domingo, enero 19, 2014

GETAFE 2 - REAL SOCIEDAD 2 La Real se deja dos puntos en el caos de Getafe

El once de la Real en Getafe.
Getafe tiene algo extraño que siempre se lleva por delante los buenos propósitos de la Real, y el Coliseum del sur de Madrid es de esta forma el estadio más maldito para la Real de los últimos años con diferencia. Siempre sucede algo allí. Hoy, una espléndida Real que se puso 0-2 en el marcador acabó devorada por el caos, la vorágine, la locura que se desató cuando Fernández Borbalán, con diferencia también uno de los peores árbitros que ha pisado la Primera División en décadas, concedió un gol probablemente ilegal del Getafe, después de privar de otro legal a la Real y antes de omitir un clamoroso penalti sobre Vela. A pesar de seguir por delante, el 1-2 sacó por completo del partido a la Real y que el partido acabara en empate y no en una victoria local se entiende sólo porque los de Luis García jugaron la última media hora con diez jugadores. Con superioridad, la mejor opción para que la Real se llevara el partido pese a todo fue ese claro penalti que el colegiado decidió no pitar, ahondando aún más su participación en el resultado final de un encuentro en el que el equipo de Jagoba Arrasate claramente se dejó dos puntos.

Con este poderoso salto hizo Agirretxe el 0-1.
Esa sensación es inevitable viendo la primera media hora del encuentro, de aplastante superioridad txuri urdin, y el motivo que cambió el devenir del mismo. La Real, con Zurutuza en la mediapunta en lugar de Xabi Prieto y la titularidad de Markel a pesar de la lesión que le hizo perderse el choque de Copa en Villarreal, salió al campo a lo campeón. Jugando bien, acertando en sus decisiones en defensa y en ataque, con buenas transiciones en el centro del campo y generando mucho peligro en la portería de Moyá. Casi parece lógico decir que el 0-1 se veía venir, y eso que el gol de Agirretxe llegó en el minuto 4. Pero es que para entonces ya se veía una espléndida sociedad entre Pardo y Vela y un buen entendimiento entre el mexicano y Carlos Martínez. El lateral, en una de sus internadas, dejó el balón atrás para que Vela colocara un precioso pase combado con su pierna izquierda y Agirretxe, en un gran movimiento, conectara un precioso cabezazo ante el que nada pudo hacer Moyá.

Como sucedió en la temporada pasada, la Real se adelantó muy pronto en el marcador. Pero si aquel día el gol de Vela fue la excepción en un partido de caraja absoluta, la sensación hoy sobre el Coliseum era bien distinta. El equipo txuri urdin mandaba con una autoridad impresionante. Y si la banda derecha realista fue un quebradero de cabeza constante para la defensa del Getafe, que la izquierda se pusiera también en funcionamiento amenazaba con provocar un agujero por todos los flancos locales. Una buena subida de José Ángel acabó en una falta que botó Pardo y que Griezmann cabeceó para que Moyá la sacara sin ser consciente siquiera de dónde estaba el balón. A continuación, el francés botó una falta desde la derecha, Zurutuza la dejó de cabeza en el segundo palo y Vela la empujó a placer al interior de la portería. Pero Fernández Borbalán comenzó ahí a modificar el marcador del partido, señalando fuera de juego a instancias de su asistencia.

El 0-2, también obra de Agirretxe a pase de Vela.
Es difícil decir si los jugadores realistas eran conscientes de la legalidad del gol del que fueron privados (basta ya de insistir en que arbitrar es muy difícil, era una jugada muy, muy, muy sencilla de ver, como lo fue la del penalti en la segunda mitad), pero en todo caso no cejaron en su acoso a la portería del Getafe, que sólo parecía capaz de frenar las acometidas realistas con faltas. Al cuarto de hora, Moyá tuvo que salir fuera de su área para despejar un sensacional envío de Zurutuza a Agirretxe. En la jugada siguiente llegó el 0-2. Markel sacó el balón en largo desde atrás para que Vela iniciara una sensacional galopada por la banda derecha, dejara con el molde a su marcador y cediera el balón atrás para que Agirretxe, de nuevo de cabeza, colocara el balón lejos del alcance de Moyá. Era el minuto 16 y no se podía poner mejor el partido para la Real, con una clara ventaja en el marcador y con un público, escaso como siempre en el Coliseum pero más por el tiempo de perros que acompañó al partido, que comenzó a corear consignas contra sus propios jugadores.

Después de firmar casi una media hora de enorme categoría, la Real comenzó a desaparecer. Lo hizo primero por cuenta propia, obligando a Bravo a intervenir en dos ocasiones de forma casi consecutiva, la primera saliendo a los pies de Sarabia después de un mal control de éste y la segunda para despejar a córner un disparo desde la frontal. En todo caso, fue en ese córner donde el partido se torció definitivamente. El despeje de Griezmann encontró un voleón  de Escudero que aterrizó en los pies de Ciprian, completamente solo, que batió a Bravo antes de que Ansotegi pudiera llegar para evitar su disparo. Los jugadores de la Real protestaron la posición de Ciprian, probablemente con razón, aunque ésta fuera la jugada más dudosa de todas aquellas con las que Fernández Borbalán vició el devenir del encuentro. El 1-2 sofocó el incendio en la grada y sacó del partido a la Real de una forma asombrosa, hasta el punto de que el descanso fue una bendición para los de Arrasate.

