Uno de los cinco goles del Villarreal. |
El desastre de los primeros 45 minutos tiene una explicación muy evidente. Ningún jugador de la Real estuvo por encima de ninguno de los del Villarreal, ni de sus homólogos ni de sus rivales directos sobre el césped. Empezando por lo único salvable, Vela fue el único que dio un nivel aceptable. Fue el único que intentó encontrar alguna vía de hacerle daño al Villarreal, y tuvo que ser frenado por las patadas de los jugadores locales. Él solo forzó dos tarjetas amarillas, a Costa y a Bruno, y pudo sacar alguna más, pero Velasco Carballo se conformó con nivelar la tarjeta que mostró a José Ángel en el primer minuto y dejar claro con la siguiente amarilla que el equipo que estaba dando era el Villarreal. La conciencia le impidió después amonestar a Markel, aunque lo mereció. Vela fue, por tanto, el único salvable, y de sus botas nació la única ocasión de gol de la Real en los primeros 45 minutos, casi en todo el partido, una gran cabalgada tras recibir un saque con la mano de Bravo que culminó con un preciso pase al hueco a Xabi Prieto, que no pudo levantar el balón lo suficiente para salvar la salida de Asenjo. Esa jugada ya llegó con el 1-0 en el marcador.
Y es que el resto de la primera mitad fue un monólogo del Villarreal. Es cierto que Marcelino entendió mejor que Arrasate algunas lecciones del choque copero del pasado jueves, pero la diferencia en el partido no estuvo en la pizarra, sino en la intensidad con la que los jugadores de uno y otro equipo aplicaron las órdenes de sus respectivos entrenadores. La Real tiene un problema perpetuo, uno que las victorias y el esfuerzo camuflan, y es que si Pardo no está bien pierde toda salida de balón por el centro. Y hoy no lo estuvo, sea en lo físico, en lo futbolístico o en ambas cuestiones. Con Markel a su lado, no hay otra alternativa para iniciar juego, y ese peso recae en los lanzamientos largos. Si el rival acierta como hoy en su presión arriba y controla los balones largos con facilidad, y es ahí donde Marcelino sí aprendió del partido anterior entre estos dos equipos, la Real queda completamente desactivada y reducida a la clarividencia de sus jugadores estrella. Vela lo intentó y fue frenado a palos. Griezmann naufragó por completo, incluso perdiendo él solo algunos balones. Y Xabi Prieto no existió. La Real, por tanto, no compareció.
El partido, de esa forma y salvando la mencionada ocasión de Prieto, fue un monólogo. Bravo tuvo que salvar la primera intentona del Villarreal en el minuto 7 saliendo a los pies de Bruno, después vio un par de disparos fallidos desde fuera del área pero ante los que hubo poca oposición y un tiro cruzado de Gio sin ángulo como para marcar. El 1-0 llegó en el minuto 16. Mario llegó apurado a la línea de fondo y sorprendió a una Real que ni siquiera se colocó para frenar un eventual pase atrás. Iñigo se equivocó en su movimiento, pero el gol llegó porque Markel dio la jugada por terminada y no siguió en su marca a Gio, el jugador al que estaba siguiendo. Tras la ocasión de Prieto, Uche hizo el segundo. En este no tiene mucho sentido buscar culpables porque fue un golazo de enorme categoría, una jugada colectiva extraordinaria y de muy difícil defensa. Y en el 33 llegó el tercero. Giovanni lo convirtió en una jugada en la que la intensidad de todo el equipo realista quedó retratada en comparación con la del Villarreal. Eso fue lo que marcó la diferencia entre uno y otro equipo.
Aún con los errores que se puedan achacar a Arrasate en el planteamiento del partido o en la falta de soluciones durante los primeros 45 minutos, su actitud en el descanso fue valiente. Obligado o no, quitó en el descanso a los dos jugadores más desaparecidos, Pardo y Griezmann, aunque quizá no tendría que haber sacado a ninguno de los dos en el once inicial. Y apostó por un cambio radical que, por desgracia, no dio frutos en este partido ni sirvió de mucho para futuras opciones. Colocó una línea de tres atrás introduciendo a Mikel González junto a Ansotegi e Iñigo Martínez, adelantó la posición de Carlos Martínez, que sigue sin acercarse lo más mínimo a su nivel de la temporada pasada, y de José Ángel, que hoy fue un incuestionable coladero, y trató de que Zurutuza fuera su opción para salir con el balón jugado. Pero Zuru perdió los tres primeros balones que tocó, síntoma inconfundible de que la machada de remontar este 3-0 iba a ser del todo imposible, por mucho que la presión de la Real arrancara de una forma mucho más adelantada y efectiva que en la bochornosa primera mitad que firmó el equipo txuri urdin.
