La Real no ha tardado nada más que una semana en dilapidar todo el merecidísimo crédito que había acumulado en las tres primeras jornadas de Liga. Derrotar al Villarreal con justicia, empatar fuera en Almería marcando dos goles y merecer mucho más que una derrota de rebote ante el Real Madrid habían colocado al equipo txuri urdin en una muy buena posición. De puntos, aunque debía haber sumado más, y de ánimo, que estaba por las nubes continuando la alegría del ascenso. Pero no sacar nada ante el Madrid, desaparecer del campo ante Osasuna y regalar 45 minutos en Mallorca colocan a la Real en una situación mucho más dura de lo que podíamos presumir hace ocho días. Sólo ocho días. Mala actuación de la Real en Mallorca, sí, con algunos matices pero mala. Y lo peor es que las dos derrotas que ha cosechado el equipo de Lasarte fuera de casa, las dos con claridad en el juego y en el marcador, se han producido contra equipos que no le han pasado precisamente por encima con un gran fútbol. Han sido derrotas por defectos propios, defectos serios y profundos, más que por méritos de los rivales, que no han tenido más que aprovechar las facilidades de la Real.
Hoy no se encuentran argumentos en la alineación, en jugadores no habituales o en el planteamiento del entrenador. Los once elegidos fueron los mismos que ofrecieron un gran rendimiento ante el Real Madrid. Los mismos, con Tamudo en el ataque, Zurutuza en la mediapunta y Griezmann en la banda izquierda. Pero con una actitud radicalmente diferente a la que mostraron en Anoeta el pasado fin de semana. Es difícil entender que un equipo profesional, de Primera División y con hambre de gloria salte a un terreno de juego como lo hizo hoy en Mallorca la Real. O en Pamplona hace muy poquitos días. Porque todos hemos tenido claro desde el principio que la principal arma de la Real es la actitud. Pero si la Real ha llevado ilusión a Mallorca se ha debido de quedar en el hotel. La falta de acierto es perdonable, la de actitud no. Porque no tenerla facilita muchísimo el trabajo a los rivales. El Mallorca, en su primera ocasión de gol, ya se había adelantado en el marcador. ¿Cómo? Pues con mucha sencillez. Un balón al área, un control, un giro y un disparo. Mikel González no recibió ayuda alguna para evitarlo. Bravo probablemente ni vio el balón hasta que ya era tarde.
El resto de la primera parte fue exactamente lo mismo que los diez primeros minutos. Nada de nada. El Mallorca tuvo alguna ocasión, nada espectacular, aunque Bravo sí hizo una buena parada, lo habitual en su rendimiento. La Real sólo una, no demasiado clara. Un cabezazo de Ansotegi que forzó una parada de Aouate. El 1-0 era un castigo justísimo para una Real que decidió no comparecer en la primera mitad del partido. Justísimo. No hay otra forma de verlo. Tras el descanso, la Real salió con otra actitud. Griezmann tuvo el empate, pero su disparo, sin oposición y con el meta mallorquinista ya batido, se le fue arriba. La Real perdió en la primera mitad, pero ahí se acabó la posibilidad del empate. Ahí, unos minutos antes y unos minutos después. Lo anterior fue la vergonzosa actuación de Rubinos Pérez, que en una entrada de Rubén en la que la duda debía ser si la tarejta era amarilla o roja, acabó por perdonar la segunda amarilla al central mallorquinista. Lo posterior, el 2-0 del Mallorca en un corner lamentablemente defendido por la Real. Los dos de Cavenaghi, un delantero que todavía no había marcado. Como Osasuna el pasado martes, cero goles en tres partidos, tres a la Real en menos de uno.
Quedaban poco menos de treinta minutos para el final del partido cuando el 2-0 subió al marcador y éste estaba ya finiquitado. Si el partido no tuviera marcador, la segunda parte ha sido bastante correcta. La Real tuvo más posesión que el Mallorca, mucho más cerca del área rival y tuvo alguna que otra ocasión para marcar, en las botas de Llorente, Tamudo o Griezmann. Pero lo cierto es que el partido ya estaba perdido por la incomprensible y muy censurable primera mitad. El 1-0 obligó a Lasarte a arriesgar. Colocó a Llorente arriba junto a Tamudo, retransando a Zurutuza y sacando del terreno de juego a Aranburu. Arriesgó porque adelantó la línea defensiva y permitió al Mallorca vivir al contragolpe. En una de esas jugadas, Bravo pareció rozar con una gran estirada un trallazo del ex realista Víctor, antes de que se estrellara contra el larguero. Sin forzar demasiado a Aouate, lo cierto es que había más sensación de 3-0 que de 2-1. En favor de la Real hay que decir que no se rindió, pero su carencia de velocidad limitó mucho sus opciones de marcar algún gol.
