lunes, mayo 31, 2010

REAL SOCIEDAD 2 - VILLARREAL B 1 Un sufrido penúltimo paso hacia la gloria

Si algo define la victoria ante el Villarreal B es el sufrimiento. Pero fue un sufrimiento con final feliz, un sufrimiento que vale la pena padecer durante casi dos horas por el estallido de felicidad que acompañó al pitido final del árbitro. La Real sufrió, sí, porque el rival fue mejor. Pero la Real ganó, también, porque supo leer el partido y aprovechar, esta vez sí, su ocasión de anotar. Lo cierto es que el partido pudo caer de cualquier lado, pero el caso es que este año los partidos así caen del lado de la Real, no por casualidad, y en años precedentes rara vez sucedía así. Por eso el equipo txuri urdin es líder de Segunda. Por eso estos tres puntos son el penúltimo paso en el camino de regreso a la Primera División. Quedan tres jornadas, pero si la Real hace lo que sabe la fiesta será en una o en dos semanas. Lo que aconteció en Anoeta fue una de esas tardes para vivir y para recordar.

Lasarte se ciñó al guión previsto. Colocó a Mikel González como lateral derecho para no sobrepasar la exigencia del regreso de Dani Estrada, alineó a Diego Rivas en el mediocentro pese al esguince que sufrió el jueves, mantuvo al tridente de mayor calidad en la mediapunta y colocó a Carlos Bueno como delantero centro. Casi el equipo de gala de esta Real que no deja de oler a Primera, diga lo que diga el marcador. Había que salir con lo mejor para ir a por el partido desde el principio. Pero el plan falló. No por algo que hicieran mal los realistas, no, sino porque delante se colocó un equipo que tocó, tocó y tocó hasta el aburrimiento de los jugadores locales, que perseguían sombras. Los primeros 17 minutos fueron un suplicio. El Villarreal B tocaba y llegaba al área de Zubikarai con más frecuencia de lo que podía esperar un Anoeta casi lleno. El meta txuri urdin y Labaka salvaron la más clara ocasión del conjunto amarillo, el primero con su salida, en la que tocó el balón lo justo para ralentizarlo y que el central consiguiera sacarlo bajo palos.

El Villarreal B, con Jefferson Montero, encontró una autopista en la banda izquierda de su ataque, la que ocupó Mikel González. Pero, insisto, no por deméritos de la Real. Mikel sufrió lo indecible y tuvo que recibir más ayuda de lo normal de Diego Rivas, Aranburu, Xabi Prieto y los centrales. Ahí estaba el peligro para la Real, pero poco a poco el equipo en general y Mikel en particular se rehicieron. Los de Lasarte ya habían entendido para entonces que el partido no se podía ganar con el plan inicial y se adaptaron a las circunstancias. Ahora había que salir con rapidez y buscar jugadas fulminantes. Aranburu lo leyó a la perfección y suyas fueron las mejores jugadas. Cuando la Real empezaba al menos a buscar el equilibrio en la posesión, el balón cayó en los pies de Xabi Prieto. Él solito se inventó la jugada del penalti. No seré yo quien lo discuta a estas alturas. Los hemos sufrido más claros, pero el contacto es evidente. El propio Xabi Prieto asumió la responsabilidad y con una leve picadita introdujo el balón en la portería del Villarreal B. Un toque genial. Y es que a Xabi no le hace falta mucho más para desequilibrar un partido.

Así comenzaron los mejores minutos de la Real. No es que el Villarreal cediera el balón, ni mucho menos, pero las sensaciones ya eran distintas. Los de Lasarte empezaron a tener presencia y llegada. Y entonces apareció de nuevo el árbitro, como tantas veces ha ocurrido esta temporada, como hacía temer una decisión a favor. Un levísimo forcejeo recíproco acabó convertido en penalti contra la Real. Ese fue el primer peaje arbitral por haber dado al equipo txuri urdin la posibilidad de anotar su primer gol de la temporada desde los once metros. El primero, pero no el único, porque Del Cerro Grande, despedido con una sonorísima pitada de Anoeta en el descanso, expulsó al preparador físico Balbi y al preparador de porteros Navajas, demostró que tenía muchas más ganas de señalar faltas y tarjetas contra el equipo local que contra el visitante e incluso cabreó más a la grada, mucho más, por jugadas sin importancia que por este penalti. ¿Es "malo" el adjetivo que buscamos para los árbitros? A veces dejan la sensación de que hay más. El caso es que el Villarreal B aprovechó su ocasión y empató, a pesar de que Zubikarai llegó a tocar el balón.

