El gol de Ros que vale unos cuartos de Copa. |
Hay un triunfador evidente en este partido: Jagoba Arrasate. Él tenía que sobreponerse a los problemas tácticos del lunes y el once que escogió para ello había generado mucho debate antes del encuentro. Lógico, por otra parte, porque no había ni una asociación en el campo que fuera habitual. Ni la de los centrales, ni la de las bandas, ni las de los mediocentros. Fue un once de emergencia que, además, tenía que estar sustentado sobre el trabajo de Gaztañaga, debutante como titular en el primer equipo. Y que tenía que aplicar sobre el césped las enseñanzas que dejó la sonrojante goleada del lunes. Todo se superó con nota. Jagoba mostró desde el principio que no quería una sola llegada por el centro. Fundamental en esa tarea fue el partidazo de Gazta, uno de los potrillos que ya venía llamando a la puerta del primer equipo con fuerza y que hoy mostró que está para subir, apoyado por Elustondo y Ros, pero también con los laterales muy cerrados hacia el centro. No importaban las bandas si Chory Castro y Xabi Prieto trabajaban y si las ayudas eran buenas.
La pizarra marcaba el camino y en el tercer choque ante el Villarreal los jugadores respondieron a la perfección a los retos que les exigió Arrasate. El equipo de Marcelino tocaba en las inmediaciones del área, pero sin encontrar ninguna profundidad. Buscaba las bandas, pero Chory y Prieto se hartaron a recuperar balones, mientras José Ángel y Carlos Martínez apenas robaban, porque la distancia que daban a los extremos era decisiva, pero sí cerraron todos sus centros y jugadas con mucho acierto. Y Gazta daba unas señales de veterano extraordinarias por delante de ellos, bien escoltado por la bravura de Ros y la buena posición casi siempre de Elustondo. Tan diferente era el partido con respecto al lunes, que la primera intentona fue incluso para la Real, con un disparo de Ros que salió muy desviado. En la primera media hora, el Villarreal apenas llegó al interior del área con cierto peligro en un centro imposible de Perbet, al que Ansotegi sacó muy bien hasta la línea de fondo para acabar con el peligro.
Es cierto que la Real tampoco llegaba, pero también que estaba consiguiendo algunos córners. No sacó provecho de la estrategia y eso, en un partido tan cerrado como éste, es quizá el punto más negro de la Real en este encuentro. Sin embargo, sí parecía intuirse peligro en las contras, algo muy meritorio si tenemos en cuenta que Seferovic no pudo bajar ni un solo balón y que faltaban sus dos artistas en esa faceta del juego, Vela y Griezmann. Pero en el minuto 32 llegó el gol para la Real. Un jugadón de fuerza, garra y técnica de Chory Castro por la banda izquierda lo culminó con un centro al área que Ros no pudo rematar. El balón acabó cruzando el área hasta llegar a los pies de Prieto. El capitán intentó colocar el balón, pero Juan Carlos lo detuvo. Eso sí, lo dejó muerto y Ros, llegando desde la línea de gol, lo impulsó al interior de la portería. No había dos jugadores del Villarreal por detrás de Ros cuando Prieto disparó, pero, al no tocar la pelota, la fallida parada de Juan Carlos le habilita para seguir en la jugada. Ros mostraba así una de sus mejores cualidades que se le han visto esta temporada en lo poco que ha jugado, la de descolgarse al área.
Con el gol de la Real, que obligaba al Villarreal a ganar el partido para pasar de ronda, los locales se quedaron algo noqueados. Pudo marcar Elustondo, pero Musacchio se le adelantó porque le faltó un punto de velocidad para alcanzar una dejada de cabeza de Seferovic, el único balón en el que el suizo pudo marcar la diferencia. En los últimos minutos de la primera mitad, el Villarreal dominó el balón y rondó el área de un Zubikarai que no tuvo ningún trabajo. En realidad, el equipo local no llegó a generar verdadero peligro hasta el minuto 54, con un disparo de Hernán Pérez que se marchó muy por encima del larguero. Tras esa jugada, Marcelino introdujo un doble cambio, poniendo sobre el césped a Aquino y Mario y acto seguido preparó también a Uche. Pero sus movimientos tácticos no aclararon el panorama en absoluto para el Villarreal porque el trabajo de la Real seguía siendo sobresaliente. Arrasate incluso reaccionó con prontitud a estos cambios y colocó a Zurutuza en lugar de Javi Ros.
