Sobre lo que es, lo que puede llegar a ser y lo que le falta al equipo hay un consenso bastante extendido. En el otro extremo, la figura de Philippe Montanier sigue siendo lo más discutido en el entorno de la Real. Su primera temporada no fue nada fácil, estuvo al borde del despido, tuvo que anunciarse su continuidad al final de la Liga y muchos aficionados siguen sin tener claro que el francés pueda tener éxito en el banquillo txuri urdin. Lo cierto es que su primer año en la Real dejó suficientes elementos positivos, propiciados por él o ajenos a su gestión, como para que, puliendo los defectos, el resultado pueda ser bastante más ilusionante que el de su primera tentativa. Estos son los retos que tiene ante sí Montanier para lograr el objetivo de que la Liga 2012-2013 sea mejor que la anterior.
Una mejor defensa. Él mismo se ha puesto ese objetivo ya desde la primera rueda de prensa de la pretemporada. Y no le falta razón. Sobre todo porque no lo ha personalizado en los hombres que ocupan la retaguardia (la única línea en la que no habrá ninguna incorporación este verano), en muchos casos los más regulares de la pasada temporada. Pero la Real tiene un problema en ese sentido. El equipo de Montanier encajó menos goles que el de Lasarte, 52 contra 66, pero la sangría sigue ahí y urge frenarla. La Real no fue en la pasada Liga un equipo especialmente presionante y eso es algo que convendría cambiar, Montanier lo sabe y lo ha dicho, sobre todo si el técnico persiste en su predilección por un modelo de ataques rápidos y fulminantes, que se vería favorecido por robos de balón más cerca del área rival.
La posición de los centrocampistas. Una de las razones por las que el juego de la Real fue bastante impersonal la pasada temporada es que Montanier no terminó de encontrar un centro del campo que funcionara, y quizá en eso hizo más daño del que se piensa la infructuosa presencia de Mariga en la primera vuelta. Sí sacó rendimiento con Elustondo por detrás y Aranburu y Zurutuza por delante, pero ausente ya el capitán se abre un periodo de incógnitas. Montanier tiene que definir con claridad la posición que ocuparán en el campo Illarramendi, Pardo y Ros. Elustondo y Markel estarán detrás, Zurutuza delante. Pero los tres canteranos recién llegados tienen que tener un papel más definido. No tenerlo, además de las lesiones, lastró el año pasado a Illarra, que tan pronto defendía casi ejerciendo de tercer central como estaba obligado a llegar a la frontal del área rival. Montanier tendrá un problema adicional sobre esta cuestión si Illarra va finalmente a los Juegos Olímpicos, ya que no podrá trabajar con él en toda la pretemporada.
Gestión de los atacantes. Sin pensar en nombres, sólo el número ya obliga a Montanier a pensarse mucho la elección de sus tres atacantes. La pasada temporada, el francés anunció en varias ocasiones su máxima de convocar a cinco y jugar con tres, aunque la incumplió en bastantes ocasiones. Al final repartió la práctica totalidad de los minutos entre cuatro jugadores: Griezmann, Xabi Prieto, Vela y Agirretxe. Con la llegada de Chory Castro y si regresa Vela o se ficha otro jugador de vanguardia, como parece que sucederá, serán cinco los que tengan la etiqueta inicial de titular. La pasada temporada ya sorprendió que Xabi Prieto perdiera en varias ocasiones la titularidad. Esta temporada habría que añadir otro jugador más a la lista de damnificados y serían dos los que se quedarían fuera. El reparto de minutos que haga Montanier puede ser decisivo para tener un ataque sobresaliente.
