Hay días en que perder no duele tanto. Días en que lo que la Real deja sobre el césped es tan valioso que el resultado es lo de menos. Se gane o se pierda. Esos días son los que han hecho grande a la Real a lo largo de sus ya 101 años de historia. El de ayer fue uno de esos días. Porque el Real Madrid ganó en Anoeta, sí. Pero fue la Real Sociedad la que hizo vibrar a los suyos, la que dominó todas las facetas del partido a pesar de partir en inferioridad de condiciones en todos los aspectos del juego menos en uno: el corazón. Y fue ese corazón, compartido en Anoeta por catorce jugadores, cuatro suplentes, un cuerpo técnico y 30.000 gargantas, lo que sirvió para crear una noche inolvidable. Porque es la primera noche grande desde que la Real volvió a Primera. Dicen que al final de las temporadas uno no se acuerda de dónde jugó bien y de dónde lo hizo mal, sino que lo que perdura es dónde ganó y dónde no lo hizo. Martín Lasarte lo llegó a decir hace un año. Pero no es verdad. Lo de ayer lo demuestra. La Historia de la Real también. Y ayer no dolió tanto perder.
Es imposible decir una mala palabra de cualquiera de los catorce jugadores que ayer saltaron al campo. De ninguno. Lasarte cumplió con lo que se esperaba de un partido grande y colocó sobre el césped a su mejor equipo y con sus rasgos más reconocibles. Eso, con la lesión de Llorente, significaba tener a Tamudo en punta. Y eso obligaba a darle la titularidad por primera vez a Griezmann. La Real hizo exactamente lo que tenía que hacer, magnificar la apuesta que le dio el triunfo ante el Villarreal en la primera jornada. Eso implicaba una mayor presión, una mayor rapidez en los contraatques, un mayor rendimiento en todas las facetas. Porque el equipo que había enfrente es de lo mejor que se va a encontrar la Real en mucho tiempo. Y aunque la Real no tiene campeones del mundo ni balones de oro, el equipo que ayer mereció ganar el partido fue el que iba con la camiseta txuri urdin. La Real tiene que ser la Real para encandilar a su gente, y ayer lo fue. El resultado no importa cuando uno reconoce lo que hay sobre el césped. Eso es lo que ha sido siempre este equipo y es lo que, por fin, ya ha recuperado por completo, en una labor que se inició con Lillo como técnico y que culminó con el gran trabajo de Lasarte.
Decía que no se puede decir una sola mala palabra de los jugadores de la Real. Y es la pura verdad. Bravo estuvo sobrio y poco exigido, salvo en disparos desde lejos. Mikel González y Ansotegi triunfaron en no ceder ocasiones claras de gol al potentísimo ataque del Real Madrid. De la Bella (prodigioso el corte de balómn que le hizo a CR7 en la segunda parte) y Carlos Martínez secaron casi por completo Cristiano Ronaldo y Di María y no dejaron de subir por su banda para apoyar a los extremos. Diego Rivas y Aranburu se merendaron al mejor jugador del Real Madrid en este inicio de campaña, Ozil. Zurutuza aprovechó el mal partido de Xabi Alonso para empezar a crear magia. Xabi Prieto hizo el mejor partido de la temporada porque su grandeza sale en, precisamente, los días grandes. Se convirtió en la peor pesadilla de Marcelo y desprendió peligro cada vez que se acercó al balón. Griezmann dejó detalles de gran jugador, por mucho que todavía le esté dando vueltas a la cabeza por las dos ocasiones clarísimas que falló en la primera mitad. Ya entrarán, Antoine, ya. Tamudo es el gol, y no hay más palabras que decir de él. Viguera crece y sigue creciendo. Sutil y Agirretxe tuvieron pocos minutos, pero se dejaron la vida.
¿Y por qué perdió la Real si todo es tan positivo? Porque el fútbol es uno de esos deportes que no tiene que ser necesariamente justo y porque no se decide sólo por los méritos de un equipo. Hay tres grandes factores que pueden decantar un partido, esos que al final de la temporada te colocan en una posición o en otra. Y dos de ellos favorecieron claramente al Madrid. El primero es la calidad. No importa cuánto trabajes en un partido ni lo bien que defiendas una jugada, siempre cabe la posibilidad de que un jugador haga algo imposible. Eso fue el gol de Di María. Un golazo indiscutible. La defensa de la Real cerraba muy bien el tiro, le sacó de la banda, le obligó a centrarse y, si quería, a buscar un tiro con su pierna mala. Lo buscó y entró por la escuadra sin que Bravo pudiera hacer nada. La Real, hasta entonces, había perdonado un puñado de ocasiones claras. Clarísimas. Sobre todo un uno contra uno de Griezmann que muchos, Lasarte incluído, llegaron a cantar como gol. La Real perdonó y lo pagó. El Madrid, sin exigir nada a Bravo hasta entonces, se puso 0-1. Me acuerdo del partido contra el Madrid en 2007. Ganó también 1-2. Aquel partido estaba perdido desde el mismo momento en que los blancos se adelantaron. El de ayer no.
