lunes, diciembre 08, 2014

Todo lo que venga llegará 16 años tarde

Uno de los muchos homenajes de la afición txuri urdin a Aitor.
En los últimos días se ha escuchado el nombre de Aitor Zabaleta en los medios de comunicación mucho más de lo que se había pronunciado en la última década. No, por supuesto, entre quienes amamos a la Real Sociedad por encima de todas las cosas, porque nosotros siempre hemos tenido muy presente su recuerdo y lo que vivimos en la tarde y la noche del 8 de diciembre de 1998. Han pasado ya 16 desde aquella jornada en la que un aficionado realista normal, pacífico y cuyo único crimen fue pasear cerca del Vicente Calderón con una bufanda con los colores blanco y azul, fue asesinado sin piedad por una horda de criminales, de los cuales sólo uno pagó su vil acción con la cárcel. Aitor fue golpeado y acuchillado junto a una de las puertas del estadio del Atlético de Madrid por un grupo de asesinos pero sólo se juzgó y condenó a Ricardo Guerra.

Aquel día de odio, miedo y violencia en el que se segó una vida inocente tuvo que ser el punto de inflexión en el tratamiento de la violencia en el fútbol español, pero no lo fue. Año tras año, la visita de la Real al Vicente Calderón era celebrada por la escoria que se oculta detrás de una bufanda por insultos contra Aitor, proferidos quizá por los mismos asesinos que colaboraron en la paliza que ocultó la puñalada mortal, sin duda por sus compañeros de grupo fascista y amparados por quienes nunca se atrevieron a levantar la voz contra ellos. Hace dos años, el público del Vicente Calderón dedicó las primeras tímidas pitadas a esos cánticos. La pasada campaña, dado que la visita de la Real coincidió con el homenaje de los atléticos a Luis Aragonés, no encontraron hueco para sus insultos. Pero esos gritos cobardes han sido habituales y nunca se ha denunciado con firmeza en los medios de comunicación. Hay periodistas como Enrique Marín o Mikel Recalde que sí lo hicieron, pero tan justa demanda encontró muy poco eco.

El asesinato de Aitor se juzgó en falso, si no en los tribunales (que también) sin ninguna duda a nivel social, y el fútbol español miró a otro lado en cuanto el tema se enfrió. Aquel partido de la Copa de la UEFA que nunca debió jugarse se celebró. El Atlético de Madrid no recibió sanción alguna. El Frente Atlético siguió existiendo y demasiada gente utilizó su presencia en el Vicente Calderón para extender esa definición de "la mejor afición" a una en la que se ocultaban violentos criminales, puede que incluso algún asesino más, sin que nadie levantara la voz, ni siquiera la propia Real Sociedad, que jamás puso sobre la mesa la suspensión de un partido por los insultos recibidos. La impunidad se convirtió en la tónica. La violencia quedó escondida con el silencio de todo el mundo. Enrique Cerezo y Miguel Ángel Gil Marín, los actuales responsables del Atlético de Madrid, los que ahora quieren presentarse como intolerantes con la violencia, también tenían un papel protagonista en el club de 1998, el de Jesús Gil.

Han tenido que pasar 16 años para que el nombre de Aitor Zabaleta se haya vuelto a escuchar con fuerza más allá del entorno txuri urdin. El motivo, que muy cerca del Calderón se ha vuelto a producir otro asesinato, el de Francisco José Romero Taboada, por mucho que nada tenga que ver una pelea entre dos grupos ultra (fuera una pelea programada o una emboscada, tema que tiene su importancia pero no en esta comparación) con el asesinato cobarde de una víctima inocente. Y ahora hay reuniones, decisiones, preguntas, editoriales, informaciones y hasta sanciones, casi todo sesgado, interesado o improvisado. Pero ya da igual. Todo lo que decidan, todo lo que debatan, todo lo que prometan, llega 16 años tarde. Hace 16 años se produjo el asesinato de Aitor Zabaleta, aunque muriera en la madrugada del día 9. 16 años en los que prácticamente nadie ha movido un dedo por expulsar del fútbol a los violentos. Desde luego, no lo han hecho quienes tenían la capacidad de hacerlo. Y, la verdad, parece difícil de creer que ahora, por muchas buenas palabras que se escuchen, sí se haga algo de verdad.

Ojalá este nuevo asesinato mueve de una vez por todas hacia el fin de la violencia, porque el miedo a sufrirla es el peor compañero de viaje de quien disfruta del fútbol como lo que es, una maravillosa afición, pero el miedo se instaló entre muchos de nosotros aquel 8 de diciembre de 1998 y eso, acentuado por la indefensión que durante todos estos años hemos sentido quienes estábamos del lado de Aitor, ya no lo remedia nadie. Aún así, lo que no van a conseguir nunca los violentos, los fascistas y los asesinos es el olvido. Puede que para muchos no sea más que una línea en la triste cronología a recordar cada vez que haya un nuevo acto vil como el que acabó con la vida del ultra deportivista, pero para los que vivimos tan de cerca el asesinato de Aitor Zabaleta siempre va a ser mucho más que eso. Siempre está presente en nuestros recuerdos, pero mucho más cada año que pasa y llega esta fecha tan triste. Beti gogoan.

1 comentario:

Antonio R. dijo...

No van a hacer nada. Y dentro de unos días todo el ruido mediático de apagará...hasta el próximo asesinato.

Es lógico ya que si de algo carecen los dirigentes y parte de la prensa es de ética y moral en un fútbol que nos gusta mucho pero que ya es sólo negocio y que está enfermo.

Siempre recordaremos a Aitor.