto pucelano ha ganado la mitad de los cuatro partidos que ha disputado, a Levante y Rayo, perdió con el Betis y empató con el Espanyol. Desde que regresó a Primera, a la Real no suelen salirle muy bien las semanas con tres partidos, y esta tiene el inconveniente de los atípicos y vergonzosos horarios que le han tocado en suerte. Jugará tres partidos en seis días en este que dicen que es el mejor fútbol del mundo.
Valladolid no es una plaza históricamente cómoda para la Real. Ha jugado allí en 38 ocasiones, 35 de ellas en Primera División. En la máxima categoría, el balance es de 19 victorias locales, cinco de los realistas, la última de ellas el 1-3 de la temporada 2001-2002 (Aranburu, Idiakez y Kovacevic de penalti) y once empates. La mayor goleada txuri urdin en Valladolid es el 0-4 de la temporada 1997-1998, con goles de Rekarte, Kovacevic y De Paula en dos ocasiones. El mejor resultado logrado por los pucelanos es un 4-1, repetido hasta en cuatro ocasiones, en las campañas 1951-1952, 1959-1960, 1983-1984 y 1985-1986. La Real estuvo catorce partidos consecutivos sin conocer allí la victoria entre las temporadas 1953-1954 y 1986-1987, hasta que rompió la racha en el play off de esta última Liga. En Segunda son dos los duelos con una victoria para cada equipo, y además se cruzaron en la fase de promoción de la temporada 1942-1943, ganando entonces la Real por 1-3, consiguiendo el equipo txuri urdin el ascenso a Primera.
Siete temporadas en blanco ha tenido el duelo entre Valladolid y Real Sociedad, que se jugó por última vez en Primera División en la temporada 2003-2004. Y no es aquel un partido del que pueda guardar un buen recuerdo el conjunto txuri urdin. Marcó Gabilondo en el minuto 18, aprovechando una cantada de Bizarri. Cuatro minutos después Megía Dávila se sumó al esperpento en que acabó convertido el choque pitando un penalti inexistente, que el propio guardameta pucelano quiso tirar y falló, aunque Sales empató en el rechace. Se quedó el Valladolid con diez a la media hora, por roja directa a Peña y Nihat puso el 1-2 antes del descanso. Con uno menos, la Real se dejó empatar en una segunda parte paupérrima, y de nuevo Sales hizo el segundo de su equipo. El conjunto txuri urdin, demostrando una vergonzosa incapacidad, no pudo ponerse de nuevo en ventaja. Pero fue aún peor. Megía echó a Chema en el 82 y a la Ricchetti en el 86. Y la Real, jugando contra ocho jugadores, fue tristemente incapaz de hacer un gol.
viernes, octubre 26, 2012
"¿Y vosotros por qué miráis para abajo?"
No me gustó el mensaje que transmitía el equipo antes de jugar contra el Atlético de Madrid. "Podemos ganarles". "Tendremos nuestras oportunidades". "En casa tenemos opciones". Creo que es un error jugar un partido pensando que, de alguna manera, podemos ser inferiores al rival. Incluso siéndolo, porque la historia de la Real está llena de proezas ante equipos superiores. Y estoy convencido de que eso se paga. Se ha hablado hasta la saciedad del carácter ganador que le ha transmitido Simeone a sus jugadores. Ya sé que la Real mereció ganar a los colchoneros, pero yo no creo que la derrota fuera un accidente. Si se perdió, fue porque el Cebolla Rodríguez pensaba en cómo adelantar lo más posible la falta de Illarramendi y en que Falcao, que no había metido una falta en toda su carrera profesional, cogió el balón pensando en que iba a marcar gol. Convicción. Seguridad. Ansia de ganar. Todo eso, desconozco por qué más allá de aquello del carácter del entrenador transmitido al equipo, no lo tenemos. Y no es que no lo tengamos, es que además lo pregonamos a los cuatro vientos.
Los mensajes de esta semana, antes de jugar en Valladolid y después de cuatro derrotas consecutivas lejos de Anoeta, vienen a ser algo parecido. "No siempre vamos a perder fuera". "Algún día ganaremos". ¿Pero qué clase de ánimo es ese en profesionales que visten la camiseta de un club con la historia de la Real? Una cosa es respetar a los rivales y otra muy distinta ofrecer una imagen pusilánime, derrotista o abandonada a la suerte. Ya sé que algún día ganaremos fuera, eso es una obviedad que se sustenta en la estadística más elemental. Y ya sé que los demás equipos no tienen la costumbre de ponernos la alfombra roja para que les ganemos, aunque alguno lo ha hecho y no lo hemos aprovechado precisamente. Pero estoy convencido de que los resultados serían mucho mejores si el mensaje fuera que nos da igual lo que nos vayamos a encontrar fuera que vamos a ganar igualmente, que nos vamos a dejar la vida por traernos los tres puntos, que por mucho fortín local que visitemos van a tener que sudar sangre para superarnos.
El mensaje y la actitud son importantes. El equipo, y en eso englobo tanto al entrenador como a los jugadores, tendría que replantearse si esa entrega a los designios del destino futbolero no es precisamente lo que nos convierte en el rival blando que somos. Si no es es la razón de que cada vez que tenemos una falta al borde del área pensemos que, como llevamos más de dos años sin enchufar una, en esta nos pasará lo mismo. De que cada vez que vamos fuera entendamos como normal la derrota porque, como dijo Montanier, ganar lejos de casa es difícil para todos, aunque veinte partidos de esta Liga ya hayan terminado con un 2 en la quiniela. De que cada eliminatoria de Copa sea la oportunidad de sumar un nuevo ridículo histórico y no la de una redención necesaria. De que los partidos contra Barcelona y Real Madrid sean "de otra Liga", y que por ello seamos el único equipo en toda la temporada que no ha planteado problema alguno al conjunto de Tito Vilanova o que no pensemos ni por asomo en ser uno de los que gane a los de Mourinho, que ya han perdido este año cuatro de los trece partidos que ha jugado.
Y pensando en el inmenso cabreo que me produce esta tristona actitud de la Real, me acuerdo de esa reciente entrevista que hicieron los compañeros de Erreala TV a un grande de la información txuri urdin, a Gorka Reizabal. Me acuerdo de esa anécdota que cuenta sobre la llegada al equipo txuri urdin de Rafa Irondo y de cómo les preguntó a los jugadores de la Real: "oye, ¿y vosotros por qué estáis todo el año mirando para abajo?". Y aunque estoy asombrado con el hecho de que se siente en el banquillo un entrenador en el que creo que ya nadie confía, ni siquiera el club (Xabier Garmendia ha publicado en Twitter que se han reunido con Ernesto Valverde, uno de los técnicos con los que hablaron precisamente hace un año antes del salvador gol de Iñigo Martínez al Betis), estoy deseando que llegue otro que les diga lo mismo que les soltó hace unas cuantas décadas, que por qué miran para abajo, por qué piensan tan a menudo en fallar o en que acertar sea casualidad y no causalidad. Cuando ese día llegue, esta Real irá hacia arriba como la espuma porque tiene mimbres de sobra para dar mucha más guerra de la que da.
Los mensajes de esta semana, antes de jugar en Valladolid y después de cuatro derrotas consecutivas lejos de Anoeta, vienen a ser algo parecido. "No siempre vamos a perder fuera". "Algún día ganaremos". ¿Pero qué clase de ánimo es ese en profesionales que visten la camiseta de un club con la historia de la Real? Una cosa es respetar a los rivales y otra muy distinta ofrecer una imagen pusilánime, derrotista o abandonada a la suerte. Ya sé que algún día ganaremos fuera, eso es una obviedad que se sustenta en la estadística más elemental. Y ya sé que los demás equipos no tienen la costumbre de ponernos la alfombra roja para que les ganemos, aunque alguno lo ha hecho y no lo hemos aprovechado precisamente. Pero estoy convencido de que los resultados serían mucho mejores si el mensaje fuera que nos da igual lo que nos vayamos a encontrar fuera que vamos a ganar igualmente, que nos vamos a dejar la vida por traernos los tres puntos, que por mucho fortín local que visitemos van a tener que sudar sangre para superarnos.
El mensaje y la actitud son importantes. El equipo, y en eso englobo tanto al entrenador como a los jugadores, tendría que replantearse si esa entrega a los designios del destino futbolero no es precisamente lo que nos convierte en el rival blando que somos. Si no es es la razón de que cada vez que tenemos una falta al borde del área pensemos que, como llevamos más de dos años sin enchufar una, en esta nos pasará lo mismo. De que cada vez que vamos fuera entendamos como normal la derrota porque, como dijo Montanier, ganar lejos de casa es difícil para todos, aunque veinte partidos de esta Liga ya hayan terminado con un 2 en la quiniela. De que cada eliminatoria de Copa sea la oportunidad de sumar un nuevo ridículo histórico y no la de una redención necesaria. De que los partidos contra Barcelona y Real Madrid sean "de otra Liga", y que por ello seamos el único equipo en toda la temporada que no ha planteado problema alguno al conjunto de Tito Vilanova o que no pensemos ni por asomo en ser uno de los que gane a los de Mourinho, que ya han perdido este año cuatro de los trece partidos que ha jugado.
Y pensando en el inmenso cabreo que me produce esta tristona actitud de la Real, me acuerdo de esa reciente entrevista que hicieron los compañeros de Erreala TV a un grande de la información txuri urdin, a Gorka Reizabal. Me acuerdo de esa anécdota que cuenta sobre la llegada al equipo txuri urdin de Rafa Irondo y de cómo les preguntó a los jugadores de la Real: "oye, ¿y vosotros por qué estáis todo el año mirando para abajo?". Y aunque estoy asombrado con el hecho de que se siente en el banquillo un entrenador en el que creo que ya nadie confía, ni siquiera el club (Xabier Garmendia ha publicado en Twitter que se han reunido con Ernesto Valverde, uno de los técnicos con los que hablaron precisamente hace un año antes del salvador gol de Iñigo Martínez al Betis), estoy deseando que llegue otro que les diga lo mismo que les soltó hace unas cuantas décadas, que por qué miran para abajo, por qué piensan tan a menudo en fallar o en que acertar sea casualidad y no causalidad. Cuando ese día llegue, esta Real irá hacia arriba como la espuma porque tiene mimbres de sobra para dar mucha más guerra de la que da.
martes, octubre 23, 2012
El Expreso de Lodosa
El 25 de agosto de 2007 no es una fecha que vaya a aparecer en las páginas más doradas de la historia de la Real. Aquel día el equipo txuri urdin jugó el primer partido en Segunda División en 40 años. En Anoeta y contra el Castellón. A cientos de kilómetros de distancia, no tuve ninguna duda. Me cogí un tren y me planté allí. Había que estar y estuve, porque la historia de este equipo no se construye solo con títulos. En la víspera, charlando sobre la situación de la Real, una amiga dijo que no veía el ascenso en cinco años. Yo le dije que íbamos a subir ese mismo año, pero que si por lo que fuera sucedía la catástrofe de no estar en Primera en el verano de 2008 (catástrofe que al final supimos que adoptó la forma de partidos comprados), ascenderíamos como mucho en tres. No me equivoqué en eso último, pero sí en mi convencimiento de que se iba a ganar bien al Castellón. Qué partido tan horrendo. Creo que no he visto en vivo una actuación de la Real más lamentable que aquella. El 0-2 casi fue corto para lo que sucedió.
Aquel día salí de Anoeta perplejo, pero satisfecho por un detalle. El chaval que jugó en el lateral derecho, que debutaba con el primer equipo, Carlos Martínez. En la izquierda se estrenaba también Sarasola, pero al zurdo le acabó devorando la competición y no hizo carrera en la Real. Carlos Martínez, al que pronto me acostumbre a llamar Charly durante los partidos como si nos conociéramos de toda la vida, no paró de subir y bajar la banda. Incansablemente. Le puso un entusiasmo al partido que se escapó a años luz del que pusieron el resto de sus compañeros. Él, supongo que como todos los demás, vio el desastre que estaba perpetrando la Real aquel día, pero nunca se rindió. "Seguro que no le sobra técnica, pero se ganó el corazón de los aficionados realistas con sus arrancadas por banda, con su casta y con su pundonor. (...) Demostró cuál debe ser la actitud y cómo debe comportarse un jugador que viste la camiseta de la Real, más aún si proviene del Sanse", dije de él en la crónica de aquel partido.
Han pasado cinco años desde entonces y sigo creyendo lo mismo de ese jugador al que tantas veces escuché desde la distancia como Tito Irazusta le denominaba el Expreso de Lodosa. Sé que es un jugador que no es del agrado de todo el mundo, que es uno de esos que muchos creen que no tiene nivel para jugar en Primera División. Tengo claro que no es el mejor centrador que ha visto Anoeta, que no es el mejor perro de presa para frenar a los extremos rivales y que no siempre escoge bien a la hora de lanzarse al ataque. Sí, todo eso lo sé. Pero aún así soy un firme convencido de que Charly tiene muchas virtudes. Creo que suelen obviarse sus buenas estadísticas de asistencias, porque siempre da un buen número de ellas. Creo que no se le suele destacar cuando efectivamente seca a su par. Creo que no mucha gente se ha dado cuenta de que Xabi Prieto es mucho más cuando tiene su apoyo en la banda. Y sobre todo creo que es el jugador de la actual plantilla de la Real, con una diferencia imposible de cuantificar, que más garra, coraje y espíritu puede imprimir a un partido. Y eso, en esta Real a veces tan pusilánime, lo echo en falta.