El Getafe recorta distancias. Ciprian marca y mira al linier.
Y eso que, en realidad, el Getafe no tuvo ocasiones demasiado nítidas para empatar en ese tramo final del primer tiempo, pero cada balón que se acercaba a las inmediaciones del área de Bravo provocaba una inexplicable sensación de zozobra en la defensa realista, que perdió la sensación de seguridad que dio durante la primera media hora al mismo tiempo que desaparecieron las buenas conexiones en ataque. La mejor ocasión para el Getafe la tuvo Pedro León en el minuto 43, al aprovechar un resbalón de José Ángel para plantarse solo delante de Bravo, que reaccionó bien y mando el balón a córner. Para entonces, el público de Getafe había cambiado completamente su actitud. Sus jugadores ya no eran los "mercenarios" contra los que clamaba minutos antes, sino que la confianza en ellos para la remontada era tan absoluta que no dejaba de reclamar al árbitro todo tipo de jugadas, incluso dos manos inexistentes dentro del área, la primera de Carlos Martínez y la segunda de Markel.

El arranque de la segunda mitad ofreció un espejismo con la tarjeta que Vela provocó para Rafa, pero enseguida el partido volvió hasta donde estaba antes de que Fernández Borbalán enviara a los dos equipos a los vestuarios. El empate llegó en el séptimo minuto de la reanudación, pero pudo haber llegado antes. Primero en un cabezazo de Arroyo que se marchó lamiendo el palo a la derecha de Bravo y después con un disparo que Ciprian mandó a las nubes. El gol llegó porque parecía inevitable, después de que el Getafe estrellara el balón en el palo y la jugada continuara hasta que Pedro León mandó el balón al fondo de la portería de Bravo, sin que ningún jugador se diera cuenta de lo solo que estaba hasta que fue demasiado tarde. El Getafe se puso en disposición de culminar la remontada y dejar a la Real sin nada, pero Broja, sorprendentemente ovacionado en su salida del campo, cometió una absurda temeridad teniendo ya una tarjeta amarilla, derribando a Markel en una contra de la Real y viendo la roja en el minuto 62.

El 2-2 definitivo que Bravo no llega a evitar con su estirada.
Los realistas no supieron hacer valer esa superioridad numérica y equivocaron por completo el ritmo y las decisiones que había que tomar en este nuevo escenario, perdiendo infinidad de balones en zonas alejadas del área de Moyá y sin combinar con la suficiente velocidad como para que se notara la expulsión. Al menos, jugar con diez hizo que el Getafe frenara su acoso a la portería de Bravo y convertía en algo casi imposible el 3-2 que tan factible parecía instantes antes. Arrasate quiso recuperar el control del centro del campo colocando sobre el césped del Coliseum, en un estado lamentable por el agua que cayó sobre él, a un Xabi Prieto que debía coger el mando que Zurutuza no fue capaz de asumir, probablemente por estar todavía falto de ritmo. Después entró Chory Castro por el propio Zurutuza y el último de los cambios fue para retirar a un desacertado Markel, que forzó para jugar, y colocar en su puesto a Elustondo. No dieron demasiado resultado esos cambios, porque la Real apenas tuvo ocasiones de gol en el tramo final.

La mejor, además, llegó a balón parado, donde la superioridad numérica no debería notarse. Fue en un cabezazo de Xabi Prieto que se marchó ligeramente desviado. No obstante, a Fernández Borbalán y a uno de sus asistentes aún les quedaba una jugada más con la que alterar el resultado del encuentro. Vela protagonizó una espléndida galopada y al entrar en el área fue golpeado en la cara por Lisandro con un descaro tal que resultó inconcebible que el colegiado no señalara de forma inmediata el correspondiente penalti. Si no lo hizo fue, probablemente, porque a Borbalán le gusta pasar factura a los jugadores. Vela le había reclamado previamente algunas faltas que no le había señalado y por eso no resultó extraño que no marcara ésta, por mucho que fuera dentro del área. Pardo antes del minuto 90 con un disparo desde fuera del área y Agirretxe ya en el descuento con un cabezazo fueron los que tibiamente intentaron lograr el gol de la victoria que no llegó.

El marcador final.
Viendo la aplastante superioridad que mostró la Real en la primera media hora, es casi obligado pensar que el equipo txuri urdin se ha dejado dos puntos. Y es cierto que la actuación de Fernández Borbalán ha sido decisiva para que así sea, perjudicando clara y decisivamente en dos decisiones (el que habría sido el 0-2, obra de Vela, y el penalti sobre el mexicano, que habría puesto el 2-3 en el marcador) y puede que en otra más (el primer gol del Getafe). Pero también es importantes destacar que el carácter de la Real se convirtió en una mandíbula de cristal en cuanto el equipo local simplemente recortó distancias. Seguía ganando, y no lo supo administrar. Y con el empate, tampoco tuvo lo necesario para gestionar con acierto media hora con un jugador más, por mucho que Arrasate se cansara de gesticular desde la banda pidiendo a sus hombres que emplearan la cabeza. Es Getafe, y en Getafe siempre pasan cosas extrañas. Las de hoy se han llevado dos puntos, pero al menos uno ha viajado a Donostia. Algo es algo, aunque ahora mismo sepa a poco.

2 comentarios:

Antonio R. dijo...

Comienzo de partido de cine, pero luego: empate y gracias. Una ocasión propicia para ganar se ha perdido en un campo como este. Una pena.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Antonio, la verdad es que sí, se debió ganar, pero la desconexión tras la primera media hora fue total.