lunes, julio 04, 2011

Perplejo y harto. ¡Aupa Eñaut!

Perplejo y harto. Así me siento después de leer las informaciones sobre la frustrada cesión de Eñaut Zubikarai al Hércules. Como es un tema delicado, y para quitar razón desde el principio a los posibles ataques de aquellos que desen lanzar su hipocresía y sus insidias contra cualquiera que salga a defender a Zubikarai, empezaré diciendo que repudió toda clase de violencia, que desprecio el terrorismo de ETA, que se me revuelte el estómago cada vez que escucho las noticias de un atentado, una agresión o una amenaza y, por si acaso, que no soy independentista ni nacionalista. ¿Tranquilos todos? ¿Ya podemos debatir sólo sobre el caso de Zubikarai? Perfecto, voy a ello entonces. Porque el tema da para debatir y mucho. Y empezaré por la conclusión, para que tampoco haya lugar a equívocos. Lamento por cobarde la postura del Hércules (aunque públicamente el club ha dicho que hay razones económicas y no de otra índole para no fichar a Zubikarai) y rebato, y lo haré con argumentos, a quienes han aplaudido la decisión de no contratar a Zubikarai.

"El único 'delito' que ha alejado realmente a Zubikarai del Hércules han sido los que cometió su padre", sentencia el diario Las Provincias para explicar el fichaje fallido. "En el momento en que se vinculó el nombre de Zubikarai al de la entidad blanquiazul empezaron a surgir dos corrientes de opinión, a favor o en contra de su llegada, pero nunca por una cuestión deportiva y siempre basadas en el entorno que rodea al futbolista. Así las cosas, y después de darle muchísimas vueltas, el Hércules ha adoptado la postura de no fichar al futbolista. El miedo a que un sector de la afición se pudiera poner en contra y que se hablara del jugador por temas extradeportivos podría haber enturbiado el proyecto del club alicantino antes de iniciarse la pretemporada. La decisión del Hércules no ha sido fácil y en el club blanquiazul son conscientes de que van a recibir aplausos por un lado, pero también críticas de aquellos que consideren que se ha sido injusto hacia una persona por un delito que no había cometido él sino un allegado", explica el mismo periódico.

En El Mundo encontramos explicaciones de una fuente no identificada del Hércules. "Cuando interesa un jugador nos fijamos en sus cualidades, no en si es de derechas o de izquierdas o si le gustan los hombres o las mujeres. Pero esto es un tema que puede herir la sensibilidad de mucha gente. (...) Sabíamos que su estética era la típica abertzale, pero como la de tantos otros jóvenes vascos", dice. El Mundo sentencia que "también se ha valorado que la presencia de Zubikarai en la meta del Hércules podría provocar un ambiente hostil irrespirable para el equipo en los partidos a domicilio". A esto hay que sumar tendenciosos titulares como los de Alicante Actualidad, que en Google News se encuentran de forma más cruda y desenmascarada que en su propia página (de "El portero Eñaut Zubikarai, posible fichaje del Hércules, apoya a ETA" pasamos al "pide el acercamiento de los presos de ETA a las cárceles vascas") o los que escribieron el pasado mes de enero a cuenta de la polémica por aquel documento en favor de una manifestación (permitida por un juez, por cierto) de medios como La Gaceta ("Los lazos de sangre entre ETA y Zubikarai") o Libertad Digital ("El portero de la Real, hijo de un etarra que participó en tres asesinatos").

Vayamos por partes. En primer lugar, queda claro que Zubikarai no ha cometido delito alguno (con cierta sorna, Libertad Digital explica que cuando su padre sí los cometió, "el ahora jugador realista tan solo tenía cinco años"). Lo que se le aplica, por tanto, es una discriminación por las acciones de su padre, un comportamiento hacia Eñaut (¿qué diríamos si eso nos pasara a nosotros mismos en cualquier otro ámbito de la vida?) a todas luces despreciable. "Los españoles sin iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social", dice el artículo 14 de la Constitución. Es también evidente que, al rechazar a Zubikarai por motivos de opinión o por sus circunstancias personales o sociales se está vulnerando la Carta Magna con la que se llenan la boca quienes ahora aplauden la decisión de rechazar al portero txuri urdin. Y esto sólo tiene un nombre: hipocresía. Quienes alzaron la voz de forma tan vehemente contra el Barcelona y la UEFA por los insultos racistas que, dicen, profirió Busquets contra Marcelo en la Champions ahora callarán por este asunto, de eso no hay duda. Racismo no, pero ésto sí. Vaya.