Llorente e Ifrán. La situación anterior ya sería delicada sin Llorente e Ifrán, lo es mucho más porque de momento no parece que ninguno de los dos vaya a dejar el club. No es que haya dos fuera del once, es que en realidad serían cuatro y lo normal sería que tres vieran el partido desde la grada. Una papeleta muy difícil para hacer convocatorias y que la gente las entienda. Es evidente, por mucho que se utilicen eufemismos y buenas palabras, que a Montanier no le gusta ninguno de estos dos atacantes. También está claro que no van a mejorar mucho sus números sobre el terreno de juego en la próxima temporada. El club no quiere desprenderse de ellos y el entrenador no quiere utilizarlos en su equipo. Y ambos, además, cuentan con el cariño de la afición. Esto es mucho más que un reto para Montanier, es un problema de muy difícil solución pase lo que pase de aquí al comienzo de la Liga.
Los laterales. Quizá los que peor rendimiento dieron la pasada temporada en conjunto fueron los laterales, algo que no creo que pueda entenderse como casualidad sino como resultado de la acción general del equipo y su cuerpo técnico. Sólo Estrada se acercó a lo que se puede esperar de ellos. Carlos Martínez y De la Bella, los teóricos titulares a comienzos de la pasada temporada, estuvieron muy por debajo del nivel que pueden dar y Cadamuro no es lateral izquierdo. Puede jugar ahí como recurso de emergencia, Lasarte ya tuvo que poner en ambos costados a Mikel González por necesidad, pero es una cojera de la plantilla. No es cuestión de exigir a la dirección deportiva un fichaje en esa zona porque es evidente que no es fácil encontrar soluciones baratas y solventes, pero si se va a contar sólo con lo que se tiene ahora mismo sería bueno un trabajo específico para mejorar el rendimiento de los cuatro laterales. Hacen falta en defensa y en ataque.
La Copa. Si Montanier quiere que le tomen en serio, la Copa tiene que ser algo más que una fuente continua de decepciones. Hace pocos días se cumplieron 25 años de la final que dio su único título a la Real. Desde entonces, y excepción hecha del subcampeonato de 1988, todo han sido ridículos, a cada cual más vergonzoso. Montanier cosechó el suyo en la infame noche de Mallorca, pero curiosamente después de hacer historia eliminando a un equipo de Primera, el Granada, después de 23 años sin hacerlo. Un buen arranque copero, por mucho que al final la Real acabe eliminada, daría más confianza e ilusión de lo que casi todo el entorno de la Real es capaz de comprender después de 24 años de sinsabores inagotables.
Mayor papel del Sanse. No se trata de poner en cuestión la valentía de Montanier para poner a los jóvenes sobre el césped o de reevaluar su obcecación en no dar a Pardo la titularidad que se ganó. Pero sí resulta chocante que, teniendo buenas generaciones de potrillos, llevemos ya dos años sin que ninguno haya dado el salto después de comentar la temporada. Lasarte, en su segundo año, no subió a nadie y apenas dio minutos a un Illarramendi que ya había debutado con Lillo. Montanier contó desde el principio con Cadamuro, Iligo Martínez y el propio Pardo, que completó la pretemporada con el primer equipo, pero durante la temporada, incluso con bajas, se resistió a tirar del Sanse, lo que incluso dejó coja una convocatoria. Ros estuvo en dos listas pero no jugó. Loren ya habla de la necesidad de tomar decisiones con respecto a los laterales del Sanse y las ausencias por lesión de la pasada temporada ya invitaban a dar un paso adelante en otros puestos. Hay una mezcla de valentía y temor cuando, históricamente, pocas veces el Sanse ha fallado a la Real en una hora de necesidad.
La estrategia. El balón parado es una de las grandes asignaturas pendientes de la Real. El txuri urdin fue uno de los pocos equipos que el año pasado no marcó de falta directa, y el fichaje de Chory Castro puede ayudar a solucionar ese problema. En contra, Bravo vive un calvario con las faltas directas y es de los que más encaja. Al margen de los números, que no son especialmente elogiables, la sensación de que falta trabajo en los córners y faltas de estrategia, especialmente en ataque, está muy asentada y con razón. El poderío aéreo y la altura de nuestros centrales no se aprovechó para marcar ningún gol. Sólo Agirretxe y Elustondo culminaron con gol un córner. Urgen soluciones ahí.
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