lunes, agosto 20, 2012

BARCELONA 5 - REAL SOCIEDAD 1 La impotencia prevista

Perder en Barcelona es normal, sí. Perder así no puede serlo. No debería. No, porque la sensación predominante ha sido la impotencia. La derrota no ha llegado porque el Barça haya pasado por encima de la Real, es que la Real se ha presentado en el Camp Nou sabedora de que no estaba ofreciendo lo mejor de sí misma. Ni por planteamiento, ni por jugadores, ni por trabajo. Y de esos tres aspectos el mayor responsable es su entrenador, Philippe Montanier, que no ha sido capaz de solucionar los problemas que sufre el equipo desde que él asumió el mando hace ya más de un año. Pero no se ha quedado ahí. Los nombres propios, los cambios, los movimientos de jugadores y, de nuevo, las falsas expectativas que el propio Montanier generó durante la pretemporada han ahondado en esa sensación de impotencia. Bravo, Illarramendi y Castro son los únicos nombres propios que se pueden mentar junto a algún adjetivo positivo. El resto, muy lejos de lo que está Real tiene capacidad de ser. Y así, en el Camp Nou, es inevitable la goleada. 5-1 y porque el Barça pisó el freno tras el descanso sonrojando aún más a una Real impotente.

Montanier escogió el once y el esquema que muchos realistas temían antes del encuentro. Una de las críticas más justas y argumentadas con hechos que ha recibido el técnico francés desde que aterrizó en la Real es que aún no ha sido capaz de aprender de sus errores. Colocar de nuevo en el once titular a un doble pivote formado por Elustondo y Markel es uno de esos errores, uno que Martín Lasarte también cometió aunque el uruguayo sí aprendió de aquello. Montanier no. La apuesta era evidentemente defensiva, una concesión a que el Barcelona controlara aún con más intensidad el balón y, por tanto, una invitación a que la pelota rondara continuamente el área de Bravo. Así es como caen los goles ante un equipo como éste. Nadie dice que parar al Barcelona sea fácil, pero si una docena de equipos caen goleados cada temporada jugando así en ese estadio no debe de ser ésta la mejor manera de afrontar un partido así. Desde luego, sí la más fácil de justificar. Y sin duda la propuesta más sencilla de encajar en ese absurdo planteamiento de que "este partido no es de nuestra Liga".

Ya es preocupante la apuesta por el doble pivote de Markel y Elustondo, y se advirtió masivamente en los días previos al partido. Montanier no vio el peligro. Pero aún así no me parece la conclusión más negativa de la gestión de su plantilla que hizo el francés en este partido. Obviamente es un partido, sólo un partido. Y en el peor de los escenarios. Pero saquemos conclusiones, porque se puede y porque se debe. Pardo no saltó ni un minuto al campo, y cuando Illarramendi se marchó lesionado el que entró al partido fue Ros. Pardo es, ahora mismo, el sexto centrocampista del equipo y si recordamos la gran cantidad de ocasiones que no le dio la pasada temporada cuando ya se las había ganado con sus actuaciones en el césped, no sé si tiene muchos visos de cambiar la cosa. Ojo, que el mercado no se cierra hasta el día 31 y a un jugador así lo quiere el Madrid igual se lo piensa. Ifrán se quedó en San Sebastián, fuera de la convocatoria, cuando, por el esquema de juego escogido por Montanier, hubiera sido más adecuada su presencia que, por ejemplo, la de Xabi Prieto. El uruguayo no es que sea el sexto atacante del equipo. Es que hasta José Ángel jugó en ataque en la segunda mitad, cuando el partido ya agonizaba. Y tampoco creo que vaya a cambiar.

Volvamos al comienzo del partido. La norma más respetada para puntuar en campos como el del Barcelona es aguantar el marcador inicial el mayor número de minutos posible y esperar que la ansiedad del todopoderoso equipo local deje algunas opciones de meter el cuchillo. Empeorando el ya deficiente cumplimiento de esta máxima en las dos últimas temporadas, la Real encajó el primer gol del partido en el minuto 4. Sólo la forma en que llegó podía empeorar la sensación de ir perdiendo tan pronto. Y el gol llegó en un córner. La Real de Montanier falla estrepitosamente en las jugadas de estrategia. Se sabía la temporada pasada, se ha revivido en pretemporada. ¿Y cómo llega el primer gol en contra de la Liga? De córner. Faltaba Iñigo Martínez, claro, pero Ansotegi estuvo muy blando en el marcaje a Puyol, que remató a placer Que falta trabajo en esta Real es una obviedad que supera todo análisis supeditado al nivel del rival, y tampoco parece que eso pueda cambiar. Lo mismo sucede con su centro del campo, y no hay más que ver los movimientos equivocados y las clamorosas ausencias tanto de Elustondo como Markel en prácticamente todas las jugadas de ataque del Barça.

