Así volvió la competición a Anoeta. |
La grada Aitor Zabaleta, nunca hay que olvidar ese nombre por todo lo que supone, ya se había presentado en sociedad, pero tener el campo completo y con toda su grada pegada al césped, como nunca la había tenido Anoeta, se había convertido en algo único. El jugador número 12, si se permite tirar de tópico, desde luego algo ya indivisible de la Real actuando como local, un ambiente especial y diferente. Y de repente una pandemia mundial obligó a jugar a puerta cerrada, con las gradas vacías, con un triste y artificial simulacro de animación en las retransmisiones televisivas. ¿Ha podido ser uno de los elementos que ha jugado en contra de la Real en el reinicio del torneo? ¿Mirar hacia los asientos azules y blancos del nuevo Anoeta y encontrarlos vacíos ha podido hacer tanto daño a los nuestros? Los jugadores son quienes mejor podrán responder a esa pregunta, pero viendo que en los tres primeros partidos en casa tras reanudarse la competición solo pudieron lograr un punto de nueve podremos entender que algo de eso hay.
Hasta hace no demasiado tiempo, la frialdad de las pistas de atletismo hacia que las mejores noticias de color txuri urdin en las gradas fueran en sus desplazamientos. El nuevo Anoeta ha conseguido que ahora todos los partidos tengan algo de magia, y eso tiene un valor incalculable. Da igual dónde juegue la Real, siempre habrá camisetas de color txuri urdin en la grada. Este año la Copa ha sido quizá donde mejor se ha visto el despliegue de realistas para las grandes citas. Hubo valientes que marcharon al Santiago Bernabéu una noche de febrero convencidos de que verían algo histórico y un número importante de realistas, menos de los que realmente habrían ido de haber dispuesto de entrada, que vivieron in situ la clasificación en Miranda para la final del torneo del KO tres décadas después de la última vez que se logró ese logro, precisamente en el estadio del Real Madrid. Qué circulo más bonito.
Así lució Anoeta en el derbi ante el Ahtletic. |
No se trata solo de sensaciones, aunque esto sea lo más importante, es que en casa la asistencia ha crecido, como siempre confío Jokin Aperribay que sucediera en cuanto hubiera más asientos disponibles y a pesar de las dudas que habían generado las cifras de Anoeta cuando todavía tenía pistas de atletismo. El estadio ha tenido una afluencia media superior a los 30.000 espectadores en los partidos de Liga que llegó a acoger, superando en unas 8.000 personas por partido la ocupación de la temporada anterior y alcanzando prácticamente el aforo completo del viejo recinto deportivo. Alcanzó su pico en los 36.730 espectadores que acudieron a ver el derbi ante el Athletic de Bilbao de la segunda vuelta, a pesar de disputarse a una hora poco propicia para este encuentro, las 12.00 del domingo. Y es inevitable pensar que el próximo curso la ola de ilusión puede ser más grande en Europa.
Un año más, y aunque el final haya tenido que ser en la distancia, la misma que tuvieron que tener los aficionados que no dudaron en acercarse a Zubieta para agradecer a Zurutuza los servicios prestados en nombre de todos los realistas, la afición txuri urdin se ha comportado de lujo. Es, somos, uno de los grandes activos del club.
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