Jesús Mari Zamora es el autor del gol de Gijón. Aquel 2-2 que, el 26 de abril de 1981, convirtió a la Real en campeona por primera vez en su historia. A veces da la sensación de que su carrera queda limitada a ese momento, a ese instante, a ese disparo, a esa carrera hacia la grada de El Molinón, a ese grito de rabia que trasladó al mundo entero la felicidad txuri urdin. Pero Zamora ya era entonces mucho más que eso, y tras ese instante se convirtió en mucho más para la Real. Sí, fue con aquel gol el hombre que culminó el trabajo de una temporada, de toda una vida, pero cuando ese momento llegó Zamora ya llebaba seis años jugando con el primer equipo, desde que debutara en Málaga el 16 de febrero de 1975. Fue Andoni Elizondo quien le dio la alternativa con la Real, pero quien insistió para que eso se produjera fue Javier Expósito, el auténtico padre del equipo campeón.
El cromo que encabeza estas líneas pertenece a la temporada 1976-1977. Zamora no tenía todavía el pelo tan largo como le vemos siempre en esas inolvidables fotos de Gijón y no tenía el bigote tan perfilado como en sus imágenes más conocidas. Pero ya era Zamora. Ya era ese zurdo que dominaba el centro del campo de la Real y hacía cosas imposibles con el balón y con el juego del equipo. Ya era el jugador por el que Núñez suspiraba para el Barcelona, y por el que llegó a ofrecer a Orbegozo el pago de la construcción de Zubieta (por él y por Arconada). Acabó jugando 588 partidos con la camiseta txuri urdin, sólo superado por Górriz y Arconada. Marcó 79 goles, con sólo once jugadores con más tantos en el ránking histórico. Y jugó 30 veces con la selección española, sólo superado en lo que a realistas se refiere por Arconada (68) y Satrústegui (32).
En su libro Diarios del galés, Toshack hace una primera anotación sobre Zamora de lo más curiosa, fechada el 27 de julio de 1985. "Zamora y Larrañaga necesitan ser más positivos y pasar balones hacia delante con más frecuencia. Abusan del pase horizontal o atrasado". Como no podía ser de otra forma, Toshack también se rindió a la calidad de Zamora y fue uno de los pilares de su Real, como lo había sido de la de Ormaetxea, de la de Irulegi y, por poco tiempo, de la de Boronat. O del Sanse de Expósito, donde jugó 52 partidos y marcó 12 goles. Zamora se retiró al finalizar la temporada 88-89, después de ser uno de los siete jugadores que han ganado todos los títulos que ha ganado la Real. Se despidió junto con Arconada, dando una vuelta de honor en Atotxa.
Su último gol se lo marcó, como no podía ser de otra manera, al Athletic de Bilbao y en San Mamés. Hasta en eso demostró ser un realista de corazón. Aquel día la Real ganó 2-3 y Zamora hizo el que entonces era el 0-2. Justo un mes antes, Zamora había anotado el último gol de la Real en la UEFA de aquel año, el 1-0 ante el Sttutgart, en Atotxa. No bastó para pasar una eliminatoria que se decidió por penaltis. Aquel partido fue, quizá, la última gran lección magistral de Zamora, la última pica que puso, por triste que fuera debido a una increíble e injusta eliminación, en la historia europea de la Real. Porque si Zamora es algo en la Real, es precisamente eso: historia. Y de la grande.
No hay comentarios:
Publicar un comentario