El gol de la Real supone un inciso en esos tres aspectos que definen el fútbol al margen del sacrificio propio. Eso fue el empate de la Real, un gesto de amor propio, de respeto a la historia que representa esa camiseta. Cuando Tamudo marcó de cualquier manera, con la rodilla o con el musclo, una falta excepcionalmente sacada por Griezmann, todos reconocimos a esa Real que nunca rendía, la que corría del minuto 1 al 90, y los que hicieran falta. La que se rebela teniendo delante a uno de los mejores equipos del mundo, la que revive los grandes duelos de su centenaria historia. Y la sensación nada tenía que ver con la de hace tres años. Porque entonces todos pensábamos en la posibilidad de la derrota por muy bien que estuviéramos jugando o por mucha ventaja que cobráramos en el marcador. Ayer no. Ayer íbamos perdiendo, y aunque ese tramo de partido lo dominó el Madrid, veíamos el empate. Y con el empate, un momentáneo signo de justicia en el devener delencuentro, veíamos que se podía ganar, que esta Real podía darle la vuelta al partido.
No lo hizo por la segunda máxima del fútbol ajena al trabajo: la suerte. Cayó del lado del Madrid en una falta con la que Cristiano Ronaldo quiso disparar a puerta y que rebotó en la espalda de Pepe. El balón cogió una parábola imposible y acabó en el mismo lugar que el gran disparo de Di María: en la escuadra de Bravo. El chileno seguro que no se lo podía creer. El rebote del Madrid entró. El rebote de la Real no. Cuando Griezmann centró al área, después de un magnífico taconazo de Viguera, y el balón se envenenó tras tocar en un defensa, Casillas hizo su primera y única gran parada de la noche, evitando el entonces merecido empate a dos. Los merecimientos de la Real habían sido mayores que eso, y sólo temió por un resultado más abultado para el Madrid cuando el partido se rompió y los atacantes blancos encontraron los espacios que el magnífico engranaje táctico de Lasarte no había dejado en todo el partido. Mourinho admitió que lo justo hubiera sido el empate. Y no es cierto. La Real mereció ganar y demostró que, ahí sí tuvo razón el portugués, el de Anoeta iba a ser el primer partido serio para el Madrid en la temporada. Y ya ha jugado Champions, por si alguien no se da cuenta de lo que eso significa.
El tercero de los factores que puede decantar la balanza de un partido sin que medie la noble contienda deportiva de dos equipos es el árbitro. Mateu Lahoz no hizo un buen arbitraje, por mucho que Mourinho se ganara más flashes acudiendo a felicitar al colegiado al final del encuentro. Pareció perdido en algunos momentos a la hora de señalar faltas y sacar tarjetas. Y tuvo dos grandes lunares. El primero benefició a la Real, pues Zurutuza hizo un claro penalti por mano en la primera mitad, con 0-0 todavía en el marcador. El segundo perjudicó a los de Lasarte, pues Pepe tuvo que ser expulsado. Con tarjeta amarilla, decidió cortar un rápido saque de banda del equipo txuri urdin introduciendo otro balón en el rectángulo de juego. El árbitro miró para otro lado, también cuando perdonó alguna tarjeta (recuerdo una clara a Cristiano Ronaldo). Y aunque hoy hay quien habla de robo, yo no lo vi. Vi lo que he dicho, y no duele reconocerlo. Vi a un mal árbitro que tomó malas decisiones. Una de ellas no me pareció la falta que desembocó en el gol del triunfo madridista, para mí clara infracción de Aranburu sobre Cristiano. Ya que estamos, y ante este debate sobre la protección a los jugadores, no estaría de más recordar que la Real doblegó en juego al Madrid cometiendo dos faltas menos que su rival, doce por catorce.
La Real no dejó de intentar ganar el partido en todo momento. Se recuperó del mazazo del 0-1. Hizo cambios ofensivos, que obligaron a un técnico del caché de Mourinho a hacer justo lo contrario, a meter centrocampistas de contención sustituyendo a sus atacantes para tratar de contener el arranque de furia que supuso el partido de la Real. No hubo premio para los de blanquiazul. La Real se quedó con los cuatro puntos que tenía antes de comenzar la jornada. La empezó en la tercera posición y ha descendido a la novena. Pero da igual. La Real nunca fue una cuestión de ganar o perder. Siempre ha sido y siempre será un asunto de orgullo y de identificación. Ayer siete canteranos formaron parte del once inicial y dos más jugaron en la segunda parte. Los cinco de fuera que jugaron parecían tan de casa como Aranburu. La entrega fue absoluta, hasta el punto de superar en buena parte del encuentro a un equipazo como el Real Madrid. Se perdió, sí. Pero, de verdad, a veces no duele tanto perder.
