miércoles, marzo 24, 2010

Visiones y conspiraciones

En la temporada del último subcampeonato se produjo una circunstancia que en su momento me pareció algo indignante y, con los años, curiosa. Durante la parte intermedia del torneo liguero, la Real sufrió una serie de arbitrajes nefastos. La actuación arbitral fue uno de los factores que llevó a la Real a jugarse la vida en Vigo ante 9.000 realistas ilusionados. Muchos tendrán en la memoria el penalti inexistente en el último minuto en el campo del Betis. Otros el interminable descuento en Anoeta ante el Villarreal, descuento alargado artificialmente hasta que los visitantes empataron. También habrá quien recuerde la colección de penaltis de Aitor Ocio a Kovacevic en San Mamés. Y algunos menos tendrán en la memoria la lesión de Xabi Alonso ante el Espanyol por una criminal patada de Lopo que ni siquiera se sancionó con falta, el penalti en el Calderón que no impidió que la Real ganara o el gol del Valencia a dos jornadas del final, tras una falta inexistente.

Fueron muchos los puntos que se quedaron en el camino. Puntos que, a la larga y le pese a quien le pese, influyeron lo suyo en que la Real no finalizase la Liga como campeona. Fue inevitable que se hablara hasta de manos negras en contra del equipo txuri urdin (no hay que olvidar que su anerior subcampeonato, el de 1980, se produjo con primas desde Madrid a Betis y Sevilla). De Pedro lo hizo, por ejemplo. Y Westerveld habló sin reparos de que habríamos estado de fiesta antes del final de la Liga si no hubiera sido por los árbitros. Pues bastó una sola decisión arbitral favorable a la Real para que saltaran algunas voces riéndose de las quejas procedentes de San Sebastián. Fue en Málaga, a cuatro jornadas del final. Los andaluces sufrieron una expulsión injusta, la de Sandro (que, por cierto, ocultó otra mucho más clara, la de Romero, que perdonó el colegiado aquel día, González Vázquez) y hubo un penalti por mano de Xabi Alonso no señalado. El ínclito Fernando Sanz, entonces jugador, no tuvo reparos en quejarse ninguneando todo lo anterior que sufrió el conjunto de Denoueix. "Joder con el complot arbitral contra la Real", dijo, encontrando después eco en algunos jugadores del Madrid como Michel Salgado.

Me ha venido a la cabeza aquella muestra de cinismo al ver parte de lo que se ha desatado tras la victoria de la Real el domingo ante el Levante. Leyendo algunas informaciones de prensa de los últimos días, la vergüenza ajena es lo único que se puede sentir. Pino Zamorano es un árbitro malo. Malísimo. De lo peor. Yo no sé si tiene algún tipo de especial manía persecutoria hacia el Levante, como llegan a insinuar algunas informaciones, porque no sigo tanto al equipo valenciano. O manía a Ballesteros, algo que también se apunta por ahí. Lo que pasa es que las informaciones hay que apuntalarlas con hechos, y no con parrafadas forofistas que no llevan a ningún lado, que confunden a los lectores que no hayan visto el partido y que, sí, eso también, generan violencia. No suelo tener buenas palabras hacia los árbitros, porque creo que hacen mal su labor, rematadamente mal, en casi todos los partidos. Creo sinceramente que arbitrar no es tan difícil como hacen que parezca. Creo que sus errores no son del todo humanos, sino perfectamente subsanables. Pero lo que he leído no es lo que sucedió.

La lectura de la labor arbitral del domingo es bien sencilla. Tras una labor general más bien discreta y con cierto tono anticasero, señala un penalti inexistente a Diego Rivas. Inexistente. Lo pongo dos veces por si alguien tiene alguna duda, porque parece que algunos periodistas han preferido omitir este detalle en su relato de los hechos. Si se pita penalti, la tarjeta a Rivas es clara, y habría supuesto su expulsión. Expulsión injusta porque el penalti es igual de injusto, pero expulsión. Acto seguido, expulsa a Ballesteros. La tarjeta amarilla es justa por golpear a Xabi Prieto con el codo en el pecho en pleno salto. Esta tarjeta se la han quitado porque el árbitro miente en el acta, donde señala que amonestó a Ballesteros por "sujetar a un adversario en la disputa del balón, impidiendo su progresión". Nada que ver con la realidad. El motivo de la segunda amarilla no se vio por televisión. Tampoco el acta del colegiado lo aclara. Seguro que fue excesiva. A Ballesteros le han puesto una tarjeta más por su deliberado retraso en abandonar el campo, con lo que está igualmente sancionado para la próxima jornada. Eso es lo que pasó.

Causa vergüenza ajena, como decía antes, ver cómo periodistas afines al Levante deciden escribir con la camiseta de su equipo puesta. Por ejemplo, la versión digital de AS lleva dos días hablando de un robo al equipo valenciano sin rubor alguno. Y no deja de ser curioso, porque la edición en papel del lunes hablaba de una actuación arbitral perjudicial para la Real. Igual es que para la versión digital pesa más la publicidad que el Levante lleva en el pantalón, curiosamente de ese mismo periódico. A mí no deja de hacerme gracia que se prefiera escribir así a contar la verdad. Yo vi un arbitraje de un colegiado incontrolado e incontrolable que cambió un partido que la Real tenía totalmente controlado. Si con la excusa de Pino Zamorano, otros (incluyendo al entrenador visitante) vieron que los levantinistas tenían el partido en su mano, de verdad que lo siento mucho por ellos, porque Bravo apenas tocó el balón en todo el encuentro y nadie en su sano juicio o que no falsee la realidad por intereses partidistas puede ver otra cosa.

Yo no sé si hubo una conspiración para que la Real no ganara la Liga en 2003. Tampoco sé si algunos han tenido visiones durante el partido contra el Levante. Lo que sé es que esta Real es líder destacada con sólo un penalti a favor en toda la temporada. Si esto acaba así, habrá que tirar de hemeroteca para saber cuántos equipos han subido a Primera con ese pobre bagaje arbitral a favor. Y esgrimiendo ese dato, no sé como a algunos no se les cae la cara de vergüenza al intentar poner a la Real como un equipo beneficiado por los árbitros. Cuando lo es, lo digo. Cuando le perjudican, lo digo aún más alto en esta jungla en la que se ha convertido el fútbol, en la que a nadie ya le importa la limpieza y la justicia de la competición. ¿O es que tenemos que volver a recordar a los Sanz? No, mejor no. Que este año tiene pinta de que no pueden con nosotros ni siquiera así.

2 comentarios:

Pepelu Gámez dijo...

tienes más razón que un santo. Los árbitros y la prensa son el tumor del fútbol español.


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Juan Rodríguez Millán dijo...

Pepelu, gracias por tu comentario. Los dos tienen mucha responsabilidad en el lamentable estado del fútbol español, sí.