Lo que sucede, entonces, es que se puede discrminar a un futbolista por su ideología política o por los delitos que haya podido cometer su padre, pero al parecer sólo si estas dos cosas se acercan a la esfera abertzale. Repito, por si alguien se ha olvidado, que estoy en las antípodas del nacionalismo y de ese nacionalismo. ¿Pero todavía no nos hemos dado cuenta de que esa es una opción política tan legítima como las de extrema derecha? ¿No queremos ver que el único límite para ambas está en la Ley? ¿Por qué nadie publicita las ideologías radicales de otros signos que no sean los abertzales? ¿Por qué se consienten otros tipos de comportamientos despreciables sin que pase absolutamente nada pero contra éste todo el mundo se siente legitimado para actuar? La democracia es otra cosa, y quienes ahora se felicitan son precisamente los más antidemocráticos de esta historia. No sólo eso (y ahí seguro que les escocerá a los ahora felices), si hay un ganador del no fichaje de Zubikarai por el Hércules es precisamente el mundo abertzale, que encuentra más motivos aún para sentirse agraviado (como con las respuestas a la elección de San Sebastián como capital cultural de 2016). Comportamientos radicales como éste les dan alas a los abertzales. Y, por mucho que duela leerlo, también a ETA.

Si Eñaut Zubikarai quiere ser abertzale, me guste o no, está en su derecho. Si quiere firmar un documento de apoyo a los presos de ETA, es legal y puede hacerlo. Si quiere sacar una foto de su padre en un acto que no haya sido prohibido por apología del terrorismo, por incómodo que a mí me pueda resultar, también es libre de hacerlo. Dije en la polémica de enero que los jugadores de la Real tendrían que tener cuidado con sus manifestaciones públicas sobre este asunto, y lo mantengo, porque los más perjudicados podemos ser siempre los aficionados. Somos la parte frágil de este viciado mundo del fútbol en el que nos movemos. Sé, y me da mucha rabia, que diciendo esto me sumo al miedo que me provoca que algún descerebrado me reviente la cabeza en cualquier ciudad de España sólo por llevar una camiseta de la Real. Pero yo soy sólo una persona, mi único poder radica en el respeto que siempre he tenido por el contrario y eso sólo se puede comprobar con la palabra y con mis ánimos.

Que un club actúe, como se reconoce en la información de El Mundo, con esa idea en mente es la asunción de que los violentos ganan la batalla. Y los violentos aquí no son los que la mayoría creerá. Porque violencia es que yo no pueda animar a la Real en cualquier parte. El Mundo habla de "ambientes hostiles irrespirables" que podría padece el Hércules por la presencia de Zubikarai. Eso evidencia que los hay contra la Real, aunque los grandes medios guarden silencio sobre este tema, y lamentablemente posturas como ésta los legitiman. Si los clubes ceden también a presiones así, quiere decir que los aficionados más radicales se van a sentir respaldados cuando insulten al equipo txuri urdin y a sus gentes, en la grada, en la calle, en los foros de Internet. Y ojalá sean sólo insultos y no tengamos que lamentar algo más. Como hemos de asumir que es lícito crear ambientes hostiles contra la Real sin razones deportivas de por medio, tengo que decir que admiro aún más a quienes visten la camiseta txuri urdin. Me acuerdo de un chaval del Vicente Calderón que llamó "terrorista" a Jesuli en la temporada 2006-2007. Aquel día se me pasó por la cabeza que podía ser algo aislado. Pero no lo es, no.

Zubikarai es un gran portero. En los tres años que lleva en el primer equipo de la Real, ésta es la segunda vez que me veo en la necesidad de hablar de él como algo más que un futbolista. En ambos casos, sobre todo en este segundo porque en el primero sí se significó de alguna manera con su firma, ha sido por la acción de un tercero y no por algo que él hiciera. Es injusto, es antidemocrático, es discriminatorio. Pero nadie va a alzar la voz. La AFE no sirve para nada. La LFP menos aún. A nadie le importa este tema. Pero a mí sí. Porque estoy harto de que se me considere terrorista por llevar la camiseta de la Real o que alguien se lo pueda llamar a Zubikarai, o a cualquier otro jugador, por los delitos de su padre o por apoyar iniciativas que son legales. Legales, sí. Asumidlo todos. Son legales. Cuando sean ilegales, seré el primero en denunciarlo. Sea Eñaut o cualquier otro. Pero yo no me sumaré al pelotón de fusilamiento contra alguien sólo porque no me guste lo que piensa o lo que hace. Zubikarai, para mí, es un porterazo que, espero, tenga la suerte de encontrar un equipo que disfrute de sus actuaciones sobre el campo la próxima temporada. Y punto. ¡Aupa Eñaut!


2 comentarios:

Luis dijo...

Siento que una vez más, usemos el futbol para cosas distintas a unir a las personas, y ciudades.

Como tuvieran que responder muchos de nuestros políticos o incluso políticos de ayer y hoy ¿y mañana? (como en el chiste, … hombre el hijo, NO el de siempre …), del pasado de sus familiares y sus fortunas. Pero el caso no es atacar, ni defenderse. El artículo lo deja muy claro.

En fin, que quien este libre de pecado que tire la primera piedra (por cierto hablabas de hipócritas). O como a mi me gusta empezar por mi y no ver lo que hacen o dejan de hacer los demás, dejaré la trillada cita: “Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa”

Y siento compasión de ciertas personas, tienen todo mi apoyo cuando quieran y les deseo lo mejor, aunque ellas quizás, no lo entiendan.

Un abrazo

Xabi dijo...

No hay nada que hacer contra los mente-cerrada.