No me entusiasma el trato que Montanier está dando a Carlos Martínez esta temporada. No creo que merezca ser el jugador descartado por defecto en cada jornada. No me gustó el detalle de prescindir de él horas antes del partido contra el Atlético porque se veía venir. Me pareció de mal entrenador que no le convocara para el partido contra el Zaragoza, en el que solo tenía 17 jugadores del primer equipo. Y él no se ha quejado. No creo que lo haga. Estoy convencido de que entrenará, trabajará y luchará por una oportunidad. A poco que Montanier actúe como se espera, esa oportunidad le llegará al bravo lateral en la Copa. Cuando se anuncie la alineación titular de la Real en Córdoba, buscaré su nombre. Cuando le vea pasar la línea del centro del campo, gritaré como hago siempre "¡vamos, Charly!". Y es que ser un equipo de cantera supone creer en jugadores como Carlos Martínez, aún sabiendo que no estamos ante uno técnicamente exquisito o ante un prodigio incomparable. Pero es Charly. Es el Expreso de Lodosa. Y yo sigo confiando ciegamente en él.
Aquel día salí de Anoeta perplejo, pero satisfecho por un detalle. El chaval que jugó en el lateral derecho, que debutaba con el primer equipo, Carlos Martínez. En la izquierda se estrenaba también Sarasola, pero al zurdo le acabó devorando la competición y no hizo carrera en la Real. Carlos Martínez, al que pronto me acostumbre a llamar Charly durante los partidos como si nos conociéramos de toda la vida, no paró de subir y bajar la banda. Incansablemente. Le puso un entusiasmo al partido que se escapó a años luz del que pusieron el resto de sus compañeros. Él, supongo que como todos los demás, vio el desastre que estaba perpetrando la Real aquel día, pero nunca se rindió. "Seguro que no le sobra técnica, pero se ganó el corazón de los aficionados realistas con sus arrancadas por banda, con su casta y con su pundonor. (...) Demostró cuál debe ser la actitud y cómo debe comportarse un jugador que viste la camiseta de la Real, más aún si proviene del Sanse", dije de él en la crónica de aquel partido.
Han pasado cinco años desde entonces y sigo creyendo lo mismo de ese jugador al que tantas veces escuché desde la distancia como Tito Irazusta le denominaba el Expreso de Lodosa. Sé que es un jugador que no es del agrado de todo el mundo, que es uno de esos que muchos creen que no tiene nivel para jugar en Primera División. Tengo claro que no es el mejor centrador que ha visto Anoeta, que no es el mejor perro de presa para frenar a los extremos rivales y que no siempre escoge bien a la hora de lanzarse al ataque. Sí, todo eso lo sé. Pero aún así soy un firme convencido de que Charly tiene muchas virtudes. Creo que suelen obviarse sus buenas estadísticas de asistencias, porque siempre da un buen número de ellas. Creo que no se le suele destacar cuando efectivamente seca a su par. Creo que no mucha gente se ha dado cuenta de que Xabi Prieto es mucho más cuando tiene su apoyo en la banda. Y sobre todo creo que es el jugador de la actual plantilla de la Real, con una diferencia imposible de cuantificar, que más garra, coraje y espíritu puede imprimir a un partido. Y eso, en esta Real a veces tan pusilánime, lo echo en falta.
No me entusiasma el trato que Montanier está dando a Carlos Martínez esta temporada. No creo que merezca ser el jugador descartado por defecto en cada jornada. No me gustó el detalle de prescindir de él horas antes del partido contra el Atlético porque se veía venir. Me pareció de mal entrenador que no le convocara para el partido contra el Zaragoza, en el que solo tenía 17 jugadores del primer equipo. Y él no se ha quejado. No creo que lo haga. Estoy convencido de que entrenará, trabajará y luchará por una oportunidad. A poco que Montanier actúe como se espera, esa oportunidad le llegará al bravo lateral en la Copa. Cuando se anuncie la alineación titular de la Real en Córdoba, buscaré su nombre. Cuando le vea pasar la línea del centro del campo, gritaré como hago siempre "¡vamos, Charly!". Y es que ser un equipo de cantera supone creer en jugadores como Carlos Martínez, aún sabiendo que no estamos ante uno técnicamente exquisito o ante un prodigio incomparable. Pero es Charly. Es el Expreso de Lodosa. Y yo sigo confiando ciegamente en él.
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Carlos Martínez
lunes, octubre 22, 2012
REAL SOCIEDAD 0 - ATLÉTICO DE MADRID 1 La derrota de los detalles estúpidos y la desfachatez arbitral
La Real ha perdido ante el Atlético de Madrid por detalles estúpidos y por la desfachatez arbitral. Ha perdido en casa, borrándose por completo la sensación de que el fortín de Anoeta compensará los fallos a domicilio. Y ha perdido sin merecerlo... pero a la vez mereciéndoselo. Es evidente que el equipo se ha dejado la vida en el campo, que ha superado en prácticamente todo a un Atlético de Madrid peleón pero sin fútbol, que ha tenido algunas ocasiones de ganar y que ha perdido cuando el reloj llegaba al minuto 90 con un libre directo de Falcao. En la segunda parte, los detalles son los que han minado los merecimientos de la Real. La mala colocación de Zubikarai en esa falta, la sorprendente ubicación de Ifrán en la barrera, la bisoñez de Illarramendi a la hora de cometer la infracción, el nulo acierto en el remate de todo el equipo o unos cambios raros, otra vez, de Montanier. Pero en la primera parte no se ha adelantado por la desfachatez arbitral de un Ayza Gámez que sabe lo que pita. Y eso es lo denunciable. Lo más grave, no sancionar un clarísimo penalti al filo del descanso. Solo lo más grave, porque protagonizó una actuación de las que mina.
Montanier sorprendió escondiendo la convocatoria hasta última hora, por mucho que no fuera ninguna novedad que el primer descartado fuera Carlos Martínez. Luego dejó fuera a Cadamuro porque su apuesta fue la valiente. Y se agradece. Puso sobre el campo a Griezmann cerrando el centro del campo, a Illarramendi tan cerca de Markel Bergara como es de desear, y al trío ofensivo formado por Xabi Prieto, Vela y Agirretxe, sin tocar la defensa. La alineación, más allá de las preferencias de cada uno por jugadores concretos, es irreprochable. Quizá lo peor de ese planteamiento haya estado en el tiempo. La lluvia ha podido ser el peor enemigo de la Real porque ha impedido, probablemente, un ritmo de partido más elevado, y es que el partido a veces pedía una marcha más en las zonas decisivas del campo para sorprender al Atlético. No es que haya habido parsimonia, ni mucho menos, porque ha sido un partido muy bravo, muy fuerte, muy activo. Pero las acciones no eran fulminantes. No como hacía pensar la presencia de tantos jugadores ofensivos en el ataque de la Real.
Aún así, es bastante obvio para cualquiera que haya visto el encuentro que la primera parte ha sido txuri urdin. Con un nivel de posesión inverosímil para este equipo desde que regresó a la Primera División, superando con comodidad el 60 por ciento, todo lo bueno que se hizo en los primeros 45 minutos llevaba la firma de algún jugador realista. Sobre todo Mikel González, pero también Iñigo Martínez, hizo un partido espectacular dejando a Falcao a una altura muy alejada de lo que se temía. Markel e Illarra contenían muy bien todo el ataque atlético y el equipo disfrutó de todas las ocasiones de gol que se vieron en esa parte, eso sí, escasas. Ya a los quince segundos tuvo Griezmann un tiro muy centrado que Courtois sacó con seguridad. A los 21 minutos, Vela disparó rasó y, tras rebotar en la bota de un defensa, de nuevo el guardameta atlético envió a córner. De nuevo el belga sacó un centro que se envenenó de De la Bella. Y finalmente Falcao, cuando Courtois ya estaba batido, desvió con la cabeza un disparo de Griezmann. ¿Zubikarai? Otro día como para jugar sin portero. Como contra el Zaragoza, como contra el Athletic.
Pero el buen partido de la Real en esta primera mitad quedó empañado por el árbitro, Ayza Gámez. Es difícil no calificar al colegiado sin descalificarle, porque es evidente que la actitud ni es nueva ni es neutral. Él lo sabe y todo el que haya visto lo sabe. Lo más grave es que no quiso señalar, porque verlo tuvo que verlo (él y su linier), una mano clamorosa de Gabi dentro del área. Es igualmente grave que a dos faltas iguales sacara la amarilla a los jugadores realistas y no a los atléticos. Es increíble que la Real sumara tres tarjetas amarillas con siete faltas realizadas, cinco con solo once infracciones al final, y que acciones como una dura entrada destiempo de Gabi a Griezmann o el escandaloso derribo de Mario Suárez a Vela cuando el mexicano se internaba en el área no se sancionaran con tarjeta. Gabi debió de ser expulsado en el penalti y Mario Suárez en la segunda mitad por cortar un contragolpe de Vela. Ambos se fueron sin amarilla. Si el juez no es imparcial, el juez no vale. Y hay que impedir que siga juzgando. Su designación para Anoeta después de dos años sin pitar allí y precisamente después de desnivelar con descaro un duelo contra el Atlético no es de recibo. Es casi una provocación.
Segunda parte. Lo bueno de la Real se ha mantenido. Iñigo y Mikel sobre todo, porque Falcao ha marcado en la única acción en la que ninguno de los dos podía evitar que lo hiciera. Eso dice muchísimo de ambos. La movilidad y la trascendencia de Griezmann en el centro ha generado peligro, aun sin acierto en el disparo. La intensidad en el juego, la necesaria intensidad, ha seguido viva. Pero salió a traslucir buena parte de lo malo también y la buena sensación de haber sido mejor que el colíder de la Liga no puede empañar esos detalles. Xabi Prieto no está porque no se anima a encarar a su par ni se le pide, además de la cada vez más evidente desconexión con su lateral. La intensidad de Markel fue cayendo con los minutos, perdió un par de balones muy peligrosos y jugó mermado con la tarjeta amarilla que vio en la primera mitad sin que se le dieran soluciones desde el banquillo. Vela volvió a evidenciar que está a buen nivel de juego pero no de disparo, malogrando una ocasión tan clara como las que tuvo en el campo del Betis. Y los cambios, quitando la más que lógica sustitución de Xabi Prieto por Chory Castro no fueron los acertados. En los partidos en los que se está jugando bien pero no se termina de ganar se evidencia que Montanier no sabe hacer crecer a su equipo durante el juego.
Aun así, y pese a que el equipo de Simeone dio un paso hacia adelante, la Real continuó siendo mejor que el Atlético en la segunda mitad. A la ya mencionada ocasión de Vela hubo que sumar un disparo de Griezmann muy centrado cuando ya había conseguido una buena posición de remate y un tiro de Chory Castro, que pudo haber abierto a la banda en lugar de disparar pero que no se marchó muy lejos de la escuadra. El Atlético tuvo también, ahora sí, llegadas que equilibraban el tanteo de ocasiones, en los pies del Cebolla Rodríguez en un disparo raso que atajó Zubikarai, en los de Falcao tras un despeje del portero y en la cabeza del propio Mikel González en propia puerta en un envío lateral, que el guardameta txuri urdin envió a córner con un paradón. El gol cabe interpretarlo como un accidente, pero volveríamos a caer en una simplificación excesiva que no permitirá crecer al equipo.Y me temo que es lo que sucederá, que tanto la descarada actuación arbitral como en los muchos aciertos de la Real acabarán diluyendo, una vez más, el debate que puede permitir que el equipo solucione sus problemas.
La falta que marca Falcao al filo del minuto 90 es un ejemplo perfecto de esos problemas. Illarra se equivoca en la falta. Si la hace cuando la quiere hacer, puede tener su utilidad. El primer agarrón hubiera bastado, por ejemplo, para que Falcao se tirara al suelo, porque lo hizo en varias ocasiones. Pero el Cebolla siguió jugando hasta la frontal del área. E Illarra no le soltó. La falta, que habría sido mucho más alejada, se convirtió en una ocasión de gol. Primer error, porque si el Atlético no está haciendo ocasiones no hay que facilitárselas. Mejor que el Cebolla hubiera tenido que rebasar a dos defensores más antes que conceder una falta al borde del área. La barrera, además, no está bien formada. Ni por parte de Zubikarai, que no se deja hueco para ver la pelota, ni por parte de los jugadores, que incluso permiten que Ifrán, uno de los más bajos si no el que más, estaba en el centro de la misma. Segundo error. Quizá Eñaut no estaba mal colocado, pero debió dar un paso antes de saltar. El balón no entra precisamente por la escuadra y es parable. Pero fue gol. Tercer error. Y eso que la cruz que tiene este equipo en las faltas hace pensar que igual Bravo tampoco la hubiera sacado, no pretendo cargar las tintas el ahora guardemeta titular. Pero son detalles que se van sumando.
