Me gusta mirar con optimismo esa pequeña curiosidad y me gusta mirar con optimismo el calendario. El inicio, excepción hecha del partido en Las Palmas (que va a ser complicado), me parece asequible. Tras los canarios, jugaremos en casa ante Murcia, Girona y Huesca, y fuera ante el Nastic. La temporada pasada la Real ganó esos cinco partidos, y, teniendo tres encuentros en casa, no sería descabellado pensar en un objetivo de al menos doce puntos a finales de septiembre. No, desde luego, si queremos ser ambiciosos. La primera vuelta nos deja las visitas a Soria, Alicante y Vallecas, las plazas más difíciles del campeonato. Numancia, Hércules y Rayo tendrán que venir a Anoeta cuando los puntos empiecen a ser ya vitales. El Betis jugará ante la Real primero en San Sebastián y después como local. Para el derbi contra el Real Unión habrá que esperar hasta el 6 de diciembre. Y mucho ojo con el complicado final de Liga que, siempre a priori, nos espera: en las cinco últimas jornadas visitaremos a Betis y Cádiz y recibiremos al Celta antes del final en Elche.
El objetivo es claro y mi mirada sigue mantiendo el optimismo, pero el ambiente general sobre el club sigue siendo el mismo. Sigo pensando que Chris Coleman tenía más razón que un santo cuando lamentó la negatividad que rodeaba al equipo cuando él ocupaba el banquillo de Anoeta. Esa sensación lleva presente mucho tiempo en la Real, quizás desde la segunda campaña de Bernd Krauss (con el breve y hermosísimo paréntesis de la temporada del subcampeonato). Demasiado tiempo. Y eso lastra, aunque muchos prefieran ponerse la venda sobre los ojos o mirar hacia otro lado. No consigo quitarme de encima la sensación de que muchos prefieren un fracaso (más) que achacar a sus enemigos antes que un triunfo de la Real que esas mismas personas puedan apuntarse. Y eso es algo que ya hemos vivido y que sabemos de sobra que no ayuda.
Hay gente ávida de sacar las garras para despedezar a todo aquel que tenga algo que ver con el fichaje aún no concretado de Estrada. Es obvio que cuesta creer que un jugador con el que se cerró un acuerdo hace 20 días todavía no esté en San Sebastián y haya firmado su contrato. Pero la situación se me asemeja mucho a la que vivimos hace un año con Villanueva, el chileno que quiso traer Badiola, que incluso pasó reconocimiento médico en tierras guipuzcoanas y que al final, por motivos económicos derivados del no ascenso a Primera y la entrada en proceso concursal, no vino. ¿Salió ganando la Real de aquellos dardos cruzados? Seguro que no. Tampoco saldrá ganando de todo lo que se está diciendo sobre Estrada, máxime cuando todavía no sabemos si estará o no en la Real, si ha sido él culpable del retraso y si son realmente suyos actos y manifestaciones que se le han atribuído desde la distancia. Esperemos a ver qué pasa y después valoraremos.
También hay gente dispuesta a criticar la situación de Castillo, sea cual sea la resolución de este asunto. ¿Que se queda? Malo. ¿Que se va al extranjero? Malo. ¿Que se va al Racing o al Depor? Malo. No puede ser que todo lo veamos desde un prisma negativo. Que saquemos cerca de medio millón por un jugador que se va a ir gratis al extranjero ahora o donde quiera dentro de un año es una buena noticia, se mire por donde se mire, y al margen de la tasación de dos millones que se le impuso para valorar los derechos de formación. Hace apenas siete meses, se dijo de todo cuando Badiola traspasó a Balenziaga al Athletic por un millón. Y ahora resulta que Caparrós no cuenta de momento con él y busca un lateral izquierdo en el mercado. Fue una operación necesaria en su momento y ahora, visto el resultado, fue una buena operación. Aunque en su momento fuera un arma arrojadiza más en esta absurda guerra. Castillo y Balenziaga debieran hacernos abrir los ojos, pero no hay manera.
No nos calentemos la cabeza todavía con el futuro de Bravo, de Riesgo, de Bueno, de De la Bella o de cualquiera que pueda llegar o salir de este equipo. Lo dije el año pasado y lo dije hace dos: creo que la Real tiene una buena base para luchar por el ascenso, pero ese objetivo depende de muchas cosas que no están en manos de la Real. Por ejemplo, de los arbitrajes (espléndida noticia que González González haya subido a Primera, pero... ¿por qué demonios sube a Primera un árbitro tan incompetente y poco preparado? Demasiadas veces se nos empuja a pensar mal...). Por ejemplo, de los golpes de suerte del calendario (este año la Real tiene en dos ocasiones dos partidos seguidos en casa, y seis puntos consecutivos relanzan mucho, como hemos podido comprobar este año... precisamente por no haberlos conseguido durante buena parte del campeonato). Y por ejemplo de la fortuna que tengan los buenos fichajes (porque Necati era un fichaje a priori objetivamente bueno y su resultado ha sido nefasto).
Manteniendo la fortaleza defensiva que deja Lillo como legado y con un delantero que se acerque a los 20 goles (los 16 de Díaz de Cerio hace dos nos dejaron a las puertas del ascenso; si los once de Abreu en medio año hubieran sido 22 en toda la campaña, quién sabe...), el objetivo de subir a Primera estará mucho más cerca. Elche, 20 de junio. Ya está anotada la fecha en rojo en mi calendario. Es el día del ascenso. Tiene que serlo. Ya nos lo vamos mereciendo después de tantos golpes.
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