Fue terminar la Liga y empezar a hablar de fichajes. En el caso de la Real, ese debate comenzó unos días más tarde porque teníamos las manos llenas con el despido de Martín Lasarte y la llegada de Philippe Montanier, pero ha llegado con fuerza debido a que el equipo txuri urdin es uno de los tres que todavía no han contratado a ningún futbolista nuevo, junto al Barcelona y al Racing de Santander. No creo andar muy desencaminado si digo que la amplia mayoría de la masa social realista considera necesarios unos cuantos fichajes. Y yo, me vais a permitir que me deje llevar de nuevo por mi sempiterno optimismo con respecto a la Real, no lo tengo tan claro. ¿Fichajes? Ya tenemos fichajes. ¿Cómo podemos considerar si no a Illarramendi, Ros, Cadamuro, Iñigo Martínez, Albistegi e Iker Hernández? ¿No se les puede dar esa consideración a jugadores como Agirretxe, Ifrán o Llorente? El primero no contó en la pasada temporada y los otros dos se perdieron media Liga cada uno por lesión.
Para mí, son fichajes, ya lo creo que lo son, porque mejoran lo que tenía la Real en la competición que acabó hace ya casi dos meses. Sobre todo los potrillos que suben desde el Sanse. Quienes defienden el cese de Lasarte suelen esgrimir que es una decisión valiente, que indica que el club ha decidido no acomodarse y buscar cotas más altas. Un perfil alto en los fichajes, que es el que se está viendo en los nombres apuntados en la prensa, también denota valentía y esas ganas de progresar. Pero si esas opciones no son viables al final, fichar por debajo de lo deseado y buscado es un signo de lo contrario, de cobardía. Y lo es porque la Real ya tiene un equipo hecho. Un buen equipo además, aunque se desconfíe demasiado de él. Los fichajes, todos los que vengan de fuera, tienen que mejorar lo que ya tiene el equipo txuri urdin. Si no, estamos dando pasos en falso, estamos acometiendo huídas hacia adelante y a muy corto plazo, estamos (entonces sí) cortando el camino a quienes intentan dar el salto al primer equipo desde las categorías inferiores.
Vi el partido del sábado en Beasain. Un partido de pretemporada, sin duda. Pero vi cosas que la Real no tenía el año pasado. Vi a Ifrán como un puñal por la banda. Vi a Illarramendi controlando una amplísima zona del centro del campo. Vi a Mikel González e incluso a Iñigo Martínez arriesgándose a salir con el balón jugado desde atrás. Vi una gran movilidad en los tres hombres del centro del campo como nunca tuvo el doble pivote. Sí, obviamente era el primer partido y ante un rival de mucha menor entidad que la Real. Pero las pretemporadas sirven para esto, para ajustar lo que quiere el entrenador y comprobar si los jugadores que tiene le sirven para sus propósitos. Tengo que reconocer que andaba entre los escépticos cuando se dijo que Montanier quería jugar con un 4-3-3. Pero, tal y como ya me sucedió con el 3-4-3 de Lillo, empiezo a estar convencido de las posibilidades que tiene. Y eso con sólo un partido jugado, un partido además lleno de las imprecisiones típicas del verano.
Portería y defensa no van a dar muchos quebraderos de cabeza. Bravo será el titular y queda por ver si este año Loren es capaz de colocar al portero que ha puesto en el mercado (Zubikarai), a diferencia de lo que sucedió en la 2009-2010, cuando quiso vender a Bravo y Riesgo para ganar dinero y no colocó a ninguno de los dos. En el lateral derecho, Carlos Martínez y Estrada pelearán por el puesto. El izquierdo, el punto más débil todavía de esta Real, es de De la Bella, con Cadamuro o Mikel González como recambio de emergencia. Por el centro sobra uno o quizás dos entre los Demidov, Ansotegi, Mikel González, Labaka, Cadamuro e Iñigo Martínez. Pero a partir de ahí no sé si somos conscientes de lo que ya tenemos y de que cada semana habrá jugadores importantes que se queden en el banquillo. Y es ahí donde tendrá que entrar en juego la pregonada valentía de Montanier. Sólo hay tres puestos en el centro del campo y otros tres en el ataque. Una obviedad, claro, pero ahora pongamos nombres a esos tres puestos.
En la primera línea de tres tienen encaje Elustondo, Markel, Aranburu, Zurutuza e Illarramendi, a los que habría que sumar a Albistegi y Ros así como al fichaje que todo el mundo da por seguro que llegará para esa línea. ¿Griezmann? Igual el francés le encuentra acomodo ahí, no lo descartaría del todo. ¿Quiénes se quedarán primero fuera del equipo y después del once titular? Se me antoja una difícil elección. Illarramendi viene muy fuerte, pero Elustondo está ante la oportunidad de su vida en el puesto en el que Lillo le hizo explotar antes de sufrir una grave lesión. ¿Zurutuza al banquillo? Es el jugador de más calidad. ¿Aranburu? El capitán acabó la Liga en una forma espléndida. Ros me ilusiona, y lo hará más si gana en llegada al área y explota el gol que tiene (11 en 84 partidos con el Sanse). Sólo juegan tres, insisto, y, para mí, el nivel puede ser muy alto en esta zona del campo, por paradójico que sea la que más dolores de cabeza ha dado a los últimos entrenadores de la Real.
Para la segunda línea de tres, la cosa es aún más complicada, y eso que Tamudo ya no está en el equipo. Pero que Agirretxe, Llorente, Xabi Prieto, Griezmann e Ifrán opten a esos tres puestos ya complica mucho la aceptación del once liguero que Montanier configure cada semana. Y eso sin contar a Sarpong y Sutil, jugadores que, al margen de la concepción que tengamos de ellos cada uno de nosotros, todos colocamos por el momento en un escalón más bajo e incluso en riesgo de seguir en el equipo. Tengamos en cuenta que se ha hablado de un fichaje para la parte izquierda e incluso del de un delantero. El overbooking está servido y eso sin haber podido calibrar todavía si Iker Hernández está en disposición de dar el salto al primer equipo durante esta temporada (no digo ya en la pretemporada). Sobra decir que mantengo en Agirretxe toda la confianza del mundo, más después de sus dos goles del sábado, y Llorente, si su lesión está curada, es una garantía. ¿Y por la izquierda? ¿Griezmann o Ifrán? Porque Xabi Prieto es, con Bravo y De la Bella, el único indiscutible del once en estos momentos.
Ahora, después de este primer análisis surgido del debut en la premtemporada y de la configuración actual de la plantilla, pensemos con frialdad: ¿necesitamos fichajes? Igual sí. Pero si los hay, que mejoren lo que hay. Si no, recordemos lo que somos, tengamos claro que la Real es un equipo de cantera. Y apostemos por la valentía de no fichar si no es posible incorporar a alguien que mejore lo que ya tenemos. Al final, el tema de los fichajes no deja de ser un reflejo de la escasa confianza que a veces mostrarmos en las posibilidades de nuestros propios jugadores. Para mí, Illara y Agirretxe son dos grandes fichajes para la Real. El primero de hecho, el segundo de derecho. Grandísimos. Ya lo creo que lo son. Y ojalá lo demuestren a lo largo de la temporada.
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