Estos, quizá, puedan parecer anecdóticos, pero no lo son porque cabe entender que si el Atlético no los cometió es por el trabajo que hace durante la semana. La Real botó, de nuevo, una decena de córners. ¿Peligro? Ninguno. El gol del Atlético llegó a balón parado. Y más de una de sus jugadas de peligro, como un córner que estuvo a punto de alcanzar Falcao en el segundo palo o la peinada de Mikel González que sacó Zubikarai. En la Real parece que los córners los saca el que va saliendo y las formaciones de ataque en el área son tan difusas que es imposible saber si el balón va donde debería. Incluso la barrera de la falta de Falcao tendría que estar mejor ensayada. Y el gol como concepto general. El fútbol se resuelve con goles. Y la Real, aun teniendo todos muy claro que el gran potencial de este equipo está en su vanguardia, no tiene gol. Lo dije en la víspera y hoy hay que repetirlo, solo cuatro equipos han marcado menos que la Real. Lleva ocho y dos de penalti. En jugada solo cinco. A Agirretxe se le desfonda ganando balones por alto que no se aprovechan en segundas jugadas, como los de Xabi Prieto. Vela marca solo de penalti y destacar eso no significa dudar de su actitud o de sus aptitudes. Chory no ha entrado en la temporada todavía, más allá de su buena irrupción en el Camp Nou y Griezmann, siendo muy decisivo en varios partidos, solo lleva un gol.
Es evidente que la derrota ante el Atlético ha sido muy injusta por fútbol y descaradamente nivelada por la actuación arbitral. Es obvio que es uno de esos resultados que, por la forma en que se ha producido, deja al aficionado realista la típica cara de tonto. Pero tampoco hay que ponerse vendas ante los problemas enquistados que tiene este equipo. Lo que ha hecho hoy la Real tendría que haber bastado para ganar. Porque hoy sí ha superado con claridad al rival. Pero le han faltado armas que otros equipos sí emplean cuando se miden con el conjunto txuri urdin y que proceden del trabajo. El Betis nos ganó a balón parado. El Barcelona por nuestro complejo de inferioridad y falta de ambición (no olvidemos que somos el único rival que esta temporada ha cedido sin plantar batalla el conjunto blaugrana). Y así podremos seguir hasta el infinito. Perdimos en casa antes de ganar fuera, y eso también se veía venir. El camino lo sabemos porque este equipo es mejor de lo que se quiere creer, pero no damos el salto de calidad porque no se ven los problemas ni los detalles estúpidos que nos cuestan puntos y buenas sensaciones. Y así, tenemos los mismos nueve puntos con los que empezamos, seguimos a los mismos tres puntos del descenso, pero Europa se escapa a cuatro. La misma historia de siempre.
Montanier sorprendió escondiendo la convocatoria hasta última hora, por mucho que no fuera ninguna novedad que el primer descartado fuera Carlos Martínez. Luego dejó fuera a Cadamuro porque su apuesta fue la valiente. Y se agradece. Puso sobre el campo a Griezmann cerrando el centro del campo, a Illarramendi tan cerca de Markel Bergara como es de desear, y al trío ofensivo formado por Xabi Prieto, Vela y Agirretxe, sin tocar la defensa. La alineación, más allá de las preferencias de cada uno por jugadores concretos, es irreprochable. Quizá lo peor de ese planteamiento haya estado en el tiempo. La lluvia ha podido ser el peor enemigo de la Real porque ha impedido, probablemente, un ritmo de partido más elevado, y es que el partido a veces pedía una marcha más en las zonas decisivas del campo para sorprender al Atlético. No es que haya habido parsimonia, ni mucho menos, porque ha sido un partido muy bravo, muy fuerte, muy activo. Pero las acciones no eran fulminantes. No como hacía pensar la presencia de tantos jugadores ofensivos en el ataque de la Real.
Aún así, es bastante obvio para cualquiera que haya visto el encuentro que la primera parte ha sido txuri urdin. Con un nivel de posesión inverosímil para este equipo desde que regresó a la Primera División, superando con comodidad el 60 por ciento, todo lo bueno que se hizo en los primeros 45 minutos llevaba la firma de algún jugador realista. Sobre todo Mikel González, pero también Iñigo Martínez, hizo un partido espectacular dejando a Falcao a una altura muy alejada de lo que se temía. Markel e Illarra contenían muy bien todo el ataque atlético y el equipo disfrutó de todas las ocasiones de gol que se vieron en esa parte, eso sí, escasas. Ya a los quince segundos tuvo Griezmann un tiro muy centrado que Courtois sacó con seguridad. A los 21 minutos, Vela disparó rasó y, tras rebotar en la bota de un defensa, de nuevo el guardameta atlético envió a córner. De nuevo el belga sacó un centro que se envenenó de De la Bella. Y finalmente Falcao, cuando Courtois ya estaba batido, desvió con la cabeza un disparo de Griezmann. ¿Zubikarai? Otro día como para jugar sin portero. Como contra el Zaragoza, como contra el Athletic.
Pero el buen partido de la Real en esta primera mitad quedó empañado por el árbitro, Ayza Gámez. Es difícil no calificar al colegiado sin descalificarle, porque es evidente que la actitud ni es nueva ni es neutral. Él lo sabe y todo el que haya visto lo sabe. Lo más grave es que no quiso señalar, porque verlo tuvo que verlo (él y su linier), una mano clamorosa de Gabi dentro del área. Es igualmente grave que a dos faltas iguales sacara la amarilla a los jugadores realistas y no a los atléticos. Es increíble que la Real sumara tres tarjetas amarillas con siete faltas realizadas, cinco con solo once infracciones al final, y que acciones como una dura entrada destiempo de Gabi a Griezmann o el escandaloso derribo de Mario Suárez a Vela cuando el mexicano se internaba en el área no se sancionaran con tarjeta. Gabi debió de ser expulsado en el penalti y Mario Suárez en la segunda mitad por cortar un contragolpe de Vela. Ambos se fueron sin amarilla. Si el juez no es imparcial, el juez no vale. Y hay que impedir que siga juzgando. Su designación para Anoeta después de dos años sin pitar allí y precisamente después de desnivelar con descaro un duelo contra el Atlético no es de recibo. Es casi una provocación.
Segunda parte. Lo bueno de la Real se ha mantenido. Iñigo y Mikel sobre todo, porque Falcao ha marcado en la única acción en la que ninguno de los dos podía evitar que lo hiciera. Eso dice muchísimo de ambos. La movilidad y la trascendencia de Griezmann en el centro ha generado peligro, aun sin acierto en el disparo. La intensidad en el juego, la necesaria intensidad, ha seguido viva. Pero salió a traslucir buena parte de lo malo también y la buena sensación de haber sido mejor que el colíder de la Liga no puede empañar esos detalles. Xabi Prieto no está porque no se anima a encarar a su par ni se le pide, además de la cada vez más evidente desconexión con su lateral. La intensidad de Markel fue cayendo con los minutos, perdió un par de balones muy peligrosos y jugó mermado con la tarjeta amarilla que vio en la primera mitad sin que se le dieran soluciones desde el banquillo. Vela volvió a evidenciar que está a buen nivel de juego pero no de disparo, malogrando una ocasión tan clara como las que tuvo en el campo del Betis. Y los cambios, quitando la más que lógica sustitución de Xabi Prieto por Chory Castro no fueron los acertados. En los partidos en los que se está jugando bien pero no se termina de ganar se evidencia que Montanier no sabe hacer crecer a su equipo durante el juego.
Aun así, y pese a que el equipo de Simeone dio un paso hacia adelante, la Real continuó siendo mejor que el Atlético en la segunda mitad. A la ya mencionada ocasión de Vela hubo que sumar un disparo de Griezmann muy centrado cuando ya había conseguido una buena posición de remate y un tiro de Chory Castro, que pudo haber abierto a la banda en lugar de disparar pero que no se marchó muy lejos de la escuadra. El Atlético tuvo también, ahora sí, llegadas que equilibraban el tanteo de ocasiones, en los pies del Cebolla Rodríguez en un disparo raso que atajó Zubikarai, en los de Falcao tras un despeje del portero y en la cabeza del propio Mikel González en propia puerta en un envío lateral, que el guardameta txuri urdin envió a córner con un paradón. El gol cabe interpretarlo como un accidente, pero volveríamos a caer en una simplificación excesiva que no permitirá crecer al equipo.Y me temo que es lo que sucederá, que tanto la descarada actuación arbitral como en los muchos aciertos de la Real acabarán diluyendo, una vez más, el debate que puede permitir que el equipo solucione sus problemas.
La falta que marca Falcao al filo del minuto 90 es un ejemplo perfecto de esos problemas. Illarra se equivoca en la falta. Si la hace cuando la quiere hacer, puede tener su utilidad. El primer agarrón hubiera bastado, por ejemplo, para que Falcao se tirara al suelo, porque lo hizo en varias ocasiones. Pero el Cebolla siguió jugando hasta la frontal del área. E Illarra no le soltó. La falta, que habría sido mucho más alejada, se convirtió en una ocasión de gol. Primer error, porque si el Atlético no está haciendo ocasiones no hay que facilitárselas. Mejor que el Cebolla hubiera tenido que rebasar a dos defensores más antes que conceder una falta al borde del área. La barrera, además, no está bien formada. Ni por parte de Zubikarai, que no se deja hueco para ver la pelota, ni por parte de los jugadores, que incluso permiten que Ifrán, uno de los más bajos si no el que más, estaba en el centro de la misma. Segundo error. Quizá Eñaut no estaba mal colocado, pero debió dar un paso antes de saltar. El balón no entra precisamente por la escuadra y es parable. Pero fue gol. Tercer error. Y eso que la cruz que tiene este equipo en las faltas hace pensar que igual Bravo tampoco la hubiera sacado, no pretendo cargar las tintas el ahora guardemeta titular. Pero son detalles que se van sumando.
Estos, quizá, puedan parecer anecdóticos, pero no lo son porque cabe entender que si el Atlético no los cometió es por el trabajo que hace durante la semana. La Real botó, de nuevo, una decena de córners. ¿Peligro? Ninguno. El gol del Atlético llegó a balón parado. Y más de una de sus jugadas de peligro, como un córner que estuvo a punto de alcanzar Falcao en el segundo palo o la peinada de Mikel González que sacó Zubikarai. En la Real parece que los córners los saca el que va saliendo y las formaciones de ataque en el área son tan difusas que es imposible saber si el balón va donde debería. Incluso la barrera de la falta de Falcao tendría que estar mejor ensayada. Y el gol como concepto general. El fútbol se resuelve con goles. Y la Real, aun teniendo todos muy claro que el gran potencial de este equipo está en su vanguardia, no tiene gol. Lo dije en la víspera y hoy hay que repetirlo, solo cuatro equipos han marcado menos que la Real. Lleva ocho y dos de penalti. En jugada solo cinco. A Agirretxe se le desfonda ganando balones por alto que no se aprovechan en segundas jugadas, como los de Xabi Prieto. Vela marca solo de penalti y destacar eso no significa dudar de su actitud o de sus aptitudes. Chory no ha entrado en la temporada todavía, más allá de su buena irrupción en el Camp Nou y Griezmann, siendo muy decisivo en varios partidos, solo lleva un gol.
Es evidente que la derrota ante el Atlético ha sido muy injusta por fútbol y descaradamente nivelada por la actuación arbitral. Es obvio que es uno de esos resultados que, por la forma en que se ha producido, deja al aficionado realista la típica cara de tonto. Pero tampoco hay que ponerse vendas ante los problemas enquistados que tiene este equipo. Lo que ha hecho hoy la Real tendría que haber bastado para ganar. Porque hoy sí ha superado con claridad al rival. Pero le han faltado armas que otros equipos sí emplean cuando se miden con el conjunto txuri urdin y que proceden del trabajo. El Betis nos ganó a balón parado. El Barcelona por nuestro complejo de inferioridad y falta de ambición (no olvidemos que somos el único rival que esta temporada ha cedido sin plantar batalla el conjunto blaugrana). Y así podremos seguir hasta el infinito. Perdimos en casa antes de ganar fuera, y eso también se veía venir. El camino lo sabemos porque este equipo es mejor de lo que se quiere creer, pero no damos el salto de calidad porque no se ven los problemas ni los detalles estúpidos que nos cuestan puntos y buenas sensaciones. Y así, tenemos los mismos nueve puntos con los que empezamos, seguimos a los mismos tres puntos del descenso, pero Europa se escapa a cuatro. La misma historia de siempre.
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sábado, octubre 20, 2012
PREVIA Real Sociedad - Atlético de Madrid. Un resultado que se analizará con contundencia
La Real afronta la visita del Atlético de Madrid (domingo, 21.30 horas, Anoeta, Canal + Liga, Gol TV) sabiendo que el resultado se analizará con una contundencia quizá impropia de la octava jornada de Liga. Si gana, habrá conseguido la victoria en todos sus encuentros como local, habrá derrotado al colíder del Campeonato y disparará la euforia, como ha sucedido en los tres encuentros anteriores disputados en Anoeta. Si pierde, incluso si empata, habrá decepción, motivada más por la deficiente trayectoria y los nulos resultados conseguidos fuera de casa que por este partido en concreto. Y luego quedarán las sensaciones. Hace dos años el Atlético goleó pero la sensación que se instaló entre los realistas era que su equipo podía plantarle cara a cualquiera. El año pasado, la goleada fue aún más contundente y la sensación fue mucho más triste, la de que cualquier podía ganar a su equipo con poca cosa. En Anoeta se ponen en juego resultados y sensaciones. Lo primero marca la clasificación pero, visto lo visto, lo segundo tiene una importancia capital.
