lunes, julio 20, 2020

RESUMEN DE LA TEMPORADA 2019-2020 (1) A Europa por la vía del sufrimiento

Celebrando la clasificación europea en el Metropolitano.
Una temporada que finaliza con la clasificación para competiciones europeas siempre es un éxito en la Real. El equipo se construyó para esto, ese era el objetivo claro. Y aunque hayamos vivido la Liga más rara probablemente de la historia por su interrupción en marzo y por la forma en la que se reanudó a causa del maldito coronavirus, se ha llegado a la meta. El equipo de Imanol sufrió lo indecible, esa fue la vía a la que se tuvo que agarrar para conseguir el objetivo, pero se logró. Por el camino quedan muchos puntos perdidos, y en eso tendrá que trabajar el entrenador con su cuerpo técnico, jugadores que tendrán que analizar los porqués de un bajón tan pronunciado tras el confinamiento y decisiones que afectan a los despachos y que seguro se analizarán en la planta noble de Anoeta. Pero la Real está en Europa.

Es evidente que esta Liga estará marcada para siempre por la forma en la que se reinició la competición después de la suspensión en marzo, tras decretar el Gobierno el estado de alarma. Y es también evidente que la Liga se ha resuelto con una injusticia flagrante. No se ha garantizado la igualdad en la competición y en la parte de arriba de la tabla ha habido un equipo claramente perjudicado a todos los niveles: la Real. Y eso, queramos o no, es parte indisoluble del análisis de la temporada, o al menos tendría que serlo porque los grandes medios han obviado este asunto de manera bastante sorprendente. Un equipo al que siempre se colocó en los horarios de cierre de la jornada, indudablemente iba a tener siempre menos descanso que sus rivales. Sucedió en sus partidos con respecto a los rivales, y sucedió en términos globales con respecto a sus competidores por las plazas europeas.

Podemos afirmar sin miedo que el nivel de la Real bajó tras la obligada suspensión, eso es obvio. Ese condenado parón se llevó por delante el mejor estado de forma de la temporada en conjunto y también el de algunos de sus pilares, esencialmente Odegaard, lastrado además por molestias en la rodilla, pero el equipo de Imanol no mereció el severo castigo que recibió en los cinco primeros partidos de la vuelta de la competición, un empate a uno ante Osasuna en Anoeta y cuatro derrotas consecutivas ante Alavés, Real Madrid, Celta y Getafe. Mucho podríamos hablar de las decisiones arbitrales de aquellos encuentros, que enlazando con los de antes del parón dejaron un aterrador dato de siete penaltis en contra en siete partidos, pero es también obvio que, sin brillar en absoluto, la Real no había sido tan inferior a sus rivales como para sumar solo un punto. Solo el partido en Mendizorrotza dejó un rival que hizo más por ganar, y lo hizo con un gol en un risible fuera de juego que el VAR no señaló con unas líneas que parecían trazadas al azar.

Anoeta vibró ante el Barcelona.
Hasta el confinamiento, la temporada de la Real fue de sobresaliente. Los de Imanol llegaron a ese punto de la competición en la cuarta posición de la Liga después de ganarel primer partido a puerta cerrada, en Eibar, y habiendo ocupado una de las siete primeras posiciones de la tabla en todas las jornadas salvo en tres, la primera, la tercera y la vigésimosegunda, tras la derrota en Leganés. El comienzo de la Liga pudo dejar algunas dudas, no por el empate postrero ante el Valencia o la sólida victoria en Mallorca, sino sobre todo por el partido de San Mamés, con diferencia la peor actuación realista de la primera vuelta, que vino además con la mala noticia de la lesión de Illarramendi. El derbi dejó mucha preocupación, lógica porque la sensaciones fueron horrendas, pero es algo que no tardó en borrarse. Y se borró, además, con fútbol, por la vía más hermosa.