5 comentarios:
Llevaba tres años esperando a ver un partido como el de ayer (lo digo más que nada por el rival, un partido en primera y por verlo en directo en Anoeta) y disfrute como hacia tiempo que no disfrutaba de ver un partido de mi equipo.
Ayer me rendí a Xabi Prieto, creí que jamás llegaría a decir esto, con esto no quiero decir que no me guste como juega Xabi, pero aunque haga partidos buenos siempre le encuentro algún pero… ayer no me paso eso. Charly tb me gusto mucho, y en la segunda parte me encanto Viguera (este chico va a demostrar y esta demostrando que vale para jugar en el primer equipo), en realidad todos jugaron bien, pena de las ocasiones que tuvo Griezmman, la próxima entrara seguro.
Tengo la sensación de que esta temporada vamos a disfrutar de más de un buen partido en Anoeta y fuera.
Y salí del campo contenta, no por el resultado por supuesto, si no por lo que vi en él, vi a mi equipo plantarle cara a un equipo plagado de estrellas y campeones del mundo.
GORA ERREALA
Totalmente de acuerdo contigo, Juan. Que orgulloso me sentí cuando acabó el partido, me daba igual el resultado. Esa es nuestra Real, la que bajo mi punto de vista hace años que no veíamos. Ya era optimista antes de empezar la temporada, y ahora, tras ver tres partidos creo que efectivamente hemos vuelto como lo que siempre habíamos sido. Me queda por ver como son los tres refuerzos que todavía no han jugado (Ifran, Sarpong y Demidov), pero con ese espíritu y aun admitiendo que efectivamente no todas los partidos van a ser como el del sábado, creo que vamos a disfrutar mucho. Decían en MD Guipuzkoa que el gol de Tamudo se oyó en Triana..., te puedo asegurar que en Zaragoza y Gelsa también se oyó y mucho, y en todos los lugares de España. Vayas donde vayas siempre encuentras a alguien de corazón txuri urdin. La familia está feliz. Tras mucho tiempo de disputas volvemos a ser una familia y eso se nota en el campo, en la grada y en cualquier rincon donde haya un Realista.
Aupa Real, y a seguir creciendo con los pies en el suelo.
Muchas gracias por tu blog
La verdad es que hacía bastantes años que no disfrutaba tanto de un partido de la Real, es cierto que se han ganado muchos y mucho con buen juego; pero el del sábado fue un verdadero aprtidazo que me recuerda porque tengo el corazón txuri urdin; aquí en Madrid la gente no valora lo que la Real hizo y se empeñan en decir que si hubo muchas patadas y no se que tonterías más; pero yo disfruté como nadie, vi una Real metidísima, con mucha presión, mil veces mejor tácticamente que el pobre Real Madrid al que rescató un golpe de esa suerte que tantos títulos le ha dado y en cuanto a las patadas si recuerdo patadas txuri urdines pero en lances del juego y tambiñen recuerdo alguna de cierto "dios" madridista que pasó de rositas y que al menos era amarilla; así que... si Mou se cabreó tanto es porque fuimos infimitamente mejores con mucho menos presupuesto, muchos menos jugadores de renombre pero con mucho más orgullo de portar el escudo que portamos.
Aupa ERREALA.
Campanilla, me alegra leerte lo que dices. Yo ya sabes que tengo mucha confianza en este equipo y en estos jugadores. Y ojo. Diez de los titulares lo eran ya en Segunda, sólo cambió el delantero. Tienen un mérito increíble...
Urbano, me alegra mucho leerte. Y es muy cierto lo que dices. Es una más de nuestras grandezas la de tener aficionados en todas partes y en todos los campos de la Liga. Gracias a ti por leerme y por comentar, ya sabes que siempre eres bienvenido.
Alter, al final el rival también nos condiciona. Y es obvio que un gran partido de la Real en Segunda contra el Hércules, el Málaga o el Cádiz nada tiene que ver con lo del sábado. Y lo del sábado es nuestro lugar. Yo vi el partido con un grupo de madridistas que te aseguro que sí valoro lo que hizo la Real. Quedémonos con los buenos, que los cafres, del equipo que sean, no tendrían que tener un sitio en el fútbol.
Hacía tiempo que no disfrutaba tanto viendo un partido de la Real, me jodió mucho perder pero acabe el partido con un gran orgullo de ser aficionado a ese equipo. Los jugadores hicieron un partidazo, muy bien Lasarte en el planteamiento y la afición maravillosa, por un día parecía que estábamos en Atocha sin la maldita pista de atletismo.
La gente de fuera de la Real si se ha valorado el gran partido del sábado, mucha gente habla sorprendida de Zurutuza, Griezmann o Xabi Prieto aunque este era mas conocido.
Hemos venido para quedarnos eso esta claro.
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