Sorprendentemente, la convocatoria para este encuentro no se conocerá hasta el domingo por la mañana, en un movimiento poco habitual en la Real y en Montanier. No parece probable que la situación de Griezmann y su polémica con la selección sub-21 francesa sea la causa de esta demora, pero sí coinciden ambas cuestiones en el tiempo y dan pie a las especulaciones hasta mañana al mediodía. El técnico sí había hablado en la rueda de prensa matinal de la difícil papeleta que tenía por delante para dejar a dos jugadores fuera de la lista ante el buen trabajo de todos. Las bajas del equipo son las ya conocidas de Bravo, Elustondo y Zurutuza. José Ángel, Agirretxe y Pardo han entrenado con el grupo durante la semana después de recuperarse de distintas dolencias. Pero los dos nombres que estarán más en vilo hasta que se conozca mañana la lista definitiva son los dos ausentes habituales, Ifrán y Carlos Martínez.
Zubikarai será el portero titular, y en la defensa no parece haber muchas dudas de que seguirá siendo la habitual, con Estrada por la derecha, De la Bella por la izquierda y Mikel González e Iñigo Martínez por el centro. Markel e Illarramendi parecen también fijos en el centro del campo y a partir de ahí es donde comienzan las posiciones que Montanier podría alterar. No parece probable que le dé la titularidad a Pardo después de un mes de ausencia, con lo que la opción ofensiva sería colocar a Griezmann en el centro, como jugó contra el Celta. Ros tiene opciones y viendo que Cadamuro solo ha jugado unos minutos en el centro del campo tampoco sería descabellado verle ahí. Si Griezmann juega en el centro, los tres puestos de ataque parece que se los jugarán Agirretxe, Vela, Xabi Prieto y Chory Castro. Ifrán, de nuevo, no parece tener muchas opciones de ser titular ni entrando en la lista de 18.
El equipo de Montanier arranca la jornada en la decimotercera posición, con nueve puntos, todos ellos conseguidos en Anoeta y sin nada sumado en sus cuatro salidas. Solo seis equipos han encajado más goles que la Real, pero, y esto es más preocupante habida cuenta de que el potencial txuri urdin está en el ataque, solo tres han marcado menos. Habrá que ver las consecuencias que tiene la grave travesura de Griezmann con Francia. Y habrá que prestar atención al Atlético de Madrid, que es colíder de la Liga, con los mismos 19 puntos que tiene el Barcelona. Estos son los dos únicos equipos que todavía no conocen la derrota en la Liga. Lejos del Vicente Calderón, el Atlético empató con el Levante en la primera jornada y lleva dos victorias consecutivas, ante Betis y Espanyol. En sus filas hay que vigilar a Falcao, que suma ya ocho goles, los mismos que los eternos candidatos al Balón de Oro, Messi y Cristiano Ronaldo, aunque no hay que olvidar que la mitad de ellos los ha conseguido el Tigre desde el punto de penalti. Ojo al árbitro, Ayza Gámez, responsable directo de la derrota por 2-4 de la temporada 2010-2011.
La historia es favorable a la Real en sus enfrentamientos con el Atlético de Madrid en San Sebastián. De los 60 duelos celebrados, todos ellos en Primera División, 31 acabaron con victoria txuri urdin. El equipo colchonero sacó la victoria en quince de esos encuentros y el empate en los catorce restantes. El conjunto ahora entrenado por Diego Simeone lleva dos victorias consecutivas en Anoeta, pero hasta ese momento no conocía la victoria en el estadio. Desde que se inauguró en 1993, la Real ganó diez encuentros (siete de ellos de forma consecutiva antes de las dos derrotas) y empató dos. La mayor goleada realista se produjo en la temporada 1951-1952, un contundente 6-1 en el que los goles locales los anotaron Alsúa, Barinaga, Epi, Igoa en dos ocasiones y Ontoria. En Anoeta destaca el 4-1 de la 1999-2000, con dos goles de De Paula y otros tantos de Bonilla o la victoria sobre el después equipo del doblete colchonero por 1-0 en la 1995-1996, también con gol de De Paula. El Atlético de Madrid ganó en dos ocasiones por 0-4, en la temporada 1984-1985 y en la pasada campaña.
En ese encuentro de la 2011-2012, la Real de Montanier naufragó con estrépito. Tras el ridículo copero en Mallorca y la aparente resurrección en Valencia, el equipo txuri urdin sufrió desde el principio ante un Atlético en el que acababa de aterriza Simeone para sustituir a Manzano y que opuso orden y acierto a la incomparecencia realista. Nada más arrancar el partido, un mal despeje de Elustondo acaba dando la posesión al Atlético y con penalti por mano de Demidov. Falcao no falla desde los once metros. Muñiz Fernández no tuvo tanto ojo para ver una posible mano de Juanfran en el área contraria. Sin cambios de Montanier en el descanso pese a la horrenda primera mitad, Adrián hizo el 0-2 en el primer minuto de la reanudación y ahí se acabó el partido. Los tardíos cambios llevaron a Xabi Prieto a actuar casi de carrilero por detrás de Vela. En los últimos diez minutos, el Atlético hizo dos goles más, ambos de Falcao aprovechando que Montanier dejó a la Real sin laterales, y aún pudo convertir alguno más. El partido tendría que haberse jugado en agosto de 2011 pero se jugó en enero de 2012 por la huelga de futbolistas.
Sorprendentemente, la convocatoria para este encuentro no se conocerá hasta el domingo por la mañana, en un movimiento poco habitual en la Real y en Montanier. No parece probable que la situación de Griezmann y su polémica con la selección sub-21 francesa sea la causa de esta demora, pero sí coinciden ambas cuestiones en el tiempo y dan pie a las especulaciones hasta mañana al mediodía. El técnico sí había hablado en la rueda de prensa matinal de la difícil papeleta que tenía por delante para dejar a dos jugadores fuera de la lista ante el buen trabajo de todos. Las bajas del equipo son las ya conocidas de Bravo, Elustondo y Zurutuza. José Ángel, Agirretxe y Pardo han entrenado con el grupo durante la semana después de recuperarse de distintas dolencias. Pero los dos nombres que estarán más en vilo hasta que se conozca mañana la lista definitiva son los dos ausentes habituales, Ifrán y Carlos Martínez.
Zubikarai será el portero titular, y en la defensa no parece haber muchas dudas de que seguirá siendo la habitual, con Estrada por la derecha, De la Bella por la izquierda y Mikel González e Iñigo Martínez por el centro. Markel e Illarramendi parecen también fijos en el centro del campo y a partir de ahí es donde comienzan las posiciones que Montanier podría alterar. No parece probable que le dé la titularidad a Pardo después de un mes de ausencia, con lo que la opción ofensiva sería colocar a Griezmann en el centro, como jugó contra el Celta. Ros tiene opciones y viendo que Cadamuro solo ha jugado unos minutos en el centro del campo tampoco sería descabellado verle ahí. Si Griezmann juega en el centro, los tres puestos de ataque parece que se los jugarán Agirretxe, Vela, Xabi Prieto y Chory Castro. Ifrán, de nuevo, no parece tener muchas opciones de ser titular ni entrando en la lista de 18.
El equipo de Montanier arranca la jornada en la decimotercera posición, con nueve puntos, todos ellos conseguidos en Anoeta y sin nada sumado en sus cuatro salidas. Solo seis equipos han encajado más goles que la Real, pero, y esto es más preocupante habida cuenta de que el potencial txuri urdin está en el ataque, solo tres han marcado menos. Habrá que ver las consecuencias que tiene la grave travesura de Griezmann con Francia. Y habrá que prestar atención al Atlético de Madrid, que es colíder de la Liga, con los mismos 19 puntos que tiene el Barcelona. Estos son los dos únicos equipos que todavía no conocen la derrota en la Liga. Lejos del Vicente Calderón, el Atlético empató con el Levante en la primera jornada y lleva dos victorias consecutivas, ante Betis y Espanyol. En sus filas hay que vigilar a Falcao, que suma ya ocho goles, los mismos que los eternos candidatos al Balón de Oro, Messi y Cristiano Ronaldo, aunque no hay que olvidar que la mitad de ellos los ha conseguido el Tigre desde el punto de penalti. Ojo al árbitro, Ayza Gámez, responsable directo de la derrota por 2-4 de la temporada 2010-2011.
La historia es favorable a la Real en sus enfrentamientos con el Atlético de Madrid en San Sebastián. De los 60 duelos celebrados, todos ellos en Primera División, 31 acabaron con victoria txuri urdin. El equipo colchonero sacó la victoria en quince de esos encuentros y el empate en los catorce restantes. El conjunto ahora entrenado por Diego Simeone lleva dos victorias consecutivas en Anoeta, pero hasta ese momento no conocía la victoria en el estadio. Desde que se inauguró en 1993, la Real ganó diez encuentros (siete de ellos de forma consecutiva antes de las dos derrotas) y empató dos. La mayor goleada realista se produjo en la temporada 1951-1952, un contundente 6-1 en el que los goles locales los anotaron Alsúa, Barinaga, Epi, Igoa en dos ocasiones y Ontoria. En Anoeta destaca el 4-1 de la 1999-2000, con dos goles de De Paula y otros tantos de Bonilla o la victoria sobre el después equipo del doblete colchonero por 1-0 en la 1995-1996, también con gol de De Paula. El Atlético de Madrid ganó en dos ocasiones por 0-4, en la temporada 1984-1985 y en la pasada campaña.
En ese encuentro de la 2011-2012, la Real de Montanier naufragó con estrépito. Tras el ridículo copero en Mallorca y la aparente resurrección en Valencia, el equipo txuri urdin sufrió desde el principio ante un Atlético en el que acababa de aterriza Simeone para sustituir a Manzano y que opuso orden y acierto a la incomparecencia realista. Nada más arrancar el partido, un mal despeje de Elustondo acaba dando la posesión al Atlético y con penalti por mano de Demidov. Falcao no falla desde los once metros. Muñiz Fernández no tuvo tanto ojo para ver una posible mano de Juanfran en el área contraria. Sin cambios de Montanier en el descanso pese a la horrenda primera mitad, Adrián hizo el 0-2 en el primer minuto de la reanudación y ahí se acabó el partido. Los tardíos cambios llevaron a Xabi Prieto a actuar casi de carrilero por detrás de Vela. En los últimos diez minutos, el Atlético hizo dos goles más, ambos de Falcao aprovechando que Montanier dejó a la Real sin laterales, y aún pudo convertir alguno más. El partido tendría que haberse jugado en agosto de 2011 pero se jugó en enero de 2012 por la huelga de futbolistas.
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jueves, octubre 18, 2012
El nivel de la Real
Parece evidente a estas alturas que el partido liguero contra el Atlético de Madrid está marcado en el calendario como una prueba importante. De lo que se está hablando estos días es de si la Real puede o no ganar al Atlético y del tipo de rival que es para las aspiraciones realistas. Vela ha dicho que el partido demostrará el nivel de la Real y esa frase me llama la atención, porque dice al mismo tiempo que los colchoneros están a la misma altura que el Barcelona y el Real Madrid. Ahora mismo es verdad, eso es lo que dice la clasificación y no olvidemos que es el campeón de la Europa League y de la Supercopa europea. Y por eso, porque nos vemos capaces de ganar al Atlético, habría que preguntarse por qué tenemos tanta facilidad en despreciar los enfrentamientos contra culés y madridistas argumentando que "no son de nuestra Liga". Moraleja, los partidos hay que jugarlos siempre.
El sorteo de la Copa del Rey viene a confirmar la importancia de estas reflexiones. El Córdoba será el primer rival de la Real, y no creo que el equipo andaluz tire la eliminatoria. Los dieciseisavos de final llevarán al equipo txuri urdin a un lugar en el que nunca ha jugado el torneo del KO, pero donde tiene malos recuerdos y solo ha ganado uno de los ocho duelos que ha disputado, tanto en Primera como en Segunda. Y la última vez fue catastrófica, porque entonces, aunque fue en la temporada del ascenso, se lesionó Claudio Bravo y fue expulsado Xabi Prieto por simular un penalti... cuando en realidad se lo habían hecho. Pese a todo, incluyendo la eterna maldición del sur, no comulgaré con quien dé la eliminatoria por ganada antes de jugarla. Y no solo por el lamentable historial copero de la Real en las últimas dos décadas y media, sino porque hay que se humildes y deportivos.
Pero también ambiciosos, que una cosa no quita la otra. Casi todos hemos visto que un hipotético camino a la final de Copa nos podría deparar como rival al Barcelona en octavos, al Athletic en cuartos y al Real Madrid en semifinales. Por completar, se podría pensar que el Atlético de Madrid tiene bastante despejado el cuadro para llegar a la final por su lado. Córdoba, Barcelona, Athletic, Real Madrid y Atlético de Madrid. ¿Imposible? Pues igual sí, pero no sé por qué debemos dejar de intentarlo. Suponiendo que se dé el primer paso y haya que jugar contra el Barcelona en octavos, ¿por qué hay que darlo por perdido? Ya sé que son mejores, ya sé que las apuestas dirán que son favoritos, y ya sé que "no son de nuestra Liga". ¿Pero pueden ser de nuestra Copa? Que nos lo digan quienes refrenan la ilusión con tanto ahínco, pero que nos lo digan antes de jugar en Córdoba. No me vale una explicación derrorista para justificar una hipotética debacle a las primeras de cambio.
