Cuando se ha hablado del oscurantismo que ha rodeado a la Real en los últimos años, se suele hacer referencia a la propia institución, a las cuentas, a la economía. Creo que ese mal que ha aquejado al club desde hace demasiado tiempo está ya fuera de toda duda. Todos asumimos que, en mayor o menor medida, ha existido desde que Luis Uranga dejó la Presidencia y seguirá existiendo en el futuro, y no nos queda más remedio que considerarlo parte del paisaje (más allá del recurso del pataleo). Por desgracia, claro. Pero el oscurantismo y la confusión también han dado el salto a la parcela deportiva, a lo que más nos tiene que preocupar a quienes vivimos la Real desde fuera, a quienes nos dejamos la voz, el alma y el corazón por los once jugadores que defienden la camiseta txuri urdin sobre el campo a lo largo de cada temporada.
Casi parece obvio decir que ha habido mucho oscurantismo en el caso de Iñigo Díaz de Cerio, y suena casi a cachondeo que el ya jugador del Athletic diga que siempre ha ido de frente con la Real (es casi tan hilarante como escuchar a un producto de Zubieta afirmar sin rubor alguno que en Bilbao está como en casa). Nunca hemos sabido cuándo se interesó el Athletic por él, cuándo decidió escucharles, si el club le dijo que pensaba venderle en el mercado de invierno en el caso de que no quisiera renovar, ni los motivos por los que ha retrasado tanto el anuncio de su destino, cantado para todo el mundo desde el día en que afirmó que no seguiría en la Real, e incluso mucho antes. También es oscurantista que nadie detalle las razones por las que no renovó. Dimes y diretes, apuntes más o menos maliciosos de un bando u otro, pero nadie nos lo aclara. Ni el jugador, ni el club, ni quienes conocen la historia. Oscurantismo puro.
Hablaba recientemente de la sorpresa que me causó que los nombres de Oskitz Estefanía y Giovanni Sio estuvieran en la lista de bajas del Sanse. Sobre el primero se ha llegado a insinuar que había orden de arriba de que no diera el salto al primer equipo. ¿Orden de quién? ¿Por qué motivo? Del segundo, hay que rebuscar en foros para encontrar que podría haber sido el protagonista y causante de alguna pelea en el vestuario de Zubieta y que la razón para su salida del club es completamente extradeportiva y disciplinaria. ¿Tan difícil es salir a explicar los motivos por los que se prescinde de cada jugador? ¿No piensan el Consejo y el director deportivo que la gente se quedaría más tranquila si supiera por qué toman determinadas decisiones? El oscurantismo no ayuda, más bien al contrario. Pongamos por caso ahora que estos dos jugadores fichan por un equipo de Segunda y consiguen metas personales y colectivas como las que ansía la Real. ¿Quién saldrá entonces a explicar por qué se prescindió de ellos? La respuesta es obvia: nadie. Llegado el caso, veremos más oscurantismo.
La confusión se extiende sin control y, como siempre, el gran perjudicado es el equipo. A día de hoy no sabemos si la Real quiere que Gerardo continúe, si depende de que venga algún otro jugador o si directamente no quieren saber nada de él. Si no viste la camiseta txuri urdin la próxima temporada, será uno de los muchos jugadores que se han marchado del club sin poder despedirse de la afición. Y un profesional de los pies a la cabeza como Gerardo merecía sin duda esa oportunidad, la misma que no tuvieron tipos que han jugado en la Real durante mucho más tiempo, gente como Aranzabal o Kovacevic. Todavía resuenan en mi cabeza las palabras que dijo Darko al marcharse: "Me han tratado como una bolsa de basura". Esas son las cosas que engrandecen o destrozan la imagen de un club, y la nuestra ahora mismo no pasa por su mejor momento. Y todo por no ir con la verdad por delante. Si a Darko le hubieran dicho que no contaban con él, se podría haber despedido de la afición. Y todo el mundo habría quedado bien.
En el mercado de fichajes, la confusión es prácticamente inevitable, y en ese terreno suele ser hasta un punto a favor. No es bueno enseñar las cartas antes de que acabe la partida, y ese fue el motivo por el que se criticó que el Consejo tasara a Riesgo y Bravo en 1,6 millones (la pregunta ahora mismo no parece ya si se llegará a esa cifra, sino si la Real conseguirá que ambos porteros salgan de la plantilla; de no hacerlo, se encuentra con el problema de contar con cuatro guardametas). Pero hasta para eso la Real es especial. Hoy dos periódicos distintos ofrecen declaraciones de dos representantes igualmente diferentes del sevillista Armenteros para decir, y esto ya es el colmo, cosas diametralmente opuestas. En Mundo Deportivo leemos a un representante diciendo que no sabe nada y que, de haber algo, él sería el primero en enterarse. En Noticias de Gipuzkoa leemos a otro representante que habla incluso de una reunión con la Real (¡y al propio Armenteros halagado por el interés!).
Vivimos instalados en el oscurantismo y la confusión. Y de ahí nada bueno puede salir. Nada bueno ha salido de ahí en los últimos años, algo de lo que puede dar fe la situación en la que se halla el club: con el equipo en Segunda División, en proceso concursal y con una plantilla a medio construir y con demasiados temores de miembros que decidan seguir el mismo camino de Díaz de Cerio o Castillo en el futuro (¿Asier Riesgo, Mikel González...?). Pero parece que todavía no hemos aprendido. Desde fuera sólo podemos gritar lo que pasa, no vaya a ser que alguien, por fin, escuche nuestras peticiones de ayuda.
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