Puede sonar descabellado, y más bien viendo ese mencionado sufrimiento con el que se terminó la temporada para alcanzar la sexta plaza final, pero la irregularidad que tuvo la Real en aquel primer tercio de campeonato alejó la posibilidad de luchar por el premio máximo con la misma confianza que se tuvo en la campaña 2002-2003. La Real no solo desplegaba el mejor fútbol de la categoría, sino que además se le caían los goles, se sentía poderosa y capaz de ganar a cualquiera, ganó al Atlético de Madrid, le arrancó un empate al Barcelona en Anoeta y su derrota en el Bernabéu dejó el sabor agridulce de haber competido sin éxito en un escenario del que normalmente se sale humillado. Peleaba incluso en partidos en los que otros años habría salido goleada, como el 3-2 en el Sánchez Pizjuán y sus fichajes alcanzaban un nivel superlativo, en especial Odegaard y Portu, hasta los inconvenientes eran oportunidades. ¿La lesión de Illarra? Zubeldia tomó el mando y Guevara irrumpió con fuerza.¿La suplencia de Remiro para protegerle en su debut en Primera? Moyá paró a gran nivel cuando le tocó jugar.

El derbi fue el punto de inflexión, sí, la Real aprendió de sus errores en un margen de tiempo cortísimo y la espléndida victoria ante el Atlético de Madrid en el Reale Arena supuso la confirmación de que la Real podía ganar a cualquiera sin rendía al nivel esperado. En la sexta jornada, el equipo txuri urdin se colocó segundo tras golear al Alavés por 3-0 y en la duodécima, a una altura ya bastante respetable del campeonato, era tercera. La primera vuelta, con esos altibajos mencionados, fue francamente buena, sobre todo por los resultados fuera de casa, con cinco victorias y dos empates en los diez partidos jugados lejos de Anoeta. La primera parte en El Sadar fue la quintaesencia de este equipo. Un nuevo periodo de dudas se asomó, no obstante, al llegar al ecuador del campeonato. Tres derrotas en cuatro partidos, en casa con el Villarreal, con el peligro que eso suponía ante un rival que además acabó siendo directo, y fuera contra el Betis y el Leganés, esta para colmo en el último minuto y de falta directa, sacaron a la Real de posiciones europeas.

La victoria ante el Villarreal, clave en la resurrección final.
¿La reacción? Sencillamente impresionante. No solo porque fue el tramo de la temporada en la que la Real despegó de una forma espectacular en la Copa, trayectoria que merece un análisis aparte, sino porque en la Liga se encadenaron las tres victorias en cuatro partidos que llevaron a la Real a situarse cuarta. Solo se perdió en el Camp Nou y con una decisión arbitral más que dudosa que privó de un merecido empate, y se ganó incluso en las circunstancias más atípicas, ya que la Real jugó en Eibar el primer partido a puerta cerrada, el único que se jugó antes del confinamiento, y venció por 1-2. Esos vaivenes en la clasificación demostraban que la lucha por las plazas europeas iba a estar muy reñida. Encadenar victorias o derrotas suponía que el escenario cambiara radicalmente, y eso es algo que la Real ha podido ver de una manera muy clara.

El arranque que tuvieron los de Imanol cuando volvió la competición fue nefasto a todos los niveles. Ampliamente perjudicada por los estamentos federativos, de la Liga y arbitrales, dejó pasar puntos ante rivales de la zona baja y media, y el que se antojaba como un duelo director por la Champions contra el Getafe acabó en una dolorosa derrota que ponía además el average en su contra. Desde la extenuación, asumiendo errores casi de principiante en defensa a pesar de los continuos intentos del técnico de encontrar vías diferentes para ganar y viendo que se escapaba el merecido premio, la reacción fue meritoria. Al final, la Real consiguió darle la vuelta a cuatro derrotas consecutivas y sumó seis jornadas con solo un partido perdido, y salió viva de un final de campeonato de órdago, venciendo al Villarreal en su campo y empatando ante dos equipos Champions, Sevilla y Atlético de Madrid. El gol de Januzaj a falta de cuatro minutos para el final en el Wanda Metropolitano forma ya parte de la historia de la Real.

A Europa. Y con mucho más mérito del que parece, a pesar de que la Real haya ido de más a menos en su travesía por esta temporada.

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