Voy a añadir más detalles para que se entienda la dificultad de la empresa. En primer lugar, es obligado decir que jamás hemos eliminado al Barcelona en la Copa. Que hemos jugado con ellos treinta partidos desde la temporada 1911-1912 y la 1989-1990 (¡hace más de 22 años que no nos cruzamos!) y solo hemos ganado tres partidos. ¿Queréis más? Miremos el calendario, rocambolesco como siempre en España y pensado para que los equipos (y sus aficionados) pasen por todas las penalidades posibles. La eliminatoria contra el Barcelona se jugaría los días 12 (en el Camp Nou) y 19 de diciembre. El 6 de enero el Real Madrid visitaría Anoeta en Liga y si, puestos ya a imaginar una gesta txuri urdin, fuera el Athletic el rival en cuartos de la Copa habría que jugar el día 9 en San Mamés y el 16 en Anoeta, cuatro días antes de visitar el Camp Nou en Liga y justo antes de disputar las semifinales, siempre hipotéticas, con el conjunto madridista, los días 23 (en el Bernabéu) y 30 (en Anoeta). Interesante mes de enero, ¿verdad?
Esa hipótesis es mucho suponer a estas alturas, evidentemente. Primero porque no es posible aventurar qué hará la Real en la Copa y cómo afrontará esta competición que tan asiduamente tira a la basura, pero también porque no en vano este es el torneo de las sorpresas. Yo lo que tengo claro es que no veo motivo alguno para tirar la Copa. La Real, si tiene suerte con las lesiones (y la mala suerte la está teniendo ahora), tiene plantilla para afrontar dos competiciones. No olvidemos que fue la Copa, aunque con un sorteo evidentemente más favorable, lo que salvó la segunda campaña de Toshack en la Real. Ni despreciemos la posibilidad de que, se gane o se pierda, la competición deje hermosos encuentros contra Barcelona, Athletic, Real Madrid, todos o al menos el primero de ellos. Porque el fútbol se nutre de ilusión y no estará mal que quien tenga que eliminar a la Real tenga que ser todo un Fútbol Club Barcelona y no la larga lista de equipos de inferior categoría que nos ha humillado en los años más recientes.
Estoy de acuerdo con Vela en que el partido del Atlético de Madrid puede marcar el nivel de la Real esta temporada. Tanto como con Toshack cuando dice que ganaremos fuera siete días después de haber perdido en casa, aunque siento que tenga que ser así (y es evidente que nos falta un motivador en el vestuario que elimine esa sensación). Ahora solo falta que nos pongamos todos de acuerdo en que la Copa es una competición que este año puede depararnos grandes noches y no solo las grandes decepciones de los últimos 24 años. Compitamos y compitamos bien, y que los Pardo, Carlos Martínez, Ifrán, José Ángel o Ros, carne de Copa por el momento para Montanier porque no les encuentra acomodo en la Liga, evidencien que tienen nivel para jugar en la Real. En las dos competiciones y sea cual sea el rival. No se exigen victorias, pero sí ilusión y respeto a la camiseta y a la historia que representa. ¿Es pedir demasiado? La solución, a partir del domingo.
El sorteo de la Copa del Rey viene a confirmar la importancia de estas reflexiones. El Córdoba será el primer rival de la Real, y no creo que el equipo andaluz tire la eliminatoria. Los dieciseisavos de final llevarán al equipo txuri urdin a un lugar en el que nunca ha jugado el torneo del KO, pero donde tiene malos recuerdos y solo ha ganado uno de los ocho duelos que ha disputado, tanto en Primera como en Segunda. Y la última vez fue catastrófica, porque entonces, aunque fue en la temporada del ascenso, se lesionó Claudio Bravo y fue expulsado Xabi Prieto por simular un penalti... cuando en realidad se lo habían hecho. Pese a todo, incluyendo la eterna maldición del sur, no comulgaré con quien dé la eliminatoria por ganada antes de jugarla. Y no solo por el lamentable historial copero de la Real en las últimas dos décadas y media, sino porque hay que se humildes y deportivos.
Pero también ambiciosos, que una cosa no quita la otra. Casi todos hemos visto que un hipotético camino a la final de Copa nos podría deparar como rival al Barcelona en octavos, al Athletic en cuartos y al Real Madrid en semifinales. Por completar, se podría pensar que el Atlético de Madrid tiene bastante despejado el cuadro para llegar a la final por su lado. Córdoba, Barcelona, Athletic, Real Madrid y Atlético de Madrid. ¿Imposible? Pues igual sí, pero no sé por qué debemos dejar de intentarlo. Suponiendo que se dé el primer paso y haya que jugar contra el Barcelona en octavos, ¿por qué hay que darlo por perdido? Ya sé que son mejores, ya sé que las apuestas dirán que son favoritos, y ya sé que "no son de nuestra Liga". ¿Pero pueden ser de nuestra Copa? Que nos lo digan quienes refrenan la ilusión con tanto ahínco, pero que nos lo digan antes de jugar en Córdoba. No me vale una explicación derrorista para justificar una hipotética debacle a las primeras de cambio.
Voy a añadir más detalles para que se entienda la dificultad de la empresa. En primer lugar, es obligado decir que jamás hemos eliminado al Barcelona en la Copa. Que hemos jugado con ellos treinta partidos desde la temporada 1911-1912 y la 1989-1990 (¡hace más de 22 años que no nos cruzamos!) y solo hemos ganado tres partidos. ¿Queréis más? Miremos el calendario, rocambolesco como siempre en España y pensado para que los equipos (y sus aficionados) pasen por todas las penalidades posibles. La eliminatoria contra el Barcelona se jugaría los días 12 (en el Camp Nou) y 19 de diciembre. El 6 de enero el Real Madrid visitaría Anoeta en Liga y si, puestos ya a imaginar una gesta txuri urdin, fuera el Athletic el rival en cuartos de la Copa habría que jugar el día 9 en San Mamés y el 16 en Anoeta, cuatro días antes de visitar el Camp Nou en Liga y justo antes de disputar las semifinales, siempre hipotéticas, con el conjunto madridista, los días 23 (en el Bernabéu) y 30 (en Anoeta). Interesante mes de enero, ¿verdad?
Esa hipótesis es mucho suponer a estas alturas, evidentemente. Primero porque no es posible aventurar qué hará la Real en la Copa y cómo afrontará esta competición que tan asiduamente tira a la basura, pero también porque no en vano este es el torneo de las sorpresas. Yo lo que tengo claro es que no veo motivo alguno para tirar la Copa. La Real, si tiene suerte con las lesiones (y la mala suerte la está teniendo ahora), tiene plantilla para afrontar dos competiciones. No olvidemos que fue la Copa, aunque con un sorteo evidentemente más favorable, lo que salvó la segunda campaña de Toshack en la Real. Ni despreciemos la posibilidad de que, se gane o se pierda, la competición deje hermosos encuentros contra Barcelona, Athletic, Real Madrid, todos o al menos el primero de ellos. Porque el fútbol se nutre de ilusión y no estará mal que quien tenga que eliminar a la Real tenga que ser todo un Fútbol Club Barcelona y no la larga lista de equipos de inferior categoría que nos ha humillado en los años más recientes.
Estoy de acuerdo con Vela en que el partido del Atlético de Madrid puede marcar el nivel de la Real esta temporada. Tanto como con Toshack cuando dice que ganaremos fuera siete días después de haber perdido en casa, aunque siento que tenga que ser así (y es evidente que nos falta un motivador en el vestuario que elimine esa sensación). Ahora solo falta que nos pongamos todos de acuerdo en que la Copa es una competición que este año puede depararnos grandes noches y no solo las grandes decepciones de los últimos 24 años. Compitamos y compitamos bien, y que los Pardo, Carlos Martínez, Ifrán, José Ángel o Ros, carne de Copa por el momento para Montanier porque no les encuentra acomodo en la Liga, evidencien que tienen nivel para jugar en la Real. En las dos competiciones y sea cual sea el rival. No se exigen victorias, pero sí ilusión y respeto a la camiseta y a la historia que representa. ¿Es pedir demasiado? La solución, a partir del domingo.
martes, octubre 09, 2012
La gestión del banquillo
En la temporada del ascenso, por la imposibilidad de vender a los dos que pretendía traspasar para hacer caja, la Real se quedó tres porteros en su primera plantilla. Bravo era el titular. Riesgo y Zubikarai estaban condenados a no jugar. Luego la historia dio tantos giros gracias a las lesiones que los dos tuvieron muchos más minutos de los que hubieran pensado en agosto. Y los tres estuvieron a la altura. Para mí, la clave fue tener a todos los guardametas siempre vivos. Y eso que en un puesto tan especial como ese, no hay mucho margen. Pero Martín Lasarte consiguió el objetivo. Riesgo jugó en la Copa y se fue turnando con Zubikarai en las convocatorias, normalmente entrando de forma consecutiva en un partido en casa y en otro fuera para vivir las sensaciones únicas que da formar grupo. Por eso, Riesgo cumplió en los partidos que jugó y por eso Zubikarai fue decisivo en los últimos encuentros de Liga.
Retomo esa pequeña historia para argumentar lo importante que es una buena gestión del banquillo. Y la retomo porque es precisamente ahora, al acumularse las lesiones, cuando el banquillo tiene una especial importancia. Hace dos años, Lasarte cometió un error en ese campo: Agirretxe. Con Ifrán y Llorente con largas lesiones y con Tamudo encadenando largas rachas sin marcar, pudo tener más oportunidades. Quizá hubiera respondido tan bien como la pasada temporada y se hubieran sumado algunos puntos más que dieron una tranquilidad mayor. Montanier, que acertó dando minutos al de Usurbil, no es un especialista en este terreno. Sin pensar en lo que sucedió la pasada temporada con Llorente, Ifrán o Pardo, tiene ahora mismo a una serie de jugadores que atestiguan esta carencia. El problema no es, como se pinta desde algunos sitios, que en la Real tenga que jugar catorce para hacer sitio a todos los que querríamos que jugaran. No es un problema de nombres puntuales. El problema es que haya jugadores del primer equipo que se sientan desplazados. Ese es un riesgo en apariencia poco calculado por el técnico realista, que en los pocos partidos que llevamos de Liga se puede decir que afecta ya tanto a la Real como al Sanse.
La última muestra estuvo en el partido del Benito Villamarín. Montanier hizo solo dos cambios. En el banquillo se le quedaron Cadamuro, Ansotegi, José Ángel y Ros. A pesar de las lesiones, Ros no ha entrado en la dinámica del equipo. Aunque el lateral suplente que se lleva el francés no ha tenido minutos en el partido, Carlos Martínez solo ha ido convocado una vez, porque no había más jugadores, e incluso se quedó fuera de una lista en la que Montanier solo tenía 17 jugadores del primer equipo. Incluso con bastantes jugadores de baja en la línea atacante, Ifrán no ha sido titular en ningún partido, sólo ha jugado 37 minutos en tres partidos (doce minutos de media) y se ha quedado fuera de dos convocatorias. Todo el equipo ha rotado salvo el lateral izquierdo, donde hay un fichaje de este veranos y Montanier tiene fijo a De la Bella, sustituido la pasada temporada en muchos partidos por un central, Cadamuro. José Ángel, como otros, solo juega fuera de su puesto. A Elustondo le fuerza para jugar, y no se sabe si eso agravó la fascitis plantar que sufre, pero con Pardo no se aceleran los plazos, marcando una diferencia. Y del filial sólo ha llamado a dos jugadores que, dicen los que ven al equipo, no son titulares ni sus elementos más destacados.
Son muchos los casos en los que la gestión del banquillo (y del papel del Sanse como surtidor de jugadores para la Real) queda en el centro del debate como para no pensar en la explicación más evidente, que el entrenador tiene seleccionado un grupo de catorce jugadores que van a ser siempre que se pueda los que jueguen y los que cuenten en las rotaciones. No es una opción mala en sí misma, no pretendo censurar que el entrenador escoja un once y tres o cuatro reservas habituales. Al contrario, en determinadas circunstancias, me parece una elección de lo más raciones y recomendable. Pero tiene un peligro y es precisamente al que va a afrontar la Real ahora con varios de esos escogidos fuera del escenario. Con la plaga de lesiones, y cercana ya alguna sanción (sin contar eventuales expulsiones), van a tener que jugar muchos minutos jugadores no habituales. De momento, ya tenemos una consecuencia de este fenómeno y es que, con las bajas, las listas de Montanier suelen estar bastantes desequilibradas. Eso cuesta puntos. En Sevilla, ante la necesidad de delanteros, sobraron defensores y por eso el francés no agotó los cambios.
Para mí Bravo, Zurutuza y Agirretxe son claves en la Real. Parece que para Montanier también, aunque en el caso del delantero haya que abrir un amplio paréntesis en el papel que el galo le viene dando cuando se juega lejos de Anoeta. Pero yo creo que la Real tiene jugadores y soluciones tácticas sobradas como para sustituirles. Sinceramente lo creo. Como creo que sólo se echa verdaderamente en falta, a largo plazo, a un delantero centro de cifras goleadoras estratosféricas. Todo lo demás es solucionable, con lo que hay en la Real... y he de suponer que con lo que hay en el Sanse, porque el filial siempre ha servido para eso y ha respondido admirablemente a lo largo de la historia. Pero al jugador hay que mantenerlo vivo. Y no sé si jugadores como Carlos Martínez, Ifrán o Ros están recibiendo un trato justo en función de las oportunidades que ha habido ya como para que tengan un papel más importante. No me refiero a titularidades indiscutibles o preferencias personales, no. Me refiero a gestionar adecuadamente a todos los integrantes de la plantilla y sus estados de forma. Si llega su momento, comprobaremos si les pasa factura la gestión del banquillo que ha hecho Montanier hasta ahora.