En el centro del campo hay una buena noticia, no obstante, la misma con la que nos congratulamos al comienzo de la pasada temporada, y se llama Illarramendi. Montanier le encomendó hoy la misión que la pasada temporada realizaba Zurutuza, la de correr por todo el campo, llegar tanto a la frontal del área propia para cortar las acometidas del Barcelona (algo que no tendría que hacer si el equipo alinea un doble pivote tan defensivo como el de hoy) como a la contraria e Illarra cumplió con creces. Atrás ayudó cuanto pudo y en ataque protagonizó las dos primeras jugadas de ataque del equipo txuri urdin. En la primera estuvo muy cerca de marcar el gol del empate, tras rematar la primera y única conexión del partido entre Griezmann y Xabi Prieto. En la segunda, con una preciosa asistencia al primer toque a Chory Castro, le sirvió en bandeja el gol del empate. No quiero eso decir que Castro no tenga su mérito, no. Sin serlo, su disparo es de auténtico killer. El primer fichaje realista de esta temporada apunta muy buenas maneras, aunque por el momento no hay comunicación con su lateral, ni en defensa ni en ataque.

Era el minuto 9. Había quien se frotaba las manos pensando en que esta vez sí plantaría cara la Real en este imposible escenario. Nada más lejos de la realidad. Soñar es muy bonito, pero eso sólo duró dos minutos, los que tardó Messi en aprovechar una nueva jugada marcada por la tibieza del centro del campo txuri urdin, ese que no se enteró en ningún momento por dónde iba el partido, para lanzar un trallazo imparable. Y ya puestos a aniquilar toda esperanza y ahondar en el fracaso de la máxima de mantener el partido vivo, al cuarto de hora el resultado ya era de 3-1. Messi, su segundo gol de la noche, puso tierra de por medio en el marcador culminando un pase de Tello, que encontró una auténtica autopista en la banda izquierda de su ataque, la defendida por un sobrepasado Estrada. La eficacia de Messi y un Tello desequilibrante eran las mejores bazas de un Barcelona que estaba jugando a placer ante una Real blanda, sin ánimo ni ilusión para puntuar en una plaza como el Camp Nou, incapaz ya de generar esperanza desde su once inicial y sólo con un par de atisbos futbolísticos como respuesta.

No hay más que ver cómo llegaron las dos ocasiones de la Real para comprobar cuál habría podido ser la mejor baza de la Real. Fueron combinaciones entre sus mejores hombres. Si esos "mejores hombres" son pocos es mucho más difícil conseguir dichas combinaciones. En el banquillo de la Real estaban Pardo, Vela, Agirretxe y José Ángel. En tierra se quedó Ifrán. Y era evidente que Griezmann de falso nueve no iba a oler el balón en un partido como éste. No sirve de mucho colocar al canterano francés jugando por dentro y en el centro del campo en los encuentros de pretemporada si cuando llega la competición la apuesta no tiene nada que ver con lo ensayado previamente con éxito. Ese es otro de los errores de los que Montanier no aprende. Hace un año diseñó durante la pretemporada un equipo que gustara de tener el balón, que empleara la paciencia como arma ofensiva, y cuando comenzó la Liga vimos a una Real totalmente diferente, incisiva y rápida en sus ataques pero deseosa de ceder el balón al rival. Por segunda pretemporada consecutiva, y aunque sea sólo con la posición en la que empleó a Griezmann (y también a Xabi Prieto), Montanier nos dio gato por liebre.

El final del partido llegó con el 4-1, justo después de que Elustondo optara por lanzar desde el centro del campo una jugada que tenía pinta de ser un buen tres para tres que Valdés despejó con facilidad a córner. Muy poco bagaje ofensivo que, además, no encontró ninguna continuidad en la segunda mitad, donde no hubo ningún disparo entre los tres palos de Valdés. El cuarto del Barça, éste sí, fue un jugadón de los que el equipo ahora de Vilanova acostumbra a interpretar, pero de nuevo quedó la sensación de que la defensa realista se descosió con una facilidad inusitada merced al siempre deficiente apoyo desde el centro del campo. Tello dio otra asistencia a Pedro, que entró desde el pico del área absolutamente libre de marca. El castigo al descanso era tan duro como justo para un equipo que nunca quiso afrontar el reto de puntuar en el Camp Nou. Montanier, por supuesto, no reaccionó al descanso. Como siempre, lento de reflejos. Con ese 4-1 ya en el luminoso, el Barcelona había hecho ya dos cambios en el primer cuarto de hora de la segunda mitad. La Real, ninguno. En todo caso, el francés reaccionó antes de lo acostumbrado y comenzó a mover el banquillo en el minuto 65.