Con el empate, todavía en la primera parte, la Real tiró de casta. Pudo marcar justo antes del descanso, pero Bueno cabeceó a saque de banda un impecable servicio de un magistral De la Bella (quizá el mejor jugador del equipo en la segunda vuelta) y antes se había quedado a escasos centímetros de empujar un balón suelto tras una falta botada por Griezmann. En cualquier caso, ya no era el baño de los primeros minutos. La Real empezó a hacer jugadas de mérito que no llegaban al final por pequeños detalles, un pase demasiado corto, un control demasiado largo. Así llegó el corner que acabó decidiendo el partido. Griezmann, zurda de oro la suya, puso el balón en el segundo palo. Allí llegó Mikel González para dar un sentido épico y hermoso a su primer gol con la Real. Anoeta estalló de júblio. El equipo realista había sido capaz de hacer lo más difícil. Superar dos veces en el marcador a un equipo que mostró más calidad, levantarse tras otro mal arbitraje y saber reconducir el partido hacia el terreno que más le interesaba.
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Porque, con el 2-1 en el marcador, si un equipo pudo marcar ese fue la Real. Cierto es que Zubikarai tuvo que sacar una magnífica mano arriba y protagonizar una espléndida salida por bajo, pero la Real se hartó de tirar contraataques. De la Bella, Aranburu y Griezmann los lanzaban. Bueno y Nsue buscaban culminarlos. Xabi Prieto deleitó con unas cuantas virguerías y estuvo a punto de cerrar el partido, primero en una jugada personal que se le quedó atrás, después con un pase que Nsue no pudo controlar y más tarde en una jugada que Griezmann acabó centrando francamente mal. Xabi, en todo caso, echó de menos a Carlos Martínez. Los laterales son un arma fundamental de esta Real. El equipo no consiguió cerrar el partido y por eso se sufrió hasta el final. Por eso y porque el Villarreal B convirtió el final del partido en un asedio. Los malpensados podrán imaginarse que empatar no era el único incentivo para el filial amarillo. También se sufrió porque Lasarte decidió arriesgar y mantener a Rivas y Aranburu, ambos con tarjeta (y ante un árbitro que parecía de lo más dispuesto a dejar a la Real con diez), y sacar del campo a unos muy cansados Zurutuza y Bueno.

El gran triunfo de la Real pasa por su defensa, prodigiosa durante toda la temporada. Porque el Villarreal dominaba y daba sensación de peligro, sí, ¿pero cuántas ocasiones claras de gol tuvo? Más bien pocas. Ahí estaban Mikel, Labaka, Ansotegi, De la Bella y el resto (porque defienden todos, Bueno el primero) para desbaratar el peligro. El equipo acabó demasiado encerrado, pero el sufrimiento no vino por verse desbordado, ni mucho menos. La Real supo moverse en todos los momentos del partido, incluso cuando más agobiado se vio por la calidad y el toque del filial amarillo. Quizá Lasarte debió meter antes en el campo a Elustondo y Nsue, pero el retraso no mermó en absoluto las posibilidad de la Real de cerrar el partido o la capacidad de mantenerlo en su terreno, por muy presionante que fuera el Villarreal B. Y el triunfo fue ese, entender que lo importante era ganar. Cierto que los dos goles fueron a balón parado y de ninguno de los delanteros, por lo que el problema sigue vivo. Pero se ganó porque se pudo ganar, porque se vio en el balón parado la mejor opción para hacerlo, y porque se jugó para ganar. Con unas armas que la Real domina.
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Y aunque todos los rivales salvo el Elche ganaron, el triunfo no sólo es vital sino que acerca mucho más a la Real a la Primera División. Un triunfo y dos empates o dos triunfos convierten al equipo de Lasarte en inalcanzable. Un triunfo puede bastar para subir. Son cuatro los puntos de ventaja que le saca a tercero, cuarto y quinto clasificados, y ocho a un Elche que con su derrota del sábado parece definitivamente descartado como rival txuri urdin (aunque todavía puede llegar a la tercera plaza). La afición salió de Anoeta pensando que el ascenso es casi una realidad. Todavía no, falta otra victoria. Que sea en Cádiz para acabar con el sufrimiento, aunque no baste para subir ese día. Y que la fiesta sea, si no puede ser en tierras andaluzas, ante el Celta en Anoeta. Los gallegos nos deben una alegría desde aquel 15 de junio de 2003, cuando Balaídos se convirtió en el final de un sueño que debió acabar con el tercer título de Liga para la Real. Una Real que es líder, que ganó cuando debía hacerlo y que está a un paso de recuperar su lugar en la élite. Con más mérito del que ahora mismo muchos le están dando.

2 comentarios:

cityground dijo...

Que importante es esta victoria, creo que en Cadiz vamos a romper nuestra mala racha fuera de casa. El Villarreal B es el equipo que mejor juega en la categoría, mucho merito este triunfo.

Lastima el gol del Betis en el último minuto, que suerte tuvieron, estaba en el Alcoraz.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Cityground, es importantísima y estoy totalmente de acuerdo en que tiene mucho mérito. Lástima lo del Alcoraz, sí...