Retomo esa pequeña historia para argumentar lo importante que es una buena gestión del banquillo. Y la retomo porque es precisamente ahora, al acumularse las lesiones, cuando el banquillo tiene una especial importancia. Hace dos años, Lasarte cometió un error en ese campo: Agirretxe. Con Ifrán y Llorente con largas lesiones y con Tamudo encadenando largas rachas sin marcar, pudo tener más oportunidades. Quizá hubiera respondido tan bien como la pasada temporada y se hubieran sumado algunos puntos más que dieron una tranquilidad mayor. Montanier, que acertó dando minutos al de Usurbil, no es un especialista en este terreno. Sin pensar en lo que sucedió la pasada temporada con Llorente, Ifrán o Pardo, tiene ahora mismo a una serie de jugadores que atestiguan esta carencia. El problema no es, como se pinta desde algunos sitios, que en la Real tenga que jugar catorce para hacer sitio a todos los que querríamos que jugaran. No es un problema de nombres puntuales. El problema es que haya jugadores del primer equipo que se sientan desplazados. Ese es un riesgo en apariencia poco calculado por el técnico realista, que en los pocos partidos que llevamos de Liga se puede decir que afecta ya tanto a la Real como al Sanse.
La última muestra estuvo en el partido del Benito Villamarín. Montanier hizo solo dos cambios. En el banquillo se le quedaron Cadamuro, Ansotegi, José Ángel y Ros. A pesar de las lesiones, Ros no ha entrado en la dinámica del equipo. Aunque el lateral suplente que se lleva el francés no ha tenido minutos en el partido, Carlos Martínez solo ha ido convocado una vez, porque no había más jugadores, e incluso se quedó fuera de una lista en la que Montanier solo tenía 17 jugadores del primer equipo. Incluso con bastantes jugadores de baja en la línea atacante, Ifrán no ha sido titular en ningún partido, sólo ha jugado 37 minutos en tres partidos (doce minutos de media) y se ha quedado fuera de dos convocatorias. Todo el equipo ha rotado salvo el lateral izquierdo, donde hay un fichaje de este veranos y Montanier tiene fijo a De la Bella, sustituido la pasada temporada en muchos partidos por un central, Cadamuro. José Ángel, como otros, solo juega fuera de su puesto. A Elustondo le fuerza para jugar, y no se sabe si eso agravó la fascitis plantar que sufre, pero con Pardo no se aceleran los plazos, marcando una diferencia. Y del filial sólo ha llamado a dos jugadores que, dicen los que ven al equipo, no son titulares ni sus elementos más destacados.
Son muchos los casos en los que la gestión del banquillo (y del papel del Sanse como surtidor de jugadores para la Real) queda en el centro del debate como para no pensar en la explicación más evidente, que el entrenador tiene seleccionado un grupo de catorce jugadores que van a ser siempre que se pueda los que jueguen y los que cuenten en las rotaciones. No es una opción mala en sí misma, no pretendo censurar que el entrenador escoja un once y tres o cuatro reservas habituales. Al contrario, en determinadas circunstancias, me parece una elección de lo más raciones y recomendable. Pero tiene un peligro y es precisamente al que va a afrontar la Real ahora con varios de esos escogidos fuera del escenario. Con la plaga de lesiones, y cercana ya alguna sanción (sin contar eventuales expulsiones), van a tener que jugar muchos minutos jugadores no habituales. De momento, ya tenemos una consecuencia de este fenómeno y es que, con las bajas, las listas de Montanier suelen estar bastantes desequilibradas. Eso cuesta puntos. En Sevilla, ante la necesidad de delanteros, sobraron defensores y por eso el francés no agotó los cambios.
Para mí Bravo, Zurutuza y Agirretxe son claves en la Real. Parece que para Montanier también, aunque en el caso del delantero haya que abrir un amplio paréntesis en el papel que el galo le viene dando cuando se juega lejos de Anoeta. Pero yo creo que la Real tiene jugadores y soluciones tácticas sobradas como para sustituirles. Sinceramente lo creo. Como creo que sólo se echa verdaderamente en falta, a largo plazo, a un delantero centro de cifras goleadoras estratosféricas. Todo lo demás es solucionable, con lo que hay en la Real... y he de suponer que con lo que hay en el Sanse, porque el filial siempre ha servido para eso y ha respondido admirablemente a lo largo de la historia. Pero al jugador hay que mantenerlo vivo. Y no sé si jugadores como Carlos Martínez, Ifrán o Ros están recibiendo un trato justo en función de las oportunidades que ha habido ya como para que tengan un papel más importante. No me refiero a titularidades indiscutibles o preferencias personales, no. Me refiero a gestionar adecuadamente a todos los integrantes de la plantilla y sus estados de forma. Si llega su momento, comprobaremos si les pasa factura la gestión del banquillo que ha hecho Montanier hasta ahora.
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domingo, octubre 07, 2012
BETIS 2 - REAL SOCIEDAD 0. Pánico en el córner
Volvió a perder la Real fuera de casa. Volvió a perder a pesar de saber que tiene más fútbol que el rival. Volvió a perder porque no sabe defender las jugadas de estrategia y no es capaz de aprovecharlas en ataque. Volvió a perder porque dejó pasar minutos de la primera mitad hasta darse cuenta de su propia capacidad. Volvió a perder con movimientos tardíos y poco trascendentes de Montanier en la segunda mitad. Y volvió a perder con una evidente falta de confianza en el banquillo por parte de su entrenador. La Real perdió porque, en el fondo, se veía venir que iba a perder. Pero lo que reflejó el marcador fue, por encima de todo, el pánico que generan los córners y las jugadas a balón parado. Acaben o no en gol, se gane o se pierda el partido, es un defecto prolongado contra el que nada ha opuesto el técnico txuri urdin. A veces provocan derrotas y dos de las cuatro que ha encajado la Real se han gestado así. Fallará Iñigo en el primero y Markel, Mikel y Zubikarai en el segundo, pero el problema es colectivo. Y endémico.
Como estaba previsto, Montanier apostó por la continuidad con respecto al derbi. El único cambio, el motivado por la lesión de Agirretxe, devolvió a Vela a la titularidad, y el mexicano evidenció de nuevo que, siendo un jugador muy inteligente, está muy lejos de la forma que alcanzó en la segunda vuelta de la pasada Liga. Sobre este cambio, me sigue pareciendo chocante que Agirretxe sea un jugador tan cuestionado desde que asomó la cabeza al primer equipo. Siempre he defendido que aporta mucho más que sus goles y creo que el partido de ayer demuestra lo mucho que nota la Real su ausencia, a pesar de esa corriente de opinión tan extendida que no le da tanta importancia a que no esté en partidos fuera de casa. En el mismo estadio en el que la Real ha cosechado su última derrota, hace un año el 9 de la Real marcó un gol, qué cosas, a la salida de un córner, y dio en bandeja el segundo a Vela, qué cosas, en jugadas no muy distintas a las que ayer desaprovechó.
El caso es que, con prácticamente los mismos mimbres, el arranque del partido en Sevilla y el del derbi de la semana pasada no se parecieron en nada. Es criticable que los jugadores no den ese paso adelante como visitantes, pero mucho más que el entrenador no sepa encontrar un remedio, si ya no táctico sí al menos motivador. Y si tiene que cambiar a cinco jugadores de golpe a pesar de que se haya jugado en Anoeta el mejor partido de la temporada, que los cambie. Para eso están los entrenamientos. A Pepe Mel no se le caen los anillos por cambiar cosas, incluso las que salieron bien, si sabe que el resultado puede ser mejor. Me parecería injusto para los méritos del técnico verdiblando, de largo uno de los mejores de la Liga, no contar eso como una de las razones por las que el Betis ganó ayer. Con ese escenario, y ya no sé si perjudicado o beneficiado por el apagón (¿la Real entra tarde en los partidos por la hora del día o por los minutos de juego?), era evidente que la Real iba a tardar en enterarse de que el balón estaba en juego.
Por eso, ni se enteró de que se puso por debajo en el marcador. ¿Cómo? En un córner. No era el primero que botaba el Betis y ya se había visto que la Real sigue teniendo graves problemas en la defensa de las acciones a balón parado. Más grave es, por tanto, que Montanier reconozca tras el partido que sabían del peligro que tiene el equipo bético en estas acciones, porque parece evidente que o no se han trabajado o se han trabajado mal. Otra vez. Aunque siempre es fácil cargar las tintas contra el portero, y más en esta situación en la que vive la Real tras la lesión de Bravo, no veo culpa en la acción de Zubikarai. Para mí es un error de marca y una vez que se produce el remate el portero está casi fusilado. Es verdad que Eñaut tiene la posibilidad de sacarlo, pero no veo gravedad en que ese balón supere al portero. El gol de Paulao se tenía que haber evitado antes y creo que es Iñigo Martínez, que sigue siendo muy bueno aunque no ha empezado la temporada al gran nivel que desplegó en la pasada, quien podría haber hecho más.
Que la Real no sabe defender las jugadas de estrategia no quedó en evidencia solo con el gol. Antes, insisto, el Betis generó peligro. Y justo a continuación del gol estuvo a punto de marcar de nuevo en una jugada nacida en la esquina. Beñat sacó un córner de forma totalmente opuesta al del gol. Aquel, al primer palo. Este, al segundo. El cabezazo, otra vez de Paulao. Diversidad, variedad, trabajo. Justo lo que no tiene la Real en esta faceta del juego. La fortuna sonrió a la Real en esta segunda ocasión porque estaba Zurutuza bajo palos para sacar la pelota. Los problemas a balón parado son mucho más graves de lo que se quiere decir. Ayer el equipo txuri urdin sacó una decena de córners y no sacó partido a ninguno de ellos. Zurutuza pudo marcar de falta directa (¿por qué el de Rochefort no ha tirado hasta ahora ningún libre directo?), pero Adrián, cuasi debutante en la portería del Betis, comenzó ahí a ser decisivo para su equipo prolongando los interminables 32 meses que lleva la Real sin anotar de falta.
Tras sacar Zurutuza el balón de debajo de los palos, el partido cambió. Quizá fue la Real el equipo que dio un paso adelante, a pesar de la intrascendencia de sus laterales (y sin un minuto en el campo para Carlos Martínez y José Ángel en esa posición) pero es cierto que el Betis se parapetó algo más atrás, sabedor del valor de su ventaja. En la posesión, pareja, no se notó, a pesar de que el conjunto txuri urdin tuvo a partir de ahí un mayor dominio del partido. Lo tuvo porque se entonaron Illarramendi y Zurutuza. Markel, por cierto mejor en la contención ayer que en el derbi con el que tanto se le alabó (robó muchos más balones), sigue sin ser el constructor de juego que necesita la Real y ese es uno de los motivos por los que, sin la intensidad que se exhibió ante el Athletic, la máquina tarda en carburar. Vela, en un mano a mano que le sacó Adrián de forma prodigiosa, y Mikel González, con un disparo desde la frontal que también despejó el portero, este segundo ya en el descuento, tuvieron las dos ocasiones más claras para la Real, aunque el Betis también llevó peligro sobre la meta de Eñaut.
En la segunda parte, el equipo txuri urdin necesitó de otro susto para reaccionar. A los dos minutos, Rubén Castro pegó un zapatazo al larguero. Y a partir de ahí la Real encadenó dos claras ocasiones, la primera de un desacertado Vela y la segunda de un algo más entonado Zurutuza. Eso fue suficiente para que Mel, a los diez minutos, decidiera reaccionar. En cinco minutos, y sin dar más tiempo a que el rival reaccionara, metió dos cambios. Antes del segundo, Zubikarai hizo una espléndida parada con la punta de los dedos que no merece quedar sepultada entre las críticas, justificadas o no, que le puedan llover al meta realista. Por supuesto, Montanier no movió su banquillo hasta el infame y archiconocido minuto 70. Entraron Ifrán y Chory Castro por Vela y Zurutuza. El cambio fue doble, pero sin duda motivado por la lesión de Zurutuza, el mejor realista de la segunda mitad. Su marcha supuso el fin del partido para la Real, que ya no volvió a encontrar el camino hacia la portería del Betis.
Montanier no agotó los cambios y el tercero se quedó en el limbo. Su gestión del banquillo y de las convocatorias volvió a ser insuficiente, por ser suave en el juicio. Junto a él sólo vio jugadores defensivos y la única opción de cambio racional que le quedaba era meter a Ros en el campo. No lo hizo porque no parece que confíe en él, como en tantos otros a los que, así, se está desaprovechando. Podría haber colocado otra vez a José Ángel en el ataque y, afortunadamente, tampoco lo hizo. Viendo a un Griezmann desaparecido, incluso cuando centró su posición, hizo aguas la teoría de Montanier de tener cinco atacantes en la convocatoria y sobrepoblar la lista de jugadores defensivos, que sin duda sí hubieran saltado al campo con ventaja de la Real. ¿Pero de qué sirve que convierta a Cadamuro en polivalente si eso no le da un mayor margen de actuación? A diez minutos del final llegó la puntilla, un 2-0 que, en el fondo, se veía venir y que llegó de la única manera en la que podía llegar, a balón parado. Esta vez fue una falta botada desde la derecha del ataque bético que Rubén Castro remató ya en el área pequeña sin que Zubikarai saliera, sin que Markel le apretara por detrás y sin que Mikel González midiera bien por delante. Otro fallo en cadena.
