La Real celebró en Miranda su pase a la final. |
La Copa ha sido atípica hasta en su resolución, porque una pandemia se llevó por delante la que iba a ser una de las fechas más importantes en la historia del club. El 18 de abril de 2020 tendría que haberse jugado la final de la Copa, a la que la Real había llegado con una brillante intachable. Una final que además habría sido un derbi contra el Athletic, cuyo paso por la competición fue mucho más agónico que el del conjunto txuri urdin pero tuvo el mismo resultado, una final en cierta manera inédita aunque Real y Athletic lucharan por el título en 1910, en un play off por el título a tres en el que venció el conjunto bilbaíno. Y en Sevilla, en un peregrinaje que se antojaba histórico, a pesar de la usura hostelera que disparó los precios del alojamiento hasta unos niveles absurdos y hasta denunciables.
Isak, protagonista de la inolvidable noche del Bernabéu. |
No haber finalizado el torneo no elimina, en todo caso, la inmaculada trayectoria de la Real en el mismo. Por primera vez en la historia, el equipo txuri urdin llegó a la final habiendo ganado todos los partidos disputados. Y, además, con dos días que merecen por sí solos el calificativo de históricos. En la primera ronda, el sorteo emparejó a la Real con el C. D. Becerril, un equipo de Tercera que se enfrentaba por primera vez a un Primera. Nada hacía sospechar que ese duelo iba a ser tan importante. Lo fue en cuanto a los registros, porque la Real ganó 0-8, la mayor goleada conseguida a domicilio en la competición en la historia del club. Januzaj lideró la goleada con un hat trick, Pardo jugó su único partido de la temporada, lo hizo como capitán y marcando un gol, Isak marcó dos y completaron la cuenta Le Normand y Barrenetxea. Pero si por algo fue trascendente fue por lo social. El partido provocó un hermanamiento entre los dos clubes que ha trascendido barreras de todo tipo. Gloria eterna al Becerril por su forma de entender el fútbol y la vida.
La otra gran noche fue la de cuartos de final. Casi todo el mundo dio por eliminada a la Real cuando el bombo deparó un enfrentamiento, todavía a partido único, contra el Real Madrid y en el Santiago Bernabéu, pero Imanol avisó: quienes no tenían que estar contentos con el sorteo eran los blancos. La Real logró un antológico 3-4 que por momentos parecía que podía ser una goleada sin igual pero que el Madrid convirtió en una noche de sufrimiento épico. Odegaard abrió el marcador. Ya en la segunda parte, Isak coronó su esplendoroso partido a nivel de estrella mundial don golazos. Marcelo recortó distancias, anticipando la brega final, y Merino pareció sentenciar con un 1-4 maravilloso. Pero en los minutos finales Imanol apostó por una defensa de cinco que le dio al Madrid el mando del partido y dos goles más elevaron la tensión hasta extremos insospechados. Pero la Real aguantó, logró una victoria memorable y se clasificó para semifinales en el más grande de los escenarios.
El Becerril, primer rival, goleada historia y hermanamiento para siempre. |
Y sí, queda la final. Ganarla supondría algo histórico, alzar al cielo una Copa que la Real no gana desde hace 33 años. O quizá sean ya 34 cuando se juegue. Perderla convertirá el día que se designe en uno de triste y doloroso recuerdo. Fútbol ficción. De momento, lo único que tenemos es lo que ha sucedido. Imanol creyó en la Copa. Hizo que la Real creyera en ella. Y todos fuimos con él de la mano buscando una gesta de las grandes, gesta por ahora inconclusa.
1 comentario:
Lo haces genial Juan.
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