jueves, mayo 22, 2014

RESUMEN DE LA TEMPORADA 2013-2014 (4) Aperribay y Loren, luces y sombras

De sobra es sabido que la valoración de todos los estamentos de un club de fútbol dependen en buena medida de los resultados del equipo en el campo, y por eso la decepción final que ha dejado la Real arrastra de la misma manera al presidente del Club, Jokin Aperribay, y a su director deportivo, Lorenzo Juarros. La sensación final es que en todo el club ha faltado algo de ambición, y eso se deja ver en algunas decisiones que se han ido tomando con meses de retraso o algunas que no se quisieron tomar. Con la sombra del futuro de Carlos Vela amenazando con alterar el juicio sobre ambos, es obvio que tanto Aperribay como Loren tienen claro qué Real quieren, y eso es un signo más que positivo, pero la confianza en que los resultados de la pasada campaña se iban a repetir ha impedido dar pasos más valientes o tomar algunas decisiones a tiempo

Y eso que hay algunas de las críticas recibidas, especialmente por un Loren que siempre parece estar en el ojo del huracán a pesar de sus pocas declaraciones públicas a lo largo de la temporada, pueden ser incluso rebatibles con argumentos de cierta solidez. Se habló de una Real debilitada con respecto a la temporada pasada, pero no es del todo cierto. Las salidas de Illarramendi y Llorente se cubrieron con Granero y Seferovic. Y en cuanto a la mayor exigencia de partidos y la ncesidad de disponer de más efectivos que los que llevaron a la Real a la cuarta plaza, era igualmente obvio que había muchos jugadores infrautilizados en la plantilla en los años de Montanier que podían compensar ese esfuerzo. Cadamuro, José Ángel Pardo, Elustondo y Ros debían hacer ese papel. El problema no estaba en el número de componentes de la plantilla, sino en la calidad. Si el pasado verano Ifrán no contaba, se debió buscar un refuerzo. Si la no renovación de Estrada era más que previsible, se debió apostar por Zaldua o buscar un cedido que diera competencia a Carlos Martínez. Si Cadamuro no tenía futuro en el primer equipo, hacía falta otro central.

Esas decisiones llegan ahora, por tanto, con un año de retraso. Faltó valentía para tomarlas entonces, ya que los millones que se ingresaron por la venta de Illarramendi y la previsión de ingresos por la Champions daban al Consejo un mayor margen de maniobra del que se dio. Pero ahí entra en juego el gran problema de ambición que ha habido durante la temporada: la Champions siempre se consideró como una competición a disfrutar. Aperribay, que es quien más ambición pública mostró la pasada temporada (comparado al equipo con el campeón de los 80 o apostando con sus jugadores antes de que se iniciara la competición por una tercera plaza final que no se logró por el nefasto inicio) se subió también a ese carro, probablemente incluso a su pesar. La dirección deportiva, con su confianza en la continuidad y los mínimos cambios posibles, también. Y aunque eso conlleva una agradecida estabilidad, también queda la impresión de que se ha dejado pasar una ocasión de hacer algo verdaderamente histórico.

Dentro de lo más aplaudido, la apuesta por la cantera sigue siendo decidida, aunque no hagan más que ponerla en peligro casos como el de Illarramendi (el debate sobre si se ejecutó la cláusula de rescisión o si fue un traspaso pactado es más semántico que efectivo, porque el club sacó la cantidad exigida). Y la apuesta por el bloque que devolvió a la Real a Primera y a competiciones europeas también es firme. Ahí se puede discutir la valoración que el club hace de unos jugadores (resulta inevitable, por ser la más comentada, la diferencia entre Elustondo y Ros), pero no se puede dejar de aplaudir el objetivo. El Sanse y el juvenil forman parte de un plan de futuro que merece elogios, aunque eso en ocasiones conlleve renovaciones que no todo el mundo acepta como razonables. Pero como el talento casi siempre se abre camino y la decisión final siempre está en manos del entrenador, lo más evaluable en la dirección deportiva son los fichajes, y este año, aunque por razones muy diversas, dos de las tres incorporaciones que se hicieron salieron mal.

Loren es un director deportivo que, probablemente como todos aunque siempre haya un mayor catrastrofismo interno, alterna errores y aciertos, y asumiendo que su trabajo no es perfecto quizá las críticas hacia su labor son demasiado furibundas. Los fichajes de este año eran un jugador de la cantera del Madrid con cierto caché internacional y experiencia en Champions, y un delantero joven pero prometedor que además dejó una espléndida imagen inicial. Más discutible era en todo caso el segundo, y la mala temporada de Seferovic ha terminado por confirmar los riesgos de fichar un pretendido talento joven, perfil que en la Real no consigue un éxito claro desde Kovacevic. Quizá, con la Champions en el camino, habría sido preferible buscar un Aldridge, un delantero veterano que se sabe todos los trucos y que hubiera ayudado más allá del juego. El fichaje de Canales en diciembre, en cambio, fue todo un acierto. Se encontró una espléndida oportunidad económica y deportiva. ¿Se pudo apostar antes por ese refuerzo para que ayudara en la andadura europea? Esa es la duda que deja Loren esta temporada.

Si en lo deportivo Aperribay también ha mostrado una mayor ambición que el resto de estamentos del club, en cambio sí la ha mostrado en otro terreno igualmente importante para el futuro de la Real: la sempiterna remodelación de Anoeta. A veces este asunto da la impresión de ser la mayor quimera, pero no se puede negar que el presidente txuri urdin está mostrando una decisión que sus predecesores no igualaron. Ha conseguido que los políticos muevan ficha para permitir la remodelación, incluso (y eso tiene un mérito enorme en estos tiempos de crisis) que el Gobierno vasco comprometa una inversión aunque muy lejos de las cifras públicas aportadas a San Mamés, y ha presentado un fantástico proyecto propio para que la Real se convierta en la adjudicataria de la reforma en el concurso que aún no está convocado. Nadie sabe todavía cuándo dará comienzo el proceso real de reforma, pero si lo consigue Aperribay se habrá anotado un punto importantísimo. No sólo mejorará la calidad de vida del aficionado realista, sino que abrirá la puerta a nuevos ingresos y a un crecimiento en el número de socios.

Esa es la ambición que debe presidir la Real de hoy, toda vez que los errores del pasado ya están purgados. Durante la temporada 2013-2014, el club dijo adiós definitivamente a las hipotecas del proceso concursal, a lo que hay que sumar los cuantiosos ingresos por la venta de Illarramendi y la participación en Champions, muy rentable económicamente a pesar de que fue decepcionante a nivel deportivo. Aperribay tiene una buena base económica y social sobre la que hacer crecer a la Real y Loren ya ha dado algún paso en esa dirección, aunque no todos los acometidos tuvieran la misma valentía o acierto. Lo que falla muchas veces, de hecho, es la comunicación de esos mensajes. Estar en la Real no puede suponer un conformismo en disfrutar del presente o recordar lo peor de nuestro pasado para celebrar lo conseguido. La Real está en condiciones de ser más en un horizonte razonable de tiempo y su presidente y su director deportivo tienen que ser los primeros en darse cuenta de ello. En la 2013-2014 dieron un paso atrás con respecto a la 2012-2013 y ahora, desde ya, tienen un gran oportunidad de enmendar los errores recientes.

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