Que Mario fuera expulsado a dos minutos para el final fue ya una anécdota tan reseñable como el apagón inicial que retrasó el inicio del partido en 17 minutos. La cuarta derrota de la temporada en siete partidos y la confirmación de tantos errores que cuestan puntos son cuestiones que tendrían que generar un debate mucho más de fondo en la Real, pero los puntuales momentos de acierto, que sigo entendido derivados de la calidad y las posibilidades que tiene la plantilla y no del trabajo del equipo y del cuerpo técnico, entierran ese debate. Sucedió esta semana con el triunfo del derbi. Sucederá de nuevo si se gana en la próxima jornada al Atlético de Madrid. El de ayer era un partido en el que se tendría que haber sumado, como también el del Levante e incluso el del Mallorca. Que no se sumara tiene causas. Encajar dos goles a balón parado y perder 2-0 hace que una de ellas sea más que visible. Pero sigo teniendo la sensación de que las cosas no van a cambiar mucho y de que la temporada va a ser muy parecida a la pasada, dejando pasar una oportunidad histórica de hacer algo bonito. Hasta ahora, y aunque queda mucho, la sensación se confirma.
Como estaba previsto, Montanier apostó por la continuidad con respecto al derbi. El único cambio, el motivado por la lesión de Agirretxe, devolvió a Vela a la titularidad, y el mexicano evidenció de nuevo que, siendo un jugador muy inteligente, está muy lejos de la forma que alcanzó en la segunda vuelta de la pasada Liga. Sobre este cambio, me sigue pareciendo chocante que Agirretxe sea un jugador tan cuestionado desde que asomó la cabeza al primer equipo. Siempre he defendido que aporta mucho más que sus goles y creo que el partido de ayer demuestra lo mucho que nota la Real su ausencia, a pesar de esa corriente de opinión tan extendida que no le da tanta importancia a que no esté en partidos fuera de casa. En el mismo estadio en el que la Real ha cosechado su última derrota, hace un año el 9 de la Real marcó un gol, qué cosas, a la salida de un córner, y dio en bandeja el segundo a Vela, qué cosas, en jugadas no muy distintas a las que ayer desaprovechó.
El caso es que, con prácticamente los mismos mimbres, el arranque del partido en Sevilla y el del derbi de la semana pasada no se parecieron en nada. Es criticable que los jugadores no den ese paso adelante como visitantes, pero mucho más que el entrenador no sepa encontrar un remedio, si ya no táctico sí al menos motivador. Y si tiene que cambiar a cinco jugadores de golpe a pesar de que se haya jugado en Anoeta el mejor partido de la temporada, que los cambie. Para eso están los entrenamientos. A Pepe Mel no se le caen los anillos por cambiar cosas, incluso las que salieron bien, si sabe que el resultado puede ser mejor. Me parecería injusto para los méritos del técnico verdiblando, de largo uno de los mejores de la Liga, no contar eso como una de las razones por las que el Betis ganó ayer. Con ese escenario, y ya no sé si perjudicado o beneficiado por el apagón (¿la Real entra tarde en los partidos por la hora del día o por los minutos de juego?), era evidente que la Real iba a tardar en enterarse de que el balón estaba en juego.
Por eso, ni se enteró de que se puso por debajo en el marcador. ¿Cómo? En un córner. No era el primero que botaba el Betis y ya se había visto que la Real sigue teniendo graves problemas en la defensa de las acciones a balón parado. Más grave es, por tanto, que Montanier reconozca tras el partido que sabían del peligro que tiene el equipo bético en estas acciones, porque parece evidente que o no se han trabajado o se han trabajado mal. Otra vez. Aunque siempre es fácil cargar las tintas contra el portero, y más en esta situación en la que vive la Real tras la lesión de Bravo, no veo culpa en la acción de Zubikarai. Para mí es un error de marca y una vez que se produce el remate el portero está casi fusilado. Es verdad que Eñaut tiene la posibilidad de sacarlo, pero no veo gravedad en que ese balón supere al portero. El gol de Paulao se tenía que haber evitado antes y creo que es Iñigo Martínez, que sigue siendo muy bueno aunque no ha empezado la temporada al gran nivel que desplegó en la pasada, quien podría haber hecho más.
Que la Real no sabe defender las jugadas de estrategia no quedó en evidencia solo con el gol. Antes, insisto, el Betis generó peligro. Y justo a continuación del gol estuvo a punto de marcar de nuevo en una jugada nacida en la esquina. Beñat sacó un córner de forma totalmente opuesta al del gol. Aquel, al primer palo. Este, al segundo. El cabezazo, otra vez de Paulao. Diversidad, variedad, trabajo. Justo lo que no tiene la Real en esta faceta del juego. La fortuna sonrió a la Real en esta segunda ocasión porque estaba Zurutuza bajo palos para sacar la pelota. Los problemas a balón parado son mucho más graves de lo que se quiere decir. Ayer el equipo txuri urdin sacó una decena de córners y no sacó partido a ninguno de ellos. Zurutuza pudo marcar de falta directa (¿por qué el de Rochefort no ha tirado hasta ahora ningún libre directo?), pero Adrián, cuasi debutante en la portería del Betis, comenzó ahí a ser decisivo para su equipo prolongando los interminables 32 meses que lleva la Real sin anotar de falta.
Tras sacar Zurutuza el balón de debajo de los palos, el partido cambió. Quizá fue la Real el equipo que dio un paso adelante, a pesar de la intrascendencia de sus laterales (y sin un minuto en el campo para Carlos Martínez y José Ángel en esa posición) pero es cierto que el Betis se parapetó algo más atrás, sabedor del valor de su ventaja. En la posesión, pareja, no se notó, a pesar de que el conjunto txuri urdin tuvo a partir de ahí un mayor dominio del partido. Lo tuvo porque se entonaron Illarramendi y Zurutuza. Markel, por cierto mejor en la contención ayer que en el derbi con el que tanto se le alabó (robó muchos más balones), sigue sin ser el constructor de juego que necesita la Real y ese es uno de los motivos por los que, sin la intensidad que se exhibió ante el Athletic, la máquina tarda en carburar. Vela, en un mano a mano que le sacó Adrián de forma prodigiosa, y Mikel González, con un disparo desde la frontal que también despejó el portero, este segundo ya en el descuento, tuvieron las dos ocasiones más claras para la Real, aunque el Betis también llevó peligro sobre la meta de Eñaut.
En la segunda parte, el equipo txuri urdin necesitó de otro susto para reaccionar. A los dos minutos, Rubén Castro pegó un zapatazo al larguero. Y a partir de ahí la Real encadenó dos claras ocasiones, la primera de un desacertado Vela y la segunda de un algo más entonado Zurutuza. Eso fue suficiente para que Mel, a los diez minutos, decidiera reaccionar. En cinco minutos, y sin dar más tiempo a que el rival reaccionara, metió dos cambios. Antes del segundo, Zubikarai hizo una espléndida parada con la punta de los dedos que no merece quedar sepultada entre las críticas, justificadas o no, que le puedan llover al meta realista. Por supuesto, Montanier no movió su banquillo hasta el infame y archiconocido minuto 70. Entraron Ifrán y Chory Castro por Vela y Zurutuza. El cambio fue doble, pero sin duda motivado por la lesión de Zurutuza, el mejor realista de la segunda mitad. Su marcha supuso el fin del partido para la Real, que ya no volvió a encontrar el camino hacia la portería del Betis.
Montanier no agotó los cambios y el tercero se quedó en el limbo. Su gestión del banquillo y de las convocatorias volvió a ser insuficiente, por ser suave en el juicio. Junto a él sólo vio jugadores defensivos y la única opción de cambio racional que le quedaba era meter a Ros en el campo. No lo hizo porque no parece que confíe en él, como en tantos otros a los que, así, se está desaprovechando. Podría haber colocado otra vez a José Ángel en el ataque y, afortunadamente, tampoco lo hizo. Viendo a un Griezmann desaparecido, incluso cuando centró su posición, hizo aguas la teoría de Montanier de tener cinco atacantes en la convocatoria y sobrepoblar la lista de jugadores defensivos, que sin duda sí hubieran saltado al campo con ventaja de la Real. ¿Pero de qué sirve que convierta a Cadamuro en polivalente si eso no le da un mayor margen de actuación? A diez minutos del final llegó la puntilla, un 2-0 que, en el fondo, se veía venir y que llegó de la única manera en la que podía llegar, a balón parado. Esta vez fue una falta botada desde la derecha del ataque bético que Rubén Castro remató ya en el área pequeña sin que Zubikarai saliera, sin que Markel le apretara por detrás y sin que Mikel González midiera bien por delante. Otro fallo en cadena.
Que Mario fuera expulsado a dos minutos para el final fue ya una anécdota tan reseñable como el apagón inicial que retrasó el inicio del partido en 17 minutos. La cuarta derrota de la temporada en siete partidos y la confirmación de tantos errores que cuestan puntos son cuestiones que tendrían que generar un debate mucho más de fondo en la Real, pero los puntuales momentos de acierto, que sigo entendido derivados de la calidad y las posibilidades que tiene la plantilla y no del trabajo del equipo y del cuerpo técnico, entierran ese debate. Sucedió esta semana con el triunfo del derbi. Sucederá de nuevo si se gana en la próxima jornada al Atlético de Madrid. El de ayer era un partido en el que se tendría que haber sumado, como también el del Levante e incluso el del Mallorca. Que no se sumara tiene causas. Encajar dos goles a balón parado y perder 2-0 hace que una de ellas sea más que visible. Pero sigo teniendo la sensación de que las cosas no van a cambiar mucho y de que la temporada va a ser muy parecida a la pasada, dejando pasar una oportunidad histórica de hacer algo bonito. Hasta ahora, y aunque queda mucho, la sensación se confirma.
viernes, octubre 05, 2012
PREVIA Betis - Real Sociedad. Una gran oportunidad
La Real tiene una gran oportunidad (sábado, 22.00 horas, Benito Villamarín; Canal + Liga, Gol TV). Una más grande de lo que seguramente cree. Y es que la Real es un equipo de Champions en su casa pero de descenso como visitante que en esta jornada juega de nuevo lejos de Anoeta tras su mejor partido de la temporada, además frente al Athletic. Se mire como se mire es una gran oportunidad para demostrar si este equipo quiere crecer y creer en que puede alcanzar cotas más elevadas en la clasificación de las que hasta ahora se ha permitido. Para Montanier, al que muchos consideran reforzado tras el derbi, es una reválida importante, porque será un partido que muestre si ha aprendido de sus errores. No se esperan demasiados cambios en el once ni tampoco milagros en el campo como el que sucedió la pasada temporada en este mismo encuentro. Pero quién sabe. El fútbol es así.
Sólo hay una novedad en la lista de Montanier para afrontar el partido del Betis. Agirretxe se cae por lesión y estará, según los primeros pronósticos, unas tres semanas alejado de los campos. El que entra en su lugar es Ifrán. Será una nueva oportunidad de comprobar el papel, hasta ahora nulo, que le reserva el técnico francés al delantero uruguayo. Las ausencias también por problemas físicos de Bravo y Elustondo son ya conocidas. Rubén Pardo, que también se expone a un papel más marginal en esta plantilla pese a los deseos de la afición, está ya recuperado pero Montanier ha preferido no precipitar su regreso. La única ausencia de esta lista por motivos técnicos es la habitual, la de Carlos Martínez, que ahora mismo parece que solo contaría para Montanier en caso de ausencia inesperada de Estrada. Y viendo algunos de sus cambios ante las emergencias o que José Ángel aún no ha jugado ni un minuto en el lateral zurdo, no sería de extrañar que buscara otras opciones, por ejemplo la de Cadamuro, antes de contar con él.
Así las cosas, y si se cumple lo previsto, el once que jugará frente al Betis sería prácticamente el mismo que jugó el derbi, con la única modificación obligada de Vela por Agirretxe. Es decir, formarían Zubikarai en la portería, con Estrada y De la Bella en los laterales, con Iñigo Martínez y Mikel González en el centro de la zaga. A la espera de ver en qué posiciones (el técnico ha dicho que no ve diferencia entre cómo se colocaron ante el Athletic y cómo vienen jugando, solo pequeños movimientos que se pueden hacer antes o durante los partidos), en el centro del campo repetirán Markel Bergara, Illarramendi y Zurutuza. Y la tripleta atacante la formarán Griezmann, Xabi Prieto y Vela. Lo normal sería que, además de Royo, ocuparan el banquillo Ansotegi, Cadamuro (de nuevo cuatro centrales en la lista, aunque Cadamuro sigue aumentando sus puestos sobre el campo y sin jugar en esa demarcación), José Ángel, Ros, Chory Castro e Ifrán.
Sus tres victorias como local han llevado a la Real a la octava posición, con nueve puntos, a uno solo de la zona europea y a cuatro de los puestos de ascenso, zona que ahora ocupa el Athletic de Bilbao. El Betis tiene la misma puntuación que los de Montanier y ocupa la novena plaza. Sin embargo, los de Pepe Mel no han cimentado su buen inicio liguero en su campo, donde han perdido dos de los tres partidos que han jugado (frente a Rayo y Atlético) y sólo han ganado uno. El equipo txuri urdin, que perdió 5-1 en Barcelona, 1-0 en Mallorca y 2-1 ante el Levante, es uno de los seis equipos que aún no han puntuado lejos de sus propios estadios y el quinto más goleado como visitante. Fuera no consigue tres puntos desde que en enero los sacara de Mestalla. La semana ha sido plácida para los realistas, pero el Betis viene de sufrir dos arbitrajes muy perjudiciales. Habrá que ver el ambiente que espera al árbitro en el Benito Villamarín y si el trabajo de Teixeira Vitienes tiene alguna incidencia en el partido.