Llorente, Viguera y Sutil, los tres cambios que introdujo Lasarte a la desesperada en la segunda mitad, no son jugadores que destaquen precisamente por su velocidad punta, y eso hace preguntarse, por ejemplo, por la capacidad de Sarpong, jugador al que todavía no hemos visto un solo minuto. A la falta de actitud de la primera parte, hubo que sumar un desacierto poco habitual. Las decenas de centros que metió Carlos Martínez en dirección al área del Mallorca sin que pudiera rematarse uno solo fue el paradigma de ese inexistente acierto. O la desaparición de Xabi Prieto, a quien, en la semana en la que ha sido nombrado mejor jugador de la Segunda División la pasada temporada, hay que seguir exigiéndole mucho más. Mala colocación para recoger rechaces y una sensación de cierto cansancio, más producto del resultado y de la acumulación de tres derrotas consecutivas que del trabajo físico que en realidad llevan los jugadores realistas en las piernas. Todo salió mal en la primera mitad y lastró la segunda. Por nombres, ninguno merece ser destacado.
La Real fue en Mallorca un equipo inane y anodino hasta que, en realidad, ya no sirvió para nada. Lo que sí sirve es buscar la causa de los errores. Parece obvio que, por el momento, la Real ha perdido la fortaleza defensiva que le caracterizó la pasada temporada. Nueve goles encajados en cinco partidos son muchísimos, sobre todo si tenemos en cuenta que portero y defensa no están siendo ni mucho menos lo peor de este equipo. Hoy la Real ha roto una buena racha que, de alguna manera, podía equilibrar esa fragilidad de la propia porteria y ha dejado de marcar por primera vez esta temporada. La derrota en Pamplona colocó en el disparadero a Markel y Elustondo, pero el debate se equivocó de camino. No era cuestión de nombres, era cuestión de actitud. Con estos dos canteranos llueve sobre mojado, y por eso se suscitó el debate, pero Aranburu (fallo suyo de marcaje en el segundo gol) y Diego Rivas tampoco tuvieron hoy el acierto y la actitud necesarias y la derrota fue tan inexorable como en el Reyno de Navarra. Al menos la Real demostró que también es capaz de jugar en el alambre, de llevar los partidos a la frontal del área rival sin regalar goles en contraataques.
A falta de lo que haga el Zaragoza esta noche contra el Atlético de Madrid, la Real se queda en la decimosexta posición, sólo un punto por encima de los puestos de ascenso. Si ganar o perder dos partidos lleva a cualquier equipo a distintas zonas de la clasificación con cierta facilidad, mucho más en el primer tramo de la temporada, cuando las distancias no son grandes. De hecho, la zona europea está a sólo cuatro puntos. El equipo de Martín Lasarte recibe el sábado a un Espanyol que se ha metido en los puestos nobles con tres victorias. Y la victoria es casi imprescindible para que el tradicionalmente pesimista entorno de la Real piense que el futuro del equipo está en las últimas plazas de la clasificación. En cualquier caso, son tres derrotas consecutivas. Dos muy merecidas, las dos últimas, y con una imagen muy pobre por parte de la Real. Mejorarla es el único camino posible para que la perspectiva cambie. Queda mucho.
3 comentarios:
Como me ha decepcionado la Real en estos dos partidos, no tanto por jugar mal sino por la falta de actitud y caracter del equipo, en 2ª fuera de casa bajábamos mucho y en 1ª jugando así es imposible puntuar. Sigo viendo al equipo muy blando, la Real debe jugar cada partido como una final para sobrevivir en 1ª.
Toca hacerse fuertes en casa porque sino la cosa se puede poner negra, contra el Espanyol hay que salir como contra el Madrid porque este partido aun es mas importante, la gente debe estar con el equipo a muerte a pesar de estos dos malos partidos.
Esto acaba de empezar y nadie dijo que fuera fácil, igual los 3 buenos primeros partidos nos han hecho creer que somos mas de lo que
somos en realidad.
Sinceramente se ve que la defensa no está fina, falta creación en el juego y actitud, sobre todo actitud; se puede tener poca calidad que se suple con la intensidad; estamos a tiempo de partirnos la cara a cada partido, si no lo hacemos podemos retornar al infierno. AUPA.
Cityground, totalmente de acuerdo en las tres ideas. Es imprescindible la actitud (y después ya veremos si se gana o se pierde), es muy importante mantener la fortaleza en casa, y queda mucho. Pero mucho. Tengamos calma, que es pronto para los nervios.
Alter, yo no creo que podamos sacar muchas conclusiones sobre la defensa precisamente por eso, porque lo que faltó es actitud en todo el equipo. Cuando hay actitud, la defensa crece (como ante Villarreal o Real Madrid). A ver qué Real vemos el sábado.
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