El Villarreal consiguió marcar, pero el colegiado Prieto Iglesias lo anuló por fuera de juego. Las repeticiones no terminan de aclarar la jugada, pero pudo haber posición antirreglamentaria en los dos pases, el que recibe Musacchio primero y el que éste da a Perbet para que empuje el balón desde la línea de gol. Mucho nates de esa jugada, Prieto Iglesias demostró que quería tener un protagonismo exagerado. Como ya sucedió en el partido de Liga, las faltas del Villarreal no fueron cortadas como obliga el reglamento y varias de ellas, en más de una ocasión con la consiguiente tarjeta, se fueron al limbo. Ya en la primera mitad, Xabi Prieto sufrió nada menos que cuatro faltas sin castigo de amonestación. Era de esos días en que se intuye que el arbitraje va a ser peligroso y el trencilla no decepcionó, convirtiendo poco después un tropezón de Uche en un inexistente penalti. Una de esas normas del fútbol que no siempre se cumple es que los penaltis injustos se acaban fallando, y Perbet la hizo valer en El Madrigal mandando el balón fuera.
La Real, ya con Vela en el campo por un Seferovic que alternó un buen e ingrato trabajo con una excesiva desesperación que tendría que haber asumido por el partido que se planteaba, buscaba el gol al contragolpe, y pudo haberlo hecho en la siguiente jugada al penalti. Por motivos que sólo él conoce, Prieto Iglesias impidió que Zurutuza sacara rápido una falta para dejar solo a Vela ante Juan Carlos. El portero local lanzó un entradón injustificable al mexicano que, por supuesto, se quedó sin ver la amonestación cuando pudo haber mandado a Juan Carlos a los vestuarios y obligar al Villarreal a terminar la eliminatoria con un jugador de campo bajo palos. El colegiado no llegó a sacar las tarjetas de su bolsillo en todo el partido. Aún así, la Real contuvo a las mil maravillas al Villarreal, sufriendo sólo a balón parado. Musacchio tuvo la primera de las dos grandes ocasiones de que gozó su equipo en el tramo final, rematando a ciegas un envío al área, y la segunda fue de Bruno, cuyo cabezazo en un córner lo sacó José Ángel bajo palos en el minuto 86.
La única ocasión para hacer el 0-2 llegó ya en el minuto 92, cuando Vela encaró a Juan Carlos, pero el guardameta le sacó la vaselina que intentó. Daba igual, la eliminatoria estaba ya resuelta para entonces y se culminó con una machada realista a valorar en su justa medida. Fue un partido táctico, serio, de trabajo y actitud, la que faltó el lunes y la que se consiguió para alcanzar los cuartos de final de la Copa. La de Iñigo, redimido del lunes, y Ansotegi por el centro, la de un Gaztañaga que fue de más a menos, la de un Ros que suma su segundo gol en esta Copa y ambos de gran valor, la del trabajo de Chory. La de la Real como bloque. Y es verdad que juego ofensivo hubo poco, que sigue habiendo un problema a resolver en el puesto de delantero centro o que Xabi Prieto sólo destaca en defensa porque no consigue que le salga nada más allá de la línea del centro del campo. Pero en días como hoy prima el trabajo. Y ahí, cuando la Real está concentrada, es muy difícil que el rival supere su puesta en escena. La de hoy vale unos cuartos. Nos vamos de Copas y ante un Segunda B. Lo histórico de esta Copa puede seguir creciendo. Y mucho. Ahora toca seguir trabajando, pero también soñar con algo más.
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