La estadística decanta este duelo del lado del Betis. La Real Sociedad ha visitado al equipo sevillano en 43 ocasiones, 39 de ellas en Primera División. De estas, 22 han acabado en triunfo local y diez en empate, por solo siete victorias del equipo txuri urdin. El marcador más abultado a favor de la Real, 1-3, se ha dado en dos ocasiones, en las temporadas 1985-1986 (goles de López Ufarte, Bakero y Begiristain) y 1987-1988 (los tres de Loren). La mayor goleada bética, 5-1, también se produjo en dos partidos, el de la temporada 1960-1961 y el del play off intermedio que de nada servía de la 1986-1987. La Real lleva dos visitas consecutivas en Primera sacando la victoria de Heliópolis, la primera de ellas en la 2006-2007 fue en el estadio de La Cartuja y no en el Villamarín, entonces clausurado por el Comité de Competición. En Segunda se han visto las caras en cuatro duelos y ahí hay igualdad, dos victorias para cada equipo, aunque las de la Real (1-3 en la 44-45 y 0-3 en la 46-47) mucho más claras que las béticas (ambas por 1-0, en la 45-46 y en la 2009-2010).
El último enfrentamiento entre Betis y Real Sociedad, el de la Liga 2011-2012, pasó a la historia por la forma en que se resolvió, en el último instante del descuento con un espectacular gol desde el centro del campo de Iñigo Martínez. Después de una racha nefasta, pendía un ultimátum sobre la cabeza de Montanier y se publicó, entonces y después, que Luis Aragonés ya estaba apalabrado como su sustituto. El Betis salió mejor, pero un claro penalti cometido sobre Griezmann pudo cambiar el signo del partido. El francés lo falló y la Real sufrió hasta el descanso. En la reanudación, Agirretxe marcó de cabeza en un córner y sirvió el 0-2 en bandeja a Vela, que marcaba así su primer gol de la temporada. El partido estaba muerto, el Betis entregado y el Villamarín silbando, pero Montanier se acobardó sin motivo y colocó una defensa de cinco que hizo aguas. En un par de minutos, el Betis remontó el partido y lo hizo, además, con gran participación de sus hombres de refresco. Los dos goles fueron de Pereira. Y cuando el partido estaba más para el 3-2 que para el 2-3, Iñigo Martínez lanzó su misil y dejó boquiabierto al mundo entero por segunda vez. Solo que ahora, a diferencia de lo que sucedió contra el Athletic, le dio tres puntos a la Real y vida a Montanier.
Sólo hay una novedad en la lista de Montanier para afrontar el partido del Betis. Agirretxe se cae por lesión y estará, según los primeros pronósticos, unas tres semanas alejado de los campos. El que entra en su lugar es Ifrán. Será una nueva oportunidad de comprobar el papel, hasta ahora nulo, que le reserva el técnico francés al delantero uruguayo. Las ausencias también por problemas físicos de Bravo y Elustondo son ya conocidas. Rubén Pardo, que también se expone a un papel más marginal en esta plantilla pese a los deseos de la afición, está ya recuperado pero Montanier ha preferido no precipitar su regreso. La única ausencia de esta lista por motivos técnicos es la habitual, la de Carlos Martínez, que ahora mismo parece que solo contaría para Montanier en caso de ausencia inesperada de Estrada. Y viendo algunos de sus cambios ante las emergencias o que José Ángel aún no ha jugado ni un minuto en el lateral zurdo, no sería de extrañar que buscara otras opciones, por ejemplo la de Cadamuro, antes de contar con él.
Así las cosas, y si se cumple lo previsto, el once que jugará frente al Betis sería prácticamente el mismo que jugó el derbi, con la única modificación obligada de Vela por Agirretxe. Es decir, formarían Zubikarai en la portería, con Estrada y De la Bella en los laterales, con Iñigo Martínez y Mikel González en el centro de la zaga. A la espera de ver en qué posiciones (el técnico ha dicho que no ve diferencia entre cómo se colocaron ante el Athletic y cómo vienen jugando, solo pequeños movimientos que se pueden hacer antes o durante los partidos), en el centro del campo repetirán Markel Bergara, Illarramendi y Zurutuza. Y la tripleta atacante la formarán Griezmann, Xabi Prieto y Vela. Lo normal sería que, además de Royo, ocuparan el banquillo Ansotegi, Cadamuro (de nuevo cuatro centrales en la lista, aunque Cadamuro sigue aumentando sus puestos sobre el campo y sin jugar en esa demarcación), José Ángel, Ros, Chory Castro e Ifrán.
Sus tres victorias como local han llevado a la Real a la octava posición, con nueve puntos, a uno solo de la zona europea y a cuatro de los puestos de ascenso, zona que ahora ocupa el Athletic de Bilbao. El Betis tiene la misma puntuación que los de Montanier y ocupa la novena plaza. Sin embargo, los de Pepe Mel no han cimentado su buen inicio liguero en su campo, donde han perdido dos de los tres partidos que han jugado (frente a Rayo y Atlético) y sólo han ganado uno. El equipo txuri urdin, que perdió 5-1 en Barcelona, 1-0 en Mallorca y 2-1 ante el Levante, es uno de los seis equipos que aún no han puntuado lejos de sus propios estadios y el quinto más goleado como visitante. Fuera no consigue tres puntos desde que en enero los sacara de Mestalla. La semana ha sido plácida para los realistas, pero el Betis viene de sufrir dos arbitrajes muy perjudiciales. Habrá que ver el ambiente que espera al árbitro en el Benito Villamarín y si el trabajo de Teixeira Vitienes tiene alguna incidencia en el partido.
La estadística decanta este duelo del lado del Betis. La Real Sociedad ha visitado al equipo sevillano en 43 ocasiones, 39 de ellas en Primera División. De estas, 22 han acabado en triunfo local y diez en empate, por solo siete victorias del equipo txuri urdin. El marcador más abultado a favor de la Real, 1-3, se ha dado en dos ocasiones, en las temporadas 1985-1986 (goles de López Ufarte, Bakero y Begiristain) y 1987-1988 (los tres de Loren). La mayor goleada bética, 5-1, también se produjo en dos partidos, el de la temporada 1960-1961 y el del play off intermedio que de nada servía de la 1986-1987. La Real lleva dos visitas consecutivas en Primera sacando la victoria de Heliópolis, la primera de ellas en la 2006-2007 fue en el estadio de La Cartuja y no en el Villamarín, entonces clausurado por el Comité de Competición. En Segunda se han visto las caras en cuatro duelos y ahí hay igualdad, dos victorias para cada equipo, aunque las de la Real (1-3 en la 44-45 y 0-3 en la 46-47) mucho más claras que las béticas (ambas por 1-0, en la 45-46 y en la 2009-2010).
El último enfrentamiento entre Betis y Real Sociedad, el de la Liga 2011-2012, pasó a la historia por la forma en que se resolvió, en el último instante del descuento con un espectacular gol desde el centro del campo de Iñigo Martínez. Después de una racha nefasta, pendía un ultimátum sobre la cabeza de Montanier y se publicó, entonces y después, que Luis Aragonés ya estaba apalabrado como su sustituto. El Betis salió mejor, pero un claro penalti cometido sobre Griezmann pudo cambiar el signo del partido. El francés lo falló y la Real sufrió hasta el descanso. En la reanudación, Agirretxe marcó de cabeza en un córner y sirvió el 0-2 en bandeja a Vela, que marcaba así su primer gol de la temporada. El partido estaba muerto, el Betis entregado y el Villamarín silbando, pero Montanier se acobardó sin motivo y colocó una defensa de cinco que hizo aguas. En un par de minutos, el Betis remontó el partido y lo hizo, además, con gran participación de sus hombres de refresco. Los dos goles fueron de Pereira. Y cuando el partido estaba más para el 3-2 que para el 2-3, Iñigo Martínez lanzó su misil y dejó boquiabierto al mundo entero por segunda vez. Solo que ahora, a diferencia de lo que sucedió contra el Athletic, le dio tres puntos a la Real y vida a Montanier.
martes, octubre 02, 2012
Debate pospuesto
Después del derbi, el realismo vive instalado en la felicidad. Por supuesto, me sumo sin dudarlo. La temporada pasada fue muy dura en comparación con lo que vivieron los vecinos. Los dos duelos contra el Athletic fueron decepcionantes porque la Real desperdició las primeras partes de ambos, sobre todo del de Anoeta, y los perdió por su falta de intensidad, pero también por dos actuaciones arbitrales muy deficientes que influyeron decisivamente en el resultado final. Y encima el Athletic jugó las finales de Copa y de la Europa League, lo que elevó el fervor rojiblanco hasta cotas que hacía mucho tiempo que no se habían visto, mientras nosotros padecíamos una temporada insulsa. Pero esta vez la victoria de la Real ha sido incontestable y merecida, con muy buenas noticias en general y con una sensación aún más aplastante que la que ofrecieron los dos goles de diferencia en el marcador.
No obstante, admito que a mí el cuerpo me pedía desde el domingo incidir en los aspectos más negativos del derbi. Que los hubo, aunque hayan quedado ocultos en la euforia desatada desde el sábado por la noche. Cuando las cosas van mal, el debate suele estar viciado por el derrotismo. Y cuando las cosas van bien parece que si abres algún debate es que estás remando en dirección contraria. Con el repaso al Athletic, el debate queda pospuesto. No seré yo quien hable esta semana de aquello que no me convenció. Me gustaría, creo que es algo que ayuda a un equipo a crecer y que no tiene por qué debilitarle (a menos que se considere que la crítica se hace con objeto de hacer daño, cosa que, obviamente, no es mi caso, porque corre sangre txuri urdin por mis venas). Pero no lo voy a hacer. Voy a esperar acontecimientos. Y ojalá que no tenga que acordarme de lo que me estoy callando esta semana después de este próximo partido como visitante.
Decía Bielsa antes del derbi que ganar un partido grande es propio de un equipo con aspiraciones, y no puedo estar más de acuerdo con él en esa afirmación. Y ya que hemos ganado el derbi, aún con los problemas que pueda haber en el equipo, creo que es hora ya de que se permita que esta Real tenga por fin aspiraciones. Que mire hacia arriba. Que sueñe con la gloria que su potencial le capacita para alcanzar. Si es así, habrá que dar la bienvenida al terreno de la ilusión a quienes hasta ahora han preferido apostar por un discurso excesiva e inmotivadamente cauto. Yo, desde luego, siempre he tenido claro que Griezmann es muy grande, que Illarra crece jugando más atrás, que Zurutuza es imprescindible, que tenemos dos buenos centrales, que hasta nuestro portero suplente da garantías que en otros equipos no se obtienen ni de los titulares. Que la Real tiene más de lo que muchos creen. Y pienso muchas más cosas sobre esta Real, pero, insisto, pospongo el debate. Darle la tregua a Montanier para el derbi funcionó. A ver si sucede lo mismo con este pequeño silencio administrativo que provoca la euforia de las victorias.
No obstante, admito que a mí el cuerpo me pedía desde el domingo incidir en los aspectos más negativos del derbi. Que los hubo, aunque hayan quedado ocultos en la euforia desatada desde el sábado por la noche. Cuando las cosas van mal, el debate suele estar viciado por el derrotismo. Y cuando las cosas van bien parece que si abres algún debate es que estás remando en dirección contraria. Con el repaso al Athletic, el debate queda pospuesto. No seré yo quien hable esta semana de aquello que no me convenció. Me gustaría, creo que es algo que ayuda a un equipo a crecer y que no tiene por qué debilitarle (a menos que se considere que la crítica se hace con objeto de hacer daño, cosa que, obviamente, no es mi caso, porque corre sangre txuri urdin por mis venas). Pero no lo voy a hacer. Voy a esperar acontecimientos. Y ojalá que no tenga que acordarme de lo que me estoy callando esta semana después de este próximo partido como visitante.
Decía Bielsa antes del derbi que ganar un partido grande es propio de un equipo con aspiraciones, y no puedo estar más de acuerdo con él en esa afirmación. Y ya que hemos ganado el derbi, aún con los problemas que pueda haber en el equipo, creo que es hora ya de que se permita que esta Real tenga por fin aspiraciones. Que mire hacia arriba. Que sueñe con la gloria que su potencial le capacita para alcanzar. Si es así, habrá que dar la bienvenida al terreno de la ilusión a quienes hasta ahora han preferido apostar por un discurso excesiva e inmotivadamente cauto. Yo, desde luego, siempre he tenido claro que Griezmann es muy grande, que Illarra crece jugando más atrás, que Zurutuza es imprescindible, que tenemos dos buenos centrales, que hasta nuestro portero suplente da garantías que en otros equipos no se obtienen ni de los titulares. Que la Real tiene más de lo que muchos creen. Y pienso muchas más cosas sobre esta Real, pero, insisto, pospongo el debate. Darle la tregua a Montanier para el derbi funcionó. A ver si sucede lo mismo con este pequeño silencio administrativo que provoca la euforia de las victorias.
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