lunes, agosto 17, 2009

"...seguimos siendo de la Real"

Nada más finalizar el partido contra el Madrid, el speaker de Anoeta dijo que "a pesar del resultado, seguimos siendo de la Real". Yo casi diría que somos de la Real incluso porque a veces el resultado no nos acompaña. No sé si sabría explicar lo que significa tener el corazón txuri urdin, porque son muchas cosas. Muchas de las que se vivieron el sábado en este estadio, tercera casa del equipo txuri urdin, encajan con lo que cualquier realista siente. Por eso fue una noche inolvidable, que se recordará durante los próximos cien años. Por lo menos hasta que este club conmemore su segundo centenario. Entonces, quienes tengan la suerte de vivirlo echarán la vista atrás y revivirán todo aquello que ha pasado en ese tiempo, como hicimos todos el sábado con los cien primeros. Si estos ya han sido increíbles, lo que nos queda por vivir es igualmente apasionante. La noche empezó con la metáfora que supone la música de Desafío total, para saludar la salida de los jugadores al campo en su presentación, pero acabó con un I will survive que encaja con el momento actual. Y es que si la Real es algo es precisamente el desafío de sobrevivir.

Todo, desde la presentación del equipo hasta la despedida, todo estaba pensado para despertar el sentimiento txuri urdin más intenso. Y todos rememoramos algún momento especial para nosotros. Pudo ser cuando saltó al campo en la presentación ese jugador que nos emociona o al que conocemos. Pudo ser cuando todo Anoeta se puso en pie para aplaudir a Xabi Alonso. Pudo ser cuando, con el primero de los vídeos que repasaban nuestra Historia, cantamos el gol de Zamora. Yo siempre quise cantar el gol de Zamora, ese que nos dio una Liga y nos convirtió definitivamente en el más grande de los pequeños, y ahora he cumplido ese pequeño sueño. Pudo ser con la hermosa narración del segundo vídeo. Pudo ser cuando Anoeta se quedó a oscuras y saltaron al césped los cuatro trofeos esenciales para entender por qué tiene tanto mérito la Real. O cuando Mikel Erentxun y compañía cantaron el himno que han compuesto para conmemorar este centenario o al escuchar el Zorionak Zuri de Amaia Arberas. Pudo ser cuando se soltó un globo por cada gol, cada uno pensando en ese tanto que jamás podrá olvidar. Pudo ser en muchos momentos. O en todos ellos.
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Cuando la bandera del centenario entró en Anoeta y recorrió toda la pista de atletismo, el sentimiento era de orgullo. El mismo que sentí cuando en la segunda parte vi a un chaval animando sin parar a su Real, con su camiseta y con uno de los mil balones que se lanzaron a la grada. El mismo que al dejarme la voz y la garganta cantando al final el Txuri urdin más emotivo que jamás he vivido (impagable e inolvidable la actuación de Amaia Arberas; gracias), mientras Anoeta se convertía en una fuente de luz, fuegos artificiales y magia, y sobre su cesped se reflejaba ese número mágico. Cien. Cien años ya y toda una vida para todos los que nos sentamos el sábado en Anoeta, para los que no estuvieron, y para los que lo viven en la distancia. Qué digo sentarnos, nos pusimos de pie tantas veces... Y alguna lágrima se escapó casi sin querer. Las mías fueron de felicidad al ver al gran Arconada, el 5-0 al Athletic, el 4-2 al Real Madrid (que, sí, engrandeció con su presencia y con la de sus aficionados, sobre todo dos muy especiales, una noche que jamás se borrará de mi cabeza), y de tristeza al ver de nuevo a mi equipo perder una Liga en Vigo. Esa misma lágrima que ya se me escapó en 2003.

Y cuando acabó este hermoso compendio de sensaciones, la que predominó por encima de todas es la de que la Real es inmortal. No importa en qué división esté. No importa que sean momentos de gloria o de sufrimiento. No importa que las cosas vayan mal. La Real nunca va a morir porque va en nuestros corazones. Lo del sábado fue una muestra más. Durante toda la tarde se vieron muchas camistas blancas y azules, pocas del centenario por un error difícilmente perdonable y bastante inexplicado, pero daba igual. No fuimos a ver al Madrid, tampoco por un partido de fútbol. Fuimos por la Real. Por la que saltó al campo, por cada una de las que han jugado en estos cien años, por las que nos quedan por ver. Por la Real. Siempre por la Real. Y como gritamos todos juntos al unísono, para animar nuestros corazones, para demostrar el realismo que llevamos dentro desde que nacimos, ¡¡¡bat, bi, hiru, lau, bost, sei, zazpi, Real!!! Porque seguimos siendo de la Real y lo seremos siempre, para lo bueno y para lo malo.

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