Con otro entrenador, ese primer cambio habría que haberlo entendido como una rectificación del planteamiento inicial. Con Montanier sólo será una huida hacia adelante que seguramente no modificará en absoluto sus planteamientos de futuro. Elustondo dejó su puesto a Vela. El mexicano se colocó en punta, Illarramendi retrasó su posición y Griezmann, ahora sí, se colocó en la mediapunta. Pero ya no había partido, así que cualquier movimiento era baldío. Lo era, además, porque la Real no compareció en la segunda mitad. Ni siquiera se afrontó con dignidad el castigo de tener que jugar 45 minutos más de un partido sentenciado y el Barcelona se puso a disfrutar de lo lindo. Se divirtió con jugaditas de toque sobre el césped. Las que quiso y como quiso hacerlas. El marcador le dio igual y se contentó con despertar algunos "oh" en el público, con levantar algunos aplausos y con hacer disfrutar a una parroquia que en ningún momento temió por el resultado. Eso debería dolernos a todos los realistas. Eso y que la segunda parte fuera una farsa deportiva en la que ya nada había en juego y en la que la Real sólo consiguió cargarse de tarjetas amarillas.

Tito Vilanova dio descanso a Puyol y contentó a Piqué con muchos minutos, dio al Camp Nou la oportunidad de saludar a Iniesta y, para colmo, convirtió el partido en un homenaje a Villa, reaparecido felizmente tras su larguísima lesión. La Real, por supuesto y ya desprovista de toda dignidad en su actuación de hoy, se sumó a la fiesta y permitió que el Guaje marcara el quinto gol del Barça, algo que, en realidad, celebramos todos los que gustamos del fútbol. A Montanier sólo le quedaba un detalle más para terminar de soliviantar a la afición y no falló. Cuando un Illarra exhausto tuvo que retirarse, el francés decidió introducir en el campo a Ros, relegando de nuevo a Pardo en el escalafón del centro del campo en contra de todas las ilusiones de la afición. La pasada temporada jugó muchos minutos de la basura. En esta comienzo no jugando ni siquiera esos. Con Pardo o sin él, con Montanier o sin él, lo cierto es que el marcador fue el que quiso el Barça y el Barça quiso sólo cinco goles. Pudieron ser seis si Bravo no lo evita y si González González, que había demostrado quién es sacando una amarilla a Xabi Prieto por una mano y perdonándosela a Puyol por el mismo motivo, hubiera pitado un posible penalti de De la Bella a Iniesta.

Salvo sorpresa descomunal en los partidos que restan de la primera jornada, la Real comenzará la Liga 2012-2013 como colista. Obviamente, no tiene ninguna importancia a estas alturas de la temporada, pero cabe recordar que el equipo txuri urdin no ocupó ni un solo minuto posiciones de descenso en la temporada de su regreso a Primera con Lasarte como entrenador y en las dos siguientes con Montanier ya ha ocupado al menos en una jornada el farolillo rojo de la tabla. Parece evidente que el único discurso posible para hacer frente a la debacle realista en el Camp Nou es, de nuevo, aquello de que este partido no es de nuestra Liga, que esa empieza el sábado que viene ante el Celta. A mí me sigue pareciendo una explicación mediocre. En agosto no se hacen juicios, pero el primer partido, al margen del nivel del rival, evidencia que Montanier no ha aprendido. Y eso a mí me hace pensar en una temporada idéntica a la pasada. Es decir, por debajo de nuestras posibilidades. Ni crecimiento ni nada. Languidecer y punto. Ojalá me equivoque. Pero esta Real de hoy pocos partidos ganará. La Real que sí tenemos, aunque no se disponga sobre el césped, ganaría muchos. Pero hay que ponerla y trabajarla. Lo de hoy estaba más que previsto, lo demás eran ensoñaciones felices que no se correspondían con la realidad.

1 comentario:

Juan Rodríguez Millán dijo...

Javi, a mí me pesa mucho más lo segundo. No me preocupa perder, lo he dicho siempre, me preocupa cómo se pierde. Y se perdió por cuestiones que, viendo la convocatoria y el once, cualquier podía anticipar. Creo que sí, que Montanier va a seguir siendo el mismo del año pasado, con los mismos errores que exasperaron a una parte tan importante de la afición. Pero veremos...