No es que el resultado estuviera en cuestión, ni mucho menos, pero por si había alguna duda el partido se acabó definitivamente en el minuto 54, sin que la Real fuera capaz de haber puesto en peligro la portería de Asenjo. Fue en ese minuto cuando Uche hizo el segundo de su cuenta particular y el cuarto del Villarreal, aprovechando la tardía reacción de un Iñigo Martínez irreconocible que está firmando demasiados partidos por debajo de su nivel. Cuatro minutos después cayó el quinto, obra de Moi Gómez y el partido se puso en disposición de convertirse en una goleada histórica, porque sonrojante ya lo era desde bastantes minutos atrás. Que el agujero en el barco txuri urdin no fuera aún más grande quizá fue por su único gol de la noche. Agirretxe peinó un córner botado desde la esquina derecha de su ataque, dejando sin opciones a Asenjo. Marcelino tuvo que salir a dar un toque de atención a los suyos, porque estaban defendiendo las jugadas desde la esquina con una displicencia bastante evidente. Pero la Real no estaba para demasiadas florituras y no aprovechó el gol para tratar de recortar distancias.
La buena noticia es que desde ese momento, y con media hora por delante, el marcador no abochornó más todavía a la Real. El Villarreal se dedicó a los homenajes, a los cambios para que sus jugadores fueran aplaudidos y alguno de sus hombres optaron por buscar un gol por su cuenta, lo que hizo que, en realidad, no hubiera ocasiones de gol demasiado claras. Pero la Real, en una de esas noches aciagas en las que todo sale mal, sí acumuló algún que otro motivo más para el disgusto. Markel, tras un partido absolutamente desastroso, pidió el cambio y habrá que esperar para conocer el alcance de la lesión. Entró en su lugar, sorprendentemente, Javi Ros, que no jugaba desde el partido de vuelta de Copa ante el Algeciras, cuando hizo su primer gol con la camiseta de la Real. Iñigo Martínez debió ser expulsado por una durísima entrada, fruto de la frustración, pero a Velasco Carballo quizá le pesó de nuevo en la conciencia el haber perdonado más de una tarjeta y más de una falta al Villarreal, lo que no hubiera cambiado el signo del partido pero habría ahorrado, por ejemplo, el enfado de Zurutuza que le costó la amarilla.
El final del partido fue un alivio más que otra cosa. La noche fue vergonzosa y no pueden salvarse más que los intentos de Vela y algo del coraje de Agirretxe. El resto se reparten diferentes niveles de suspenso. Con esta contundente y merecida derrota, la Real se aleja de nuevo a cuatro puntos de la cuarta posición, pierde la quinta a manos del Villarreal y recibe el claro mensaje de que para superar al equipo castellonense tendrá que sumar un punto más, pues el 5-1 destroza cualquier posibilidad real de superar a este rival en un hipotético empate a puntos. En el average, por cierto, nadie pensó hoy, lo cual es otro defecto más de este lamentable partido de hoy, en el que el naufragio fue general. Se puede personalizar o incluso mirar al banquillo en busca de explicaciones, pero no tendría mucho sentido. El calendario viene a ser la tabla de salvación de la Real, que tendrá la ocasión de redimirse ante el mismo rival, en el mismo escenario y con un premio diferente, pasar de ronda en la Copa. Si a los jugadores les ha dolido este 5-1, tienen la mejor oportunidad posible de demostrarlo. Eso sería carácter, que es lo que hay que mostrar tras un descalabro.
2 comentarios:
Haremos como que este partido no ha existido.
Antonio, nosotros sí, el equipo bien hará en recordarlo, porque hay que evitar que mañana se repita algo así.
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